"Tus pecados te son perdonados".

Lc 7, 36 - 8, 3

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    UN FARISEO INVITÓ A JESÚS A COMER CON ÉL

“Un fariseo invitó a Jesús a comer con él”, esto es un miembro del pueblo judío, que se caracterizada por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos religiosos, también conocido hoy por nosotros como un hipócrita, especialmente en lo religioso o en lo moral, ellos eran enemigos del Señor, sin embargo este fariseo ha invitado a Jesús a su casa a cenar.

Todo el que invite a Jesús a su casa para estar junto a él, tiene la esperanza de que el Señor acceda, aún más, Él quiere ser invitado por todos nosotros.

Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Seguramente por ser una invitado tan especial, este fariseo de nombre conocido, Simón, había invitado a mucho otros amigos, y Jesús se debe haber sentado a la mesa donde habrían otros comensales, y sumemos a esto la mujeres de la cocina y los sirvientes y otros que al enterarse de la presencia de Cristo fueron hasta allí.

2.    SUPO QUE ESTARÍA JESÚS, Y CUAL FUE EL INTERÉS DE IR HASTA ALLÍ

“Entonces una mujer, de la cual se dice que es una pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume”.

Como se enteró de esta cena, porque supo que estaría Jesús, y cuál fue el interés de ir hasta allí y como entró a la casa del fariseo, no solo demuestra lo importante de la comida, es el invitado el que da el realce, dignidad y resplandor. Quizás, los vecinos se agruparon a la puerta para ver pasar y esperar ver entrar al invitado y en ese minuto ella pudo entrar a la casa, porque le hacía ilusión acercarse a Jesús.

Estamos frente a un hecho que hoy tendría una resonancia y divulgación tendenciosa, alguien podría decir, sobre la libertad de que entrara una pecadora o una prostituta a una comida, y más aún, se presenta “con un frasco de perfume”.

3.    SE PUSO A LLORAR A SUS PIES, LUEGO COMENZÓ A BAÑARLOS CON SUS LÁGRIMAS

“Y colocándose detrás de Jesús, se puso a llorar a sus pies, luego comenzó a bañarlos con sus lágrimas”; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Esta actitud de esta mujer debe haber causado asombro no solo del fariseo anfitrión, también de los invitados, que seguramente al verla se estaban escandalizando, y muy asombrado por el comportamiento tan respetuoso y amoroso de Jesús con la pecadora.

Seguramente la pecadora sentía la mirada quemante de los fariseos, pero esta se contrastaba con la sedante, amorosa y pacificadora mirada de Jesús.

4.    SI ESTE HOMBRE FUERA PROFETA, SABRÍA QUIÉN ES LA MUJER

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".

Este hecho revela que el fariseo tenía bien identificada a la mujer, sabía que tipo de persona era. Pero lo más importante que se demuestra, es que todo hombre o mujer puede acercarse con confianza a Jesús, todo pecador es recibido por Cristo.

Al ver que Jesús se deja tocar por la mujer, ni el fariseo ni los comensales se atreven a criticarlo de viva voz; el fariseo lo piensa por dentro, no reconociendo a Jesús como profeta, sino solamente como maestro

5.    ¿CUÁL DE LOS DOS LO AMARÁ MÁS?

Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquél a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".

Jesús le llama Simón, por su nombre, pero a la pecadora pasa a ser “cierta mujer”, sin nombre, pero reconocida en el pueblo como pecadora. Pero dejemos en claro que no necesariamente ha de ser prostituta, pues bastaba con ser esposa de un recaudador de impuestos para ser designada como tal, también esta mujer pudo entrar en al comedor, porque era costumbre que los no invitados pudieran hacerlo para mirar, lo que llama la atención que entrase en casa de un fariseo, eso significaría que este no fuese de los más estrictos e intransigentes que rechazaban todo trato con la gente pecadora.

6.    ENTRÉ EN TU CASA Y TÚ NO DERRAMASTE AGUA SOBRE MIS PIES

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer?". Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.

Si Simón no le dio agua para los pies, ella se los riega con lágrimas y se los seca con sus cabellos. Si Simón no le mostró su amistad besándolo, ella le besa los pies sin parar; si Simón no le ha echado ungüento en la cabeza, ella le unge los pies con perfume, símbolo del amor. La “pecadora” sabe con quién está; tal vez Simón no se ha dado cuenta; para éste, Jesús es sólo un maestro, de dudoso comportamiento, pero no un profeta, capaz de dar vida.

