TERESA DE
JESUS Y LA EUCARISTIA Taller para reflexionar con Teresa de
Jesús, sobre el “Santísimo Sacramento” Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant La
Santa madre Teresa de Jesús, no utiliza el término “Eucaristía”, entonces cuando
ella se refiere a este punto, nos habla continuamente del “Santísimo
Sacramento”. Teresa, se apasiona con la presencia real de Jesús en ese
trocito de Pan y las maravillas que hace en ella este “Santísimo Pan”, y
siente la especial presencia de su humanidad y de la humildad de su Dios, Majestad infinita, señal que despeja de toda
duda la evidencia del amor de Dios. Es así, como Santa Teresa, nos relata
sobre su experiencia especial del misterio del Santísimo Sacramento y de la
real presencia del Señor, como también de su sacrificio y de la majestad del
Señor resucitado y glorificado, ahora disfrazado (encubierto) bajo el signo
sacramental. La Eucaristía, bajo los signos del pan y del vino, es un nuevo
"disfraz" de su Persona Gloriosa. Su Divina Majestad, el Esposo, el
Señor, "disfrazado" en el Santísimo Sacramento. Nos habla también
Teresa de una Majestad tan grande disimulada bajo los accidentes del pan y
del vino. Esa misteriosa presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento es
una sublime oportunidad para
poder entrar en oración, como para adorar, bendecir, dar gracias, alabar,
subsanar, pedir, para unirse a Cristo y orar con Él. Comulgando
interiorizamos al Señor, y nos interiorizamos con Él. La Comunión es el
momento de "negociar" con el Señor; esto es, la oportunidad que
tenemos para dialogar íntimamente y pedir. Del mismo modo, es el instante
feliz para que se nos dé a conocer, para que nos enseñe este buen Maestro, y
para suplicarle que se quede junto a nosotros En
los párrafos que incluyo a continuación, donde la Santa Madre Teresa de
Jesús, nos habla de él
“Santísimo Sacramento”, he osado añadir algunos argumentos evangélicos, de su experiencia, de sus explicaciones y confidencias eucarísticas
delicadas y gozosas. Dejo en claro, que estos argumentos, o
estas notas, son una humilde inspiración que me viene de la lectura y
enseñanza de Teresa, no obstante, y es la idea de este taller, es que cada
uno o una pueda desde su propia interiorización, meditar y comprobar como la
Santa Madre Teresa de Jesús, siempre nos lleva a reflexionar en Cristo y en
los Evangelios este misterio del Santísimo Sacramento. 1.
TERESA DE JESÚS, DESEOSA DEL “PAN ETERNO” Emocionada,
la Santa Madre Teresa de Jesús, que nada se guarda para sus hijas (las
monjas), se atreve a confesar por escrito lo que ha rezado a su Señor: “¡Oh,
Señor mío y Bien mío! ¡Que no puedo decir esto sin lágrimas y gran regalo de
mi alma! ¡Que queráis Vos, Señor, estar así con nosotros, y estáis en el
Sacramento (que con toda verdad se puede creer, pues es verdad, y con gran
verdad podemos hacer esta comparación), y si no es por nuestra culpa, nos
podemos gozar con Vos, y que Vos os gozáis con nosotros, pues decís que
vuestro deleite es estar con los hijos de los hombres” (Prv 8, 31) (V 14,
11).En una ocasión, Jesús le dijo a sus amigos; « He deseado
ardientemente comer esta Pascua con ustedes » (Lc 22, 14-20) “Viene
a veces con tan gran majestad, (grandeza y solemnidad) que no hay quien pueda
dudar que es el mismo Señor, especialmente después de comulgar, que ya
sabemos por la fe que está allí; se manifiesta tan Señor de aquella posada,
que parece que el alma, toda deshecha, se ve consumir en Cristo” (V 28, 8). Por
esa razón, comenta Santa Teresa: “Cuando iba a comulgar y me acordaba de
aquella majestad grandísima que había visto, y veía que era el mismo que
estaba en el Santísimo Sacramento (y muchas veces lo veo en la Hostia), se me
erizaban los cabellos y entonces toda
parecía que me aniquilaba. ¡Oh, Señor mío! Si no encubrierais vuestra
grandeza, ¿quién se atrevería a ir tantas veces a unir cosa tan sucia y
miserable con tan gran Majestad? (V 38, 19). Y es
así, como, reconoce Santa Teresa; “Me produjo gran turbación, de tal modo que
no sé cómo pude comulgar.” Pero además no revela que escucho al Señor; “Me dijo
el Señor que rogara por él y que lo había permitido para que entendiera yo el
poder que tienen las palabras de la consagración, y cómo Dios no deja de
estar allí, por débil que sea el sacerdote que las dice” (V 38, 23). Deseosa
del “Pan Eterno”, entendemos que
Teresa dice con toda su alma que; “Algunas veces me vienen unas ganas de
