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“SÍGANME, Y YO LOS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES”

Mc 1, 14-20

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.         EL ENCUENTRO DE DIOS CON LA HUMANIDAD.

En esta segunda parte del evangelio, San Marcos nos sitúa en el lugar donde comienza la misión de Jesús y resume el contenido de la misma, la predicación inaugural de Jesús. Hasta esta segunda parte, el evangelio solo nos ha relatado que Dios le ha declarado su Hijo amado en el bautismo en el Jordán y que, durante el período de prueba que ha venido después, Jesús ha permanecido fiel a su propia identidad de Hijo. En esa experiencia de la filiación reside el verdadero fundamento de la alegre noticia que Jesús difunde por los caminos de Galilea: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca”.

Es así, como si antes era la gente la que debía salir al desierto para escuchar al Bautista y hacerse bautizar, primera parte del evangelio, ahora es el mismo Jesús quien se dirige al lugar donde vive la gente, representando asimismo de este modo la venida de Dios a la humanidad. El hecho de que empiece por Galilea no se debe sólo a que ésta sea su tierra de origen, sino a que, dado su carácter de región con población mixta, Galilea representa una especie de puente entre Israel y los gentiles. Intuimos así el horizonte universal al que quiere extenderse el señorío de Dios, ese “Reino de Dios” que, para Jesús, no es ni una teocracia ni una nueva moral o una religiosidad más celosa, sino el encuentro de Dios con la humanidad.

2.         CONVIÉRTANSE Y CREAN EN LA BUENA NOTICIA

San Marcos, nos sitúa en este relato en un tiempo en el que Juan Bautista está preso. Al mismo tiempo nos hace suponer que Jesús está en la vida pública. De mismo modo, nos presenta un esbozo de lo que va a ser la misión de Cristo. Jesús se dirige a Galilea, es el segundo viaje, el primero lo hizo cuando aún no encarcelaban a Juan Bautista. San Marcos, nos hace una síntesis de la predicación de Jesús, “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.

El establecimiento del pleno reinado de Dios, anunciado en las profecías, ya llegaba. Era la misión de Jesús al ir a “sembrarlo” por toda Galilea.

Ante esta expectativa e inminencia, Jesús nos pide dos cosas: convertirnos es decir arrepentirnos, transformarnos en hombres nuevos, cambiar de modo de pensar, apartarnos de la mala conducta y de los caminos erróneos y luego nos pide que creamos en el Evangelio, diciéndonos: “crean en la “Buena Noticia”, esa que Jesús va a enseñar. Será la fe que salva (Mc 16:16).

Al proclamar la “Buena Noticia de Dios”, se anuncia con claridad y sin equívoco, la liberación de cuanto pueda oprimir al hombre, así liberado, se convierte en alguien que transmite la liberación a los demás. Dios nos llama a todos a proclamar esta Buena Noticia, el mismo Jesús, nos hace este encargo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”.  (Marcos 16,15)

En consecuencia, lo que pide a quienes les escuchan no es tanto la observación de una serie de normas como, antes que nada, creer y convertirse. Creer es la convicción de que la venida de Dios es verdaderamente “Evangelio”, en otras palabras, la buena noticia, es decir, noticia capaz de dar alegría.

3.          “SÍGANME, Y YO LOS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES”

En la segunda parte de este fragmento del Evangelio, San Marcos nos presenta la vocación de los primeros discípulos, Simón (Pedro) y Andrés, Santiago (hijo de Zebedeo) y Juan. El Reino que anuncia Jesús convoca al pueblo de Dios al tiempo de la salvación. De estos delicados relatos de vocación se desprende claramente que sólo se pide a los discípulos una obediencia pronta, no una cualidad humana particular. Todo su camino posterior será un seguir a Jesús, descubriendo lo que ha hecho de ellos sin mérito por su parte, aunque exigiéndoles su disponibilidad, que se manifiesta sobre todo en el desprendimiento de todo cuanto poseen y de todo lo que han sido hasta ese momento.

San Marcos nos añade un dato de interés, “ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron”. Esto puede significar que dentro de la modestia de pescador de Galilea, tenía más recursos para pescar, por eso tenían jornaleros, que eran pagados para hacer esta faena.

Pero, no debemos vivir para la cosas, debemos hacerlo para los hombres y en primer lugar para Dios. Es decir las cosas sirven, pero no para adorarlas, las cosas están en orden a los hombres y los hombres en orden a Dios.

Inmediatamente al oír de Jesús “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”, Pedro y Andrés dejaron sus redes y lo siguieron. Para ellos, la redes eran toda su herramienta de trabajo, por ellas lograban su sustento. Sin embargo no dudaron y siguieron a Jesús. Así, Jesús, prolonga a través de los hombres su predicación. Hombres elegidos para ser profetas y sus apóstoles.

4.         SEGUIR A JESUS

Según entendemos los que nos relata San Marcos, Pedro y Andrés respondieron de inmediato, y Santiago y Juan, dejaron a su padre, así nos indica que para seguir a Jesús, se debe renunciar a todo aquello que se opone a su seguimiento.

Así es como Jesús sabe bien a quien elige y porque lo elige, en esta ocasión hombres que echan la red al mar sin saber qué tipos de pescados sacaran. Del mismo modo cuando un predicador arroja sus palabras sobre los hombres, no conoce de antemano quienes se acercarán a Dios.

Pedro y Andrés no habían visto a Jesús hacer milagros, no habían oído hablar al Señor del reino de los Cielos, sin embargo al oír la voz de Jesús, ellos lo dejan todo por seguirlo. Seguramente, ellos vieron la dulzura del alma de quien los invitaba. Ellos creyeron y tuvieron fe. Nos enseña Jesús, que no debemos aferrarnos a las cosas terrenales si queremos ir a la vida eterna.

