VIERNES SANTO

LITURGIA

 

 

CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR. (Rojo)

 

Día de Ayuno y abstinencia.

 

Acompañamos a Jesús en su camino hasta el Calvario, donde hará la ofrenda total de su vida al Padre. Toda su vida fue entrega, y por eso es también entrega su muerte. Hoy no se celebra ninguna misa, y la distribución de la comunión se hará con las hostias ya consagradas el Jueves Santo. La liturgia nos presenta la Cruz para que la veneremos y la lectura de la Pasión para hacer memoria de los últimos momentos de la vida terrena de Jesús.

 

ORACIÓN (No se dice Oremos)

 

Padre, que por la Pasión de Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, has destruido la muerte que todos los hombres han heredado por el pecado de Adán; imprime en nuestros corazones, por medio de la gracia, la imagen de Cristo a los que nacimos con la imagen del hombre pecador.

 

1ª LECTURA Is 52, 13-53, 12

 

Del libro de Isaías.

 

Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.

 

Palabra de Dios.

 

COMENTARIO

 

En este canto, Isaías describe la pasión salvadora y gloriosa del siervo de Yahvé. Sobre él cayó el pecado de todos los hombres. Él soporta el desprecio, los azotes, la opresión, el juicio injusto. Y en todo esto permanece manso y humilde de corazón, sostenido en el Padre. Él encarna todo el sufrimiento humano, incluido el de la muerte afrentosa. Y, por ende, abre un camino a la salvación que no pasa por el éxito ni por el poder, sino por la mansedumbre como única respuesta a la violencia del mundo.

 

SALMO Sal 30, 2.6.12-13.15-17.25

 

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

Yo me refugio en ti, Señor, ¡qué nunca me vea defraudado! Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.

 

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

Soy la burla de todos mis enemigos y la irrisión de mis propios vecinos; para mis amigos soy motivo de espanto, los que me ven por la calle huyen de mí. Como un muerto, he caído en el olvido, me he convertido en una cosa inútil.

 

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos, y de aquellos que me persiguen.

 

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y valerosos, todos los que esperan en el Señor.

 

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

2ª LECTURA Heb 4, 14-16; 5, 7-9

 

De la carta a los Hebreos.

 

Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquél que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

 

Palabra de Dios.

 

COMENTARIO

 

Cristo es el auténtico Sacerdote del Nuevo Testamento, diferente de los sacerdotes que se encargaban de los sacrificios pascuales en el templo de Jerusalén. Él no hizo otro sacrificio más que la entrega de su propia vida en la cruz. No fue un ritual externo lo que nos trajo la salvación. Fue él mismo, como único y eterno sacerdote.

 

ACLAMACIÓN Flp 2, 8-9

 

Cristo se humilló por nosotros hasta aceptar por obediencia la muerte, y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.

 

EVANGELIO Jn 18, 1-19, 42

 

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

 

C. Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar un huerto y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó:

 

+"¿A quién buscan?".

 

C. Le respondieron:

 

S. "A Jesús, el Nazareno".

 

C. Él les dijo:

 

+"Soy Yo".

 

C. Judas, el que lo entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente:

 

+"¿A quién buscan?".

 

C. Le dijeron:

 

S. "A Jesús, el Nazareno".

 

C. Jesús repitió:

 

+"Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que éstos se vayan".

 

C. Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste". Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco. Jesús dijo a Simón Pedro:

 

+"Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".

 

C. El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".

 

C. Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:

 

S. "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?".

 

C. Él le respondió:

 

S. "No lo soy".

 

C. Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. Jesús le respondió:

 

+"He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".

 

C. Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole:

 

S. "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".

 

C. Jesús le respondió:

 

+"Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".

 

C. Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás. Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron:

 

S. "¿No eres tú también uno de sus discípulos?".

 

C. Él lo negó y dijo:

 

S. "No lo soy".

 

C. Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquél al que Pedro había cortado la oreja, insistió:

 

S. "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".

 

C. Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.

 

C. Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. Pilato salió adonde estaban ellos y les preguntó:

 

S. "¿Qué acusación traen contra este hombre?".

 

C. Ellos respondieron:

 

S. "Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".

 

C. Pilato les dijo:

 

S. "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la ley que tienen".

 

C. Los judíos le dijeron:

 

S. "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".

 

C. Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó:

 

S. "¿Eres tú el rey de los judíos?".

 

C. Jesús le respondió:

 

+"¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".

 

C. Pilato replicó:

 

S. "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".

 

C. Jesús respondió:

 

+"Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que Yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".