comulgar tan grandes... que, aunque me pusieran lanzas en los pechos, pasaría
por ellas” (V 39, 22). “Pues,
Creador mío, ¿cómo pueden sufrir unas entrañas tan amorosas como las
vuestras, que lo que vuestro Hijo hizo con tan ardiente amor por cumplir
vuestra voluntad, (Dice Jesús a sus amigos; «
Mi alimento es hacer la voluntad del
que me ha enviado y llevar a cabo su obra », (Juan 4, 34) pues que le mandasteis que nos
amase, sea despreciado por estos herejes que profanan el Santísimo Sacramento
y le quitan sus posadas destruyendo iglesias? ¡Si le hubiera faltado algo por
hacer para teneros contento! Más todo lo hizo cumplido. (Antes de entregar su
espíritu dijo el Señor; « Todo está cumplido » (Juan 19,28). ¿No bastaba, Padre eterno, que no
hubiera tenido donde reclinar la cabeza (Lc 9, 58) mientras vivió en este
mundo, siempre sumergido en tantos sufrimientos, sino que ahora aun le quitan
las casas que tiene para convidar a sus amigos a comer, porque nos ve
frágiles y sabe que necesitamos la eucaristía para poder trabajar?” (CP 3,
8). 2.
RECIBIRLE DIGNAMENTE Comenta
la Santa Madre Teresa de Jesús, sobre lo que es bueno para después de haber
recibido el Santísimo Sacramento;
“Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje
"hoy" a vuestro Esposo, para que no os veáis en este mundo sin Él; que baste para templar tan gran contento de
tenerlo entre nosotros, haberse quedado tan disfrazado en los accidentes de
pan y de vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que amar
ni otro consuelo” y luego agrega a modo de buen consejo; “más suplicadle...
que os prepare para recibirle dignamente” (CP 34, 3). La
Santa Madre a sus hijas que pidan al Padre Eterno, consigan con merecimiento
recibir el pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se
pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los ojos
del alma y se le dé a conocer, que es otra forma de mantenimiento feliz y
regalos y que sustenta la vida, entonces les pregunta: “¿Pensáis que no es alimento incluso para
los cuerpos este santísimo manjar y gran medicina aun para los males
corporales?” (CP 34,6) El
Señor dice a sus discípulos: “Yo tengo para comer un alimento que vosotros no
sabéis. Los discípulos se decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de
comer?”, y a eso le responde Jesús: « Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha
enviado y llevar a cabo su obra. » (Juan 4,
32-34). 3.
LAS MARAVILLAS QUE HACE ESTE SANTÍSIMO PAN Y
continua explicando Teresa: “Yo sé que lo es, y conozco a una persona con
grandes enfermedades, que estando muchas veces con grandes dolores, se le
quitaban como con la mano cuando comulgaba y quedaba buena del todo” (CP 34,
6). También
nos dice Jesús: « Obrad,
no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida
eterna, el que os dará el Hijo del hombre » (Juan 6, 27). Y Teresa nos expone: “Y porque las
maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente lo reciben son
muy notorias, no digo muchas que podría decir, que le han sucedido a esta
persona de la que estoy hablando” (C 34, 6). Refiriendo
se a aquella persona que utiliza para el ejemplo, Teresa sigue: “A esta
persona le había dado el Señor tan viva fe, (Sobre esa fe viva, a la mujer
que le toco su manto apara curarse, le dijo el Señor: « Hija, tu fe
te ha salvado; vete en paz. », (Lucas 8,48) y
otro que le pidió por su hija le dijo: «
No temas; solamente ten fe y se
salvará. »,
(Lucas 8, 50)y sigue la Santa Madre: que cuando oía decir a algunos que
quisieran haber vivido cuando nuestro
Bien (Jesus) estaba en el mundo, se reía por dentro, pareciéndole que,
teniéndolo tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que
¿qué más les daba?.” (CP 34,6) Santa
Teresa no nos habla de quien se trata, pero parece que la conoce bien, pues
ella dice: “Se dé una persona que, aunque no era muy perfecta, durante muchos
años, procuraba avivar la fe para desocuparse todo lo que podía de todas las
cosas exteriores cuando comulgaba y entraba con el Señor, pues creía
verdaderamente que entraba El en su pobre posada... Se imaginaba que estaba a
sus pies como la Magdalena, como si con sus ojos corporales le viera en casa
del fariseo; y aunque no sintiera devoción, la fe le decía que estaba bien
allí.” (CP 34, 7). San Juan Evangelista nos relata que: « María,
tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús
y los secó con sus cabellos. » (Juan 12,3) 4.
