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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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SANTA TERESA DE JESUS

 

 

 

 

TERESA DE JESUS Y DIOS ES LA VIDA

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Camino al V centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús


En el Capítulo 8 del Libro Vida, la santa Madre Teresa de Jesús, escribe sobre el gran bien que le hizo no apartarse del todo de la oración para no perder el alma, y lo excelente que es esto como remedio para ganar lo perdido, por tanto anima a que todos tengan esto presente.

Teresa sabe bien que Dios es la vida. “Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1, 4). Para que todo el que crea tenga por él vida eterna….y  tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3, 15-16)

Exclama amorosamente Teresa; “¡Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece Te veo y me veo de esta suerte! ¡Oh regalo de los ángeles, que toda me querría, cuando esto veo, deshacerme en amor por Ti…..¡Oh, qué buen amigo eres, Señor mío!.. Tan solo con un mínimo arrepentimiento olvidas lo que te ha ofendido!.....Sí, que no matáis a nadie, ¡Vida de todas las vidas!, de los que se fían de Ti, y de los que te quieren por amigo; sino que sustentas la vida del cuerpo con más salud y le das vida al alma” (Cfr. Vida 8, 6).

En las VII Moradas, Capítulo 2 del Libro de las Moradas, la santa Madre Teresa de Jesús, escribe sobre la diferencia que hay de unión espiritual a matrimonio espiritual, con delicadas comparaciones. Dice la santa; “Pues trataremos ahora del divino y espiritual matrimonio, aunque este gran obsequio no debe cumplirse con perfección mientras vivimos pues si nos apartásemos de Dios, se perdería este tan gran bien” (VII Moradas 2, 7-8).

Más adelante, refiriéndose al Dios quien da la vida a nuestra alma, relata que; "se experimenta con mucha más claridad que es Dios quien da la vida a nuestra alma. Porque le brotan unos secretos afectos, muchas veces tan vivos, que uno no puede ni dudar que nazcan de Dios, porque los siente perfectamente el alma, aunque no los sabe expresar. Mas, es tan fuerte este sentimiento de que goza, que le hace exclamar, sin poderlo impedir, unas palabras suavísimas: ¡Oh Vida de mi vida y alimento que me nutres!, y frases semejantes; porque de aquellos pechos divinos de donde parece que siempre está Dios alimentando al alma, salen chorros de leche que confortan a todas las gentes del castillo. (Del castillo a que se refiere el Libro Castillo Interior, Las Moradas). Parece que el Señor quiere que gocen algo de lo mucho que el alma goza. Y quiere también que de aquel río caudaloso adonde se consumió esta fuente de agua pequeña, salga algunas veces algún golpe de aquella agua, que alimenta a las potencias y sentidos que han de prestar servicio a los desposados.

Si una persona cuando estuviera descuidada la bañasen de repente en agua, al verse inundada ¿no lo notaría? Pues así, y aún con mayor certeza se comprenden estas acciones de la gracia.

Pues así como no nos podría venir un gran golpe de agua si no hubiera manantial de donde brotara, como he dicho, así se entiende con claridad que hay en lo interior quien arroje estas saetas y de vida a esta vida, y que hay sol de donde procede una gran luz, que se envía a las potencias desde el interior del alma” (Cfr. VII Moradas 2, 6).

Relata Teresa, que una ocasión estaba recogida con esa compañía que lleva siempre en el alma, y le pareció que Dios estaba de tal manera en ella, que se acordó de cuando san Pedro dijo: "Tú eres, el Hijo de Dios Vivo"; porque así estaba Dios vivo en su alma. (Cuentas de Conciencias -Relaciones espirituales dirigidas por santa Teresa de Jesús a sus confesores- 54, 1- ). Se refiere al Evangelio de Mateo donde Jesús le pregunta a sus íntimos amigos; “Y ustedes ¿qué dicen que soy yo?, Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. (Mateo 16,16)

Cuenta Teresa que una noche estaba leyendo en un libro una expresión de San Pablo que le comenzó a consolar, ella estaba pensando lo muy presente había tenido de antes a nuestro Señor, que con tanta verdad le parecía que es Dios vivo. Pensando esto le dijo muy dentro de ella, como al lado del corazón, por visión intelectual: "Aquí estoy, pero quiero que veas lo poco que puedes sin Mí" (Cuentas de Conciencia 58, 2).

Es así, como Teresa de Jesús exclama al Dios de la vida, el mismo que nos ha dicho; “El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y son vida”. (Juan 6, 63); “¡Oh, vida, vida! ¿Cómo puedes vivir estando ausente de tu Vida? (Exclamaciones 1).

“¡Oh, Vida que la das a todos!, no me niegues a mí esta agua dulcísima que prometes a los que la quieren. Yo la quiero, Señor, y la pido, y vengo a Tí; no te  escondas, Señor, de mí, pues sabes mi necesidad y que es verdadera medicina del alma que se acerca a Tí. ¡Oh, Señor, cuántas clases de fuego hay en esta vida! Unos consumen el alma, otros la purifican, para que viva siempre gozando de Tí.

¡Oh, fuentes vivas de las llagas de mi Dios, cómo brotas siempre con gran abundancia para nuestro sustento y qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida el que procure alimentarse de este divino licor!” (Exclamaciones 9).

“Aquella Vida de arriba,

que es la Vida verdadera,

hasta que esta vida muera

no se goza estando viva”

(Del Poema “Vivo sin vivir en mí”)

“Grande es su misericordia, sea por todo alabado y bendito, que así paga con eterna vida y gloria la pequeñez de nuestras obras y las hace grandes siendo de pequeño valor” (Fundaciones 10, 5).  

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Editado en este link; VOCES DE SANTA TERESA DE JESUS

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