EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

CAPITULO IV

Nacimiento del Bautista: el “Benedictus,” Lc 1:57-80.

57 Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. 58 Habiendo oído sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la grandeza de su misericordia, se congratulaban con ella. 59 Al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías. 60 Pero la madre tomó la palabra y dijo: No, se llamará Juan. 61 Le decían: ¡Si no hay ninguno en tu parentela que se llame con ese nombre! 62 Entonces preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase; 63 y pidiendo unas tablillas, escribió: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 64 Y abrió al instante su boca y habló bendiciendo a Dios. 65 Se apoderó el temor de todos los vecinos, y en toda la montaña de Judea se contaban todas estas cosas, 66 y cuantos las oían, pensativos, se decían: ¿Qué vendrá a ser este niño? Por-que, en efecto, la mano del Señor estaba con él. 67 Zacarías, su padre, se llenó del Espíritu Santo y profetizó diciendo: 68 Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, 69 y levantó en favor nuestro un poder de salvación en la casa de David, su siervo, 70 como había prometido por la boca de sus santos profetas desde antiguo, 71 salvándonos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen, 72 para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza santa, 73 del juramento que juró a Abraham, nuestro padre, darnos; 74 para que, sin temor, libres del poder de los enemigos, le sirvamos 75 en santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos, 77 para dar la ciencia de la salud a su pueblo, para remisión de sus pecados; 78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, en las cuales nos visitará naciendo de lo alto, 79 para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz. 80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y moraba en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

COMENTARIO

"Su nombre es Juan" Lc 1, 57-66.80

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo….

Observamos en este fragmento del Evangelio según san Lucas, una narración muy sencilla y sobria, resumida en una sola frase; Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Este nacimiento fue un acontecimiento, por esa razón los amigos y familiares de Isabel y Zacarías, se alegraban. Las congratulaciones eran por la bendición que recibió Isabel, quien de ser estéril, paso a ser madre.

A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño. Al octavo día, como era tradicional se hacia la circuncisión, rito por que un judío se incorporaba a Israel. Además, en esta reunión familiar, se le pondría nombre al recién nacido. La costumbre era poner el nombre de los abuelos, no era muy habitual ponerle el nombre del padre. Sin embargo, como Zacarías era de edad avanzada, le querían poner su nombre.

Isabel, propone que el niño se llame Juan, sin embargo a los familiares y amigos, les parece extraño, ya que nadie en la familia se llama así. Zacarías, se encontraba mudo y sordo, y le preguntaron por señas que nombre quería para su hijo, luego de escribir en una pizarra Zacarías recupero el habla. Este suceso, causo un gran impacto, entonces por toda la región de Judea se comentaba sobre los destinos providenciales de este niño. Juan Bautista había sido concebido en una vejez estéril y acompaño su nacimiento con prodigios.

Una vez escrito esto, Zacarías rompió el silencio, con razón se activo en seguida su lengua, era absurdo que siguiera así después, no era el quien le ponía el nombre, sino que ya lo había recibido de Dios. Sus labios estaban cerrados por la incredulidad, ahora debía ser abierto por la fe.

La sordera y la mudez espiritual, en muchas ocasiones van de la mano, esto es, cuando estamos incapacitados de oír a Dios, también nos incapacitamos para hablar con El.

Ahora, la dormida lengua de Zacarías, se despierta y se activa, y abre sus labios para bendecir al Señor por el hijo que le dio. El nacimiento de Juan, fue para ellos una gran bendición de Dios.

“Benedictus.”

Bendito sea el Señor

Este fragmento del evangelio de san Lucas, nos presenta a Zacarías, padre de Juan Bautista “lleno del Espíritu Santo,” y con palabras dichas “Proféticamente”, es decir, Zacarías habla inspirado y movido por la acción divina. Zacarías, es iluminado proféticamente y con la luz del Espíritu de Dios descubre la realidad, escondida en su hijo, esto le mueve a alabar a Dios, por la proximidad de la venida del Mesías, el que viene a libertar a los hijos de Dios.

En la primera parte, se nos habla que la obra de la redención ya esta comenzada. Dice “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo”. Zacarías expresa que en esta oportunidad Dios le ha dado una gran visita a su pueblo, y que esta visita de bendición, ha traído liberación. Estas obras de redención habían sido prometidas a Abraham y alcanzaban todo el pueblo de Israel. Para ello levantó el gran poder salvador en la casa de David. Aquí evoca la promesa hecha por los profetas a través de toda la historia previa de Israel, con su promesa a Abraham, Isaac, Jacob, las que se concretan en la casa de David. Es decir, con este “poder,” el Mesías levantado en la casa de David, se cumple la promesa hecha por Dios a Abraham y su “alianza” (Gen 12:3).

Con esta obra mesiánica los salvará de los “enemigos” y del poder de los que aborrecen a Israel. Se piensa en los romanos y en la dinastía herodiana, que quitaba la libertad teocrática a Israel, lo cual era, conforme a la ley, castigo (2 Sam 7:14). Por eso buscan esta “liberación” por obra del Mesías, para poder más libremente “servir” a Dios en “santidad” , es decir con disposición interior del alma, y “justicia” es decir, con el cumplimiento de los preceptos legales, esto siempre: “todos nuestros días.”

