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ES EL ATARDECER DE LA VIDA, ES TIEMPO DE AMAR A DIOS COMO EL QUIERE SER AMADO Y DEJAR NUESTRA CONDICION.

Encuentro con el adulto mayor, Parroquia del Carmen, Matanzas, Cuba

Febrero 2017

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Hermanos:

San Juan de la Cruz en “Dichos de luz y amor”, no ha dejado una invitación; "A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición" Trataremos de comentar que nos dice esta invitación, a través de las enseñanzas que nos deja la experiencia de Dios de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz y de San Agustín.

1.    DEJAR NUESTRA SORDERA PARA OÍR A DIOS, DEJAR LA CEGUERA PARA VER SU LUZ.

San Agustín, no es una santo Carmelita, pero podemos destacar la influencia de este santo en Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. En efecto, declara la santa Madre Teresa de Jesús: “Como comencé a leer las Confesiones (de San Agustín), paréceme me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso santo. Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato que toda me deshacía en lágrimas y entre mí misma con gran aflicción y fatiga.”(V 9,7).

San Juan de la Cruz también leyó y se fijó en San Agustín, lo dice al comentar la primera estrofa del Cantico espiritual, en específico el primer verso “¿Adónde te escondiste Amado y me dejaste con gemido?, dice el santo: “Que, por eso, san Agustín, hablando en los Soliloquios (monólogos) con Dios, decía: No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te buscaba fuera, que estabas dentro. Está, pues, Dios en el alma escondido, y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿Adónde te escondiste?” (C 1,6)

San Agustín, con su vida nos muestra la misericordia de Dios en los hombres, él fue un pecador como mucho de todos nosotros, con su vida, relatada tan honestamente por el en el libro confesiones, nos enseña que el camino a la santidad comienza cuando se reconoce la grandeza y majestad de Dios y se enciende en deseos de alabarle. Pero también nos enseña a dejar nuestra sordera para oír a Dios, a dejar la ceguera para ver su luz, y gustar de su dulzura, dejarse tocar y encender sus deseos de abrazarle, de amarle como él quiere ser amado y luego de dejar su condición.

2.    “TARDE OS AMÉ, DIOS MÍO, HERMOSURA TAN ANTIGUA Y TAN NUEVA

San Agustín a los 33 años se convierte al cristianismo por influencia del obispo Ambrosio de Milán, en el año 387, cuatro años más tarde es ordenado sacerdote y cinco años después es ordenado obispo de Hipona (Argelia). Como podemos observar, él ya era un hombre mayor cuando inicia su proceso de conversión, y así él lo relata en sus confesiones, con estas bellísimas palabras que nos invitan a meditar:

“Tarde os amé, Dios mío, hermosura tan antigua y tan nueva; tarde os amé. Vos estabais dentro de mi alma y yo distraído fuera, y allí mismo os buscaba; y perdiendo la hermosura de mi alma, me dejaba llevar de estas hermosas criaturas exteriores que Vos habéis creado. De lo que infiero que Vos estabais conmigo y yo no estaba con Vos; y me alejaban y tenían muy apartado de Vos aquellas mismas cosas que no tuvieran ser si no estuvieran en Vos. Pero Vos me llamasteis y disteis tales voces a mi alma, que cedió a vuestras voces mi sordera. Brillo tanto vuestra luz, fue tan grande vuestro resplandor, que ahuyento mi ceguedad. Hicisteis que llegase hasta mi vuestra fragancia, y tomando aliento respiré con ella, y suspiro y anhelo ya por Vos. Me disteis a gustar vuestra dulzura, y ha excitado en mi alma un hambre y sed muy viva. En fin, Señor, me tocasteis y me encendí en deseos de abrazaros.” (Confesiones, Libro X, Capitulo XXVII)

Observemos algunos detalles: “Tarde os amé.” Nunca es tarde para amar. Entonces no nos preocupemos cuando hemos descubierto lo mucho que Dios nos ama y a qué edad nos hemos propuesto a amarle. Como dice el Eclesiastés, hay un tiempo para amar.  Lo que importa es que nos dispongamos a amarle, como él quiere ser amado.

Otro detalle, no siempre nos damos cuenta lo cercano que esta Dios en nosotros, Teresa de Jesús Teresa de Jesús enseña a sus hijas las monjas; “Por paso que hable, está tan cerca que nos oirá; ni ha menester (necesario) alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre, pedirle como a Padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos” (C 28,2)  San Agustín dice; “estabais dentro de mi alma y yo distraído fuera, y allí mismo os buscaba; y perdiendo la hermosura de mi alma, me dejaba llevar de estas hermosas criaturas exteriores que Vos habéis creado.” Ambos textos se complementan Teresa nos dice que podemos hallar a Dios dentro de nosotros y San Agustín reconoce tarde que ya vivía dentro de él. De eso nos examinaran, si nos hemos dado cuenta de quién es ese tan buen huésped, de lo mucho que nos ama, tanto como a su Hijo Jesucristo y si nosotros lo amamos como él quiere “ser amado”, y si no lo hemos hecho, antes de que se haga noche aprender a amarlo y dejar nuestra condición de vivir solo para el exterior para no perder las hermosura del alma.