NO HAY NECESIDAD DE IR A BUSCAR AL SEÑOR EN OTRO
LUGAR MÁS LEJANO Nos
aclara la Santa Teresa, que “En la Eucaristía se realiza ahora la Pasión
verdaderamente, y no hay necesidad de ir a buscar al Señor en otro lugar más
lejano; por eso, ya que sabemos que mientras permanecen los accidentes del
pan está con nosotros el buen Jesús, acerquémonos a El... Si tenemos fe nos
dará lo que le pidamos, pues está en nuestra casa.” (CP 34, 8). Dice el
Señor; « ¡cuánto
más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las
pidan! »
(Mateo 7, 11) “Pues no suele Su Majestad pagar mal la posada si le hacen buen
hospedaje” (CP 34, 8). “Pero ellos le forzaron (a Jesus) diciéndole: Quédate
con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse
con ellos. » (Lucas (SBJ) 24) y a Zaqueo le dijo: « conviene que
hoy me quede yo en tu casa. » (Lucas 19,2) Dice
el Señor a los discípulos; “¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!” (Lucas 10, 23). Teresa de Jesús, nos dice
como acongojada; “Si os da pena no verle con los ojos corporales, pensad que
no os conviene, pues verle glorificado, o como cuando andaba por el mundo,
pertenece a un nivel de vida diferente; ninguna persona le podría soportar
con las flacas fuerzas humanas, ni habría mundo, ni quien quisiera vivir en
él; porque viendo esta Verdad eterna, se vería que todas las cosas de las que
en este mundo hacemos caso, son mentira y engaño. Además, si viéramos tan
gran Majestad, ¿cómo se atrevería una pecadorcilla como yo, que tanto le he
ofendido, a estar tan cerca de Él?”
(CP 34, 9). Cuando Jesús se iba de
allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: « ¡Ten piedad
de nosotros, Hijo de David! » (Mateo
9,27) Añade
Teresa: “Debajo de aquel pan está tratable; porque si el rey se disfrazara,
no nos intimidaría conversar con él sin tantos miramientos y respeto; parece
que viene obligado a soportar nuestra llaneza, pues se ha disfrazado. ¡Quién
se atrevería, si le viéramos con tan gran majestad, a acercarse a Él con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas
imperfecciones!” (CP 34, 9). « Señor, no te molestes, porque no soy digno de que
entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu
encuentro. » (Lucas 7,6-7) 5.
“A LOS QUE EL VE QUE SE HAN DE APROVECHAR DE SU
PRESENCIA EL SE LES DESCUBRE” Sigue
hablando Santa Teresa: “A los que El ve que se han de aprovechar de su
presencia Él se les
descubre” (CP 34, 10). El Evangelio de Lucas relata: “Y sucedió que, cuando
se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y
se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron” (Lucas 24, 30-31), y sigue la santa: “que
aunque no lo vean con sus ojos corporales, tiene muchos modos de manifestarse
al alma por grandes sentimientos interiores y por diferentes caminos.
Permaneced con él de buena gana” (C 34, 10).
« Permaneced en mí, como yo en vosotros » dice el
Señor (Juan 15, 4). Y más Teresa; “no perdáis tan buen momento de negociar
con Él, como es el tiempo después de
haber comulgado” (CP 34, 10). “Este
pues, es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y para que le
escuchemos y le besemos los pies porque nos ha querido enseñar, y para que le
supliquéis que no se vaya de vuestra compañía” (CP 34, 10). « Entonces María, tomando una libra de perfume de
nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. » (Juan 12,3)
«poniéndose
detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los
pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los
ungía con el perfume. »
(Lucas 7,38) “Si
habéis de pedir esto cuando estáis mirando una imagen de, me parece una
bobería dejar a la misma persona para mirar su retrato. ¿No sería una
necedad, que viniera una persona muy querida a vernos, si en vez de hablar de
hablar con ella, estuviéramos conversando todo el rato con su retrato?” (CP 34,
11). « Y de
pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con
ellos. »
(Marcos 9, 8) “Cuando
acabéis de recibir al Señor, como tenéis a la misma persona delante, procurad
cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y mirad al corazón; que yo os
digo... que, si os acostumbráis a hacer esto siempre que comulguéis,...
aunque viene disfrazado, no lo vendrá tanto que no se os dé a conocer de muchas maneras, según el deseo que
tengáis de verle; y tanto lo podéis desear que se os descubra del todo” (CP 34,
12). « Ellos,
por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían
conocido en la fracción del pan. » (Lucas 24,35) 6.
