SANTA TERESA DE JESUS, LA TRANSVERBERACION

(26 DE AGOSTO)

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La Fiesta de la Transverberación

26 de agosto

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    LA FIESTA DE LA TRANSVERBERACIÓN

Pocos santos en la Iglesia Católica tienen una doble celebración litúrgica; Santa Teresa es una de ellos ya que además  de la celebración de su día,  15 de octubre coincidiendo con el día más cercano a su muerte, desde el siglo XVIII se le añade otra fiesta, la de la Transverberación de su corazón, un fenómeno o una gracia mística que recibió varias veces en el Monasterio de la Encarnación de Ávila, como en otros lugares abulenses, como en la casa de su amiga Doña Guiomar de Ulloa. Todo sucedió antes del 1562.

La transverberación de la Santa, juntamente con los estigmas de san Francisco de Asís, figuran entre los casos excepcionales en que la liturgia ha incorporado un hecho místico a la celebración eclesial. En cuanto a la Santa, el proyecto de celebración litúrgica surgió en 1725. Las dos congregaciones de carmelitas descalzos -italianos y españoles- presentaron a la Santa Sede una petición, alegando el correspondiente oficio litúrgico para celebrar el 27 de agosto la fiesta de "la transverberación del corazón de Santa Teresa" (cf MHCT / subsidia 5, p. 198). Era promotor de la fe en ese momento el Cardo Lambertini, futuro Papa Benedicto XIV, que en un principio se opuso al proyecto, si bien luego, ante el estudio alegado, y ante el hecho de la conservación del corazón incorrupto de la Santa en Alba, accedió a la propuesta (25. 5. 1526: cf. De Servorum Dei beatificatione... IV, 594 y 216).

A partir de esa fecha, la fiesta se celebró en el Camelo Teresiano hasta la reciente reforma litúrgica del post-Vaticano II.

Los textos elaborados para la celebración eran toda una exaltación de la vida mística, del amor de Teresa, y de la "gracia del dardo". Entre las lecciones de maitines se incluyó el relato de Vida 29. Y tanto la misa como el oficio de las horas se inspiró en el Cantar de los Cantares y en la carta a los Hebreos (4, 12), acerca de la fuerza penetrante de la palabra de Dios, "espada de doble filo, capaz de llegar a las entretelas de alma y espíritu... hasta los secretos del corazón".

2.    QUE ES LA TRANSVERBERACION

Transverberación es una de las gracias místicas referidas por Teresa en Vida. Ella no la designa con ese nombre culto, ausente de su vocabulario. Más bien, la enumera entre las "heridas" místicas. A veces le da el nombre de "traspasamiento" (R 15,1 y 6), evocando la "transfixio" de la Virgen al pie de la cruz (Lc 2, 35). En la tradición de los Carmelos de Ávila se la ha llamado siempre "la gracia del dardo", sobre la base del vocablo utilizado por Teresa en Vida 29,13.

El término latinizante transverberación quedó consagrado por la liturgia de la Santa y por la iconografía. Más tarde pasó a las biografías de Teresa y al léxico de la teología espiritual. Tampoco fray Juan de la Cruz utilizó ese vocablo.

3.    EL RELATO DE LA TRANSVERBERACIÓN EN SANTA TERESA DE JESUS

En el capítulo 29, la Santa Madre Teresa prosigue en lo comenzado y dice algunas mercedes grandes que la hizo el Señor y las  cosas que Su Majestad (Cristo) la decía para asegurarla y para que respondiese a los que la contradecían.

Escribe Teresa: “Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe (cerca de) mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal (no quiere decir que fuese visión corporal, pues ya ha asegurado que ella nunca las tuvo (c. 28, 4), sino que lo ha visto "con forma y figura" como en las visiones imaginarias (cf. c. 28; y 31, 9), lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero (Alude a la visión intelectual del c. 27, 2). En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines (Báñez anotó al margen del autógrafo: "más parece de los que llaman serafines), que los nombres no me los dicen; más bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento (Libro Vida 29, 13).

Más adelante la Santa Madre Teresa de Jesús añade:

“Los días que duraba esto andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado.”