 

C. Pilato le dijo:

 

S. "¿Entonces tú eres rey?".

 

C. Jesús respondió:

 

+"Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

 

C. Pilato le preguntó:

 

S. "¿Qué es la verdad?".

 

C. Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo:

 

S. "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo. Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".

 

C. Ellos comenzaron a gritar, diciendo:

 

S. "¡A él no, a Barrabás!".

 

C. Barrabás era un bandido.

 

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto púrpura, y acercándose, le decían:

 

S. "¡Salud, rey de los judíos!".

 

C. Y lo abofeteaban. Pilato volvió a salir y les dijo:

 

S. "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".

 

C. Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto púrpura. Pilato les dijo:

 

S. "¡Aquí tienen al hombre!".

 

C. Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron:

 

S. "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!".

 

C. Pilato les dijo:

 

S. "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".

 

C. Los judíos respondieron:

 

S. "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".

 

C. Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús:

 

S. "¿De dónde eres tú?".

 

C. Pero Jesús no le respondió nada. Pilato le dijo:

 

S. "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".

 

C. Jesús le respondió:

 

+"Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si esta ocasión no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".

 

C. Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban:

 

S. "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".

 

C. Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata". Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos:

 

S. "Aquí tienen a su rey".

 

C. Ellos vociferaban:

 

S. "¡Sácalo! ¡Sácalo! ¡Crucifícalo!".

 

C. Pilato les dijo:

 

S. "¿Voy a crucificar a su rey?".

 

C. Los sumos sacerdotes respondieron:

 

S. "No tenemos otro rey que el César".

 

 

 

C. Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.

 

C. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota". Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la colocó sobre la cruz.

 

Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

 

S. "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Éste ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'".

 

C. Pilato respondió:

 

S ."Lo escrito, escrito está".

 

C. Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí:

 

S. "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca".

 

C. Así se cumplió la Escritura que dice: "Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica". Esto fue lo que hicieron los soldados.

 

C. Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:

 

+"Mujer, aquí tienes a tu hijo".

 

C. Luego dijo al discípulo:

 

+"Aquí tienes a tu madre".

 

C. Y desde aquella Hora, el discípulo la recibió como suya.

 

C. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo:

 

+"Tengo sed".

 

C. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús:

 

+"Todo se ha cumplido".

 

C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

 

(Aquí todos se arrodillan, y se hace un breve silencio de adoración)

 

C. Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: "No le quebrarán ninguno de sus huesos". Y otro pasaje de la Escritura dice: "Verán al que ellos mismos traspasaron".

 

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue tam-bién Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo en-volvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

 

Palabra del Señor.

 

COMENTARIO

 

En la Pasión según san Juan, se dice que las últimas palabras pronunciadas por Jesús fueron: "Todo se ha cumplido". Los hombres y las mujeres tienen encomendada por Dios una tarea a realizar. Y lo que da sentido a la vida es acabarla, concluirla como un ideal. Cristo, el Maestro y el Señor no es un personaje del pasado. Es alguien vivo en quien creemos y a quien hacemos presente en el mundo de hoy. Por eso no sólo escucharemos el relato de la pasión y muerte del Maestro, sino que nos situaremos delante de ella para llenarnos de los frutos de la salvación; para vivir con esperanza la siembra de un amor que rompiéndose nos da la vida; para unirnos a él con nuestro amor y pueda seguir cumpliéndose hoy su misterio pascual.

 

ORACIÓN UNIVERSAL

 

1. Por la santa Iglesia

 

Oremos, queridos hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz, la unidad y la protección en toda la tierra, y nos conceda, una vida serena, para alabar a Dios Padre todopoderoso.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, en Cristo revelaste tu gloria a todos las naciones: conserva la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere inquebrantable en la fe, proclamando tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Se hace oración en silencio.

 

2. Por el Papa.

 

Oremos también por nuestro santo padre el papa N., para que Dios nuestro Señor que lo eligió en el episcopado, le conceda vida y seguridad en su Iglesia, para regir al pueblo santo de Dios.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, tu sabiduría gobierna todas las cosas: atiende nuestras súplicas, y protege con tu amor al Papa que nos diste, para que el pueblo cristiano que tú gobiernas, al cuidado de este pastor, progrese siempre en la fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

3. Por el pueblo de Dios y sus ministros

 

Oremos también por nuestro obispo N., (y sus obispos auxiliares), por todos los obispos, presbíteros y diáconos, por todos los ministros de la Iglesia y por todo el pueblo santo de Dios.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, con tu Espíritu se santifica y gobierna todo el cuerpo de la Iglesia; escucha las súplicas que te dirigimos por todos sus miembros, y, haz que ayudados por el don de tu gracia, todos te sirvan a ti con fidelidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