QUIERE SU MAJESTAD (EL SEÑOR) QUE ENTENDAMOS QUE ES
ÉL EL QUE ESTÁ EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO. Teresa ahora nos invita a
reflexionar sobre lo que quiere el Señor que entendamos: “Más si no hacemos caso de él, sino que en cuanto le hemos recibido nos
apartamos de Él, a buscar
otras cosas más ordinarias, ¿qué ha de hacer? ¿Nos ha de traer a la fuerza a
que le veamos porque se nos quiere dar a conocer? No, que no le trataron tan
bien cuando dejó que le vieran todos manifiestamente y les decía claro quién
era, (« Ha
venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Ahí tenéis un
comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. » (Lucas 7, 34) y fueron muy pocos los que le
creyeron. Por eso harta misericordia nos hace cuando quiere Su Majestad que
entendamos que es Él el que está en el santísimo Sacramento. Mas sólo quiere
que le vean manifiestamente, y sólo quiere comunicar sus grandezas y dar sus
tesoros, a los que ve que le desean mucho, porque éstos son sus verdaderos
amigos.” (CP 34, 13). « a vosotros
os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a
conocer. »
(Juan 15,15) “Que
yo os digo que quien no lo sea, y no lo llegue a recibir como amigo... a ese
no se le manifestará” (CP 34, 13). « el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le
amaré y me manifestaré a él. » (Juan
14,21) “No ve la hora de haber
cumplido lo que manda la Iglesia, cuando ya se va de su casa y procura
echarle fuera. Este tal, ocupado en otros negocios y ocupaciones y preocupaciones
del mundo, parece que lo más rápidamente que puede se da prisa para que no le
ocupe la casa su Señor” (CP 34, 13). 7.
LA COMUNIÓN ESPIRITUAL Y EL RECOGIMIENTO POSTERIOR Teresa ahora nos habla sobre la
comunión espiritual, cada cual debe saber utilizar esta recomendación según
la circunstancia que esté viviendo. “Y
cuando oigáis misa y no comulguéis sacramentalmente, podéis comulgar
espiritualmente, que es de grandísimo provecho, y recogeos también después
interiormente, porque con esto se imprime mucho el amor de este Señor; porque
a quien se prepara para recibir, jamás deja de dar de muchas maneras que no
entendemos. Si nos
acercamos al fuego, por muy grande que sea, pero nos desviamos y escondemos
las manos, mal nos podemos calentar, aunque recibamos más calor que si
estamos donde no hay fuego; en cambio, si nos queremos acercar a Él y el alma está dispuesta, es decir, con deseos de
calentarse, y está allí un rato, queda con calor para muchas horas” (CP 35, 1). “Si
cuando comenzáis a practicar la comunión espiritual y el recogimiento
posterior, no os encontráis a gusto -que puede suceder porque el demonio os
encoja el corazón y os cause congoja-...(« esos son los que han oído; después viene el diablo
y se lleva de su corazón la Palabra » Lucas 8,12), el mismo demonio os hará creer que
encontraréis más devoción en otras cosas que en la eucaristía. Pero vosotras
no la dejéis; en esto comprobará el Señor lo que le queréis” (CP 34, 2). “Acordaos
de que hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos; («Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes
y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y
sígueme. Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía
muchos bienes. »
(Mateo 19, 21-22), entonces, pasemos
algo por El, que Su Majestad os lo pagará. Y acordaos también de tantas
personas que, no sólo no quieren estar con él, sino que le faltan al respeto
echándoselo de encima. Suframos algo por El para que vea que tenemos deseo de
verle” (CP 35, 2). 8.
LA VOLUNTAD DE SU BUEN HIJO La Santa Madre Teresa ve la voluntad del Hijo y
nos enseña: “Y ya que todo lo sufre y sufrirá
por encontrar al menos un alma que le reciba y lo tenga en sí con amor, sea
ésta la vuestra; porque si no hubiera alguna, con razón el Padre Eterno no le
hubiera consentido quedarse con nosotros” (CP 35,
2). “Es
tan amigo de amigos y tan señor de sus siervos que, como ve la voluntad de su
buen Hijo”, (Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar
a cabo su obra. Juan 4,34) no le quiere impedir obra tan excelente, en la que
tan cumplidamente demuestra el amor que nos tiene” (CP 35,
2). « Padre
mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero,
sino como quieras tú. » (Mateo 26,39) “Pues,
Padre santo que estás en el cielo, ya que queréis y aceptáis el sacrificio de
vuestro Hijo, y está claro que no habíais de negar algo que tanto nos
conviene a nosotros, alguien ha de haber que hable en favor de vuestro Hijo,
pues Él nunca se defendió” (CP 35, 3). Relata el Evangelio « ¿No oyes de
cuántas cosas te acusan? Pero él a nada respondió » (Mateo 27,13) 9.
TAN GRAN BENEFICIO COMO ÉSTE Teresa
de Jesús, a sus hijas, las monjas: “Seamos nosotras, hijas, aunque es
atrevimiento siendo las que somos; mas, confiadas en que nos manda el Señor
que pidamos, en cumplimiento de esta obediencia y en nombre del buen Jesús,
supliquemos a Su Majestad que, ya que no le ha quedado nada por hacer
concediendo a los pecadores tan gran beneficio como éste, quiera Su Majestad
poner remedio para que no sea tan maltratado” (CP 35, 3). («
Tomó Jesús pan y lo bendijo, lo
partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio
diciendo: Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos para perdón de los pecados. » Mateo 26, 26-28) “¿Qué
he de hacer, Creador mío, sino ofreceros este Pan sacratísimo y, aunque nos lo
disteis, volvéroslo a entregar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo,
que me hagáis esta merced?” (CP 35,
5). «Y el
pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? » (1 Corintios 10) “Tened
pues cuidado con cierta humildad que inspira el demonio, que causa gran
inquietud por la gravedad de nuestros pecados, con lo que... consigue que las
almas se aparten de la comunión y que no hagan oración personal porque no lo
merecen, y cuando reciben el santísimo sacramento se les pasa el tiempo en
que habían de recibir mercedes, pensando en si se han preparado bien” (CP 39,
1). 10. ACERCARSE AL
SANTÍSIMO SACRAMENTO CON GRAN FE Y AMOR, Finalmente, la santa Madre Teresa
de Jesús, nos invita a acercarse al “Santísimo Sacramento” con gran fe y
amor. “¡Válgame
Dios!; ¿qué nos espanta? ¿No es más de admirar la obra? ¿No nos llegamos al
santísimo Sacramento?” (Mdt
C 1, 11). Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues
todos participamos de un solo pan. (1
Corintios 10,17) Sigue Teresa: “Pienso
que si nos acercáramos al santísimo Sacramento con gran fe y amor, que una
vez bastaría para hacernos ricas, ¡cuánto más tantas!, pero parece que nos
acercamos a Él por
cumplido y así nos luce tan poco. ¡Oh miserable mundo, que así tienes tapados
los ojos de los que viven en tí, para que no vean los tesoros con que podrían
granjear riquezas perpetuas! (Mdt C 3, 9). “Por
mí os quedasteis en el santísimo Sacramento, y ahora me hacéis tan
grandísimos regalos” (Mdt C 4, 6). « Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta
copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. » (1 Corintios 11,26) “Un
día, acabando de comulgar, me pareció verdaderamente que mi alma se hacía una
cosa con aquel cuerpo sacratísimo del Señor, cuya presencia se me representó,
y me hizo gran operación y provecho” (Cc
39ª). “Una
vez acabando de comulgar, se me dio a entender cómo este sacratísimo Cuerpo
de lo recibe el Padre dentro del alma,
como yo entiendo y he visto que están estas divinas Personas, y cuán
agradable le es esta ofrenda de su Hijo; porque se deleita y goza con El acá
en la tierra (porque su Humanidad no está con nosotros habitualmente en el
alma, sino la Divinidad). « Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo
de Cristo? » (Corintios
10, 16) Entendí que también recibe este sacrificio aunque el sacerdote esté
en pecado mortal, pero no se le comunican a su alma las mercedes como a los
que están en gracia;...y no es falta del sol no resplandecer en el asfalto
como en el cristal...(Cc 43ª). Hay
grandes secretos en lo interior cuando uno comulga. Es lástima que estos
cuerpos no nos los dejen gozar (Cc 43ª). 11. POESÍA Cuando
me pienso aliviar Viéndote
en el Sacramento, e
hace más sentimiento El no
poderte gozar. Todo
es para más penar Por
no verte como quiero, Que
muero porque no muero (P 2). ¡Ay!
Cuando te dignas entrar
en mi pecho, Dios
mío, al instante el
perderte temo... (P 7). «Quédate con nosotros Señor» Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Bibliografía Obras Completa de Santa Teresa de
Jesus, Editorial Monte Carmelo Libro Vida (V) Camino de Perfección (CP) Mdt (Meditación de los Cantares Cuentas de Conciencia (Cc) Poesías (P) Textos Bíblicos de la Biblia de
Jerusalén |
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