Caminando con Jesus

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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SANTA TERESA DE JESUS

 

 

 

 

TERESA DE JESUS Y VOLUNTAD DE DIOS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Camino al V centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús


Uno de los tantos ejemplos de cómo la Santa Madre Teresa de Jesus fue capaz de aceptar la voluntad de Dios, es cuando ella trata en su Libro Vida de lo mucho que debió al Señor en darle conformidad con tan grandes esfuerzos, y cómo tomó por mediador y abogado al glorioso San José, y lo mucho que le aprovechó.  En efecto, luego de unos días de inconciencia o estado de coma, y mucho dolor de una extraña enfermedad que perduro por ocho meses imposibilitada de caminar y luego casi tres años para recuperarse, a pesar del aburrimiento, ella solo temía perder la paciencia, pero en su interior estaba contenta de aceptar la voluntad de Dios. (Cfr. Vida Capitulo 6, 1-2). Comenta luego Teresa; “Cuando comencé a andar a gatas, alababa a Dios. Pasé todos los dolores con gran conformidad, con gran alegría; pues todo me parecía insignificante, comparado con los dolores y tormentos del principio. Estaba muy conforme con la Voluntad de Dios, aunque me dejase así siempre” (Vida 6, 2). Y le parece además que es engañarse así mismo, no abandonarse del todo a lo que el Señor hace, ya que El que sabe mejor lo que nos conviene. (Cfr. Vida 6, 5). Es así también, como nos ha enseñado el Señor, que al orar, no dialoguemos con El tratando de convencerlo de lo que queremos, ya que nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de pedírselo. (Cfr. Mateo 6,8)

Y así es como Teresa sabe bien que la confianza en Dios la hizo levantarse y andar y no estar tullida, por lo que puede usar ese obsequio y comenta que; “Podría decir lo que san Pablo, aunque no con la misma perfección, que "no vivo yo, sino que Tu, Creador mío, vivas en mí". La carta de San Pablo dice; “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2, 20), y prosigue Teresa; “pues creo que ya hace algunos años que me tienes de tu mano y me veo con deseos y determinaciones, y he experimentado en estos años muchas cosas, que no hago ni una pequeña cosa contra vuestra voluntad, aunque debo de hacer muchas ofensas a al Señor sin darme cuenta”. (Vida 6, 9).

Tratando en el Libro Vida, los cuatro grados de oración que ella propone, nos habla de dejar para mayor bien del alma a la voluntad del Señor, y que se ponga a sus disposición para seguirle donde él vaya y nos pide;  “Alaben por ello a Su Majestad, (el Señor) y fíense de su bondad, que nunca faltó a sus amigos”. Por eso ella dice luego hablando de regar el huerto (Teresa compara al alma como un huerto donde Dios quita las malas hierbas y planta las buenas); “Si Él quiere que crezcan estas plantas y flores a unos dando agua sacada del pozo, y a otros sin agua, ¿qué me importa a mí? Haz Tu Señor, lo que quieras, que yo no te ofenda, que no se pierdan las virtudes, si alguna me has dado, es ya, por sola Tu voluntad” (Cfr Vida 11, 12). Es así como ella dice que; “Aquí hay que dejarse del todo en los brazos de Dios”… “Haga Su Majestad del alma como si fuera cosa propia; ya que no es suya, se ha dado del todo al Señor; descuídense del todo” (Vida 17, 2).

Entonces Teresa, explicando ya un grado superior de oración, dice que el hortelano (el orante) se ha convertido en gobernador de la fortaleza y no quiere más que hacer la voluntad del Señor; no quiere ser dueño de sí, ni de nada, ni de una fruta de esta huerta, para que, si hay en ella algo de bueno, lo reparta Su Majestad (el Señor). Y luego en adelante no quiere tener cosa propia, sino que el Señor disponga de todo conforme a su gloria y a su voluntad. (Cfr. Vida 20, 23).

Confiada absolutamente en Dios, Teresa expone; “Yo deseo servir a este Señor; no pretendo otra cosa sino agradarle; no quiero alegría, ni descanso, ni otro bien más que hacer la voluntad de Dios” (Vida 25, 19). “El Señor me deje atinar en cumplir su voluntad” (Vida 26, 6). Y termina su Libro Vida diciendo; “Haga el Señor, pues es poderoso y si quiere puede, que acierte yo a hacer su voluntad en todo” (Vida 40, 24).

