SANTA TERESA DE JESÚS, ESCUCHO LA VOZ DE DIOS

Caminando Descalzo

Pedro Donoso Brant

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1.    Cuidado con las amistades que pueden apagar el golpear de la llamada de Dios.

De una piedad innata, y un sentido de lo eterno muy acusado, ella ejercitaba su carisma con su hermanito Rodrigo, un poco mayor que ella, y los dos construían ermitas, “poniendo unas piedrecillas que luego se caían” (V 1,6) para dedicarse a orar y a releer y memorizar las lecturas de las Vidas de los Santos, que escuchaban al amor de la lumbre, con toda la familia reunida. Se le encendían en el corazón los deseos del martirio y pensaba que los mártires habían comprado barato el cielo. Llegó la adolescencia y se enfrió, se disipó, se volvió vanidosa y coqueta, flirteaba con sus primos, y a punto estuvo de perder su gran llamada, su vocación de orante y maestra de oración. Cuidado con las amistades que pueden apagar el golpear de la llamada de Dios, y empañar el timbre, suave y fuerte a la vez, de su voz; “porque ahora veo el peligro que es tratar en la edad que se han de comenzar a criar virtudes con personas que no conocen la vanidad del mundo” (V 2,3) Ello es posible y debemos estar prevenidos. Y tomar las oportunas reservas, no sólo cuanto a las amistades, sino también en lo referente a lecturas, espectáculos, conversaciones en las que se infiltran los criterios del mundo y la escala de valores de la tierra.

2.    Reencontrarse a sí misma, a través de la palabra de Dios.

Su tío, Don Pedro Sánchez de Cepeda, junto con Doña María de Briceño, la monja agustina que la cuidaba en su convento, la devolvieron al camino. El primero con el testimonio de su vida orante y de penitencia, pues, viudo cómo era, se retiró a un monasterio de monjes Jerónimos, no sin antes poner en las manos de Teresa el libro que la salvaría: “Tercer Abecedario, que trata de enseñar oración de recogimiento” (V 4,6) Libro de Francisco de Osuna, que la conduciría a reencontrarse a sí misma, a través de la palabra de Dios.

3.    Empeñada su palabra, ningún paso atrás

Decidida a ingresar en el Carmelo, se lo comunicó a su padre, que era para ella asunto irreversible y acabado pues, era tan tenaz, delicada y valerosa, que ya nadie, después de empeñada su palabra, la detendría ni sería capaz de influenciarla para que diera un paso atrás, como dice el Evangelio del que pone su mano en el arado. 

4.    Todo la hizo sufrir. Siguió buscando

Buscó y ojalá no encontrara. Buscó y encontró medio letrados, (“gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tenía de tan buenas letras como quisiera.” V 5,3) personas con el corazón poco ablandado en Cristo, pusilánime y temeroso y tan calculador de los resortes humanos que la hacían desistir del seguimiento de su evidente llamada. Unos qué para qué monja. Otros qué para qué tanta oración. Que ya era suficiente con rezar el breviario y el rosario... Casi todos también qué para qué otra Orden. Que las que había sobraban y que se creía superior a todos, pues se erigía ella en Fundadora. Todo la hizo sufrir. Siguió buscando y cada día peor.

5.    “No temas, hija, que desde hoy te daré libro Vivo”.

Llegó un tiempo que no había quien la quisiera confesar, porque el revuelo y la murmuración en su ciudad era general y deprimente. Le hicieron creer que era demonio lo que Jesús le comenzó a regalar. Se predicó contra ella en los púlpitos y se la humilló y ridiculizó ignominiosamente, con un manifiesto desprecio a su dignidad de mujer y de cristiana. Se le prohibieron los libros que eran su único consuelo y que la conducían hasta que Jesús le dijo un día, cuando estaba abrumada por la desolación. “No tengas pena, que Yo te daré libro vivo.” (V 26,6) Y se lo dio: Fue El, glorioso y vivificante que le dio la vida y la elevó a la cumbre más elevada y luminosa de la cristificación, como Ella describe en sus celestiales Moradas.

6.    Hoy tenemos una maestra excelsa de oración

Porque escuchó y fue fiel, aunque perdió el camino, pero siguió, tras el despiste, en la búsqueda. Porque ante los desvíos, siguió y no retrocedió. Porque no se amedrantó ante las persecuciones y murmuraciones y difamaciones que amenazaban paralizarla, hoy tenemos una maestra excelsa de oración, y una madre que siempre nos ayuda a discernir, a seguir, a caminar y, “no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida”, con, “una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabajase lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino” (CP 21,2)

7.    De almas como Teresa está necesitada la Iglesia.

Nosotros, al menos, consideremos a Teresa de Jesús, como Maestra, que iremos bien servidos, pues Dios quiso hacer de Teresa un testigo de Jesús resucitado, como hizo a Juan y a Pedro y a los apóstoles. Esta elección la convirtió en mujer nueva, capacitada para testificar con su vida lo que había visto y oído. Y el mensaje que aportó Teresa a la Iglesia de su tiempo fue, principalmente, el de la imperiosa necesidad de orar, como camino para amar, cuando la oración mental, fruto de la devoción moderna, que había degenerado en puro juego de conclusiones, era desconocida y peligrosa.

