“¡Cuánto amo tu ley, Señor!”

Reflexión desde el Salmo 118, 57. 72. 76-77. 127-130

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


R. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!

El Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R.

Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría. R.

Yo amo tus mandamientos y los prefiero al oro más fino. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso. R.

Tus prescripciones son admirables, por eso las observo: La explicación tu palabra ilumina y de da inteligencia al ignorante. R.

Este Salmo, es de las Excelencias de la Ley Divina. (Biblia Nácar-Colunga), es el más extenso del Salterio, donde el poeta canta las alabanzas de la Ley de Dios, sin duda para responder a los escépticos de su tiempo, que procuraban olvidarla para vivir conforme a sus intereses y concupiscencias personales. Pero la Ley en sus labios “no tiene el sentido estricto de la legislación mosaica o del Pentateuco. Tiene una acepción más amplia; y aquí, como en los salmos 1 y 19, significa toda revelación divina como regla de vida. No es un código rígido de preceptos y de prohibiciones, sino un cuerpo de doctrina, cuya plena significación no puede ser comprendida sino gradualmente y con la ayuda de la instrucción “divina”. Por eso la palabra Ley es sinónima en este salmo de “revelaciones divinas”, promesas y enseñanzas proféticas, sobre todo la voluntad de Dios, su “beneplácito”. A través de la Ley se revela la misericordia divina, aun cuando corrige y castiga. El salmista se extasía ante las excelencias de la Ley, que refleja la voluntad divina para con los hombres. Por ello, para el salmista es el objeto constante de su meditación y a ella procura conformar totalmente su vida. El orante, se siente débil y reconoce sus caídas, y, sobre todo, confiesa la necesidad de la gracia divina para mantener su fidelidad integral a la Ley. Por eso, constantemente afloran a sus labios los gritos de socorro y de súplica para no desviarse del verdadero sendero señalado por ella en la vida.

El cumplimiento de la Ley otorga ya una satisfacción íntima al alma piadosa: da ciencia, prudencia, sabiduría para conducirse en la vida, y, al mismo tiempo, procura consuelo, alegría íntima y conciencia tranquila.

El Señor, es la porción o “heredad” del salmista, y por eso ha decidido observar escrupulosamente su palabra: El Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras. La bondad del Señor se ha manifestado siempre en la vida del salmista, tanto en los momentos de prosperidad como en los de aflicción, conforme lo había prometido.

Con todo, pide que le enseñe siempre el buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarse de su Dios; y en esto consiste la verdadera ciencia: conocer la mano de la Providencia en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de su voluntad, manifestada en sus mandamientos. La pasada humillación le ha servido para comprender más a fondo los estatutos del Señor. Esta lección es de valor inestimable para ordenar su vida, mucho más que las riquezas. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R.

Puesto que Yahvé le ha modelado corporalmente, debe completar su obra en el orden espiritual, perfeccionando su entendimiento para comprender mejor sus mandamientos: “Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste”. Su conducta de fidelidad completa a Yahvé ha servido para que los temerosos de Dios se alegren, pues han visto que su esperanza en la palabra divina no ha quedado defraudada.

Sus mismas aflicciones han constituido una manifestación de los justos juicios de Dios, ya que por sus imperfecciones e infidelidades las había merecido. Pero necesita, en medio de la postración, ser reconfortado por la piedad divina para poder revivir con plenitud espiritual y material: Que llegue hasta mí tu compasión”, Está rodeado de gentes perversas, que injustamente le satirizan para apartarle del buen camino: “Y viviré, porque tu ley es toda mi alegría”.Su consuelo está en la meditación de los mandamientos divinos y en la compañía de los que temen a Yahvé y aceptan sus testimonios, y por eso pide a Dios que le ayude a mantener su integridad espiritual, pues sólo así no será confundido ni avergonzado ante los que se burlan de su vida piadosa.

La ley es el centro de su vida: Yo amo tus mandamientos  y por eso desea que se le descubran todos sus secretos, pues son el sostén de su vida en las pruebas que atraviesa. Se siente obligado a obrar en favor de su Dios, pues los impíos han violado su ley, y es necesario contrarrestar su mala conducta con la entrega plena a los mandamientos divinos, que son para él más apreciables que el oro más refinado: y los prefiero al oro más fino.

La palabra de Yahvé es luz para el justo: “Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso”. La ley del Señor es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios. “La explicación tu palabra ilumina y de da inteligencia al ignorante”.

Tus prescripciones son admirables, por eso las observo. La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso. Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido. En medio de las tinieblas espirituales y morales ansia ver resplandecer la faz del Señor en su favor, es decir, desea que se manifieste su poder protector y benevolente hacia él, que se siente hostilizado por doquier. Su sensibilidad religiosa no puede tolerar la atmósfera de impiedad que le rodea, y por eso sus ojos se llenan de lágrimas a causa de su celo por la ley.

Y así aclamamos con el Salmista y en confianza: “¡Cuánto amo tu ley, Señor!”

Pedro Sergio

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Fuentes: Algunos comentarios están tomados de la Biblia de Nácar-Colunga

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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