En el prólogo de su libro camino de perfección, libro donde Teresa aconseja a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, la santa pone un aviso:                 “El Señor ponga sus manos en todo lo que diga, para que se haga según su voluntad, ya que estos son siempre mis deseos, aunque las obras sean imperfectas como yo” (Camino de Perfección, prólogo, 2)

Entusiasmada con el ejemplo de Jesús, Teresa exclama; “¡Oh buen Jesús! ¡Con cuánta claridad has manifestado que eres uno con el Padre!, (“Yo y el Padre somos uno”. Juan 10,30) y que Tú voluntad es la del Padre y la del Padre tuya (“porque yo hago siempre lo que le agrada a él” Juan  8, 29) (Cfr. Camino de Perfección 27, 4).

Más adelante, cuando Teresa comenta el Padrenuestro, trata con mucha profundidad las palabras; “hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo”. (Mateo 6,10) avisa lo bien que hace quien dice estas palabras con toda determinación, y lo bien que se lo paga el Señor (Camino de Perfección, Capitulo 32). Porque todo lo que ella avisa en este libro va dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en la suya.

Comenta Teresa que en la contemplación perfecta no podemos hacer nada nosotros, ni podemos conseguirla trabajando, ni negociando, ni con ninguna actividad nuestra; más bien todo esto estorba y nos impide decir "hágase tu voluntad"; “cúmplase, Señor, en mi Tú voluntad de todos los modos y maneras que Tú, Señor mío, quieras; si quieres con trabajos, dame fuerza y vengan; si con persecuciones y enfermedades y deshonras y pobrezas, aquí estoy, no volveré el rostro, Padre mío, ni es justo que vuelva las espaldas.” (Cfr. Camino de Perfección 32, 10).

Comentando la frase “Nuestro pan cotidiano dánosle hoy” (Mateo 6,11), dice Teresa que el Señor vio que era difícil cumplir lo ofrecido, porque, si se le dice a un rico bueno para los banquetes, que es voluntad de Dios que tenga cuenta de moderar su plato para que otros que mueren de hambre puedan al menos comer pan, dará mil razones para demostrar que no lo entiende y poder seguir haciendo su capricho. Y si se le dice a un murmurador que es voluntad de Dios que quiera para su prójimo lo mismo que para sí, no tiene paciencia para soportarlo, ni habrá razones suficientes que se lo hagan entender. Y si se le dice a un religioso, que está acostumbrado a vivir libremente y a su gusto, que ha de dar ejemplo y que ha de vivir lo que ha jurado y prometido, y que es voluntad de Dios que cumpla sus votos y que, si da escándalo, aunque no los quebrante del todo, peca contra ellos y ya que ha prometido pobreza que la guarde sin rodeos, que eso es lo que el Señor quiere, no lo entenderá (Cfr. Camino de Perfección 33,1).

Concluyendo el Libro de Camino de Perfección, la santa trata de las últimas peticiones del Padrenuestro, “líbranos del mal”, y reflexiona ella diciendo que; ¡Qué diferente es la vida que el Rey (Cristo) le ha revelado, de la que tiene que vivir en este mundo! (Camino de Perfección 42, 3) y prosigue luego; “¡Cómo no ha de desear la muerte! ¡Cuán diferente es la inclinación de nuestra voluntad a lo que es la voluntad de Dios! Ella quiere que queramos la verdad, y nosotros queremos la mentira; quiere (El) que queramos lo eterno, y en el mundo nos inclinamos a lo que se acaba; quiere (EL) que queramos cosas grandes y elevadas, y aquí queremos las caducas y las de la tierra; querría que quisiéramos lo seguro y aquí amamos lo engañoso” (Camino de Perfección 42, 4).

Se puede decir con certeza que la voluntad absoluta del Padre de salvar a todos los hombres a través de su Hijo Jesucristo en el don del Espíritu ha impactado en el corazón de Teresa, y hace que ella invite a sus hija (las monjas) para que participen también de su voluntad, hasta el punto de poder dirigirse a Dios con la misma confianza familiar que Jesús se dirige a su Padre en diálogos de amistad. Es así, como en el Libro de las Moradas, aclara que quien comienza a hacer oración -y no olvide esto, que es muy importante- ha de trabajar, determinarse y disponer con todo el ingenio y solicitud que pueda, que su voluntad se conforme con la de Dios; y entonces avisa; “estén muy ciertos de que en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente tuviere esto, más recibirá del Señor y más adelantado está en este camino; no penséis que hay aquí más complicaciones ni cosas abstractas y rebuscadas, que en esto consiste todo bien. Pues si erramos ya en el comienzo queriendo en seguida que el Señor haga nuestra voluntad y que nos lleve por donde imaginamos, ¿qué firmeza tendrá este edificio?” (II Moradas 1, 8).