8.    Y en medio de la tormenta se abrió camino, ¡y qué camino!

Decía fray Domingo de Soto (Fraile dominico, 1494) que: “si no era con el evangelio delante no sabía pensar en Dios, que, como era invisible, no sabía qué pensaban algunos hincados de rodillas dos horas delante del altar, que él no podía hacerlo". Otros, tanto o más calificados, tuvieron expresiones todavía más inauditas y lamentables. Melchor Cano ataca los “Comentarios sobre el catecismo cristiano” de Bartolomé Carranza porque divulgan la oración mental entre todos los cristianos. Por la misma razón acusaba a fray Luis de Granada, y hasta veía en la oración mental peligro para el desarrollo normal de la sociedad. Se comprende, sólo con asomarnos a aquel ambiente, que Teresa tuviera dificultades, y no sólo las sociales. En una atmósfera, no sólo poco propicia, sino hostil, cuando sólo el pensamiento de buscar la interioridad era peligroso (se temía el erasmismo y el alumbradismo), Teresa se abre camino y ofrece con contundencia el mensaje para aquel momento; “no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.” (V 8,5) Y en medio de la tormenta se abrió camino, ¡y qué camino!

9.    Y ahora que se habla más de ella, creo que se habla más que se ejerce.

Creo que no hay en toda la historia de la Iglesia una alabadora de la oración más caracterizada, elocuente y persuasiva que Teresa en obras y en palabras. Fue su gran divina intuición. Hemos vivido unos años de verdadera algarabía en torno a la oración. Y no sólo en la Iglesia Católica sino también en las separadas. Sobre la oración primero fue el silencio. Después la calumnia. Luego la omisión. Y ahora que se habla más de ella, creo que se habla más que se ejerce. Mientras avanza el desierto.

10. Más, se le consideraba rival y amenazante

Con la teología radical de la muerte de Dios, no había posibilidad de diálogo con un Dios muerto. Con la crisis y falta de fe, Dios no interesaba al hombre. La autonomía del hombre descartaba el trato con el Ser trascendente. Más, se le consideraba rival y amenazante. Estorbo para el desarrollo humano. Con la secularización y la desacralización, el trato con Dios era una forma alienante de la personalidad. Le escasa coherencia de los orantes profesionales, daba origen a acusar a la oración de evasión y desencarnación de la vida.

11. “Nadie le tomó por amigo que no se lo pagase” (V 8,5).

En esta situación, como en la suya, no más fácil, ni menos difícil, Teresa alza la voz y nos dice: “espero yo en la misericordia de Dios, que nadie le tomó por amigo que no se lo pagase” (V8,5) Y se pregunta: ¿Por qué no hacen oración? “Por cierto, si no es por pasar con más trabajo los trabajos de la vida, yo no lo puedo entender, y por cerrar a Dios la puerta para que en ella no les dé contento. Cierto, los he lástima, que a su costa sirven a Dios; porque a los que tratan la oración el mismo Señor les hace la costa, pues por un poco de trabajo da gusto para que con él se pasen los trabajos.”  (V 8,8)

12. La oración es importantísima, pero no lo es todo.

El primado es del amor, pero sin oración el huerto no produce flores, es decir, ni amor ni valores humanos, ni virtudes evangélicas, y las bienaventuranzas sin ella yacen marchitas, heladas: “Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras.” (7M 4,6) que en el pensamiento de Santa Teresa de Jesús, equivalen a virtudes; “es menester no poner vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque, si no procuráis virtudes y hay ejercicio de ellas, siempre os quedaréis enanas.” (7M 4,9). Es decir, sin oración no hay cristianos. Y sin cristianos no puede haber "nueva evangelización”, al menos en profundidad. Por eso Juan Pablo II, promotor de esta, ha dicho que “Pero el mensaje de la Santa conserva hoy toda su verdad y fuerza” y luego pide al pueblo cristiano: “que se pusiese a la escucha del mensaje teresiano” (Discurso al pueblo de Alba de Tormes, 1 de noviembre de 1982)

13. La oración

Es en la oración, ciertamente, donde Jesús nos hace el yugo suave y nos aligera la carga. Allí es donde nos enseña a ser humildes y mansos de corazón. Es allí donde, cuando llegamos cansados y agobiados por nuestros trabajos y contradicciones, encontramos nuestro descanso.

Pedro Donoso Brant y Jesús Martí Ballester

15 de octubre de 1998


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Pedro Donoso Brant

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