7.    "TU FE TE HA SALVADO, VETE EN PAZ".

El Señor, se bebe haber enternecido, ¿cómo no conmoverse frente a un llanto de amor?, entonces Jesús le dice: “Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".

Nos damos cuenta como Jesús esta con todos los rechazados de esta sociedad, y aprendemos también todo lo que se puede lograr con el amor, el amor salva, libera, el amor a Jesús eleva, y el amor de Jesús, purifica de todas las manchas, un amor que perdona todas las culpas y lo pecados y borra todas las faltas, es el amor de Dios.

8.    NO DEBEMOS AVERGONZARNOS DE LLORAR NUESTROS PECADOS

Este Evangelio nos enseña que no debemos avergonzarnos de llorar nuestros pecados y nuestras faltas, nos hace ver que no debemos tener inconveniente en arrepentirnos, y que podemos acercarnos como pecadores con toda confianza a Jesús.

La pecadora debe haber clavado su mirada en Jesús, implorando su misericordia, reconociendo sus pecados, confiada totalmente en Jesús, y a esa mirada, Jesús responde con la suya, que está llena de compasión y comprensión, respondiendo "Tus pecados te son perdonados"

Decía nuestro santo Padre Juan Pablo II, “No tengan miedo de mirarlo a EL”, Dios Jesús, nos está esperando que le miremos para darnos su paz y amor.

"Acallado el entendimiento, mire que le mira" (Santa Teresa de Jesús, V 13, 22)

9.    LA FE QUE SALVA ES APERTURA A LA SALVACIÓN

En el corazón de la mujer, probablemente una prostituta, Jesús capta, en cambio, la apertura y la acogida al don del amor, que se manifiesta plenamente en el perdón. La mujer se deja amar, es decir, perdonar, y su amar más es efecto y causa al mismo tiempo del perdón. El amor y el perdón se alimentan recíprocamente: la mujer ama en cuanto es perdonada, y, en cuanto ama, se abre a acoger el perdón.

El cristianismo es este amor por Jesús, la fe que salva es apertura a la salvación traída por Jesús. La conversión más profunda es, por consiguiente, el simple hecho de reconocerse necesitado del perdón. La mujer aparece como un espejo no sólo para Simón, sino también para todos nosotros cada vez que sentimos dificultades para inclinarnos a los pies de Jesús: sólo quien se hace pequeño y se echa por tierra puede tocar los pies del mensajero que lleva el alegre anuncio de la salvación y de la paz.

10.  PROCLAMAR LA BUENA NOTICIA DEL REINO DE DIOS

“Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando acompañado de los doce grandes amigos, sus discípulos, y algunas mujeres, a saber, María Magdalena, Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes”, todos a disposición del Señor, compartiendo su andar, caminando por lugares duros, áridos, compartiendo los sueños, las comidas, las alegrías y la penas, pero lo más importante, llenos de amor solidario y de servicio.

Esta fue la misión de Jesús, proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios, recorriendo ciudades y pueblos, anunciado que le Padre Dios, quiere perdonarnos, y que el venia como nuestro salvador. El proclama la salvación con sus palabras, con cada una de sus acciones, con su ejemplo, con sus milagros, con el Evangelio.

Hoy es nuestra tarea, Jesús ha delegado en nosotros predicar la Buena Noticia, y el anuncio de la salvación, haciéndola en el nombre de Cristo, con nuestro ejemplo personal de vida, con un testimonio motivador, con nuestras actitudes aprendidas de sus enseñanzas, recordemos cuando Jesús despidió a sus apóstoles, “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y de Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo he mandado (Mt 28,19)

Este es el grupo que acompaña a Jesús, mujeres que fueron perdonadas y ya no pueden vivir sin Jesús, hombres que fueron liberados del pecado y ahora se entregan a Jesús, se convierten en sus apóstoles, y recorren pueblo y aldeas.

Eso es lo que tenemos que hacer, servir al Señor, servirlo con todo, acompañarlo, a todo lugar, servirlo con todo nuestro talento, entregándole nuestro tiempo, sin importarnos cuanto es el esfuerzo y el cansancio.

Que Cristo Jesús viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

 

 

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