Es bueno darte gracias, Señor”

Reflexión desde el Salmo: Salmo 91, 1-3. 13-16

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

R. Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor, y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre; proclamar tu amor de madrugada, y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R.

El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios. R.

En la vejez seguirá dando frutos, se mantendrá fresco y frondoso, para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad. R.

Alabanza de la Providencia Divina.

En estilo altamente lírico, el poeta canta las glorias del Señor, su proceder providencialista, premiando a los buenos y sancionando a los incrédulos. El salmista se regocija por el recto gobierno divino en la historia. Los incrédulos no perciben que su prosperidad es efímera y que, como consecuencia de su incredulidad, no recibirán los que recogen los hombres rectos, al contrario, los justos se alegrarán al ver la manifestación esplendente de la justicia divina.

El salmista habla en nombre de la comunidad de fieles seguidores del Señor, que viven de las promesas de su Dios, y por eso alaba al hombre que hace el bien, que prosperará como árbol frondoso a la sombra del Omnipotente.

El Señor es digno de ser alabado.

Los primeros versos, nos invitan a alabar al Señor; Es bueno dar gracias al Señor, y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre”. El poeta dice lo conveniente que es proclamar las grandezas de su Dios. El nombre del Señor resume la historia de protección del Altísimo hacia el pueblo de Israel y para con sus fieles. Y así reza el salmista que bueno es;  proclamar tu amor de madrugada, y tu fidelidad en las vigilias de la noche”. Por eso, a las horas del sacrificio de la mañana y de la tarde, es necesario proclamar la piedad y fidelidad de Dios, que son los dos atributos que le caracterizan en relación con el pueblo elegido.

Por pura misericordia lo ha escogido entre los pueblos, y, en virtud de la fidelidad a las promesas dadas en la alianza del Sinaí, se revela constantemente como protector de esta alianza. El salmista ha sentido personalmente la mano bienhechora de su Dios, y por eso se ha alegrado con sus hechos y maravillas.

Meditando en sus misteriosas acciones providenciales, el fiel hombre de Dios comprende la magnificencia de las obras divinas y de sus misteriosos pensamientos, que guían el hilo de la historia de cada alma y de los pueblos: ¡Qué magníficas son tus obras, OH Señor,  ¡Cuan profundos son tus pensamientos! (Sal 91,6). Pero no es dado a todos conocer los misterios de la Providencia, pues la arrogancia se cierra a los altos pensamientos. El ser humano que no tiene sensibilidad moral y espiritual no puede comprender la mano de Dios en la vida humana; “No conoce esto el hombre necio, no entiende esto el insipiente.” (Sal 91,7).

La adversa suerte de los incrédulos y la dicha de los rectos

“El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios”.

La prosperidad de los incrédulos es efímera; florecen como la hierba, pero al fin se secan Por encima de ellos está el Señor, altísimo y perfecto por la eternidad; por tanto, inmutable en sus designios de justicia y equidad, es así, como los enemigos de Dios, tendrán un triste fin, mientras que el justo verá feliz todo lo bueno que hace el Señor.

“En la vejez seguirá dando frutos, se mantendrá fresco y frondoso, para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad”.

La suerte del fiel al Señor es envidiable, pues florecerá como la palmera y como el vigoroso cedro del Líbano, árboles ambos centenarios, mientras que la vida de los incrédulos es efímera y se seca como hierba que nace en la mañana. El salmo termina con esta frase “es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad” y está  tomada del Deuteronomio “El es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de la lealtad, no de perfidia, es justo y recto”.  (Deuteronomio (SBJ) 32,4)

Oración

Dios nuestro, que nos has trasplantado en la Casa del Señor”, te damos gracias por Cristo nuestro Señor, de quien hemos recibido la redención por su sacrificio en la Cruz. También por todas tus grandes bendiciones, permítenos no solo darte gracias, Señor”, sino que además demos fruto de conversión y de santidad, para proclamar tu amor de madrugada, y tu fidelidad en las vigilias de la noche”. Y así en la tarde de nuestra vida, poder gozar de tu misericordia. Amen

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio

Reflexiones de los Salmos Dominicales en este link:

REFLEXIONES DESDE LOS SALMOS

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nácar Colunga, adaptación pedagógica: del Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teología

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

………………………….-------------------…………………………..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

------------

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-----