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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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SANTA TERESA DE JESUS

 

 

 

 

TERESA DE JESUS Y CIENCIA DE DIOS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Camino al V centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús


Recuerda la Santa Madre Teresa de Jesús, el gran amor que su padre le tenía y como ella disimulaba una buena conducta porque temía mucho sus honra, y todas sus diligencias eran secreto, no obstante esto, se da cuenta que estas cosas secretas no podían serlo a quien todo lo ve.  El mismo Jesús nos lo dice;  cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.  (Mateo 6, 4). Es así como ella exclama; “¡Oh Dios mío! ¡Cuánto daño hace en el mundo pensar que puede haber alguna cosa contra Ti  que te sea secreta! (Vida 2, 7).

Dice Teresa, hablando de su primer grado de oración, (hasta dónde podemos llegar con el favor de Dios por  nosotros mismos) que; “Quien quiera pasar de aquí y levantar el espíritu para sentir gustos que no se los dan, es perder lo uno y lo otro, y a su parecer, porque es sobrenatural, (sobrenatural para Teresa es lo que con elaboración o diligencia no se puede adquirir aunque se procure mucho, aunque se disponga para ello; Relaciones 5, 3) y perdido el entendimiento, se queda el alma desierta y con mucha sequedad”. Luego añade; “Y como este edificio todo va fundado en humildad, mientras más llegados a Dios más adelante ha de ir esta virtud, y si no va todo perdido. Y parece algún género de soberbia querer nosotros subir a más, pues Dios hace demasiado, según somos, en allegarnos cerca de Sí. No se ha de entender que digo esto por el subir con el pensamiento a pensar cosas altas del cielo o de Dios y las grandezas que allá hay y su gran sabiduría” (Vida 12). “La ciencia es misteriosa para mí, muy alta, no puedo alcanzarla”.  (Salmos 139, 6)

Luego más adelante dice que en tiempos de quietud; “hay que dejar descansar el alma con su descanso. Quédense las letras a un cabo. Tiempo vendrá que aprovechen al Señor y las tengan en tanto, que por ningún tesoro quisieran haberlas dejado de saber, sólo para servir a Su Majestad, (El Señor) porque ayudan mucho. Más delante de la Sabiduría infinita créanme que vale más un poco de estudio de humildad y un acto de ella, que toda la ciencia del mundo” (Vida 15, 8).

Declarando cosas muy subidas, y lo que puede el alma y los efectos que hacen estas mercedes tan grandes del Señor, dice Teresa que esto es; “un  glorioso desatino, una celestial locura, donde se aprende la verdadera sabiduría y es una muy placentera manera de gozar el alma” (Vida 16, 1).

Hablando de la luz que la da el Señor, dice Teresa que; “Dios no necesita pedir el consentimiento del alma para que acepte entrar en el arrobamiento (éxtasis), porque ella ya se lo dio y sabe El que se ha entregado en sus manos con toda su voluntad, y que a Él lo le puede engañar, porque lo sabe todo (Vida 21, 1).

“Hace Dios al entendimiento (el intelecto) que advierta, aunque le pese, a entender lo que se dice, que allá parece tiene el alma otros oídos con que oye, y que la hace escuchar”  (Vida 27, 8)

Exclama Teresa; “¡Qué rico se hallará el que todas las riquezas dejo por Cristo! (Jesús nos dice; “Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna”. Mateo 19,29) ¡Qué honrado el que no quiso honra por El, sino que gustaba de verse muy abatido!  ¡Qué sabio el que se alegró de ser tenido por loco, pues lo llamaron a la misma Sabiduría! (“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” Mateo 19,21) (Vida 27, 14).

San Pablo a los Colosenses; “para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. (Colosenses 2,2)

Expone Teresa que; “en lo demás no se mate, ni piense entender lo que no entiende, ni ahogue los espíritu”, y más adelante agrega; “No tenga miedo, ni crea que las gracias místicas son cosas imposibles -todo es posible para el Señor- (Jesús le dijo: ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!” Marcos 9, 23), sino procure avivar la fe y humillarse, porque el Señor hace a una viejecita más sabia quizá que él, por muy teólogo que sea.” (Vida 34, 12).