Y pensando en las enseñanzas de su amado Jesús, (“no se haga mi voluntad, sino la tuya” Lucas 22, 42) Teresa le pide a sus hijas; “Y créanme, que no está el problema en llevar hábito religioso o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo y que el orden de nuestra vida sea el que Su Majestad (el Señor) ordenare en ella, y no queramos nosotros que se haga nuestra voluntad sino la suya” (“hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo” Mateo 6, 10) Mt 6, 10) (III Moradas 2, 6).

Comentando Teresa del amor que tenía Jesús a su Padre y padecer tanto por El, exclama; “¡Oh gran deleite, padecer en hacer la voluntad de Dios! (V Moradas 2, 14).

Le habla Teresa a sus monjas sobre la otra manera de unión que puede alcanzar el alma con el favor de Dios, y lo que importa para esto el amor del prójimo. Les dice que esto es  de mucho provecho; “¿Qué pensáis, hijas, que es voluntad de Dios? Que seamos del todo perfectas; que para ser con Él y con el Padre como Su Majestad le pidió (“Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno” Juan 17, 22), dense cuenta de lo que nos falta. Acá solas estas dos cosas nos pide el Señor: Amor a Su Majestad (El Señor) y al prójimo. Por esto debemos luchar. Guardando estas dos cosas con perfección hacemos su voluntad y así estaremos unidas con El” (V Moradas 3, 7).

Teresa considera que sería mucho atrevimiento escoger el camino sin saber el que conviene más, por tanto hay que dejar al Señor que la conoce, la lleve por el camino que conviene, para que en todo haga su voluntad (Cfr VI Moradas  9, 16). Porque de estos obsequios que hace el Señor al alma, como a verdadera esposa que ya está determinada a hacer en todo su voluntad, le quiere dar alguna noticia de en qué la ha de cumplir y de sus grandezas (Cfr VI Moradas 10, 9).

Avisa Teresa en el Libro de las Fundaciones, que la suma perfección está en tener nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad (El Señor) (Fundaciones 5,10). Más adelante prosigue; “Quedará bien pagado el dejar el gusto de la soledad y yo les digo, que no por falta de ella dejarán de disponerse para alcanzar esta verdadera unión que es hacer nuestra voluntad una con la de Dios” (Fundaciones 27, 15). Y que, “de ninguna manera hubiera hecho nada ni lo he hecho en estas fundaciones, si yo hubiera tenido conciencia de desviarme un punto de la Voluntad del Señor” (Fundaciones 27, 15).

Teresa a sus hijas; “Y déjense en las manos de Dios para que cumpla su Voluntad en ellas, que ésta es la perfección, y lo demás podría ser tentación (Cartas 60, 3 a unas aspirantes). “Mucho obsequio le hace Dios en soportar tan bien la falta de oración, que es señal de que está rendido a su Voluntad, que éste creo que es el mayor bien que trae consigo la oración (Carta 182, 13).Porque de este Rey (El Señor) somos todos vasallos. Quiera Su Majestad que los del Hijo y los de la Madre sean tales que, como soldados esforzados, sólo miremos por dónde va la bandera de nuestro Rey para seguir su Voluntad” (Carta 215, 8). “Si hubiésemos de ir escogiendo los sufrimientos que queremos y dejando los otros, no imitaríamos a nuestro Esposo que, a pesar de sentir tanto en la oración del Huerto su Pasión, al final dijo: "Hágase tu Voluntad". (Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad, Mateo  26,42), Esta voluntad es necesario hacer siempre, y haga Él lo que quisiere de nosotros “(Cfr Carta 287, 3, a María de San José). 

Y así, abandonada siempre a la  Voluntad de Dios, con pasión la Santa madre Teresa de Jesús, exclama; “¡Oh, alma mía!, deja hacer la voluntad de tu Dios; eso te conviene; sirve y espera en su misericordia, que remediará tu pena cuando la penitencia de tus culpas haya ganado algún perdón de ellas; no quieras gozar sin padecer” (Exclamaciones 6).

“Vuestra soy, para Vos nací, Vuestra soy, para Vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí?” (Poesía 2, Teresa de Jesús). 

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Editado en este link; VOCES DE SANTA TERESA DE JESUS

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