“Yo soy el camino, la verdad y la vida” Jn 14, 1-12 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. CREAN EN DIOS Y CREAN TAMBIÉN EN MI En este fragmento del evangelio, Jesús
continúa su discurso de despedida, pero ahora, a las palabras de tristeza por
la despedida, añade ahora palabras de consuelo y optimismo, al saber lo que
significa su ausencia de ellos, que va a ser ventaja y misteriosa presencia
en los mismos. Se notan tres grupos de ideas, el
significado de la ausencia de Jesús, el conocimiento recíproco del Padre y
del Hijo, y manifestación de los mismos diversos frutos de la fe en Jesús
ausente. Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo:
que no haya inquietud y turbación. Y entonces Jesús dice: “Crean
en Dios y crean también en mi”. Puesto que ya creen en Dios, que
crean también en El; que esa fe en Él se mantenga y
aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz;
que crean en El cómo en el Hijo de
Dios, tema del evangelio de san Juan. Con esa fe vendrán a saber lo que es
optimismo. Por otra parte, el mandato simultáneo de la creencia en Dios y en
Jesús, bajo igual condición, implica la divinidad de Jesús. 2. EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS
HABITACIONES Asentado este tema, les hace ver que su
partida, que va a ser por la muerte de cruz, no es una catástrofe. Él se va a la casa de su Padre, el
cielo, donde hay muchas moradas. Jesús dice “En la Casa de mi
Padre hay muchas habitaciones” Desde San Ireneo
se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de gloria. Pero no
es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea para unos
pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen probablemente
tiene por base el plano del templo, con sus múltiples habitaciones y
compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn
2:16). Precisamente Él va al cielo como
Hijo a la casa de su Padre. Dice Jesús: “¿les habría dicho a
ustedes que voy a prepararles un lugar?” Esto les hace ver
ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín
pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta
interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta
preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la
humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad. 3. VOLVERÉ OTRA VEZ PARA LLEVARLOS CONMIGO Pero Jesús no sólo va a prepararles el
lugar, aunque directamente se dirige a ellos, la doctrina es universal, sino
que, después de dejar preparado el cielo a los hombres con su ingreso en el
mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos con El a su morada. Es así
como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré
otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al Padre en su oración
sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha propuesto al momento
de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se afirmaría sólo el
hecho. No parece referirse al momento de la
muerte. Es un tema no relatado con esta exclusiva y específica precisión en
los evangelios. Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema
frecuente y esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las
alusiones que a ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San
Pablo habla de la parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro
del Señor, que viene a buscarles, y así estaremos siempre en el Señor.
Consolados con estas palabras (1 Tes 4:17.18). Como Jesús, para consolar en su partida a
sus apóstoles, les dice adónde va, por
contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde Él se dirige. Los apóstoles aparecen
con una gran ignorancia, no comprendiendo, como en otras ocasiones, las
enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al cielo, debían
comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas veces. Casi
están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22). 4. YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA Pero Tomás, en nombre de todos, dice que
ignoran el camino. San Juan gusta recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le
hace una gran declaración: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Verdad y vida no tanto en cuanto Él las tiene en sí mismo (San Juan
1:4), sino en el sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales
semejantes: en cuanto Él comunica la verdad
y la vida (San Juan 6:48-58; 8:12; 11:23ss). Verdad y vida aparecen como dos expresiones
sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que
conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la
sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir,
preparar, la trascendencia divina de la misma. Jesús, es la Verdad; en medio
de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta
verdad no cambia. Jesús es la vida, él es el centro de
nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor. Jesús, es el camino en cuanto revela al
Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre; El mismo es el
único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque él nos mereció la gracia que nos hace
hijos de Dios y herederos del cielo y de Él. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que
hemos de seguir para llegar al cielo. 5. NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ Dice el Señor Jesús: “Nadie va al Padre, sino por
mí”. Es camino para el Padre, porque nadie puede venir al Padre sino
por mí, es decir, recibiendo su mensaje, que en San Juan es fe y obras (San
Juan 3:21, etc.). Y en cuanto se depende vitalmente de Él, como el sarmiento de la vid (San
Juan 15:1ss). Jesucristo es Dios, una misma cosa con el
Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a
Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios. Dice Jesús: "Si ustedes me conocen,
conocerán también a mi Padre”. Es decir nos
promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre.
¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero “Ya desde
ahora lo conocen”, es decir, desde el
tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación
de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al
conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra,
comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las
obras que hace. 6. “SEÑOR, MUÉSTRANOS AL PADRE Y ESO NOS
BASTA” La insistencia de Jesús en tratar el tema
del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más
profundo y más experimental, es
así como Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos
basta” La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando
que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una
maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que
habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los
apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés. De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue
que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse
que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la
persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como
San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El,
aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un
texto, que es la mejor interpretación de éste: “Si no me creéis a mí, creed a
las obras (milagros), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí y Yo en el Padre”. (San Juan 10:38;
cf. San Juan 14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y Él está en el Padre por la dependencia
que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje. Por último, para la garantía de esta mutua
presencia y de la verdad de que quien lo ve a Él ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en
El. 7. LES ASEGURO QUE EL QUE CREE EN MÍ HARÁ
TAMBIÉN LAS OBRAS QUE YO HAGO Luego Jesús nos hace una promesa, dice: “Les aseguro que el que cree en mí hará
también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre”. La primera promesa
que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará
mayores. Y la razón es porque Él va al Padre. La palabra obras, a las que Jesús se
remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos
es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún
obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas? 8. LAS OBRAS QUE EL PADRE ME DIO A HACER Cristo dice en otro pasaje: Las obras que
el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el
Padre me ha enviado (San Juan 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad,
su enseñanza de las cuales los milagros son signos. En esta misma línea mesiánica están estas
obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que
Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines
de la tierra (Hechos 1:8). Harán las
obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán
mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo. Es la interpretación que ya daba San
Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como
eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y
esta obra que van a hacer se debe a que Él va al Padre. Es El
quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica. 9. Y YO HARÉ TODO LO QUE USTEDES PIDAN EN MI
NOMBRE Más adelante en este
mismo capítulo del Evangelio,
dijo Jesús: “Y yo haré todo lo que
ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”
Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para
cumplir su misión: glorificar al Padre. Jesús, conoce que nuestro corazón se muestra a menudo
inquieto por todo el mal que hay en el mundo y por nuestras mismas
debilidades, por las traiciones y negaciones de las que nos consideramos
capaces. Y ya que nos ha dicho que si pedimos en su nombre, El hará, le
pedimos que aumente nuestra fe en El y en el Padre que nos has revelado. Él es el camino y pedimos seguirlo, Él es la verdad y deseamos conocerlo, Él es la vida y deseamos vivir en El y
ver al Padre y glorificar su santo nombre ante todos los hombres. Jesús al prometernos: “Y yo haré todo lo que ustedes
pidan en mi nombre”, fue una forma de quedarse con nosotros, y que
sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con
Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como Él nos dijo, en su nombre, es decir en
su espíritu, en sus méritos y sus promesas, y
aceptando su voluntad. El
Señor nos Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant V Domingo de Pascua Ciclo A |
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