“Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes
lleno de poder y de gloria” Mc 13, 24-32 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 1. Y SE VERÁ AL HIJO DEL HOMBRE VENIR El relato de San
Marco, nos hace ahora la descripción de esta “venida” del Hijo del hombre.
Esta narración la describen los tres sinópticos. Esta venida será “enseguida,
después de la tribulación de “aquellos días”. En efecto, una vez que se
ejerce el gran castigo, la “gran tribulación,” es cuando se va a realizar
esta venida o parusía del Hijo del hombre. ¿Cómo? La descripción de
esta venida triunfal de Cristo, la describe este relato con los elementos
siguientes: “El sol se
oscurecerá.” “La luna dejará
de brillar” “Las estrellas
caerán del cielo.” “Los astros se
conmoverán En el relato de
Lucas se explica además, que sobre la tierra habrá ansiedad entre las
naciones, inquietas por el estrépito del mar y de las olas” y “Los hombres
enloquecerán de miedo e inquietud por lo que viene sobre la tierra”. Es Mateo
se expone: “Se levantarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del
hombre 2. LA “VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE Toda esta
descripción cósmica con la que se describe la “venida” del Hijo del hombre,
no es más que el conocido género apocalíptico. Son imágenes calcadas en los
elementos proféticos, con las que se acompañan las grandes intervenciones de
la justicia divina de Isaías, Jeremías 4:23 Ezequiel 32:7 e Isaías, como la
siguiente: “Lamentaos, porque se acerca el día del Señor, cruel, con cólera y
furor ardiente, para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los
pecadores. Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz, y el sol se
oscurecerá naciendo, y la luna no hará brillar su luz” (Is 13:9.10). Como se ve, se
trata sólo de metáforas, con las que se pretende describir la grandeza y
transcendencia de las intervenciones divinas. No se trata, pues, de presagios
señalados por la transformación de los astros, sino de fuertes imágenes para
indicar que Dios entra en escena. En esa hora y con
gran majestad será la “venida del Hijo del hombre” Se
describe esta venida, es decir la “parusía”, de la siguiente manera: “Y
se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes lleno de poder y de gloria”.
Y Él enviará a
los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos
cardinales, de un extremo al otro del horizonte. Otra vez se está
en una descripción hecha a base de elementos apocalípticos. Y, por tanto, hay
que interpretar el contenido y enseñanza de este pasaje en función de este
género literario. 3. ¿EXIGE QUE SEA UNA MANIFESTACIÓN
SENSIBLE Y CORPORAL DE CRISTO? Esta “venida” de
Cristo, esta parusía y este “ver” al Hijo del hombre venir en esta hora con
todo este poder ¿exige que sea una manifestación sensible y corporal de
Cristo? Parece que no. La razón fundamental es que se está dentro del género
apocalíptico, y, por tanto, hay que situar y valorar los elementos dentro del
mismo. Por otra parte, la misma palabra parusía de Cristo, si en diversos
pasajes neo testamentarios significa la venida final y sensible triunfal de
Cristo, no siempre lo exige (Mt 28, 20b). Por eso no haría falta admitir una
presencia sensible y corporal del mismo. Basta una “presencia” suya de orden
moral o virtual: su poder justiciero sobre Jerusalén, cuyo anuncio vaticinó
por “desconocimiento” del Mesías (Lc 19:41-44), y cuyo castigo anunció
también que lo verá “esta generación” (Mt 24:34). Es lo que ya Mateo había
dicho en otro contexto: “Os digo que hay algunos entre los presentes que no
gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su reino”
(Mt 16:28). Lo que, evidentemente, no se refiere a una visión sensible de
Cristo (Mt 10:23). 4. “LAS NUBES”, LOS “ÁNGELES” “Y se verá al
Hijo del hombre venir sobre las nubes……Y Él enviará a los ángeles” “Las nubes”
son otro de los elementos decorativos de las teofanías, y más aún en las
teofanías apocalípticas, con el que se indica, generalmente, el poder extra
cósmico de aquel a quien acompañan. Los “ángeles” son otro de los
integrantes apocalípticos. Aquí aparecen a las órdenes del Hijo del hombre;
sin duda se vincula a ellos el sonido de “la gran trompeta” (Mt), que tiene
por misión el congregar y convocar. Está tomado del uso judío de convocarse
las asambleas o reuniones judías al sonido de la trompeta, lo mismo que para
la guerra o para hacer algún anuncio (Ex 19:16; 1 Tes 4:16; 1 Cor 15:52). Es
la orden que se da “para que congreguen todos los elegidos”
La universalidad se acusó por congregarlos desde “los cuatro vientos” (Zac 2:10) y de “un extremo al otro del horizonte”.
Son imágenes tomadas del Antiguo Testamento. Esta cita pertenece a Zacarías
(2:6), pero tomada posteriormente, ya que el texto original dice lo
contrario: “Os dispersé por los cuatro vientos.” Debe de ser un complemento
de los evangelistas o de las catequesis. Estos ángeles obedientes a las
órdenes de Cristo acusan su trascendencia, ya que en el Antiguo Testamento
están a las órdenes de Dios. 5. PARA QUE CONGREGUEN A SUS ELEGIDOS
DESDE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES Y Él enviará a
los ángeles para que congreguen a sus elegidos “desde los cuatro puntos
cardinales, de un extremo al otro del horizonte”. Estos “elegidos”
están, judíos y gentiles, esparcidos por todo el mundo y han de ingresar en
el Reino. Y acaso se refiere preferentemente a los judíos de la “diáspora”
que estuviesen entonces en la ciudad, ya que, como en Pentecostés, “residían
en Jerusalén judíos, varones piadosos, de cuantas naciones hay bajo el cielo”
(Hech 2:5). Sobre ellos, los ángeles del Hijo del hombre ejercerán una
protección especial sobre estos “elegidos” (Sal 91:9-16). Esta sección, que
es una de las que hacen más fuerza en los autores para sostener que en ella
se habla de la parusía final, admite perfectamente, y dentro de una línea
homogénea, una interpretación literal de la “venida” de Cristo como
triunfador, y que se le “ve” en el juicio predicho por él y ejercido sobre
Jerusalén, y cuya “generación,” que lo condenó, había de presenciarlo, pues
no pasaría dicha generación “sin que todas estas cosas sucedan” (Mt 24:34). 6. APRENDAN ESTA COMPARACIÓN, TOMADA DE
LA HIGUERA. Parábola de la
higuera. — La primera indicación está tomada de la similitud de la higuera.
