SAN PABLO

Las tribulaciones y tentaciones  

 

“Por quién también tenemos entrada por fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Rom. 5:2-4).

“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor; ni desmayes cuando eres reprendido por El; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijos (Prov.. 3:11-12). Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedecemos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de Su Santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado” (Heb. 12:3-13)

Ver también: Rom. 5:2-4; 2 Cor. 4:8-18; 2 Cor. 1:3-6; 2 Cor. 7:10; 2 Cor. 12:10; 1 Tes. 3:3-4; 2 Tes. 1:6-7; 2 Tim. 3:12; Heb. 2:18; Heb. 4:15; Heb. 13:12-14.

 

 

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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