Caminando en Oración

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SEÑOR ENSEÑANOS A ORAR

CAPITULO VI :

“DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA”

“DANOS CADA DÍA NUESTRO PAN COTIDIANO”

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

EVANGELIO Mt, 6,9

MATEO 6, 9-13

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día…..

LUCAS 11, 1-4

El les dijo: "cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,  danos cada día nuestro pan cotidiano,…..

 

 

¿CUÁL ES NUESTRO PAN?, DISTINTOS ASPECTO DE ESTA PETICION

    26.    EL PAN DE ACCION DE GRACIA Y ORACION

En una ocasión, almorzaba en la casa de un amigo que vivía del trabajo del campo, un buen cristiano, anglicano y padre de familia, emigrante de Inglaterra. Llegado el momento de iniciar la comida, se suscitaron dos momentos muy singulares. Uno de sus hijos comenzó a comer antes de orar y él le regaño fuertemente diciéndole,- Veo que has aprendido a comer de tu perro, al que le ponen la comida y sin dar gracias llega y come – luego de un pequeño silencio, el chico pidió disculpa y dijo: recemos entonces ahora por el pan que nos da Dios. Acto seguido mi amigo dijo, no, no es aún el momento de pedir, es el momento de dar gracias, ya será el momento de pedir. Y comenzó dando gracias así: Señor, sabiendo tu todo lo que necesito, me trajiste la lluvia y el sol que necesitaba, por tanto tuve buena cosecha en el trigo, me distes buenos obreros, y esta, se transformo en una buena harina, te doy gracias por ello. Luego, mi esposa, con sus cariñosas manos, preocupada por nosotros hizo este rico pan que esta en la mesa, y para que disfrutara de todo esto que me has regalado, me trajiste a mi bueno amigo que esta a mi lado para compartir con el los frutos de nuestro trabajo, tuyo y nuestro Señor, te ruego aceptes mi agradecimiento y bendición, amen.

Admirado yo por su oración, le pregunte porque oraba así. El me contó que cuando niño era pobre y el patrón de su papa, era un ateo pero de buen corazón, e invitaba a los hijos de los trabajadores a comer a su casa, y cuando rezaba, este hombre le criticaba. Entonces se preguntó; ¿porque nosotros rezamos para pedir el pan cotidiano y no siempre lo tenemos y este hombre que es ateo y no reza tiene mucho y de sobra?, y me dijo luego: De este modo, comencé a rezar por el patrón, para que a el nada le faltará y así nos diera a todos y por lo que a mi me tocaba, me acostumbre a dar gracias a Dios, por tener un patrón generoso.

Si bien es cierto que nuestro Padre sabe lo que necesitamos, alguien podría decir, entonces; ¿para que pedimos si El conoce que nos hace falta? Para que pedimos, tiene respuesta en valor principal de la oración, dijo Cristo Jesus: “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mateo 6,8) Evidentemente, la oración no es un listado de necesidades que le hacemos a Dios, tampoco podemos decir que El necesita esta forma de oración para darnos algo ya que el sabe de lo nuestro, pero en cambio, si nosotros necesitamos orar y siempre, ¿Por qué?, para mantener vivo en nuestro corazón el amor a Dios.

En efecto, si el hombre abandona la oración y no pide por sus necesidades y no da gracias a Dios, es atrapado por su jactancia y comienza a creer que gracias a su habilidad lo consigue todo y no necesita de Dios, lo que lo convierte en un soberbio.

Nosotros necesitamos dar gracias a Dios, él es quien nos provee, y por su amor a los hombres permite que nos lleguen nuestras necesidades sin obstáculo, entonces pedir nuestro pan diario, es mucho mas de un simple alimento básico, detrás de el, esta el trigo y su cosecha, la harina, los molinos, las manos que hacen el pan, pero por sobre todo, la voluntad del Padre, porque para que se realice todo esto, necesitamos las lluvias, el Sol y un sin número obras que se hacen por y con el amor de Dios.

    27.    EL CONTEXTO DE MATEO Y DE LUCAS

Danos hoy nuestro pan de cada día.

