CENTRO DE ESPIRITUALIDAD CARMELITANO-BIBLICO

“LA FONTE” (o.c.d.)

TERCER GRADO DE ORACIÓN AGUA DE RÍO O DE FUENTE

 

TERCER GRADO DE ORACIÓN AGUA DE RÍO O DE FUENTE

Declara cosas muy elevadas.

Libro Vida, Capítulo 16

(El lenguaje esta actualizado al castellano del siglo XX)

 

Lo que puede hacer el alma que llega a este nivel. Efectos que producen estas mercedes tan grandes del Señor. Gran motivo de alabanzas a Dios. Estimulante consuelo de los que aquí llegan.

1. La tercera agua con que se riega esta huerta agua corriente de río o de fuente. Se riega con mucho menor trabajo, sólo el de encaminar el agua.

Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de tal manera que casi El es el hortelano y el que lo hace todo.

Es un sueño de potencias 1 en el que ni del todo pierden ni entienden cómo obran. El gusto, suavidad y deleite es mayor sin comparación que el de la oración anterior; es que llega el agua de la gracia a la garganta de esta alma, y ni puede seguir adelante, ni sabe cómo, puede volver atrás; quisiera gozar de grandísima gloria.

Es como uno que está, la candela en la mano, que le falta poco para morir muerte que la desea; está gozando en aquella agonía con el mayor deleite que se puede decir. Es un morir casi total a todas las cosas del mundo y gozar de Dios.

Yo no sé con qué palabras decirlo, ni cómo explicarlo. El alma no sabe qué hacer; porque ni sabe si hablar o callar, o reír o llorar.

Es un glorioso desatino, una celestial locura, donde se aprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma.

2. Creo que hace cinco o seis años que me dio el Señor con abundancia esta oración muchas veces que ni yo la entendía ni la sabía explicar. Por eso tenía decidido que, al llegar a este punto, diría muy poco o nada de esta oración.

Entendía muy bien que no era del todo unión de todas las potencias y veía muy claro que era mayor que la anterior (2), pero no podía determinar ni entender cuál era la diferencia.

Creo que por la humildad con que V. quiere que le ayude una simpleza tan grande como la mía, me dio el Señor hoy, acabando de comulgar, esta oración, sin poder seguir adelante y me inspiró estas comparaciones y me enseñó la manera de decirlo y lo que ha de hacer el alma. Yo quedé asombrada y entendí en el acto.

Muchas veces estaba así como desatinada y embriagada en este amor, y jamás había podido entender cómo era.

Bien entendía que era Dios, mas no podía entender cómo obraba aquí; porque en realidad están casi del todo unidas las potencias, mas no tan engolfadas que no actúen.

Me ha gustado muchísimo haberlo entendido ahora. ¡Bendito sea el Señor que así me ha regalado!

Las potencias sólo tienen posibilidad de estar ocupadas totalmente en Dios; parece que ninguna osa moverse, ni podemos conseguir que se mueva, de no ser que nos queramos distraer muy intencionadamente y no creo que lo podamos conseguir del todo.

En esta oración se dicen muchas palabras en alabanzas de Dios sin concierto, si el mismo Señor no las concierta. El entendimiento no puede aquí nada.

Querría el alma dar voces en alabanzas, y está que no cabe en sí: un desasosiego sabroso.

3. Ya, se abren las flores, ya comienzan a dar olor. Aquí querría el alma que todos la viesen y conociesen su gloria para dar alabanzas a Dios, y para darles parte de su gozo, porque ella no puede gozar tanto.

Es como aquella mujer del Evangelio (Lc 15,9) que llamaba a sus vecinas.

Esto creo que debía de sentir el admirable espíritu del real profeta David, cuando tañía y cantaba con el arpa alabanzas de Dios (4)

De este glorioso Rey soy yo muy devota y quisiera que todos lo fuesen, sobre todo los que somos pecadores.

4. ¡Oh, válgame Dios! ¡Cuál está un alma cuando está así! Toda ella quisiera que fuese lenguas para alabar al Señor. Dice mil desatinos santos, atinando siempre a contentar a quien la tiene así.

