Aparición
de Cristo a Santa Teresa, Autor: Antoni Villadomalt
i Manalt, Técnica: Óleo sobre lienzo, Fecha
aproximada: Hacia 1700, Edificio: Convento de Madres Carmelitas “¡OH,
QUÉ BUEN AMIGO HACÉIS, SEÑOR MÍO!” TERESA
DE JESUS, AMIGA DE JESUS, NOS ALIENTA A SER SU AMIGO Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. TENER
A JESUS COMO COMPAÑÍA ¿Qué no dará quien es tan amigo de
dar y puede dar todo lo que quiere? (V Moradas 1,5) Leyendo a Teresa, se descubre la
amistad que ella tiene con Jesús. Teresa, nos revela la relación que
experimenta en las distintas etapas de su vida. Por eso, ella enseña a sus hijas
su experiencia, y explica cómo va cambiando de intensidad a medida que más le
conoce. Ella siente que Jesús, le acompaña siempre en las dificultades, “Con
tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el
padecer, todo se puede sufrir; es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo
verdadero.” (Libro Vida 22, 6) Es así como le enseña a sus hijas
las Monjas: “Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. ¿Pues
qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar?
Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os
está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo.
Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y él ve que lo hacéis con amor y que
andáis procurando contentarle, no le podréis
como dicen echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en
todos vuestros trabajos; tenerle en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal
amigo al lado?” (Camino de Perfección 26,1) 2. ¡OH,
QUÉ BUEN AMIGO HACÉIS, SEÑOR MÍO Es conocida como una gran definición
de lo que es orar, la que hace la santa Madre
Teresa de Jesús cuando explica en su Libro Vida lo que es oración
mental; “a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a
solas con quien sabemos nos ama.” (Vida 8, 5) y más adelante sigue Teresa; “Y
más viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que os ama,
pasáis por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos.” (Vida
8,5) y prosigue luego; “por qué todo el mundo no se procure llegar a Vos por
esta particular amistad; los malos que no son de vuestra condición, para que
los hagáis buenos” (Vida 8, 6) Teresa, se ha convencido que Jesús
ama a todos los hombres, los amigos, los pecadores, los pobres y los ricos.
Ciertamente, Jesús es la manifestación perfecta de la caridad divina del
Padre; en realidad él amó de forma profunda y concreta, como solamente un
hombre de corazón puro y un verdadero Dios podía amar. Jesús amó sinceramente
a todos los hombres, a los justos y a los pecadores. Los llamo amigos, en su
segundo discurso de la última cena les hace esta declaración de amor:
"Vosotros sois mis amigos... Ya no os llamo siervos...; yo os he llamado
amigos..." (Jn 15,14) y se hizo amigos de ellos para que se conviertan. Teresa siente su amistad y no teme
en muchas ocasiones reconocerse “ruin” ante el Señor, lo declara en todos sus
escritos: “más érame gran regalo ver que hubiese su Majestad tomándome por
instrumento, siendo tan ruin, para tan gran obra. Así que estuve con tan gran
contento, que estaba como fuera de mí, con grande oración.” (Libro Vida
36,6). Acompañados de la experiencia de
amistad con Jesús que nos enseña Teresa, descubramos mirando a Jesús, el buen
amigo que es: “¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío, cómo le vais regalando
y sufriendo y esperáis a que se haga a vuestra condición, y tan de mientras
le sufrís Vos la suya! (Vida 8,6) 3. CUANDO
SE DESAPROVECHA LA AMISTAD DE JESUS Un joven rico, con ansias de
superación, se acerca al Maestro en busca de orientación para su vida.
Haciendo un examen de conciencia se encuentra con muchos vacíos en su vida. Viene
a Jesús y arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para
heredar la Vida eterna?” El joven pregunta por ese “más” para llenar su vida:
¿Qué debo hacer? (Mc 10, 17-27). Es así que Jesús le pregunta si conoce los
mandamientos y el joven responde que los ha cumplido desde su juventud. Luego de esta repuesta, San Marcos relata
que Jesús lo miró con amor, esto es le amó y le miró con cariño. Es un rasgo
de la exquisitez de Jesús. Podemos comprender que uno de los motivos de esa
mirada de amor, nace porque el joven le asegura haber cumplido con todos los
mandamientos de Dios, y lo ama de verdad con corazón humano. No obstante,
cuando Jesús le pide como respuesta a este
¿Qué debo hacer? , “vende lo que tienes y dalo a los pobres; así
tendrás un tesoro en el cielo y después, ven y sígueme”, al no aceptar la
propuesta, este amor se transformó pronto en compasión. Ciertamente, pienso
que el joven no perdió la amistad de Jesús, pero si desaprovechó el gran
beneficio de seguir a Jesús, como lo hicieron otros de sus íntimos amigos. “¡Qué
rico se hallará el que todas las riquezas dejó por Cristo!” (Libro Vida 27, 14) 4. CUANDO
SE SABE QUE PUEDEN CONTAR CON EL APOYO Y LA AMISTAD DE JESÚS Marta y María, hermanas de Lázaro,
sabían muy bien que podían contar con el apoyo y la amistad de Jesús, y él demostró una
amistad fuerte, profunda y llena de amor. Es así, como con ocasión de la
enfermedad mortal de su hermano, le envían este recado: “Señor, aquel a quien
tú quieres, está enfermo.” (Jn 11,1) El evangelista, también agrega en el
relato el amor que le tenía; “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.”