La antiguas versiones del Padre nuestro, se decía; El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. ¿Cuál es la diferencia? Porque pedir anticipado si hay providencia? Acaso no nos dice el señor que no nos preocupemos por el mañana? Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en granero (Mt 6, 25-26) De acuerdo al Catena Aurea, que se incluye mas adelante, los Padres griegos interpretan también como el pan del mañana, si así rezaríamos: "nuestro pan del mañana dánoslo hoy".

En este contexto, Jesús invita a sus discípulos a no angustiarse con el afán por el alimento y el vestido del mañana, abandonándose hoy a la providencia del Padre, Además Él Padre sabe bien lo que necesitan sus hijos, aunque quiere que se lo pidan con la confianza de dependencia filial. Dice el Señor: si un padre al hijo "que le pide pan" no le da una piedra, "¡cuanto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!" (Mt 7,7-11). Entre estas cosas buenas está, sin duda, el pan o alimento necesario. Es el pan de cada día el que los hijos piden a su Padre, libres de toda inquietud por el mañana.

 “danos cada día nuestro pan cotidiano”

Con esta  expresión, volvemos a pensar en las cosas de la vida cotidiana. Es decir, para participar y construir en este mundo el Reino, necesitamos las cosas necesarias para vivir, el pan nuestro, el pan de la familia, el pan que debemos compartir,  que es pan para hoy y para mañana. En efecto, el pan representa todo lo que es imprescindible para la vida, para el cuerpo el pan material y para el alma el pan espiritual.

Y el Señor no enseño “nuestro pan”, no mí pan, por eso es pan compartido, tal como lo hizo El, que supo dar de comer a las multitudes hambrientas, que gusto de compartir su mesa con pecadores y marginados, que ansió comer con sus íntimos amigos, y que hoy permanece entre nosotros bajo la Eucaristía, como pan compartido. Este pan, es alimento de nuestra fe y nuestra esperanza en el Reino del Padre.

En este contexto, el pan se refiere al sustento corporal, y lo mismo en un contexto más amplio de todo el evangelio. Con la misma insistencia importuna de quien pidió "tres panes" a su amigo y con la confianza del hijo que "pide pan" a su padre, así los hijos de Dios le piden "cada día" el don del pan. Abandonando su preocupación por el vestido y la comida en manos del Padre providente, que sabe lo que necesitan (Lc 12,22-31), le suplican: "¡Dánoslo cada día!".

    28.     EL PAN QUE PEDIMOS, EL PAN DE VIDA

El pan que pedimos a Dios es expresión de nuestro reconocimiento diario de que Él es nuestro Padre. Pedir el pan es vivir cotidianamente en la fe en Dios y del amor de Dios.

Dice san Jerónimo: Cuando pedimos, pues, que Dios nos conceda el pan peculiar o principal, pedimos aquel de quien habla el Evangelio de San Juan, cuando dice (Jn 6): "Yo soy el pan vivo que bajé del cielo".

San Cipriano dice (Ver Catena Aurea): Jesucristo es el pan de la vida, y este pan no es el pan de todos, sino el pan nuestro……. Pedimos, pues, que los que permanecemos en Cristo no nos separemos de su santificación y de su Cuerpo. Evidentemente, hay una alusión a la Eucaristía. Nuestro pan de cada día, es decir nuestro alimento que es Cristo, es pan de hoy y del mañana. Por tanto, pedimos tenerlo hoy y cada día.

    29.    EL PAN SUSTANCIAL

El pan nuestro, distingue solo el sustento corporal, sin embargo en labios de Jesús tiene esencialmente otros significados. En el Padrenuestro se pide el pan nuestro, la palabra quiere expresar el pan propio y específico de los hijos de Dios: es el pan nuestro, el de los discípulos de Cristo. Es el pan sustancial, no el pan común, sino el propio y exclusivo de los fieles discípulos de Cristo Jesús. Dice san Cipriano: "El pan de vida es Cristo y éste no es de todos, sino nuestro, de quienes invocamos a Dios como Padre nuestro. Así Cristo es el pan de los que tomamos su cuerpo".

Viendo esta petición unida a las peticiones anteriores del Padrenuestro, podemos decir que se trata del pan del Reino, "las cosas buenas que el Padre que está en los cielos da a quienes se las pidan" (Mt 7,1 1). Estas cosas buenas se contraponen al pan que los padres terrestres dan a sus hijos. Ya el profeta Isaías había relacionado el pan que no sacia con las cosas buenas: ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo sustancioso.  (Isaías 55,2). Estas cosas buenas son un don gratuito concedido a quienes aplican el oído, acuden al Señor y escuchan su palabra.