Lucas le da una amplitud mayor a la comparación: “Aprendan esta comparación,
tomada de la higuera”. Cuando las ramas echan hojas y se pueblan
frondosamente, es que el verano “se acerca.” En la higuera, sus hojas gruesas
y carnosas no empiezan a brotar hasta que el calor penetra en la tierra. Esto
indica en Palestina, donde no se conoce la primavera propiamente dicha, la
proximidad inmediata del verano.” (Comentario Biblia Nacar-Colunga) 7. CUANDO VEAN QUE SUCEDEN TODAS ESTAS
COSAS Pues así hace la
comparación, “cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está
cerca, a la puerta - el reino de Dios -”, en esta fase triunfal de la
“venida” de Cristo, cumpliendo su justicia y su promesa. “ustedes se dan
cuenta de que se acerca el verano” Posiblemente la parábola de la higuera, en
su sentido primitivo, no apuntaba a los signos destructores, sino al poblarse
de hojas y reverdecer su vida; o también que fuese un signo de la bendición que
viene (Joel 2:22). Aunque acaso esté implícito lo que dice: “levantad
vuestras cabezas, porque vuestra liberación está cerca” (Lc 21:28). Sucederá a la
generación a quien lo dice, es decir todo esto sucederá en un período
relativamente corto. “no pasará esta generación, sin que suceda
todo esto” Naturalmente, “esta generación” es la de
aquellos a los que se dirige Jesucristo en esta hora. Y, puesto que éstos
verán el cumplimiento de “todas estas cosas,” es que se
refiere a la destrucción de Jerusalén (Mt 16:28). 8. EN CUANTO A ESE DÍA Y A LA HORA,
NADIE LOS CONOCE El absoluto
desconocimiento de esta hora. Pero aún enseña más. El desconocimiento de “ese
día y a la hora” es tal que no lo sabe “nadie,” ni los ángeles “ni
el Hijo, sino sólo el Padre”, aunque probable, es discutido, este
“Hijo” que pone aquí no es el Hijo en cuanto Verbo, sino el “Hijo del hombre”
que se dice en el versículo siguiente. Cristo como
hombre no puede ignorar nada de lo que le compete de alguna manera a su
misión. Es la doctrina constante enseñada por la Iglesia. Si aquí puede
extrañar esta formulación; es por no valorar suficientemente el uso del verbo
“conocer” en las lenguas semitas. Este no sólo significa un conocimiento
especulativo, sino también práctico. Lo que viene a ser equivalente a actuar
o tomar la iniciativa o manifestación de la obra de este día. Pero esto,
tanto en el plan divino como en los relatos evangélicos, está reservado al
Padre (Mt 20:23; 11:25; Lc 12:32, etc.). Este es el secreto y la hora del
Padre para manifestarlo a los hombres. Cristo mismo dirá en otras ocasiones
que aún no llegó su “hora”, lo que sugiere que, supuestamente, la sabía. 9. LA DESPREOCUPACIÓN DE LOS HOMBRES
ANTE LA IGNORANCIA DE ESTA HORA. El Señor con
algunas pequeñas comparaciones destaca la despreocupación en que estarán algunos
hombres ante esta hora. Como en tiempo de Noé, a los hombres, despreocupados
del castigo, haciendo su vida ordinaria, de improviso los sorprendió el
diluvio, así será “la venida del Hijo del hombre” (Lc 17:26-30). Hay otros ejemplos
ambientales. Dos hombres estarán en sus oficios de campo, y uno será “tomado”
y otro será “dejado.” Dos mujeres (Lc 17:35), ya que es lo usual, están
moliendo con un molino de mano, que se compone de dos grandes piedras planas
giratorias. Las dos están allí moliendo, y, en esta hora, una será “tomada” y
otra será “dejada.” Por esa razón, tenemos que estar siempre a la espera y
preparados. “Velad, pues, porque no sabéis en qué día llega vuestro Señor.”
(Mt 24,42) Jesús quiere
hacer comprender que el misterio pascual ahora presente -su “hora”, será el
comienzo de la fase final de los tiempos. De ahí que la Palabra de hoy, nos invita
a todos, y ya mismo, es decir desde ahora, a la vigilancia y a escudriñar los
acontecimientos sabiendo captar en ellos la proximidad del Hijo del hombre,
es decir, de su retorno glorioso, donde “se verá al Hijo del hombre venir sobre
las nubes, lleno de poder y de gloria”, como también es un llamado a abrazar
plenamente su Palabra, más estable que los cielos y la tierra; “El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”; sin
embargo, la pregunta concreta que muchas veces nos hacemos: ¿Cuándo...? queda
sin respuesta. “ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni
el Hijo, nadie sino el Padre”. Jesús, mientras se revela como el
Hijo, muestra que no puede disponer ni del día ni la hora del fin. Por eso,
en cuanto Hijo y hombre, se confía él mismo por completo al designio de amor
y salvación del Padre. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
XXXIII Domingo Ciclo B |
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