(Jn 11,5). Es decir, había un gran amor en esta amistad, por eso parece que Juan
quiere en el relato insistir en que Jesús se había encariñado mucho con
aquellos hermanos. Y en cuanto recibe el recado, Jesús decide ir a visitarle,
y no hace caso de sus discípulos que le cuestionan regresar allí y le
recuerdan; “hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí? “ (Jn
11,8) Pero es más fuerte el amor por
sus amigos, algo que queda de manifiesto. El relato del evangelista nos dice
que cuando Jesús se enteró que Lázaro había muerto, se conmovió
interiormente, se turbó y luego añade que
Jesús se echó a llorar. (Jn
11,35) En estas lágrimas, se expresa el amor profundo de Jesús por sus
amigos, hasta el punto de que los judíos entonces decían: “Mirad cómo le
quería” (Jn 11, 36). Teresa atribuye esta pena, a “la caridad de apiadarse del
prójimo, como hizo nuestro Señor cuando resucitó a Lázaro”; (V MORADAS 3, 4) 5. JESUS
AMIGO DE RAMERAS Y BRIBONES Suena fuerte esto de que Jesús es
amigo de rameras y bribones, no obstante Lucas describe con especial esmero
la amistad de Jesús con los pecadores. En efecto, en sus relatos parece que
se deleita con las escenas de conversión, en las cuales resalta el conmovedor
cariño de Jesús por esas personas, que los "justos" evitan de todas
maneras, como en el relato de Jesús cenando en la casa del fariseo Simón. (L
7, 36-50) La descripción de la unción de los pies del maestro por parte de la
prostituta en la casa del fariseo Simón constituye una escena de
extraordinaria confrontación, el "justo" y la “mujer pecadora
pública”, donde se nos muestra por una parte el amor a Jesús de esta mujer
que; “comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los
cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el
perfume.” (Lc 7, 38) y por otra parte la compasión y la misericordia del
Señor. En efecto, Jesús defiende a la pecadora, y muestra al fariseo que la
ha salvado su fe. Todo esto porque la ama, ya que es el salvador de todos los
hombres. En el episodio de la conversión de
Zaqueo, se subraya la finalidad salvífica de la amistad de Jesús con este
hombre que era jefe de publicanos, y rico.
(Lc 19, 2-10). Este “bribón”, porque el mismo confiesa que puede haber
cometido fraude: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en
algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo” se había subido dada su
pequeña estatura a un árbol para ver pasar a Jesus, y cuando el Maestro llegó
a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: “Zaqueo, baja pronto; porque
conviene que hoy me quede yo en tu casa.” Y frente a todas las murmuraciones
de todos porque Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador, el Señor
declara: “pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido.” ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?” (Camino de Perfección
26,1) 1. LA
PROFUNDA AMISTAD DE JESUS PARA QUE TODOS SE SALVEN Jesús quiso sincera y profundamente
a sus amigos y es el salvador de todos los hombres (Jn 4,42); por
consiguiente, no excluye a nadie de su corazón; más aún, los pobres y los
pecadores son el objeto privilegiado de su caridad divina. Es así, como los
evangelistas están de acuerdo en señalar la amistad de Jesús con los
publicanos y los pecadores; “Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo
a los discípulos: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?” y
Jesús le aclara más adelante; “No he venido a llamar a conversión a justos,
sino a pecadores.” (Lc 5:30-31) En la descripción de la vocación de
Leví se mostró vivamente este comportamiento de Jesús, que para los escribas
y fariseos era motivo de escándalo y
ocasión de reproche. Con todo, Jesús compartió su mesa y comió con los
pecadores, personas aborrecibles para los que se creían justos. “Y sucedió
que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores
estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le
seguían.” (Mc 2, 14)¿Por qué lo hacía?, Lucas da la respuesta; “No he venido
a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.”(Lc 5,32), es decir, Jesús, les regalaba su
amistad para que se conviertan. Jesús con su amor intenta favorecer el cambio
radical de vida de los pecadores. Jesús,
para poder cumplir con su misión y salvar a los pecadores, los ama y
los mira con amor, se interesa por ellos, los visita, está cerca de ellos,
los llama, les entrega su amistad. “El
Señor hacer particulares llamamientos
y no una vez, sino muchas para
que se salven” (Libro Vida 7,4) Y Así, Teresa escribe: “Bendito
seáis por siempre, Señor mío, que tan amigo sois de dar, que no se os pone
cosa delante.” (Camino de Perfección 27,4) El Señor nos regale su amistad,
Bendiciones Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Octubre
de 2015 Fuentes Bibliográficas y de
referencias Obras Completas, Editorial
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