    30.     EL PAN DE LA PALABRA

Pan de la Palabra es lo que los hijos piden al Padre, como su alimento diario, el único que sacia su hambre. Es lo que han aprendido del Maestro, según Mateo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). A sus discípulos, Jesús "les ha dado a conocer los misterios del Reino de los cielos" (Mt 13,11), haciéndoles comprender la Palabra del Reino (Mt 13,19.23), que produce fruto abundante. La Palabra de Dios, con su fuerza salvífica, es "el pan de los hijos, que no está bien echárselo a los perritos" (Mt 15,26).

Lo mismo encontramos en el evangelio de Lucas. Jesús rechaza la tentación del diablo, que le invita a convertir las piedras en pan, citando el Deuteronomio: "No sólo de pan vive el hombre" (Lc 4,3), "sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Dt 8,3). El hombre vive sobre todo de la palabra de Dios, que crece y se difunde y, como una semilla, sembrada en quienes "la escuchan y conservan con corazón bueno", da fruto centuplicado (Lc 8,8-15) de salvación (Hch 13,46-48), haciendo de ellos, "madre y hermanos", familiares de Jesús (Lc 8,21). La palabra es, pues, el "pan nuestro" de los cristianos. De ahí que la pidamos: "¡Dánoslo cada día!".

    31.      RESUMIENDO LA PETICION

La petición, es sinónimos de aspiración o pretensión de los hombres. El pan cotidiano, se debe entender por el pan necesario, permanente, El pan, es el alimento del día, de mañana y del día siguiente. Como hemos visto, San Jerónimo dice que en el Evangelio según los hebreos, se lee: “Dadnos hoy nuestro pan de mañana”. Otros le dan una mayor amplitud, el del futuro, de todo el tiempo que yo viva (San Atanasio, San Cirilo).

Pero también Jesús dice: “No os inquietéis, pues, por el mañana.” (Mt 6:34). Otro antecedente  que podemos añadir esta en función del Éxodo, donde se lee que el “maná” sólo se lo permitía tomar para “cada día” (Ex 16:4). Podría se esta una confirmación, de fondo Mateano, sobre lo mismo. En el caso del relato de Lucas parece darle una situación más “ética,” de cotidiana vida cristiana.

Pero también cabe algo más, este “pan” del que aquí se habla es metafórico, y representa un alimento. Sin embargo nos surgen nuevas preguntas, este pan, es: ¿material o espiritual? Hemos visto que varios Padres de la Iglesia, lo interpretaron espiritualmente, y hasta, concretamente, de la Eucaristía.

Pero no nos cabe la menor duda, es necesario para nosotros el Pan Espiritual, nos ayuda a defendernos del mal. Pero en su forma actual es metáfora por el alimento corporal de “cada día” La expresión es tan específica que, sin una matización en contrario sólo se la puede interpretar del alimento diario, también don de Dios. ¿Por qué haya de pedirse el pan de cada día?, es por la dependencia que tenemos en todo de Dios.

   ORACION

Danos Señor cada día nuestro pan cotidiano, danos hoy nuestro pan porque sin el no podemos vivir, Jesucristo es el Pan de Vida Eterna, El es el pan de nuestras almas, es la virtud divina, que trae sobre ellas la vida eterna del mismo modo que el pan que nace de la tierra conserva la vida temporal. El pan divino que ha venido y el que ha de venir, te rogamos nos conceda hoy, con todo su sabor. También concédenos esto haciendo que el Espíritu Santo habite en nosotros, produciendo una virtud que aventaja a toda virtud humana, como la humildad, la bondad y el amor. AMEN

 

 

ALGUNAS SANTAS OPINIONES

"EL PAN NUESTRO QUE EXCEDE TODA SUSTANCIA, DÁNOSLE HOY". (V. 11)

CATENA AUREA

 

San Agustín.- Estas tres cosas que se piden en las anteriores peticiones se empiezan aquí, y cuanto más adelantamos en la virtud, tanto más se aumentan en nosotros. Se poseerán perfectamente y para siempre lo que ha de esperarse en la otra vida. En las otras cuatro peticiones que siguen se piden cosas temporales, que son necesarias para conseguir la vida eterna. El pan que se pide a continuación es necesario aquí, por eso sigue: "El pan nuestro, que excede a toda sustancia, dánosle hoy".