Otro detalle, dice San Agustín: “Vos estabais conmigo y yo no estaba con Vos” y sigue más adelante: “Pero Vos me llamasteis y disteis tales voces a mi alma, que cedió a vuestras voces mi sordera”. Hay también un tiempo para atender el llamado de Dios, algunos, como los de la parábola de la viña (Mt 20,1) que les llama a trabajar primero por la mañana y a otros después por la tarde y ordena a su administrador que a todos les pague lo mismo. Lo que importa, no es a la hora que se fue llamado, sino que la disposición de ir a servir y atender lo que le Señor pide, que le amemos. Dice en el Evangelio de San Juan: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.” (Jn 14,21)

3.    “QUIENES DE VERAS AMAN A DIOS, TODO LO BUENO AMAN

Teresa de Jesús, también aprende a amar como Dios quiere ser amado y pide que contentemos al amado dejando nuestra condición. Escribe ella en Camino de Perfección; “Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan (alaban), con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy de veras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni honras, ni tiene contiendas, ni envidias; todo porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado.” (C 40,3)

Dios Padre, ama a su Hijo del mismo modo como nos ama a todos nosotros, ni más ni menos, y lo único que Dios nos pide es que le amenos, es decir que aprendamos a amarle como él quiere ser amado para contentarle. Y lo grandioso es que Dios está esperando siempre mucho más de lo que nosotros esperamos de él. Y si lo hemos dejado, sale a nuestro encuentro, como la parábola del padre misericordioso que esta fuera de su casa esperando el regreso de su hijo que lo había abandonado y que “cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó”. (Lc 15,20) Su padre no estaba sentado esperándolo, está afuera, y al verlo venir se compadecido de él y corrió a él, llenándole de cariño. Es un símbolo de la providencia misericordiosa de Dios. El beso es signo de perdón. La misericordia de Dios, no solamente no castiga al que un día lo abandono, sino que lo espera, le ofrece el perdón. Y cuando vuelve al padre, este, lo recibe brazos abiertos y no le pregunta nada, no le echa en cara su mala conducta anterior, no le recuerda que fue ingrato, al contrario, siente compasión y lo hace antes del arrepentimiento de su hijo, ante un cambio de su condición, ante un cambio de actitud.

4.    A LA TARDE TE EXAMINARÁN EN EL AMOR. APRENDE A AMAR COMO DIOS QUIERE SER AMADO Y DEJA TU CONDICIÓN"

Este dicho de amor y luz es una invitación que nos hace San Juan de la Cruz: "A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición"

A la tarde es una hora avanzada del día, también es la proximidad de la noche, pero no es el final de la jornada. Por la tarde aún hay luz. A la tarde nos examinaran, nos sondearán, pero no quiere decir que nos juzgaran ni tampoco quien nos calificará por lo que hemos hecho. A la tarde es el tiempo para que caigamos en la cuenta que Dios, vive en nuestra alma, y que nosotros vivimos desatento por tan apreciado huésped. Entonces debemos entender las palabras de san Juan de la Cruz: "A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición", como una invitación a que amemos a Dios como él quiere, ya que él no espera otra cosa que le amemos y que en él amemos a nuestros hermanos. Y que le busquemos “con amor puro y sencillo.”

Es así, como no quiere decir San Juan de la Cruz, aquello de que el atardecer de la vida es la tarde de la muerte y que en el umbral de la muerte seremos examinados en el amor, aunque hagamos es el esfuerzo de cambiar a nuestra conveniencia estas palabras dichas por el santo. Dios en ese momento mismo de la muerte, no hará eso. Cristo no juzgo en el minuto de la muerte a uno de los malhechores, después de oír su reconocimiento de culpa: “nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.” (Lc  23, 41), y bastó que este le pidiera; “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” para que Jesús le mirara, como dice Teresa de Jesús; “con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores (padecidos en la cruz) por consolar los vuestros, (como dolores del malhechor) sólo porque os vais vos con él a consolar y volváis la cabeza a mirarle.” (Cfr. C 26,5) y entonces luego de ese cruce de mirada Jesús le dijo: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.” (Lc 23, 43)

El examen en el amor que dice el santo padre Juan de la Cruz se nos hará a la tarde, y es ahora, pero la tarde es larga. La tarde no acaba con la vida. Todos sabemos que la tarde es el inicio de la noche, como lo canta San Juan de la Cruz; "iOh noche que guiaste! iOh noche amable más que la alborada! i Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada!” (Noche Oscura, 5° estrofa) Estamos ante una estrofa de amor y una de las más hermosas. Entones sucederá todo eso en la noche, cuando se haya entrado en oscuridad de amor, después de la tarde en que de amor hemos sido reconocidos. Nada termina entonces en la tarde, sino que todo empieza en ese momento en que el amor nos ha purificado, porque nos lo han hecho pasar por el examen de la luz. Es así, como lo que quiere expresar san Juan de la Cruz, es el amor que continua, una vez purificado y no del amor que ha servido como una condición para ser juzgados.

A la tarde nos examinarán en el amor, el amor que sentimos por nuestro Padre, Dios de todos, entonces en esta tarde que estamos viviendo, oigamos al santo padre Juan de la Cruz, el aprender a amar como Dios quiere ser amado, intensamente, aceptando su voluntad, sabiendo que Él sabe muy bien lo que es bueno para nosotros y dejemos nuestra condición, es decir el estado en que nos encontramos, algunos en situación de olvido, otros de pena o de desamor. Dice el santo, que “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.

“Señor, me tocasteis y me encendí en deseos de abrazaros” y de amarte como tú quieres ser amado.

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Donoso Brant

Matanzas, Cuba, febrero 2017

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