VIVIR Y MORIR POR AMOR Y APRENDER DE EL, JUAN PABLO II Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Una de las cosas que he concluido respecto al reciente fallecimiento
del Papa Juan Pablo II, es que el ha muerto por amor, con amor y de amor y,
ese amor ha sido total e incondicionalmente por Dios, Jesucristo, la Virgen
María y todos los hombres. Cuando digo todos los hombres, no excluyo a nadie,
ni por creencia religiosa, situación económica, social o raza. Y todos estos
que él nunca excluyo, le demostraron en sus ultimas horas y ya en la
culminación de su pascua, cuanto le querían. He vivido recién 54 años, talvez, viviendo una vida que no siempre ha
sido como yo he querido, pero si como el Señor ha querido para mi.
Reflexionando sobre todo lo que me ha acontecido, creo que Dios me ha hecho
un buen plan de vida, y dentro de este plan, he vivido en los tiempos de Juan
Pablo II, y ha sido muy bueno. En efecto, Juan Pablo II, ha sido uno de mis
principales maestros, me he formado en sus enseñanzas, en sus valores
morales, la mitad de mi vida he estado escuchando su predicas, sus
catequesis, el Ángelus, sus discursos sobre todo tipo de realidades, nos ha
hablado de moral, de la vida, de los hombres, de la fe y de Dios, como un
verdadero Cristo, y siempre apoyado en su cruz, la que llevaba puesta y la
que usaba como báculo. Por el ejemplo de Juan Pablo II, me ha sido más fácil ser capaz de
compartir con hermanos de diversas ideas, de índole religioso y político, el
lo hizo con musulmanes, judíos, budistas, comunistas y capitalistas. A todos
se enfrento sin temor y con la verdad, como también lo hizo Jesús, que comió
y participo con gente pagana, incrédula, pecadores, gente buena y mala,
porque también nos hizo saber que el médico visita a los enfermos con mayor
urgencia que a los sanos. Por Juan Pablo II, aprendí que estamos rodeado de gente buena, que
sin saber de ellas, leen la Biblia, aprenden de ella y en silencio cumplen
los mandatos de Dios, y no profesan nuestra fe, pero aman al mismo Dios, pero
también aprendí, que entre nosotros hay mucha gente que la leen habitualmente
y se lo hacen saber a muchos, pero de la misma manera habitualmente
desprecian y hablan mal del prójimo y lo triste hablaron mal de él. Me he
preguntado esto muchas veces, ¿Es posible dormirse cada noche con la Biblia
en las manos y al día siguiente salir de casa y ser indiferente con el
vecino, el conserje, el hombre que barre la calle, el automovilista que va
circulando junto a nosotros, el compañero de trabajo?. A Juan Pablo II, le
debe haber quitado el sueño estos últimos y debe haber rezado mucho por
ellos, pero debe haber estado feliz por haber amado a ambos tipos de personas
Cuenta San Jerónimo que San Juan, cuando era ya anciano y no podía
andar, hacía que sus discípulos le llevasen a la iglesia, y en el camino les
repetía siempre el mismo consejo: "Hijitos míos, amaos los unos a los
otros". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿Por qué nos das siempre el
mismo consejo?" Y el apóstol respondió: "Porque es mandato del
Señor, y si lo cumplís, él solo basta." Si alguien quiere imitar a
Jesús, aunque no supiese que la caridad es el mandamiento más importante,
igual la viviría, porque está plasmada en todo el Evangelio y Jesús es su
perfecto exponente. San Jerónimo lo tenia muy claro, ese debe ser el motivo por que Dios
lo hizo santo, lo más grande que nos enseña la Biblia: «el amor a Dios y el
amor al prójimo». Juan Pablo II, no fue diferente a él, y lo dijo, “El amor
es más fuerte”, vivió y murió en el y por el. También en mis años viendo a Juan Pablo II, he aprendido que no basta
tener fe, es necesario complementarlas con obras de amor, como dijo el
apóstol Pablo que «la fe se hace eficaz por el amor» (, Gal. 5, 6). ¿Es este
un mundo de mentirosos? ¿Cuantos dicen que aman a Dios y luego habla mal del
prójimo? ¿Quién es el que no ama?, el que no conoce a Dios decía Juan Pablo
II. Jesús dijo, «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el
reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» En
efecto, así es, como he conocido y sigo conociendo hombres muy devotos, no
faltan nunca a misa, cumplen y repiten cada oración durante la Eucaristía,