San Jerónimo. Lo que nosotros llamamos aquí sobresustancial, en el texto griego dice epiousion, en lugar de lo cual dicen con frecuencia los Setenta intérpretes: periousion. Si consideramos el texto hebreo en todos los lugares en que aquéllos expresaron la palabra periousion, encontramos la palabra sogolla, que Simaco tradujo por exaireton, que quiere decir principal o egregio, aun cuando ha interpretado esto en cierta parte por peculiar. Cuando pedimos, pues, que Dios nos conceda el pan peculiar o principal, pedimos aquel de quien habla el Evangelio de San Juan, cuando dice (Jn 6): "Yo soy el pan vivo que bajé del cielo".

Cipriano.- Jesucristo es el pan de la vida, y este pan no es el pan de todos, sino el pan nuestro. Pedimos todos los días que se nos dé este pan, no sea que los que estamos con Jesucristo y recibimos la Eucaristía todos los días, cuando cometamos algún delito grave, se nos prohiba el pan celestial y se nos separe del Cuerpo de Cristo. Pedimos, pues, que los que permanecemos en Cristo no nos separemos de su santificación y de su Cuerpo.

San Agustín.- Los santos piden al Señor la perseverancia, cuando piden que no sean separados del Cuerpo de Cristo, sino que perseveren en aquella santidad y no cometan pecado alguno.

Pseudo-Crisóstomo, puso pan sobresustancial, que quiere decir cotidiano.

Casiano, Collationes.- Cuando dice "hoy", manifiesta que todos los días debe comerse y en todo tiempo debe repetirse esta oración, porque no hay un día en el que no nos sea necesario recibir este pan, para confirmar el corazón del hombre interior.

San Agustín.- Pero contra esta doctrina cuestionan todavía aquéllos que en las iglesias orientales no comulgan todos los días. Los que defienden su parecer acerca de esto, saben que lo hacen sin escándalo, apoyados en la autoridad eclesiástica, puesto que no se les prohíbe el que lo hagan por aquellos que gobiernan las iglesias. Pero aunque nada discutamos acerca de esto en particular, debe ciertamente ocurrírseles que nosotros hemos aprendido del Señor la manera de orar, la que no nos conviene traspasar. ¿Quién se atreverá a decir que nosotros sólo debemos rezar una sola vez la oración dominical, o si la habremos de decir dos o tres veces, hasta aquella hora solamente en que recibamos el cuerpo de Jesucristo? ¿No podremos decir después: "Danos hoy lo que ya hemos recibido", o podrá alguno obligarnos a que celebremos aquel sacramento en la última hora del día?

Casiano, Collationes.-La palabra hoy puede comprenderse como dicha para la vida presente, esto es, mientras vivimos en esta vida pedimos, diciendo: "Concédenos este pan".

San Jerónimo. Podemos comprender de otro modo el pan sobresustancial, a saber: aquello que supera a todas las sustancias y a todas las criaturas, o sea el cuerpo de Cristo.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 7. O que recibamos el pan cotidiano y espiritual, esto es, los preceptos divinos, que todos los días conviene meditar y ejecutar.

San Gregorio Magno, Moralia, 24, 7. A este pan lo llamamos "nuestro", y sin embargo, pedimos que se nos dé, porque es don de Dios y se hace nuestro por gracia cuando lo recibimos.

San Jerónimo. Otros creen sencillamente, según las palabras del Apóstol, que dice: "Cuando tengamos vestido y comida, estemos contentos con ello: los santos no cuidan más que de la comida de cada día" (1Tm 6,8) Por esto más adelante se manda: "No queráis pensar en el día de mañana".