Yo sé de una persona que, sin ser poeta, hacía poesías muy emotivas no elaboradas por su entendimiento, para manifestar mejor su pena y para gozar más la gloria que tan sabrosa pena le daba y de ella se quejaba a Dios.

Quisiera que todo su cuerpo y alma se despedazasen para manifestar el gozo que con esta pena se siente. ¿Qué tormento que tuviera que sufrir por su Señor no le sería sabroso? Ve claro que los mártires no hacían nada de su parte sufriendo tormentos, porque conoce bien el alma que la fortaleza viene de otra parte.

Mas ¿qué sentirá al recobrar el sentido para vivir en el mundo y tener que volver a las tareas y cumplimientos de él?

Pues creo que no he exagerado nada al hablar de este gozo que el Señor quiere que goce un alma en este destierro. ¡Bendito seáis por siempre, Señor!

¡Quered ahora, Rey mío, os lo suplico yo, que pues cuando esto escribo no he salido aún de esta santa locura celestial por vuestra bondad y misericordia, sin ningún mérito mío, que o todos con quienes trate estén locos de vuestro amor, o yo no tenga que tratar con nadie, o disponed, Dios mío, que yo no me tenga que ocupar en cosas del mundo, o sacadme de él!

¡No puede ya, Dios mío, esta sierva vuestra sufrir tantos trabajos como de verse sin Vos le vienen, que, si ha de vivir, no quiere descanso en esta vida, ni se lo deis Vos! Querría ya esta alma verse libre: el comer la mata, el dormir la acongoja; ve que se le pasa la vida en regalo y que nada ya la puede regalar más que Vos; que parece que vive contra la inclinación natural, pues ya no querría vivir en sí sino en Vos.

5. ¡Oh verdadero Señor y gloria mía! ¡Qué aguda y pesadísima cruz tenéis preparada a los que llegan a este estado! Aguda, porque es suave; pesada, porque no hay capacidad de sufrimiento que la sufra, y no querría jamás verse libre de ella, de no ser para verse ya con Vos.

Cuando piensa que no os ha servido en nada, y que viviendo os puede servir, querría cargarse cruz mucho más pesada, y no morirse hasta el fin del mundo. En nada estima su descanso a cambio de haceros un pequeño servicio; nada desea sino a Vos.

6. ¡Oh hijo mío! (que es tan humilde que así quiere que le llame quien me mandó escribir esto, y es a quien va dirigido), le ruego que sólo V. lea las cosas en las que parece que salgo de quicio. Porque no puedo hacer otra cosa cuando el Señor me saca de mí, y creo que no soy yo la que hablo desde esta mañana que comulgué. Parece que sueño lo que veo y quisiera que todos estuviesen enfermos de este mal.

Suplico a V. que estemos todos locos por amor de quien fue llamado loco por nosotros. Ya que V. dice que me quiere, disponiéndose para recibir esta merced me lo ha de demostrar, porque veo pocos que no tengan demasiado seso para recibirla.

Ya puede ser que yo tenga más que todos; pues no me lo consienta V., Padre mío, pues lo es a la vez que hijo, ya que es mi confesor a quien he confiado mi alma. Desengáñeme con la verdad, que se dicen muy poco estas verdades.

7. Quisiera que los cinco que nos amamos en Cristo nos comprometiéramos a reunirnos alguna vez para desengañarnos unos a otros y decirnos en qué nos podríamos corregir para agradar más a Dios (6) Porque nadie se conoce tanto a sí mismo como los que nos miran. Todo hecho con amor y cuidado de aprovecharnos.

Mi deseo sería que nos reuniéramos como lo hacían en secreto contra Su Majestad para maquinar maldades y herejías (7), para decirnos los defectos y faltas porque ya no se usa este lenguaje.

Hasta los predicadores van ordenando sus sermones para no descontentar 8. Buena intención tendrán y la obra será buena; mas ¡así se enmiendan pocos!