Pero también hay algo muy importante para todos nosotros, las características de los discípulos elegidos por el Señor. Esto nos sirve para que no tengamos temor y no pensemos que tenemos que superdotados en conocimientos para seguir a Jesús. El eligió a hombres humildes, pobres, sencillos, sin una gran formación académica, sin influencias, talvez, así nos imaginamos a Pedro, “rudos”, sin formación teológica, porque los hombres no se arrepienten ni se convierten con argumentos y palabras humanas, sino que por la gracia de Dios.

Entonces, nosotros, somos hombres predilectos del Señor, descubramos en nosotros mismos ese llamado, con la misma rapidez que los apóstoles y sigamos tras los pasos de Jesús. Nuestro apostolado, exige menos renuncia que el de los apóstoles y lo podemos ejercer del mismo lugar en el cual nos desempeñamos, en el trabajo, la escuela, el vecindario, la familia y los amigos.

Tenemos la gran oportunidad de seguir a Jesús, hagámoslo íntimamente en lo personal, y como apóstol entre los hombres.

5.         CAMINAR JUNTO A JESUS

Nos preguntamos entonces:

¿Estamos dispuestos a seguir a Jesús a ojos cerrados? , ¿Cuántos estamos dispuestos a dejar nuestro oficio, nuestra casa, nuestra patria por seguir a Jesucristo? , ¿Estamos dispuestos a caminar junto a Jesús?

¿Hacia dónde va nuestra vida?, ¿hacia dónde caminamos?, ¿a qué vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que nos hemos programado. “Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación.” (2 Timoteo 4,8)

Ahora bien ¿cómo se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero sin lugar a dudas, para llegar de forma segura, es caminar junto a Jesús, seguir sus pasos: “Entonces dijo Jesús a sus discípulos, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Más el que perdiere su alma por mí, la hallará". (Mt-16,24-25) -

La gracia es un don gratuito que el Señor da a los hombres para alcanzar la gloria, y con cuanto amor Jesús nos ofrece la gracia de su compañía, que gran oportunidad la que nos entrega Cristo para estar cerca de Él, caminar junto a EL, es una invitación a caminar con un paso seguro hacia la casa del Padre.

¿Cómo respondemos a esta invitación?, ¿la hacemos esperar?, ¿le ponemos condiciones?

6.         UN CAMINO MAS DIFICIL QUE FACIL

Vivimos hoy, en un mundo que nos invita a caminos muy distintos a los que nos ha enseñado el evangelio, y eso hace que tengamos un camino difícil, arduo, peliagudo, para algunos pareciera fácil, pero no lo es, porque hay muchas cosas que nos cuesta mucho abandonarlas para seguir con tranquilidad a Jesús. Del mismo modo, tenemos que experimentar muchos cambios en nosotros mismos, debemos dejar de lado ese deseo excesivo de mostrar nuestras propias cualidades y de que sean reconocidas y alabadas, tenemos que abandonar las actitudes de vanagloria o de ser presumido, debemos dejar de lado el aprecio excesivo hacia todo lo que se considera un bien material, hay que olvidarse del amor excesivo hacia uno mismo, que lleva a prestar una atención desmedida a los propios intereses sin ocuparse de los ajenos, porque ser cristiano significa prestar atención y preocuparse por todos y no solo por uno mismo.

Pero también es un camino agotador, y no hay elección de un camino fácil y si lo hacemos con una carga pesada en nuestro corazón aún se hace más difícil. La intención no es desanimarlos, pero ¿de qué otra forma podríamos ser digno de caminar junto a Jesús?, si no es con un corazón limpio, sin vanidad, sabiendo amar profundamente a los más pobres, a los mismos que ama el Señor, ¿cómo podríamos caminar junto a Él, si no podemos deshacernos de las cuestiones materiales?

7.         JESÚS NO ACOMPAÑA EN NUESTRA VIDA

Es necesario comprender, que solo el camino de la fe es por donde se camina junto a Jesús, es necesario darse cuenta lo importante que es caminar junto a Cristo, para considerar que vamos por el camino correcto, hay que estar atento a sus señales, hay que responderle siempre en forma positiva, no se debe perder el rumbo, hay que alimentarse bien de su palabra, para tener esa energía y esa vigorosidad, esa fuerza y vitalidad para caminar a su paso, para no mirar hacia atrás, y no desalentarnos por muy difícil que sea, por mucho sudor y lágrimas que nos provoque.

Todo esto es absolutamente recompensado, porque cuando caminamos junto a Jesús, cuando lo llevamos a nuestro lado, llevamos el aliento del Señor en el oído, Él nos va confortarnos, él nos transforma y vemos nuestra vida de forma distintita, y si nos empapamos de él, nuestro pasos son alegres y son seguros para llegar a nuestra meta, “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe”.  (2 Timoteo (SBJ) 4,7) y en ese instante sabemos hacia dónde va nuestra vida, hacia donde vamos y a que vamos.

Hemos sido privilegiados al recibir el bautismo, nuestra vida es un don de Dios, somos elegidos por Dios, y Jesús nos acompaña en nuestra vida, sintamos su presencia, no estamos solos, Jesús es el camino y la puerta de entrada, nos esforzamos porque el esfuerzo se recompensa con el Reino de los Cielos, el Evangelio nos indica cada día como seguir por la ruta sin error, la fidelidad a su palabra nos indica el camino, es así, como en cada silaba descubrimos las enseñanzas de Jesús, en cada expresión él nos pide caminar junto a Él, no dudemos en aceptar esta invitación.

 El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 

  III DOMINGO, Ciclo B año Tiempo Ordinario

 

 

 

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