En consecuencia, en este relato hecho con elementos tradicionales, se está enseñando la acción de “redención” espiritual del Mesías. El liberará, conforme a las promesas bíblicas, del castigo enemigo, por el poder del Mesías: siempre por él y en función de él, como por él aún a siglos de distancia, las catástrofes de Israel, tenían que ser episodios. Entonces Israel será santo y libre, y podrá servir en plenitud a su Dios. Pero en esta formulación se está cantando, en su fondo, la providencia espiritual de esta obra mesiánica: liberación de castigos, por liberación espiritual de pecado y enemigos, según los planes de Dios hecha por el Mesías.

En la segunda parte de este fragmento, no habla que su hijo será el Precursor del Mesías. Zacarías, dirigiendo el pensamiento a su hijo, le anuncia lo que va a ser, conforme el ángel le dijo en el templo. “Será llamado,” con el que se indica lo que se es y el reconocimiento en que todos le tendrán, “profeta del Altísimo.” Juan Bautista tan “profeta” fue del Altísimo, (nombre con que los gentiles conocían al Dios de Israel), que lo presentará a Israel. Por eso, “irás delante del Señor.” Es la alusión ambiental a Malaquías. Este pasaje, puesto en función del, hace ver que el evangelista presenta a Cristo como Dios.

La misión de Juan Bautista era “preparar” la venida del Mesías, logrando un pueblo “dispuesto” a recibirle. Esto es lo que dirá en su predicación en el desierto: “convertíos” .Por eso, su misión es enseñar la “ciencia de la salud” a su pueblo, para “la remisión de sus pecados.” Es la preparación espiritual del pueblo para recibir al Mesías en su mesianismo espiritual.

Todo ello es obra de la “misericordia” de Dios. Del cielo nos visitará: el Mesías viene del cielo y su misión es “iluminar” con la luz de la verdad a los que “están sentados en tinieblas y sombras de muerte” (Is 9:2). A su luz se podrá caminar verdaderamente “por el camino de la paz.”

Juan Bautista, se preparó para cumplir su misión. Pasando varios años en una vida austera de penitencia y soledad. Así es, como con el recogimiento y la oración, como en el ejercicio de la penitencia es donde podemos encontrarnos con Dios, allí es donde podemos decir, que hallamos la eficiencia de nuestro apostolado. Porque el apostolado se prepara con la lectura de la Palabra de Dios, con la meditación de su contenido, con la reflexión y luego, se acompaña de la oración y el sacrificio por las cosas de Dios.

Nosotros, tenemos también muchos motivos para bendecir al Señor, el nos bendice con su gracia en todo instante, con gran cariño y mucha bondad. La mano de Dios, es nuestra protección, allí estuvo con Zacarías, Isabel y Juan, hoy esta con nosotros.

Dios, continuamente nos esta hablando y, esta esperando nuestra respuesta, nuestra fe en EL. Es importante oírlo y responderle. Oímos la Palabra de Dios y respondemos con la oración.

Este fragmento del Evangelio de San Lucas, nos invita a no perder las esperanzas, nos estimula a tener fe también, y nos enseña que nuestros labios no se deben enmudecer ante la incredulidad, tal como lo hizo Zacarías, para bendecir a Dios, tenemos motivos suficientes para alabar al Señor, la mano de El, nos bendice con su gracia, abramos los labios para cantar alabanzas y dar gracias al Señor.

San Lucas nos dice en este fragmento; Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: ¿Qué llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él.

Juan Bautista, es El Precursor del Mesías. — Zacarías, dirigiendo el pensamiento a su hijo, le anuncia lo que va a ser, conforme el ángel le dijo en el templo. Será llamado, con lo que se indicaba lo que se es y el reconocimiento en que todos le tendrán, profeta del Altísimo. El Bautista tan profeta fue del Altísimo, nombre con que los gentiles conocían al Dios de Israel, que lo presentará a Israel. Por eso, irás delante del Señor. Esto hace ver que el evangelista presenta a Cristo como Dios.

La misión del Bautista era preparar la venida del Mesías, logrando un pueblo dispuesto a recibirle. Esto es lo que dirá en su predicación en el desierto: convertíos. Por eso, su misión es enseñar la ciencia de la salud a su pueblo, para la remisión de sus pecados. Es la preparación espiritual del pueblo para recibir al Mesías en su mesianismo espiritual.

Todo ello es obra de la misericordia de Dios. Del cielo nos visitará: Oriens ex alto es el Mesías en la literatura rabínica. El viene del cielo, como san Lucas narró antes, en la encarnación. Su misión es iluminar con la luz de la verdad a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte (Is 9:2). A su luz se podrá caminar verdaderamente por el camino de la paz.

Relata San Lucas: El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu.

Ya niño, no sólo crecía físicamente, sino que se fortalecía en la vida de austeridad y penitencia en los desiertos, hasta el día de su manifestación a Israel. El evangelista cierra el pasaje preparando la escena del Bautista en su acción de Precursor en el desierto o en lugares desiertos. Naturalmente el niño no pudo ir al desierto hasta una edad oportuna, ni se lo presenta en él morando, de pastor, como Amos, sino que se lo sitúa en él como en lugar de preparación, para su misión. La frase --- vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel ---- supone su ausencia del culto del Templo y sinagogas. El fortalecerse en espíritu en el desierto, ha de entenderse de una vida de tipo monacal/solitaria, en este contexto desértico puede haber llevado una vida cenobítica, donde la oración ocupa un lugar principal. Juan Bautista, se preparó para cumplir su misión, pasando varios años de soledad, con una vida austera. En el recogimiento de la oración, es donde mejor nos encontramos con Dios.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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