San Agustín, Ad Propam, epístola 130, 11.-Así ahora pedimos aquí lo necesario por la parte que en ello sobresale, esto es, significando todo lo que pedimos con el nombre de pan.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14No rogamos, pues, diciendo solamente: "Danos hoy el pan nuestro", para que tengamos qué comer (lo cual es común entre los justos y pecadores), sino que pedimos comer aquello que recibamos de la mano del Señor, lo cual sólo es propio de los santos, porque Dios da solamente el pan a aquellos a quienes prepara con la virtud. Pero el diablo distribuye el pan al que prepara con el pecado. Y así en el mero hecho de ser Dios quien da este pan, se recibe ya santificado. Por esto en la oración se añade "nuestro", esto es, el que nosotros tenemos preparado, dánoslo para que sea santificado por Ti. Así como el sacerdote, recibiendo el pan de un seglar, lo santifica y se lo ofrece, el pan en realidad es del que lo ofrece, pero su santificación corresponde al sacerdote. Dice "nuestro" por dos razones: primera, porque todo lo que el Señor nos da, lo da a otros por nosotros, para que hagamos partícipes del pan que recibimos a los que no pueden recibirlo. Los que no lo hacen, no sólo comen su pan, sino que también el ajeno. En segundo lugar, el que come el pan adquirido con justicia come su propio pan, pero el que lo come con pecado, se come el pan ajeno.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 7. Puede que alguno se admire porque rogamos para alcanzar las cosas que son necesarias para la vida, como son la comida y el vestido, siendo así que dice al Señor: "No queráis andar solícitos acerca de lo que hayáis de comer o de vestir" (Mt 6,25), cuando no puede menos de andar solícito el que desea alcanzar aquella cosa por cuya adquisición ruega.

San Agustín, Ad Probam, epístola 130,6El que no quiere más que las cosas necesarias para la vida, no quiere sino lo conveniente. Estas cosas necesarias no se apetecen por sí mismas, sino por la salud del cuerpo y decente sostenimiento de la persona, para que viva con decoro entre aquellos con quienes debe vivir. Cuando se tienen estas cosas, se debe rogar para conservarlas, y cuando no se tienen, para conseguirlas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19,5. Debe considerarse, pues, que, después de decir: "Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo" (como hablaba a hombres que vivían en la tierra, vestidos de carne y como no pudiesen tener la misma impasibilidad que los ángeles) condesciende con nuestra debilidad, que indispensablemente necesita de alimento, y nos mandó hacer oración para obtener el pan, no para obtener dinero ni las cosas propias de la malicia, sino solamente el pan cotidiano y ni aun esto es suficiente, sino que añadió: "Dánosle hoy", con el objeto de que no nos mortifiquemos a nosotros mismos con la solicitud del día que ha de venir.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14A primera vista parece que el verdadero sentido de estas palabras consiste en que los que dicen esto no preparen cosa alguna para el día siguiente, lo cual, si así fuere, esta oración convendría a pocos: a los Apóstoles, que recorrían el mundo con el objeto de enseñar, o casi a ninguno. Pero debemos interpretar de tal modo la doctrina de Jesucristo, que todos puedan adelantar en ella.

San Cipriano, de oratione Domini. El discípulo de Jesucristo debe pedir esta comida divina con el objeto de no hacer largo el deseo de su petición, el cual resultaría contrario y desagradable, como cuando deseamos vivir mucho tiempo en esta vida los que pedimos que el Reino de los Cielos venga prontamente. También puede decirse que añade: "Cotidiano", para que cada uno coma cuanto exige la razón natural y no cuanto pide el apetito carnal. Si en un convite gastas tanto cuanto puedes necesitar para cien días, ya no comes el alimento cotidiano, sino el de muchos días.

San Jerónimo. En el Evangelio que se intitula Según los Hebreos1 se encuentra para significar el pan sobresustancial la palabra mohar, la cual quiere decir de mañana, para que así resulte, diciendo: Danos, hoy el pan de mañana, esto es el del porvenir.

 

 

LO QUE NOS ENSEÑA EL CATECISMO CATOLICO

SOBRE EL PADRE NUESTRO

(CIC 2828 AL 2837)

 

IV DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA

"Danos": es hermosa la confianza de los hijos que esperan todo de su Padre. "Hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos" (Mt 5, 45) y da a todos los vivientes "a su tiempo su alimento" (Sal 104, 27). Jesús nos enseña esta petición; con ella se glorifica, en efecto, a nuestro Padre reconociendo hasta qué punto es Bueno más allá de toda bondad.

