¡Aclame al Señor toda la tierra!

Reflexión desde el Salmo 65, 1-3.4-7. 16. 20

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

Aclame al Señor toda la tierra! Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “Qué admirables son tus obras!” R.

 

Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. R.

 

Él convirtió el mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en El, que gobierna eternamente con su fuerza. R.

 

Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí: Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R.

 

Este salmo es un himno de alabanza al Señor y una acción de gracias colectiva, el poeta invita a todos los pueblos a alegrarse por las maravillas realizados por el Señor en favor de su pueblo. Recordemos que el paso del mar Rojo y paso del Jordán habían quedado en la épica popular de Israel como símbolo del poder de Dios desplegado en favor del pueblo elegido. También puede haberse cantado por haberles recientemente otorgado la liberación de un poderoso enemigo, esta suposición se basa en que la nación se encontró en diversas ocasiones con amenaza de su existencia como pueblo.

En la entrada, el salmo nos hace una invitación a alabar a Dios, “¡Aclame al Señor toda la tierra!, “Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza”, como se hace en otras composiciones salmódicas.

El poeta invita a toda la tierra a unirse en la alabanza al Dios poderoso, que obra prodigios admirables. Sus obras reflejan su inmenso poder, ante El tienen que plegarse sus enemigos, es decir, los que se oponen al pueblo de Dios en sus designios providenciales históricos.

“Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre” La omnipotencia divina ha dominado y sometido a los que se oponían a sus designios sobre su pueblo; si ellos quieren subsistir, tienen que humillarse y reconocer su superioridad, halagándole para atraer su benevolencia. La expresión está tomada de la costumbre de adular los pueblos vencidos al vencedor. En realidad, toda la tierra ha sido testigo de los prodigios obrados por el Señor, y, por tanto, también ella — por sus habitantes — debe sumarse a la glorificación de su nombre, es decir, de la manifestación de su gloria entre todas las gentes, ya que su nombre es el símbolo del poder supremo de la divinidad.

“Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres”, son los prodigios del Señor. “Él convirtió el mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en El, que gobierna eternamente con su fuerza”.  Son muchas las gestas de Dios en favor de los hombres — aquí el pueblo elegido —, pero en la épica popular de la historia de Israel destacaban las maravillas del paso del mar Rojo y del Jordán. El poeta recuerda ambos situaciones admirables como prenda de aún mayores o similares actos de protección hacia su pueblo. En realidad, el Señor es siempre el mismo, pues domina por la eternidad, y, en consecuencia, siempre está dispuesto a desplegar su poder contra las gentes que, atacando al pueblo elegido, se oponen a sus designios históricos. Todos los acontecimientos de la historia están sometidos a la marcha impuesta por el Todopoderoso, conforme a su insondable sabiduría.

“Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí: Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia” Dios escucha la súplica de los que a El se dirigen. La experiencia de haber sido salvado por el Señor le fuerza a declarar su gratitud hacia El, para que los conciudadanos se acojan a El en los momentos de angustia. Públicamente, en la asamblea solemne, quiere relatar el beneficio recibido para que sirva de esperanza y estímulo a los que se hallen en similar situación. Canta el salmista “Yo les contaré lo que hizo por mí: Bendito sea Dios”, mostrando su alegría porque Dios le escuchó al ver El la sinceridad de su corazón y por ello se manifestó una vez más su piedad para con sus fieles.

Por todo lo que por nosotros hace también hoy el Señor: ¡Aclame al Señor toda la tierra!

Pedro Sergio

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Sexta Semana de Pascua, 2011

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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