“Esto tenía algunas veces (Clara afirmación de que la Santa recibió esa gracia más de una vez), cuando quiso el Señor me viniesen estos arrobamientos tan grandes, que aun estando entre gentes no los podía resistir, sino que con harta pena mía se comenzaron a publicar. Después que los tengo, no siento esta pena tanto, sino la que dije en otra parte antes no me acuerdo en qué capítulo (en el c. 20, 9 y ss.), que es muy diferente en hartas cosas y de mayor precio; antes en comenzando esta pena de que ahora hablo, parece arrebata el Señor el alma y la pone en éxtasis, y así no hay lugar de tener pena ni de padecer, porque viene luego el gozar.

Sea bendito por siempre, que tantas mercedes hace a quien tan mal responde a tan grandes beneficios.” ((Libro Vida 29, 14).

4.    EL HECHO DE LA TRANSVERBERACIÓN.

El P. Tomas Alvarez OCD en el Diccionario de Santa Teresa de Jesús, Monte Carmelo, Burgos, 2000, expone lo siguiente: Es de origen bíblico el tema de las heridas místicas. Con frecuencia, en la patrística se lo hace derivar del Cantar de los Cantares: "vulnerasti cor meum" (4,9) y del "amore langueo" (2, 5: que en la versión de los Setenta era: "vulnerata sum a dilectione"). En la literatura mística llega ininterrumpidamente hasta el ambiente teresiano.

El testigo más fuerte de ese momento es san Juan de la Cruz, desde la primera estrofa del Cántico: ("...habiéndome herido..." / "el ciervo vulnerado") hasta la simbología de la Llama de amor viva ("...que tiernamente hieres..."). Sin embargo, en Teresa la gracia del corazón herido no deriva explícitamente de la tradición doctrinal ni parece tener conexiones con la literatura respectiva. (De hecho nunca cita el "vulnerasti cor meum" de los Cantares. Sí comenta el texto de 2,5, pero según la Vulgata, sin alusión a la "herida": Conc 6,13).

En ella no comparece como dato doctrinal, sino como hecho y experiencia personal suya. Por eso comienza "narrándolo", no interpretándolo. En el relato autobiográfico de Vida ese hecho surge de improviso en el tramo de las gracias místicas desbordantes (extáticas), en el contexto de las "heridas" que le sobrevienen a medida que le crece el amor. Es por tanto y ante todo un hecho de amor. Percibido como amor recibido, acuciante, agudizado desde fuera por el Amado Dios: "...creciendo en mí un amor tan grande de Dios, que no sabía quién me le ponía, porque era muy sobrenatural, ni yo le procuraba. Veíame morir con deseo de ver a Dios, y no sabía adónde había de buscar esta vida si no era con la muerte" (Libro Vida 29,8). Ese "no sabía" indica no sólo el origen misterioso de la "infusión de amor" ("quién me le ponía"), sino la situación de confusión y cuestionamiento en que ella lo vive, acosada por sus teólogos asesores que le imponen reaccionar haciendo muecas de rechazo (Dábame este dar higas (expresiones de ironía) grandísima pena cuando veía esta visión del Señor” Libro Vida 29,6). Por eso cuando termine el relato del "hecho", todavía aludirá "a quien pensare que miento" (Libro Vida 29,13).

5.    ORACIÓN

Señor Dios nuestro, que abrasaste de un modo maravilloso el corazón de nuestra madre Santa Teresa con el fuego de tu Espíritu Santo, para fortalecerla en las empresas que por tu nombre había de realizar en la Iglesia; concédenos, por su intercesión, experimentar la fuerza de tu amor y trabajar con generosidad por la venida de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor bendiga al Carmelo

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Camino al V Centenario de su nacimiento

Agosto 2015


Fuentes Bibliográficas y de referencias

Obras Completas, Libro Vida, Editorial Monte Carmelo

P. Tomas Alvarez OCD en el Diccionario de Santa Teresa de Jesús, Monte Carmelo, Burgos, 2000

www.caminando-con-jesus.org

www.caminando-con-maria.org


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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