4. Por los catecúmenos

 

Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro Señor abra sus mentes y corazones y les comunique su amor, y al recibir el perdón de todos los pecados, por el bautismo de la nueva vida, se incorporen a Jesucristo Señor nuestro.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, que haces crecer siempre tu Iglesia con nuevos hijos; aumenta en los (nuestros) catecúmenos la fe y la sabiduría, para que, al renacer por el bautismo, los cuentes entre tus hijos adoptivos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

5. Por la unidad de los cristianos V.

 

Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que a cuantos buscan en sus obras la verdad, Dios nuestro Señor los reúna y proteja en su única Iglesia.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, que reúnes todo cuanto está disperso: mira a las ovejas de tu rebaño; para que cuantos fueron consagrados en un mismo bautismo, permanezcan unidos, por la integridad de la fe y por el vínculo del amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

6. Por los judíos

 

Oremos también por los judíos: a ellos primero les habló el Señor nuestro Dios, que les conceda progresar en el amor a su nombre y en la fidelidad a su Alianza.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia, escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia, para que el pueblo que has hecho tuyo por la primera Alianza llegue a conseguir la plenitud de la Redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

7. Por los que todavía no creen en Cristo

 

Oremos igualmente por los que todavía no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, concede que los que no creen en Cristo encuentren la verdad, actuando siempre con sincero corazón; y a nosotros, concédenos crecer en el amor fraterno y en el deseo de ser santos, y poder así ser verdaderos testigos de tu amor en medio de los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

8. Por los que no creen en Dios

 

Oremos también por los que no creen Dios, para que merezcan llegar hasta él, al seguir con sincero corazón lo que es recto.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, tú creaste al hombre y lo hiciste capaz de buscarte y de encontrarte, consiguiendo así la paz verdadera; concede a los que no creen en ti, al ver las pruebas de tu amor en medio de las dificultades y de los problemas de la vida, llegar a conocerte como único Dios verdadero y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

9. Por los gobernantes

 

Oremos también por los gobernantes de todas las naciones y por sus ministros y magistrados: para que Dios nuestro Señor oriente sus pensamientos y sus corazones según su voluntad hacia la paz verdadera y la libertad de todos.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, que tienes en tu mano los corazones de los hombres y los derechos de las naciones, mira con amor a nuestros gobernantes, para que en todas partes del mundo, la seguridad de la paz, el desarrollo de los pueblos y la libertad de conciencia se mantengan firmes con tu protección. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

10. Por los que padecen necesidad

 

Oremos, hermanos amadísimos, a Dios Padre todopoderoso, para que purifique el mundo de todo error, quite las epidemias, aleje el hambre, nos libre de los terremotos, incendios e inundaciones y de la sequía, abra las cárceles, rompa tantas cadenas, conceda la seguridad a los viajeros, la vuelta a los ausentes, la salud a los enfermos, y la salvación a los moribundos.

 

Se hace oración en silencio.

 

Padre todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que sufren, escucha las súplicas de los que te invocan en cualquier tribulación, para que experimenten todos en sus preocupaciones la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ADORACIÓN DE LA CRUZ

 

Este rito es lo más específico de la liturgia del Viernes Santo. Se llama "Adoración de la cruz", pero en realidad no adoramos la cruz, sino a Jesucristo que en ella murió y en ella venció el pecado y la muerte. La cruz es también signo de nuestra victoria y, por ende, es la señal del cristiano.

 

LITURGIA DE COMUNIÓN

 

Sobre el altar se extiende el mantel y se coloca el corporal y el libro. Luego el diácono, o en su defecto el mismo sacerdote, trae el Santísimo Sacramento desde el lugar de la reserva.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

 

Padre todopoderoso y eterno, tú nos has sanado de nuestros pecados con la santa muerte y resurrección de Jesucristo, tu Ungido; conserva en nosotros tu acción misericordiosa, para que la participación en este sagrado misterio nos mantenga siempre unidos a ti.

 

Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

 

Te pedimos, Padre, que descienda una abundante bendición sobre tu pueblo que hoy ha recordado la pasión de tu Hijo con la esperanza puesta en la resurrección. Haz que obtenga el perdón, acrecienta su fe y así asegure su salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

 

 

 

 

www.caminando-con-jesus.org

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

caminandoconjesus@vtr.net