Exclama con pasión Teresa; “¡Oh riqueza de los pobres, y qué admirablemente sabes sustentar las almas, y sin que vean tan grandes riquezas, poco a poco se las vas mostrando! Cuando yo veo una Majestad tan grande disimulada en una pequeña Hostia, me admira tanta sabiduría” (Vida 38, 21).

Comentando Santa Teresa porque no todas las almas son para contemplación, y cómo algunas llegan a ella tarde, y que el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le lleve el Señor, Camino de Perfección capítulo 17, nos aconseja la santa; “Dejen hacer al Señor de la casa; sabio es; poderoso es; entiende lo que les conviene y lo que le conviene a El también” (Camino de Perfección 17, 7).

Teresa se declara como una mujer muy aficionada a la sabiduría de las enseñanzas evangélicas y que le han recogido más las palabras de los Evangelios que otros libros muy concertados y en cuanto a otros textos si el autor no era muy aprobado, no le entraban ganas de leerlo. Y es así como también declara; “Adherida pues, a este Maestro de la Sabiduría, quizá me enseñe alguna consideración que les satisfaga” (Camino de Perfección 21, 4).

“Así que está claro qué es lo que dice la esposa, que la sabiduría de Dios suple aquí por el alma y él ordena cómo gane tan grandísimas mercedes en aquel tiempo.” (Meditación de los Cantares (Conceptos de amor de Dios) 6, 6).

Nos habla Teresa de Jesús, (IV Moradas) sobre de contentos y ternura en la oración y de los gustos, es decir de todas esas experiencias gratas, que nos dan paz, satisfacción y agrado, por lo que le da alegría entender que es cosa diferente el pensamiento y el entendimiento. Más adelante añade que; “Imaginemos, para entenderlo mejor, que vemos dos fuentes con dos pilas que se llenan de agua. Que no encuentro cosa más apropiada para explicar alguna de espíritu que el agua; y es que, como se poco y el ingenio no ayuda y soy tan amiga de este elemento, lo he mirado con más atención que otras cosas, que en todas las que creó Dios, tan sabio, debe de haber muchos secretos de que nos podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo que en cada cosita que creó Dios hay más de lo que se entiende, aunque sea en una hormiguita” (IV Moradas 2, 2).

Hablando Teresa de como en la oración se une el alma con Dios, declara; “Ya veis esta alma que la ha hecho Dios boba del todo para imprimir mejor en ella la divina sabiduría (V Moradas 1, 9). Canta el poeta; “Tenme piedad, oh Dios, según tu amor…….Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría”.  (Salmos 51)

En las quintas moradas, Teresa nos propone una comparación sobre un gusano que comienza a  labrar la seda y edificar la casa donde va a morir. Se reproducen, por una parte, la muerte de Cristo en la cruz y, por otra, la necesaria muerte del hombre a sí mismo y el alma renace en Cristo. “pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (Filipenses 1,21). Se llega a un estado de unión, bien sea mística desde lo profundo de la esencia. Sobre la Ciencia de Dios, ella nos dice que: “Ya habéis oído hablar de las maravillas de la cría de la seda, que sólo Dios pudo hacer semejante invención, y cómo de una simiente, que es como granos de pimienta pequeños..., con el calor, cuando comienza a brotar hoja en los morales, empieza esta simiente a vivir; que mientras no hay este alimento con que puedan vivir está muerta la simiente; y con hojas de moral se crían los gusanos, hasta que, cuando se han hecho grandes, les ponen unas ramillas, y allí con las boquillas van de sí mismos hilando la seda y hacen unos capuchillos muy apretados donde se encierran; y acaba este gusano que es grande y feo, y sale del mismo capucho una mariposa blanca muy graciosa. Más si esto no se viese sino que nos lo contaran de otros tiempos, ¿quién lo pudiera creer, ni cómo podríamos explicar que una cosa tan sin inteligencia como es un gusano y una abeja sean tan inteligentes en trabajar para nuestro provecho y con tanta industria, y el pobre gusanillo pierda la vida en la demanda? Para un rato de meditación basta esto, aunque sólo contempléis en ello las maravillas y sabiduría de nuestro Dios (V Moradas 2, 2).

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Editado en este link; VOCES DE SANTA TERESA DE JESUS

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