Además, "danos" es la expresión de la Alianza: nosotros somos de El y él de nosotros, para nosotros. Pero este "nosotros" lo reconoce también como Padre de todos los hombres, y nosotros le pedimos por todos ellos, en solidaridad con sus necesidades y sus sufrimientos.

"Nuestro pan". El Padre que nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento necesario para ella, todos los bienes convenientes, materiales y espirituales. En el Sermón de la montaña, Jesús insiste en esta confianza filial que coopera con la Providencia de nuestro Padre (cf Mt 6, 25-34). No nos impone ninguna pasividad (cf 2 Ts 3, 6-13) sino que quiere librarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupación. Así es el abandono filial de los hijos de Dios:

A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, él les promete darles todo por añadidura. Todo en efecto pertenece a Dios: al que posee a Dios, nada le falta, si él mismo no falta a Dios. (S. Cipriano, Dom. orat. 21).

Pero la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra hondura de esta petición. El drama del hambre en el mundo, llama a los cristianos que oran en verdad a una responsabilidad efectiva hacia sus hermanos, tanto en sus conductas personales como en su solidaridad con la familia humana. Esta petición de la Oración del Señor no puede ser aislada de las parábolas del pobre Lázaro (cf Lc 16, 19-31) y del juicio final (cf Mt 25, 31-46).

Como la levadura en la masa, la novedad del Reino debe fermentar la tierra con el Espíritu de Cristo (cf AA 5). Debe manifestarse por la instauración de la justicia en las relaciones personales y sociales, económicas e internacionales, sin olvidar jamás que no hay estructura justa sin seres humanos que quieran ser justos.

Se trata de "nuestro" pan, "uno" para "muchos": La pobreza de las Bienaventuranzas entraña compartir los bienes: invita a comunicar y compartir bienes materiales y espirituales, no por la fuerza sino por amor, para que la abundancia de unos remedie las necesidades de otros (cf 2 Co 8, 1-15).

"Ora et labora" (cf. San Benito, reg. 20; 48). "Orad como si todo dependiese de Dios y trabajad como si todo dependiese de vosotros". Después de realizado nuestro trabajo, el alimento continúa siendo don de nuestro Padre; es bueno pedírselo, dándole gracias por él. Este es el sentido de la bendición de la mesa en una familia cristiana.

Esta petición y la responsabilidad que implica sirven además para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: "No sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Dios" (Dt 8, 3; Mt 4, 4), es decir, de su Palabra y de su Espíritu. Los cristianos deben movilizar todos sus esfuerzos para "anunciar el Evangelio a los pobres". Hay hambre sobre la tierra, "mas no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios" (Am 8, 11). Por eso, el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía (cf Jn 6, 26-58).

"Hoy" es también una expresión de confianza. El Señor nos lo enseña (cf Mt 6, 34; Ex 16, 19); no hubiéramos podido inventarlo. Como se trata sobre todo de su Palabra y del Cuerpo de su Hijo, este "hoy" no es solamente el de nuestro tiempo mortal: es el Hoy de Dios:

Si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Si Jesucristo es para ti hoy, todos los días resucita para ti. ¿Cómo es eso? 'Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy' (Sal 2, 7). Hoy, es decir, cuando Cristo resucita (San Ambrosio, sacr. 5, 26).

"De cada día". La palabra griega, "epiousios", no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de "hoy" (cf Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza "sin reserva". Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1 Tm 6, 8). Tomada al pie de la letra [epiousios: "lo más esencial"], designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, "remedio de inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf Jn 6, 53-56) Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este "día" es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre "cada día".

La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación (San Agustín, serm. 57, 7, 7).

El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf Jn 6, 51). Cristo "mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial" (San Pedro Crisólogo, serm. 71)

RESUMEN

En la cuarta petición, al decir "danos", expresamos, en comunión con nuestros hermanos, nuestra confianza filial en nuestro Padre del cielo. "Nuestro pan" designa el alimento terrenal necesario para la subsistencia de todos y significa también el Pan de Vida: Palabra de Dios y Cuerpo de Cristo. Se recibe en el "hoy" de Dios, como el alimento indispensable, lo más esencial del Festín del Reino que anticipa la Eucaristía.