¡Alaba al Señor, alma mía!

Reflexión desde el Salmo: Salmo 145, 7-10

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

En respuesta a la promesa del Señor, el salmo “alaba al Señor” por las maravillas que obra con los que sufren. Participamos de esta oración, aclamando: ¡Alaba al Señor, alma mía!

¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos.

Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.

      LA CONFIANZA DEL HOMBRE MERECE ESTAR SOLO EN DIOS

En esta bella composición poética se contrapone la suerte del que confía solo en el hombre y la del que confía sólo en Dios. Es el primero de los cinco salmos “aleluyáticos” que cierran el Salterio. La versión de los LXX los atribuye “a Ageo y a Zacarías” como el salmo 138. El versos inicial de este salmo, “¡Alaba al Señor, alma mía!”, se repite en otros salmos y textos bíblicos; por eso el salmo no se destaca por su originalidad, no obstante, quiere destacarse que la confianza del hombre merece estar solo en Dios

El salmista inicia su poema animándose a sí mismo a alabar al Señor, la idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al ser humano. Especialmente muestra su solicitud y favor con los necesitados: El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos”. 

En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos príncipes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas da protección a sus devotos. Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados”.

Ese Dios providente y justo tiene su morada en Sión y desde ella mantiene su dominio por la eternidad. “El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones” El salmista no menciona las promesas de engrandecimiento hechas a la ciudad santa, pero, conforme a los vaticinios proféticos, exalta la situación privilegiada de Jerusalén, centro de la teocracia hebrea

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio

Domingo XXIII Ciclo B

Reflexiones de los Salmos Dominicales en este link:

REFLEXIONES DESDE LOS SALMOS

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Fuentes:

Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nácar Colunga, adaptación pedagógica: del Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teología, otros comentarios están tomados de Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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