¿Por qué son tan pocos los que por los sermones dejan los vicios públicos? ¿Sabe qué me parece? Porque tienen mucho seso los que los predican. No están sin él, con el gran fuego de amor de Dios, como estaban los Apóstoles y así calienta poco esta llama. No digo yo que sea tan grande como la que en ellos ardía,  mas  quisiera que fuese mayor de la que veo.

¿Sabe V. en qué debe ir mucho? En tener ya aborrecida la vida y en poca estima el honor; que no les importaba por decir una verdad y defenderla para la gloria de Dios, perderlo todo que ganarlo todo; que quien de veras se lo ha jugado todo por Dios, igual soporta lo uno que lo otro. No digo yo que yo soy así, más querríalo ser.

8. ¡Oh gran libertad, tener por esclavitud el tener que vivir y hablar según las costumbres del mundo!

Si esta libertad se alcanza del Señor, no hay esclavo que no se lo juegue todo por ser libre y volver a su patria.

Y pues éste es el verdadero camino, no hay que detenerse en él, que nunca acabaremos de ganar tan gran tesoro, hasta que se nos acabe la vida. El Señor nos dé para esto su favor.

9. Rompa V. esto que he dicho, si le parece, y téngalo por carta personal y reservada, y perdóneme que he sido muy atrevida. 

COMENTARIOS

Autor: Jesús Marti Ballester

1 Contemplación infusa totalmente dada; sin esfuerzo ni preparación, a deshora y sin pensarlo, quedan recogidas y quietas las potencias con suavidad.

2 La anterior fue oración de quietud o unión mística de la voluntad; era el segundo grado de oración o segunda agua.

3 Tener el agua a la garganta y muriendo con la candela en la mano, que dijo en el n. 1 de este capítulo.

En este estado, santa María Magdalena de Pazzis gritaba corriendo por las galerías del monasterio: 0h amor, amor, amor! ¡Basta, basta! Es demasiado. Eres un loco, estás loco de amor. Eres la pena y el consuelo, la fatiga y el descanso, la muerte y la vida. Eres todo amable y deseable, nutritivo y unitivo, deleitante y confortante. ¡Oh amor, amor, tú me haces morir de amor!” Con los ojos delirantes reía y sollozaba a la vez, daba saltos jubilosos, volvía la mirada del cielo al crucifijo y del crucifijo al cielo, y a las hermanas que salían a su encuentro les decía: ‘Sabéis? Está loco, le ha vuelto loco el amor; es todo amor, sólo amor, este mi hermoso, mi amable, mi gracioso, mi poderoso, mi inefable, mi adorable Jesús”. Y dirigiéndose hacia los ventanales del claustro, gritaba: ‘!Oh amor, amor! Quiero que me oiga todo el mundo, desde el Oriente hasta el Occidente, hasta los confines del mar, hasta el infierno. Que todo el mundo sepa que Tú eres el único, el verdadero amor. ¡Oh amor, penétralo todo, atraviésalo todo, rómpelo todo, únelo todo, gobiérnalo todo. Tú eres cielo y tierra, aire y fuego, sangre y agua, Dios y hombre!” Ocurría esto en el monasterio de Carmelitas de San Juan de Florencia (Fr. JusTo P. DE URBEL, OSB, Año Cristiano, vol. II, Fax, Madrid, 404).

Santa Teresa en Moradas cita otros ejemplos y señala también los júbilos y las fiestas. (Sextas Moradas 6,10-11). (J. MARTÍ BALLESTER, Las moradas de santa Teresa leídas hoy, Paulinas, Madrid 1987, Sextas Moradas, 6,10-11, p. 192).

5 Está todavía inmersa en el agua del tercer nivel, del río, en el sueño de los sentidos del alma, aunque pudiendo escribir, como signo de que este sueño no es total.

6 Sería la actual revisión de vida con sus compromisos. Son P. García de Toledo, Francisco Salcedo (el Caballero Santo), D. Guiomar y Gaspar Daza.

Como los herejes secuaces de Agustín Cazalla, canónigo de Salamanca, erasmista que terminó luterano; fue propagador del protestantismo en España, quemado en Valladolid en 1559 (Gran Encici. Larousse).

8 Báñez escribió al margen: “Legant praedicatores”.

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant