SANTA TERESA DE JESÚS HIJA DE LA IGLESIA Autor: Pedro Sergio A.
Donoso Brant 1.
Contenido 2. LOS ABUELOS DE TERESA, RECONCILIADOS CON LA IGLESIA 3. EL MATRIMONIO DONDE NACIÓ TERESA 6. RETRATO PSÍQUICO DE TERESA. 7. LA LECTORA, ENTRE LA PIEDAD Y LA ILUSIÓN. 9. SU LETRA HABLA DE COMO ES ELLA 10. SU PADRE LA ENCERRO EN EL MONASTERIO DE LAS AGUSTINAS 11. ENTRA COMO MONJA EN EL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN 12. DEJA TEMPORALMENTE EL MONASTERIO POR ENFERMEDAD 14. AÑOS DE REGATEO ENTRE DIOS Y EL MUNDO, UNA VIDA SIMPLE Y
CORRIENTE 15. GUERRA INTERIOR DE DUDAS, TITUBEOS Y CONVERSION 16. VIDA MÍSTICA HABITUAL Y EL DESPOSORIO MÍSTICO. 17. TERESA ESTRENA VIDA NUEVA, EN UN TORRENTE DE CARISMAS 20. TERESA, MUJER EN PLENITUD, SUPERDOTADA DE CUALIDADES
HUMANAS. 21. TERESA CONOCE EL CORAZÓN HUMANO 24. LA GRACIA DEL ESTILO DE TERESA EN SUS ESCRITOS Y CARTAS 25. JESÚS TIENE CORAZÓN. Y NUESTROS HERMANOS TAMBIÉN TIENEN
CORAZÓN. 1.
INTRODUCCION
Con motivo del V
Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, he editado esta Biografía
de Santa Teresa de Jesús. Me he ayudado de sus propias fuentes,
principalmente del Libro de la Vida, de los trabajos realizados para mi amigo
y escritor P. Jesús Martí Ballester, de los materiales y antecedentes
utilizados en diversos talleres que me ha correspondido dar para hablar de
las virtudes, carismas, personalidad, cualidades humanas, etc.. Teresa de
Jesús, tiene mucho que decirle al mundo de los jóvenes, y a la Iglesia,
porque de almas como Teresa estamos todos necesitados, al menos, tomémosla como
Maestra, que iremos bien servidos, pues Dios quiso hacer de Teresa un testigo
de Jesús resucitado, como hizo a Juan y a Pedro y a los apóstoles. Esta
elección la convirtió en mujer nueva, capacitada para testificar con su vida
lo que había visto y oído. La enseñanzas de Teresa a sus hijas la monjas, y
el mensaje que aportó a la Iglesia de su tiempo fue, principalmente, el de la
imperiosa necesidad de orar, como camino para amar, y como dialogo de amistad
con Dios, como nos ha enseñado ella, a quien sabemos mucho nos ama. 2.
LOS ABUELOS DE TERESA, RECONCILIADOS CON LA IGLESIA
Su abuelo, don Juan
Sánchez de Toledo, había apostatado (renegado) de la religión católica, pero
por suerte los Reyes Católicos, a través del Tribunal de la Inquisición,
habían anunciado un edicto de gracia por el que los apóstatas podían
reconciliarse con la Iglesia católica, y a esta posibilidad se acogió don
Juan, que debió cumplir la penitencia que le impusieron: asistir cada
viernes, durante siete semanas, a la procesión de los reconciliados de
iglesia en iglesia, en Toledo, con el sanbenitillo
y sus cruces a sus espaldas. Con don Juan se reconciliaron también sus hijos,
Pedro, Álvaro, Rodrigo, Elvira, Lorenzo, Francisco y Alonso, el padre de
Teresa. Pensando el abuelo don
Juan, mercader refinado, intuitivo, certero y afortunado, que en Toledo
siempre sería mal visto, tanto por católicos, como por judíos, antes de que
llegara su anunciada ruina económica, emigró con su familia a Ávila, donde se
estableció como mercader de tejidos, y cambió su apellido de Toledo, de
origen judío, por el de Cepeda de su esposa, por lo luego vino a llamarse don
Juan Sánchez de Cepeda, apellido que, naturalmente heredará Teresa junto con
el dinamismo inquieto, la intuitiva sagacidad y la esplendidez ilustre y
generosa del abuelo. 3. EL MATRIMONIO DONDE NACIÓ TERESA
Don Alonso de Cepeda,
segundo hijo de don Juan primero se casó con doña Catalina del Peso, que
falleció dejando a su esposo con dos niños pequeños, María y Juan. Luego Don Alonso,
al quedar viudo a sus veintisiete años, volvió a casarse en segundas nupcias,
con doña Beatriz de Ahumada, y de este matrimonio, nació Teresa de Jesús, de
Cepeda y Ahumada, en Ávila el 28 de marzo de 1515. Podemos decir, que ella
llenó de felicidad este matrimonio y aquel hogar. Teresa tuvo por tanto dos
hermanos del primer matrimonio de su padre, y nueve hermanos de padre y
madre, Agustín, Juana, Pedro, María, Juan, Antonio, Rodrigo, Lorenzo y
Hernando. “El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara” “Era mi
padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun
con los criados”. “Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con
grandes enfermedades. Grandísima honestidad.” (Libro Vida 1), escribirá
Teresa. 4. LOS IDEALES DE NIÑA
“Nos juntábamos (ella y
su hermano Rodrigo de 8 años) los dos a leer vidas de Santos, que era el que
yo más quería” (Libro Vida 1,4). Siendo niña, se reúne con su hermano Rodrigo
para leer vidas de santos y repetir muchas veces que gloria y pena son “¡para
siempre, siempre, siempre!”, y se escapará con él a tierra de moros a que los
“descabezasen por Cristo”, y cuando se frustró su plan, decidirán “ser
ermitaños”. Con sus amiguitas Teresa construirá pequeños monasterios “como
que éramos monjas”. (Libro Vida 1, 4-6). A los trece años muere su madre, y
acude a la Virgen de la Caridad a pedirle con muchas lágrimas, que sea ella
ahora su madre. “Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, me ha valido”.
(Libro Vida 1,7) 5. RETRATO FÍSICO DE TERESA.
Sus contemporáneos nos
han dejado su retrato físico y psíquico diciendo de ella: Teresa era de
estatura mediana, más bien grande que pequeña. Medía 1,68. Gruesa más que
flaca, y en todo bien proporcionada. De color blanco y encarnado,
especialmente en las mejillas. Cabello negro, limpio, reluciente y
blandamente crespo. Frente ancha y muy hermosa. Cejas un poco gruesas, de
color rubio oscuro. Los ojos negros, vivos y redondos, al reír mostraban
alegría, y cuando mostraban gravedad eran muy graves. La nariz, más pequeña
que grande. La boca, ni grande ni pequeña. Los dientes, iguales y muy
blancos. La garganta ancha, blanca y no muy alta, sino un poco metida. Manos
y pies, lindos y proporcionados. Y tenía tres lunares en la cara. Daba gran
contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus
palabras y ademanes. Tenía particular aire y gracia en el andar, en el
hablar, en el mirar y en cualquier ademán que hiciese. Los vestidos, aunque
fuesen viejos y remendados, todos le caían muy bien. 6. RETRATO PSÍQUICO DE TERESA.
Teresa no ignoraba
teresa las cualidades que tenía. Anciana ya, manifestaba a un padre carmelita
como nos cuenta fray Pedro de la Purificación, durante la fundación de
Burgos: "No sé sobre qué cosa que tratábamos de imperfecciones en
principiantes a servir a Dios, me dijo una vez: - Sepa, padre, que me loaban
de tres cosas temporales, que eran: de discreta, de santa y de hermosa. Las
dos creíalas yo y persuadíme
que las tenía, y lo que creía era que era discreta y hermosa, que era harta
vanidad; más de que me decían que era buena y santa, siempre entendí que se
engañaban, y así nunca tuve que confesarme de consentimiento de tal culpa ni
me vino vanagloria de esta alabanza". Su psicología está
marcada por una gran sensibilidad, que se manifestaba en la expresión de su
rostro; sus profundos sentimientos fácilmente le bañaban en lágrimas los ojos
de pena, de ternura, de alegría o de compasión. Lloraba con mucha frecuencia,
aunque con más parsimonia, en su madurez. Tenía una gracia natural que se
llevaba a la gente de calle, y un deseo de agradar fuera de lo común. Juan Rof Carballo, un médico y ensayista español, padre de la
medicina psicosomática y miembro de la Real Academia Española ha estudiado su
grafismo y ha escrito: “Trazos llenos, vibrantes, contradictorios, muestran
el juego activísimo de las fuerzas del inconsciente. Pero todo ello aparece,
y esto es lo asombroso, como enmarcado o dominado con suavidad infinita
dentro de un yo de extraordinario poder y riqueza”. 7. LA LECTORA, ENTRE LA PIEDAD Y LA
ILUSIÓN.
Aprendió a leer de niña
en el Flos sanctorum, conocido libro de la vida de los santos y en los Santos
evangelios, pero en su adolescencia, iniciada por su madre, doña Beatriz, se
emborrachó con la lectura de los libros de caballerías, “Era aficionada a
libros de caballerías”, (Libro Vida 2, 1) en cuyas historias atractivas y
fascinantes de caballeros enamorados y damas hermosas, adoradas por los
hombres que se rendían a sus pies y que eran capaces de desencadenar inauditas
hazañas y escenas de amor apasionado, dilató su naciente imaginación y
ensanchó su horizonte vital y cultural. Nota al margen del Libro Vida dice;
Teresa misma llegó a escribir un "libro de caballerías" (una de
esas novelas) en colaboración con su hermano Rodrigo: los atestiguan F. de
Ribera ("Vida de la M. Teresa (, c. 5) y Gracián en nota a ese pasaje de
Ribera: "la misma (Teresa) lo contó a mí". – Pero de este escrito
de Teresa joven, nada ha llegado hasta nosotros. 8. DECIDIDAMENTE, FEMENINA.
Avivado por las novelas
su natural instinto femenino en esos años adolescentes de ilusión, aprendió a
utilizar todos los resortes femeninos para acicalarse y embellecerse, aunque
con un cuerpo en capullo en plenitud de primavera, necesitaba poco para estar
espléndida. Nos cuenta ella misma que usaba perfumes y joyas y dicen sus
biógrafos que, a la par que cultivaba extraordinariamente la limpieza, tenía
muy buen gusto para elegir vestidos y para combinar y armonizar los colores.
“Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho
cuidado de manos y cabellos y olores, y todas las vanidades que en esto podía
tener, que eran hartas, por ser muy curiosa”. (Libro Vida, 2,2)
Decididamente, femenina. Naturalmente, comenzó a
conocer el amor adolescente y romántico. Y descubrió el amor humano. Gozaba
con la compañía de sus primos, un poco mayores que ella, y con sus charlas y
vanidades, “niñerías nonada buenas”. (Libro Vida, 2,2) Llegó a enamorarse.
Pero con una gran limpieza. Tenía miedo de casarse, pero pensó en ello. Este
es un cabo suelto que nos ha dejado la Providencia: La que iba a ser madre de
tantas mujeres, no podía quedar en una inmadurez psicológica estéril, cuya
causa, en gran parte, es el desconocimiento de la vida y del amor humano.
Ella consideró esta situación un extravío, pero estaba muy dentro del plan
providencial sobre su misión eclesial. 9. SU LETRA HABLA DE COMO ES ELLA
Girolamo Morettti, franciscano de la Orden de los
Frailes Menores Conventuales, autor de "Tratado de Grafología",
"Psicología de la Escritura" y "Los santos a través de su
escritura" dice de santa Teresa tras su estudio grafológico, Moretti: «Su espíritu se apoya menos en el raciocinio
que en la intuición nutrida de un derroche de imaginación». Aquel corazón que
había despertado al amor, después de haber experimentado ese sentimiento tan
bello y tan grandioso y transformante, necesitaba depositar ese amor en otro
corazón más grande, que no estuviera sujeto a la mutabilidad humana, y que
durara siempre, eternamente, que será el de Cristo. Se cumple lo que
diagnostica Moretti: “Sabe distinguir los
sentimientos auténticos y los espurios y, por ende, pone en orden la vida
psíquica y orienta el sentimiento, tanto en el trato como en sus relaciones
con Dios”. Comenzó a orar acompañando a Cristo en la Oración del Huerto,
porque es ahí donde le ve más solo. Tiene el Señor una especial necesidad de
consuelo en la Oración del Huerto. Teresa permanece con El todo lo que le
duran los pensamientos. Su corazón femenino, cariñoso y lleno de generosidad,
sólo desde el amor y la generosidad podrá dar el salto a la vida religiosa,
que es cambiar el objetivo de su amor. Aquellos hombrecillos que le
fascinaban van a dejar paso al Hombre Dios, de quien se va a apasionar
ardientemente. Ella es así. No puede vivir a medias. Necesita entregarse por
entero. Otra vez Moretti: “Se propone fines
sólidos, que procura alcanzar, pese a quien pese». Y expone la Santa:
«Paréceme que andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía
tornar a Él”. 10. SU PADRE LA ENCERRO EN EL
MONASTERIO DE LAS AGUSTINAS
Todo fue muy bonito,
pero a don Alonso, su padre, no le resultó tanto y, sin que ella se diera
cuenta, pues él sabía que, de haber contado con ella, habría dialécticamente
perdido la batalla, la encerró en el monasterio de las Agustinas de Santa
María de Gracia que acogían y educaban a las jóvenes "doncellas señoras
de piso”, donde vivirá en compañía de otras muchachas de su edad, y vigilada
y acompañada por doña María de Briceño, que tuvo tino para desadormecer a
Teresa, quien ya desde entonces comienza a reflexionar en serio en qué estado
servirá a Dios, y pide a todas; “comencé a rezar muchas oraciones vocales y a
procurar con todas me encomendasen a Dios, que me diese el estado en que le
había de servir.” (Libro Vida, 3,2), y añade; “más todavía deseaba que no
fuese el de monja”. “Comencé a hacer oración sin saber qué era”. Comenzó a
orar acompañando a Cristo, consolándole y deseando limpiarle el sudor en la
Oración del Huerto. No era una oración racional, sino un diálogo vivo con
Dios. Una enfermedad la saca del monasterio de las Agustinas, donde se había
hecho querer, como en todas partes siempre. 11. ENTRA COMO MONJA EN EL MONASTERIO
DE LA ENCARNACIÓN
La visita en Hortigosa a su tío Don Pedro de Cepeda, virtuoso y amigo
de buenos libros, enriquece el afán de la lectora y cambia el rumbo de sus
temas. El tío quiere que le lea a él, y ella, por darle gusto, le lee, y la
fuerza de la lectura y la conversación ablandan el barbecho, hacen que se
vaya encontrando a sí misma; “vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña,
de que no era todo nada, y la vanidad del mundo, y cómo acababa en breve”
(Libro Vida, 3,5), Las Epístolas de san
Jerónimo la enardecen “Me dio la vida haber quedado ya amiga de buenos libros.
Leía en las Epístolas de San Jerónimo, que me animaban” (Libro Vida, 3,7),y
decide irse al monasterio. A las Agustinas no, porque eran excesivamente
austeras, pero sí a la Encarnación, donde tiene una grande amiga (Libro Vida
3,2). Se trata de Juana Suárez, que era monja carmelita en la Encarnación de
Avila; por este tiempo solía visitarla la Santa, (nota N° 2 del Libro Vida
3), Teresa la quería mucho. Y así entra monja en el
monasterio de la Encarnación. Arrumbados sus planes de matrimonio, lo que le
costó una enfermedad por el empeño y la entereza que ponía en sus decisiones,
y vencida la negativa paterna con tenacidad, el día de Animas
de 1535, cuando acababa de cumplir sus veinte años, salió furtivamente de su
casa, y se dirigió a la Encarnación para ser, al fin, monja. “Muy de mañana
al monasterio adonde estaba aquella mi amiga, que era al que yo tenía mucha
afición” (Libro Vida, 4,1), En el monasterio tuvo que seguir el método
racional de oración que le imponía la regla y dejar el suyo vital y afectivo,
que era una conversación personal. Como ha de prevalecer el ritmo calculado y
casi mecánico del método que le enseña la maestra de novicias sobre su propio
modo de orar desde su vida que la conectaba con la Vida y de ella sorbía
vida, acusó el desajuste. Comenzó a debilitarse. Era todo muy complicado. No
acertaba. Comienza a hacer penitencias. Y el resultado fue fatal. 12. DEJA TEMPORALMENTE EL MONASTERIO
POR ENFERMEDAD
Poco después de la
profesión la invadió una gran tristeza, síntoma de una grave enfermedad
psicosomática, que la forzó a dejar, temporalmente, el monasterio. “Estuve
casi un año por allá, y los tres meses de él padeciendo tan grandísimo
tormento” (Libro Vida, 4,6), Hace un
año que ha profesado, Teresa tiene veintitrés y medio. Cuando pasa por Hortigosa a curarse, camino de Becedas,
su tío Pedro le regala el Tercer Abecedario de Osuna, que la introduce en las
quintas moradas. Todo, enfermedad, penitencias, encuentro con su tío y
lectura en la soledad de Becedas, son elementos
providenciales para la forja de su alma, que están en la base de su Obra y de
sus libros, sobre todo en Camino, por ser el más didáctico de todos. Curada, deviene el
milagro de san José, “Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y me encomendé mucho a
él”, (Libro Vida, 6,6), y se convierte en la monja fina, pálida y delicada,
de palabra fácil, porte gentil y personalidad seductora, que atrae las
simpatías, las visitas y las limosnas al monasterio pobre. 13. RETROCESO Y RECUPERACIÓN.
Mal aconsejada, cede a
su natural y, “de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión
en ocasión”, (Libro Vida, 7,1), pierde el fervor y casi su vocación de
orante. Deja la oración porque tiene vergüenza de “tener tan particular
amistad” (Libro Vida, 7,1) con Dios, dada la disipación en que vive. “Me
ayudo a esto que, como crecieron los pecados, comenzó a faltar el gusto y
regalo en la virtud”. (Libro Vida, 7,1) Y tiene que intervenir Dios de nuevo
con la enfermedad de su padre, a quien fue a cuidar “estando más enferma en
el alma, que él en el cuerpo”. (Nota del capítulo del Libro Vida 7). Esto le
da la oportunidad de encontrarse con el padre Vicente Barrón, quien le
aconseja que vuelva a la oración, cosa que resultó más eficaz que la
representación de Cristo “con mucho rigor” (Libro Vida, 7,6) manifestándole el desagrado que le producen
aquellas amistades y sus charlas en el locutorio que la desangraban, la desinteriorizaban. 14. AÑOS DE REGATEO ENTRE DIOS Y EL
MUNDO, UNA VIDA SIMPLE Y CORRIENTE
Comenta Teresa; “Pasaba
una vida trabajosísima”. Sufre en la oración,
porque no es fiel: “me llamaba Dios pero yo seguía el mundo”. “Intentaba
concertar estos dos contrarios tan enemigos uno de otro”. (Libro Vida, 7,17)
Y no es que fuera mala, era considerada por muy buena, pero Dios la quería
mejor, y ella estaba imposibilitando la realización de su llamamiento. Ella reconoce que “con
regalos grandes castigabais, Señor, mis delitos”. (Libro Vida, 7,19) A pesar
de la desgana sigue acudiendo al oratorio, haciendo esfuerzos sobrehumanos,
más pendiente del reloj que de la oración, “hartas veces no sé qué penitencia
grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana que recogerme
a tener oración.” (Libro Vida, 8,7) El
Señor sostiene su perseverancia, y su fidelidad de permanecer apoyada “en la
columna de la oración”(Libro Vida, 8,2) pone a
prueba su “determinada determinación” de orar. Ya no estaba en su mano dejar
la oración, “porque me tenía en las suyas el que me quería para hacerme
mayores mercedes”.(Libro Vida, 7,17) Profesar como monja en
un monasterio no es sinónimo de penetrar en el misterio de Dios, dejarse
quemar en su fuego y permanecer pacientemente en su nube asomada al abismo.
Lo primero se puede hacer desde una vida simple y mediocre. Lo segundo exige
una inmensa y dolorosa purificación, devoradora de la mujer vieja. Teresa
vivió como monja corriente casi veinte años. A punto de cumplir los cuarenta
años la va a tomar Dios por su cuenta, porque la tiene elegida para maestra
de la Iglesia de su tiempo, sacudida por el vendaval de la polémica en torno
a la oración, cuando además no se aprovecha la energía de la mujer. Corriente
antioracionista y antifeminista que Teresa está
llamada a corregir y a orientar, como maestra segura de oración y de vida
cristiana, de su tiempo y de todos los tiempos. 15. GUERRA INTERIOR DE DUDAS, TITUBEOS
Y CONVERSION
Y, como el mejor médico
suele ser el que padeció la enfermedad que ha de curar, la Providencia
dispuso que Teresa aprendiera a orar sola, por no haber tenido maestros, ella
mismo confieza: “yo no hallé maestro, aunque lo
busqué, en veinte años”.(Libro Vida, 4,7)Tropezando,
abandonando, recomenzando, perseverando, saldrá maestra de oración. Veinte
años de oración a secas, dura, difícil, árida y seca, no obstante, cuando
sacaba una gota de agua se sentía feliz, para poder después, desde su
experiencia, enseñar a sacar agua del pozo para regar “el huerto, para que
crezcan las plantas y lleguen a echar flores que den de sí gran olor”. (Libro
Vida, 11,6) Dios seguía acosando,
pero ¡alerta!, que Su Majestad le está preparando la emboscada. En esta guerra interior
de dudas y titubeos, en este caer y levantarse, a Dios ya le corre prisa, y
dirige un ultimátum a Teresa: la vista de la imagen de un pequeño “Cristo muy
llagado” (Libro Vida, 9,1) la sobresaltó de forma tal que decide, “con
grandísimo derramamiento de lágrimas, no levantarse de cabe
sus plantas hasta que no hiciese lo que le suplicaba: la fortaleciese ya de
una vez para no ofenderle”.(Libro Vida, 9,1)
La lectura de las Confesiones de san Agustín hincarán más el arpón:
“Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto,
parece que me la dio el Señor a mí. Estuve un gran rato que toda me deshacía
en lágrimas, con aflicción y fatiga.” (Libro Vida, 9,8) En síntesis, el
capítulo nueve de la Vida, en que narra su conversión definitiva, es
considerado como el punto clave en la trayectoria vital de Teresa. Ha
rebasado ya el ecuador de su vida. Tiene treinta y nueve años. Le quedan
veintisiete de vida y muchas cosas por hacer. Los planes de Dios sobre ella
son de gran vuelo. Ya es hora de intervenir. Y va a intervenir. 16. VIDA MÍSTICA HABITUAL Y EL
DESPOSORIO MÍSTICO.
Las sospechas de quinta
morada en la soledad de Castellanos de la Cañada, un lugar cerca de Avila, de
hace quince años, a la lumbre de la lectura del Tercer Abecedario, que nos
ofrecen el principio de su carisma al convertir al sacerdote de Becedas, se van a hacer habituales y la van a instalar en
creciente vida mística. Ante la gran cantidad
de mercedes, Teresa acude a sus consejeros: Francisco de Salcedo y Gaspar
Daza. Escuchan sin entender; escapaba a sus esquemas aquella monja tan
desenvuelta y tan enriquecida de Dios, y diagnostican los dos que su espíritu
es diabólico. Terrible tortura para teresa: no hace más que llorar. “Fue
grande mi aflicción y lágrimas”. (Libro Vida, 23,12) La incompetencia y
terquedad de aquellos obtusos e intransigentes directores obligó a Teresa a
someter su conciencia a unos y a otros y su caso pasó de mano en mano
injustamente discutido; lo que le ocasionó un martirio atroz. Un poco y llegarán
Diego de Cetina, que, aunque joven, la apacigua y comprende, y Francisco de
Borja y Juan de Prádanos, gloria a Dios, que
aciertan. A este último le cabe el mérito de que, bajo su dirección, alcance
Teresa el desposorio místico, que ella encuadra en su sexta morada: “Ya no
quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles”.(Libro Vida,
24,5) La gracia que sana. En
este momento ha comenzado una nueva vida para Teresa. El Señor ha estado
grande con ella. No olvidemos que la grandeza es del Señor, que socorre la
debilidad de Teresa. Se puede mirar el
privilegio como mérito del privilegiado, y es todo lo contrario; se
privilegia la debilidad que necesita ser ayudada, restañada, curada, para
poder cumplir los designios del autor de los regalos. Dios la quería más
interior. Si su sicología y sus contradicciones interiores son un obstáculo,
Él la sanará y las armonizará. Es creada la mujer
nueva. Paladinamente lo confiesa Teresa en el capítulo veintitrés: “De aquí
en adelante es otro libro nuevo, quiero decir otra vida nueva. La de hasta
aquí era mía, ésta es de Dios que vive en mí” (Libro Vida, 24,5) 17. TERESA ESTRENA VIDA NUEVA, EN UN
TORRENTE DE CARISMAS
Tras los forcejeos de
ella, sus vacilaciones y mediocridad, e impotencia, Dios se enseñorea de su
timón, porque la necesita transfigurada, transformada, recreada. Y en el
crisol de la contemplación ha matado el gusano y ha nacido la mariposa,
“mariposica blanca, muy graciosa”, (V Moradas 2,). Lo que Teresa no ha podido
conseguir en tantos años, lo ha logrado Dios con su gracia en un instante. Siguen las gracias
místicas esplendorosamente, dolorosamente, eficazmente: visiones
intelectuales de Cristo, “cabe mi Cristo y veía ser El, el que me hablaba”
(Libro Vida, 27,2) e imaginarias
como la transverberación: “veía un ángel cabe mí en forma corporal..... veíale un dardo de oro con fuego
que metía en el corazón y me llegaba a las entrañas...”; (Libro Vida, 29,13)
y los arrobamientos en público, que la llenaban de rubor y de bochorno.
Estaba realmente humillada, acobardada, era tan excesivo el tormento, que
hubiera preferido que la enterraran viva. Se dice que llegó a pensar irse a
otro monasterio, quizá a Valencia, donde no la conocieran. 18. SAN PEDRO DE ALCÁNTARA.
Sólo alguien que
conociera por experiencia los fenómenos tan extraños en que venían envueltas
las inmensas torrenteras de amor, podía intervenir con eficacia para
serenarla, garantizarla, devolverle la paz. Este santo varón fue san Pedro de
Alcántara. “Enseguida vi que me entendía por experiencia, que era lo que yo
necesitaba”. “Quedamos muy amigos”.(Libro Vida,
30,4) Es admirable la Providencia
que acude en ayuda de Teresa. ¿Cuántas personas que tienen experiencia en
éxtasis habría en España en aquellos tiempos? ¿Uno? Pues ese único llega a
consolar a Teresa en el momento necesario. Más adelante volverá para
convencer al obispo de Ávila de que apruebe su fundación. Su intervención fue
necesaria y decisiva, porque don Álvaro de Mendoza se había cerrado en banda:
no quería admitir la fundación. A pesar de haberle escrito fray Pedro, su
decisión se mantuvo inexpugnable. Pero el amor de fray Pedro era más fuerte
que la terquedad del Obispo y enfermo como estaba, se levantó de la cama, y
quiso que le llevaran cabalgando en un borriquillo a El Tiemblo, donde estaba
el Obispo. Le acompañaron Gonzalo de Aranda y Francisco de Salcedo. «Los que de veras aman a Dios todo lo bueno aman,
todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno alaban, con los
buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden». La sangre y la vida
darán por ayudar las obras de Dios. Es la piedra de toque que expone si se
busca a Dios o el prestigio propio y la imagen que por nada del mundo se
quiere arriesgar. 19. LA VISIÓN DEL INFIERNO.
Teresa ha experimentado
el infierno. «Entendí que quería el Señor que viese el lugar que los demonios
allá me tenían aparejado... ” (Libro Vida, 32,1) “Quiso el Señor que verdaderamente yo
sintiese aquellos tormentos y amargura espiritual, como si los padeciera en
mi carne”. (Libro Vida, 32,3) Es el
golpe definitivo y fulminante de Dios. ¿Qué puede hacer Teresa por Dios, por
los hombres, sus hermanos, por la Iglesia? Nos lo relata en el capítulo
treinta y dos de Libro Vida. “De aquí gané la grandísima pena que me da de
las muchas almas que se condenan y los ímpetus grandes de ayudar a las almas,
que, por librar una sola de gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes
muy de buena gana”. Como mujer de su tiempo antifeminista se encuentra
limitadísima. Por lo menos podrá convertirse ella, “guardar su regla con la
mayor perfección”; “hacer lo poquito que puede” para que, pues “el Señor
tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos sean buenos”. Y tras la
conversación en su celda con sus amigas, cuando salta al desgaire en la
conversación la idea de “si no podrían ser monjas como las Descalzas y hacer
un monasterio”, con el permiso del Provincial y el del Papa, será fundadora.
Se reformará ella y reformará el Carmelo, que tendrá desde ahora un apellido:
Teresiano. Tiene cuarenta y cinco años. Toda su alma va a poner en el empeño,
pues “Su Majestad le ha mandado que lo procure con todas sus fuerzas”, aunque
le esperan “grandes desasosiegos y trabajos”. 20. TERESA, MUJER EN PLENITUD,
SUPERDOTADA DE CUALIDADES HUMANAS.
Se van a cruzar en su
camino monjas y frailes, arrieros y alguaciles, albañiles y señoras
principales, caballeros y mercaderes, obispos y curas, mesoneros y
corregidores, teólogos y confesores, arrieros y duquesas, príncipes, nuncios
papales y hasta el mismo rey. Está bien preparada. Fogueada por Dios, puede
ya repartir sus frutos; dará la talla, cruzará Castilla cabalgando a lomos de
mula o en carreta, atravesará la nevada sierra de Guadarrama en crueles
invernadas, llegará hasta Andalucía y estará a punto de perecer ahogada en el
paso difícil de una torrentera burgalesa. Camina ya dentro de la morada del
Rey y su actividad es la de Dios. Teresa de Jesús ha ido
desarrollando su inteligencia eminente y ha madurado en su estilo y en todas
sus capacidades humanas y cristianas. Aquellas preceden a éstas, que han
encontrado un buen soporte en las humanas. Largo sería el análisis de unas y
de otras: Junto con la capacidad para vivir con las personas más dispares,
incluso con su irascible cuñado Martín Barrientos, posee veracidad y audacia
y tiene un sentido profundo de la justicia, incluso en las menudencias
domésticas. Una vecina prestaba a las monjas la sartén que no tenían. Cuando
recibieron una limosna, cada una fue indicando en qué gastarían el dinero, y
la Madre intervino: “en la sartén, en la sartén”, y mandó a sus monjas que la
compraran, para no abusar de la generosidad de la vecina. Sabe dudar y sabe
preguntar: se pregunta a sí misma y pregunta a quienes le pueden informar o
dar seguridad. Dialogante por idiosincrasia, es realista y discreta para
conseguir sumar voluntades y no le interesa para nada restar amistades ni
desestimar o rechazar colaboraciones, conocedora de lo que hay de bueno y de
positivo en cada interlocutor que tiene la suerte de cruzarse con ella en su
camino. 21. TERESA CONOCE EL CORAZÓN HUMANO
Teresa conoce el
corazón humano y tiene tacto para conducirlo, se deduce tenía mucha
consideración para examinar el talento de las personas. Y a las dos vueltas
que daba, calaba y tanteaba los quilates de valor que tenían las mujeres que
le venían a hablar para tomar el hábito. Teresa siente un gran respeto por
los demás, y adquirirá fama de no hablar mal de nadie: con la madre Teresa
tienen todos las espaldas bien guardadas. Es fiel
cumplidora de la palabra empeñada, posee entereza y es muy agradecida, “con
una sardina me sobornarán” solía decir. (Cartas, 81) Pero sobre todo lo
dicho, es mujer de grandes ideales, lo que le daba un aire de gran señora que
compaginado con su porte de pobreza y humildad, la hará más singularmente
atractiva. Su dignidad y señorío la llevan a querer ocultar las necesidades
que pasa, sin pedir a nadie. Lo mismo que a no querer viajar como una
pordiosera “en unos borriquillos que las viera Dios y todo el mundo”.
(Cartas, 103) 22. SENSIBILÍSIMA E INTUITIVA
Su capacidad creativa,
que es asombrosa, tiene, en parte, su fuente en la observación, pues desde
niña ha sido como un esponja que ha asimilado todo lo que en su entorno ha
visto, ha oído o ha observado, y ha hecho suyo todo lo positivo y ha
conseguido irradiarlo a su alrededor. Sensibilísima e intuitiva, como un
radar que es capaz de recoger incluso los imponderables que flotan en el
ambiente, y que no tienen explicación racional. Como contrapartida lógica,
consecuencia de la riqueza de información que capta su radar, posee un
temperamento hipersensible que la hace inestable, “otras veces me parece que
tengo mucho ánimo... y otro día viene que no me hallo con él para matar una
hormiga”. (CP 38, 6) Pero ella ha
podido y ha sabido equilibrar esta inestabilidad con su gran talento, dominio
y sensatez. Si es difícil conjuntar voluntades para la acción, (juntos Doria
y Gracián, ¡qué proeza!) ella ha vencido esa dificultad con la gracia de saber
hacerse ayudar por todos, haciendo ver que necesitaba los servicios de todos,
y así sus obras se convertirán en obras de todos. Hoy diríamos que sabía
trabajar en equipo. Siendo líder, arrolladora y convincente, no quiso ser, ni
pasó por ser «vedette». 23. GENIAL COMUNICADORA.
Teresa sabía hablar,
era una gran comunicadora. También sabía escribir. Aunque apenas conocía la
gramática ni las reglas de sintaxis, ha sido capaz de conseguir un estilo
lleno de fuerza que, con imágenes vigorosas, narración vivaz en los relatos y
pinceladas coloristas, pone en pie al lector. Ahí brilla su genio mejor. Esto
en la forma, y en el fondo, la interior introspección, resultado de su rica y
poderosa personalidad y del conocimiento de las reacciones psicológicas que
asimiló en sus lecturas de libros de caballerías. Pero Teresa no busca el
arte por el arte. Jamás lo hubiera pensado ella, ni hubiera escrito una sola
página por hacer literatura. Ella escribió para dar a conocer su espíritu a
sus maestros y, más adelante, para participar a sus monjas las misericordias
del Señor, el misterio que vivió. Fue más tarde cuando, sin pretenderlo, se
abrió el círculo de sus lectores. Les estudiosos aún tardarán en llegar.
Entre sus lectores, por recordar los más egregios del siglo XX, están Carlos
de Foucauld y Edith Stein, judía, filósofa y después deliberadamente no
cristiana, quien, tras haber devorado en una noche este libro de la Vida,
exclamó convencida: “Aquí está la verdad”. Santa Teresa tiene una
inteligencia excepcional y una facilidad extraordinaria para la conversación,
y así escribe como si conversara. Pero al igual que en la conversación no se
exige un rigor dialéctico ni una línea cartesiana ajustada y lógica, no se
encuentra en las obras de Santa Teresa ni esa dialéctica ni tal rigor
científico. Ella habla con desenfado tal como le bullen las ideas y,
cabalmente por eso, resulta arduo encuadrarlas y clasificarlas. Su estilo
vitalista y experiencial y concebido en términos coloquiales tiene un encanto
que, junto con el empleo de un castellano popular, que no vulgar, adquiere un
gracejo singular, embrujador e inimitable. Pero el genio de Santa Teresa es
bravío y original, vegetación crecida a su aire, y me he preguntado si cabría
la posibilidad de someterlo a un molde, dejándola expresarse con libertad
condicionada, eligiendo unos temas interesantes y fundamentales, que dieran
soluciones a las zonas de los interrogantes actuales. Creo que esto sería
oportuno, seleccionando los temas y limitándole el espacio de los mismos, para
que dijera todo lo que ha dicho en sus obras de ellos sin repetirse y sin
divagar -"sin divertirse"- como ella suele y se divierte
reconociendo. 24. LA GRACIA DEL ESTILO DE TERESA EN
SUS ESCRITOS Y CARTAS
Teresa de Jesús no ha
fundado conventos para recluirse y recrearse a solas con Dios burguesamente y
aislada en su torre de marfil, sino para estar más presente en el mundo, en
las gentes, en los suyos, y en los extraños. Sus grandes obras
doctrinales, que tanto esfuerzo le costaron, son casi un grano de arena
comparada con la multitud de cartas dirigidas a tantas personas, con quienes
une sus manos para salvar y extender la redención de la sangre de su Señor a
toda la tierra. Unida al yugo de la
pluma permanece toda su vida de fundadora, agotándose con el uso de aquellos
medios elementales, plumas de ave, tinta y papel de difícil escritura,
correos lentos e inseguros. Su gran pena de no poder llegar más lejos en la
extensión de su amor por las almas, quedaba paliada por el cauce de su
correspondencia cordial y santa, prudente y sagaz, con que mantenía el fuego
sagrado entre sus amigos y en todas aquellas personas que le ofrecieran
siquiera, una leve rendija por donde pudiera colarse su amor y compromiso. Cartas compartiendo el
dolor, o la pobreza, o la preocupación de su familia, siempre elevándoles a
la santidad, su afán supremo. Para que crezca la cristiandad en el corazón de
la humanidad, para que esa cristiandad se haga caridad. Teresa no queda
encerrada en su pequeño horizonte, sino que, abismada en Dios, trasciende el
deseo de su corazón a todas las personas que entran en su órbita. Cuando se
lamenta a Dios de que quede encerrada en ella la riqueza que está recibiendo,
oye la voz: "Espera y verás grandes cosas". (Fundaciones 1,8) Por
eso ella siempre espera que el Señor encamine la solución de sus ardientes
deseos: "Hágalo Dios como puede y ve que es necesario". (Cartas,
325 al Padre Jerónimo Gracian) Como orante calificada,
visto Dios y habiendo estado en el infierno, siente el deber acuciante de
proyectar la luz eterna sobre las cosas temporales, de situar los destinos
humanos en la balanza de la eternidad, de elevar las cosas enmarañadas e
inexplicables de la tierra a la realidad plena y diáfana que les corresponde
según la verdad, el juicio y la gracia de Dios. Visión de fe, anticipo de la
celeste. Juan, en sus visiones
apocalípticas, Dante, en la Divina Comedia, y Teresa en su propia vida, no
sólo han visto la purificación y salvación, sino también el fuego y las
bestias del abismo. Con su estilo inimitable,
Teresa, en sus grandes obras ha expresado la Palabra, en sus cartas la matiza
y la hace más humana, materna y fraterna. Si uno se pregunta cómo poner en
práctica esa vida que en sus obras grandes se manifiesta siempre en vuelo, al
leer sus cartas verá cómo y con qué facilidad puede encarnarse, en la vida de
cada día, y quedará asombrado de cómo viviendo una vida mística permanente,
no queda comprometida ni perjudicada su vida cotidiana y sí sublimada la
preocupación por su iglesia. El águila que vuela alto, puede y lo hace,
descender a los más prolijos detalles. La sabiduría de
acertar: si sólo escoge las que le gustan, se quedará sin monjas. No podría
haber tantas si ella tanto hubiera elegido. Se comienza con lo que se puede y
Dios actúa después... Pero no son sus obras
grandes las que han acaparado sus más intensas energías. Cada día ha llevado
apresado en su afán, el latido vigoroso de la escritora de cartas. Si 15.000
se calculan que escribió, de las cuales sólo nos han llegado poco más de
cuatrocientas, es evidente que la cantidad de sus páginas superan mucho las
cuatro obras mayores. Con la ventaja para el lector de poder contemplar
vibrante ante los más diversos aconteceres, su espíritu singular, y su estilo
de buen humor que, a veces, toma a broma los acontecimientos, las personas, y
a ella misma, y la complejidad de los días. No necesita maquillarse para
entregarse a sus corresponsales. Se presenta tal cual es, sin doblez ni
amaneramiento, con una sencillez y un descuido que cura para siempre a los
artificiosos de mojigatería. Sin fingimientos. Con llaneza. Con autenticidad. Capacidad inaudita de
observación, ninguna obsesión por ningún tema, avisos certeros, tenacidad en
insistir en lo esencial, labor constante, aunque sin tiempo para releerla y
por lo tanto, pulirla. Y todo de manera magistral. ¡Cuánta y cuán maravillosa
belleza brilla en estas cartas! ¡Qué estilo más impresionante y embelesador!
¡Qué arte tan excepcional goza su autora! La difícil facilidad de su estilo
siempre a su alcance. ¡Qué regalo su lectura y cuán bienhechora! 25. JESÚS TIENE CORAZÓN. Y NUESTROS
HERMANOS TAMBIÉN TIENEN CORAZÓN.
Y, como miembros del
Cuerpo Místico, integran a Jesús. Jesús se deja querer y se hace de querer.
En cada hermano nuestro hay un Niño, que necesita amor y dedicación. Una
sonrisa le hace feliz; una pequeña atención puede disipar una tristeza. Teresa no quiere
hombres y mujeres espinosos, almas ocultas, personas cerebrales, que tienen
miedo de manifestar sus sentimientos porque creen, equivocadamente, que eso
les empequeñece, y les rebaja: "Cuanto más santas más conversables con
las hermanas". (CP 41,7) Los que así piensan, no tienen ni idea de que
la grandeza consiste en la sencillez, y de que el hombre integral no es sólo
cerebro, sino también corazón, es decir sensibilidad, afectos, emociones,
sentimientos. Dice Jesús: "Tengo compasión de esta gente". Jesús
llora ante el sepulcro de Lázaro, se deja perfumar por Magdalena, acaricia y
bendice a los niños, y deja que se le acerquen y rodeen, consuela a la viuda
que lloraba a su hijo muerto: "Mujer, no llores"... Hemos de
aprender en la escuela de los sentimientos de Jesús, porque somos
prolongación de Jesús y, no solo histórica, sino principalmente, profunda e
interior. "Tened los mismos sentimientos de Cristo", nos dice San
Pablo. La Iglesia, Esposa de Cristo, ha de estudiar más los sentimientos de
Cristo que las ideas de Cristo. Porque en la Iglesia, huyendo del peligro de
caer en el sentimentalismo, se cae, con muchísima facilidad, en el racionalismo.
Y la razón no conmueve. Y sólo desde la conmoción podemos adoptar las grandes
decisiones, y se consiguen las plenas adhesiones. Muchas lanzas rompió el
genio de Teresa que cambiaron el rumbo de la historia, pero no es pequeña la
que rompe en la manifestación de su afecto, en una época espinosa de
señorías, sus mercedes y sus reverencias, cuando incluso a los más humildes
le habla de usted. Teresa hoy, con su
estilo, sustancial y accidental, puede centrar la atención a los hombres de
acción para que no se pierdan en lo superficial, pero con tintes de
clarividencia y siempre de ternura y con su disposición al sacrificio. ¿Por
qué aparece tan preocupada por la salud, sobre todo de los responsables,
Gracián en primera línea, y después las prioras, sino porque aquella vida que
ella ha ideado inmolada y sin descanso, les minaba las energías? Sacrificio
cuyos frutos sabe que sólo verá en el cielo, como fruto ímprobo de su
trabajo. "No sienta que haya padecimientos, pues el padecer trae tantas
ganancias". Preguntó a Fray Juan de
la Cruz una hermana tras escuchar sus versos divinos: "Padre, ¿esas
palabras se las ponía Dios, o las buscaba usted?" -"Unas veces me
las ponía Dios y otras las buscaba yo". Teresa en sus cartas no está
siempre en trance místico: Busca, pregunta, observa, razona. El lector que se decida
a leer las Cartas no va a perder el tiempo; son un tesoro maravilloso de
sencillez, de buen humor, de enfado y enojo naturales y espontáneos,
corregidos por la paciencia, y con una abundancia de matices que nos la hacen
ver más palpitante que en sus obras doctrinales grandes. Maestra de apóstoles,
paciente y dolorosa ante su inactividad exterior forzosa, siempre animada por
la esperanza de que el Señor lo encaminará todo bien. No se puede prescindir
en el camino cristiano de Santa Teresa, como tampoco de San Juan de la Cruz;
si lo hacemos y porque lo hemos hecho más de lo que se cree, nuestra teología
se ha empobrecido y nuestra fe oscila sobre arena movediza. Pienso que la
mejor democracia es la que pone en manos del pueblo lo mejor de la cultura y
de la espiritualidad para elevarlo. No tenemos derecho a
quedarnos con la llave de la puerta, y menos a ponernos a la tranca de
estorbo, porque se nos ha dicho que empujemos para que entren, no que
dificultemos el paso: Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y
cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa." (Lucas 14,23). Teresa de Jesús ya ha
cumplido su tarea. El 4 de octubre de 1582, en Alba de Tormes. "¡Oh Señor mío y Esposo mío—le oyen suspirar sus monjas—,
ya es llegada la hora deseada, tiempo es ya que nos veamos. Señor mío, ya es
tiempo de caminar!..." fue fiel y está ahí,
sirviendo a su Esposo y a la esposa de Cristo, enamorada de los dos hasta
morir de amor por ambos: “Al fin, Señor, soy hija de la Iglesia”. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Bibliografía: Teresa de Jesús, Obras Completas de Editorial
Monte Carmelo Tiempo y Vida de santa teresa de Jesus, Efrén de
la Madre de Dios y Otger Steggink
(BAC) Teresa de Jesús, nos habla hoy, P. Jesús Marti Ballester Julio, mes de la Virgen del Carmen, 2015 |