hay otros que se destacan por aportar dineros, ¿pero de que le sirve si luego
no son capaces de amar a otros sin importar su creencia, idea, situación
social, económica, cultural o educacional?. Esta es una gran lección de Juan
Pablo II, el fue y lo demostró, ser capaz de amar a todos y entregar toda su
vida por todos. Me emocione mucha veces oír a través de los medios de comunicación la
voz de Juan Pablo II, en una ocasión oía al Santo Padre un versículo de
Corintios 13,2 “Si yo no tengo amor, yo nada soy” y dije gracias querido Papa
por ayudarme a comprender esto primero, porque de nada me sirve leer los
evangelios, de nada me sirve ir al templo, de nada me sirve santiguarme,
hacer oraciones, rosarios, peticiones, comer el cuerpo y beber la sangre del
Señor, de nada me sirve ser católico, porque lo más grande de nuestra
religión es el Amor, y Dios es amor, y el que no ama no está en Dios como
dice san Juan (4, 7). Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: « ¿Cuál
es el primero de todos los mandamientos?», Jesús le contestó: «El primer
mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama
pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el segundo es
parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro
mandamiento más importante que éstos» (Mc. 12, 28-31). Que bien se expresaba
esto en Juan Pablo II. Aprendí en el caminar de mi vida, viendo a Juan Pablo II, algo tan
simple, “Dios es amor”, aprendí que “El amor viene de Dios”. Aprendí que todo
el que conoce, tiene y da amor es hijo de Dios y seguro que lo conoce, “El
que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él” san Juan 4, 7-16. Si alguno necesita una prueba de amor, búsquela en Jesucristo. El se
entregó por amor a nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por
los hombres. Si alguno quiere un ejemplo actual, miremos al Papa, toda su
vida por amor a sus hermanos. Doy gracias a Juan Pablo II por enseñarme a
comprender cada vez más, lo grande que es el amor de Cristo, por esa razón
seguimos su camino. Pero el amor al prójimo no es solamente amar a la esposa, los hijos,
los padres, hermanos, amigos, la novia, el novio, también debe ser por los
que no nos quieren, lección de Juan Pablo II, que fue hasta la cárcel a
perdonar a quien trato de asesinarlo. «Tengan amor para sus enemigos,
bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los
que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que
les aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores
hacen eso. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues
hasta los que no conocen a Dios hacen eso», Mateo, 5, 44-47. Finalmente, se que esto de amar al prójimo no es algo fácil, pero
para ser hijo de Dios, para seguir los pasos de Cristo, tenemos que mirar a
los hombres con los ojos de El Señor, y como nos enseño a mirarlos el Santo
Padre Juan Pablo II. Es así como en el día de su pascua, tratemos de hacerlo,
pidamos por cada uno de los hombres por los que menos sentimientos guardamos,
y si nos falta alguna dosis de amor para hacer esto, pidamos a Jesucristo que
nos lo de. Dediquemos estos días en que los ángeles llevan al cielo a Juan
Pablo, a la sinceridad, dediquemos estos días a no condenar a nadie,
renunciemos a cualquier acto de venganza, escuchemos a quien necesite una
palabra de aliento, miremos a todos nuestros hermanos, imitando como lo hacia
Juan Pablo II, quien tuvo una suave mano de cariño para todo tipo de hombre. Es posible, que a lo mejor no tengas fe, talvez no creas, talvez
creas pero no practiques, talvez la religión no te llame la atención, talvez
no te das el tiempo en pensar en Dios, pero si crees en el amor, basta mirar
lo que Juan Pablo II fue y quiso ser, vivir y morir por amor, hermosa
herencia que nos dejo. «Vengan ustedes, los que han sido bendecidos de mi Padre, reciban el
Reino que está preparado para ustedes, pues tuve hambre y ustedes me dieron
de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron
alojamiento... En verdad les digo que cualquier cosa que hicieron por uno de
estos mis hermanos, por humilde que sea, a mí me lo hicieron». Que el Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Caminando-con-Jesus.org Pascua de 2005
¡Intercede por nosotros, Santo Padre! |