EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO XLII

Jesús Bendice a los Niños. Mc 10:13-16 (Mt 19:13-15; Lc 18:15-17).

13 Presentáronle unos niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendí-an. 14 Viéndolo Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis, porque de los tales es el Reino de Dios. 1S En verdad os digo, quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos.

 

COMENTARIO

“Dejen que los niños se acerquen a mí”

Le trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Era costumbre bendecir los niños por los jefes de la sinagoga, los Judío tenían por costumbre presentar sus hijos a los rabinos, de ellos los niños recibían la bendición con imposición de las manos. Lo mismo que los hijos y discípulos se hacían bendecir por sus padres y maestros. Así fue, como la gente trajo sus hijos para que Jesús les impusiera las manos, pues veían en Jesús la facultad de realizar milagros o actos extraordinarios. En ese momento Jesús estaba enseñando, y los apóstoles no miraron con buenos ojos este proceder de los padres y los niños, entonces ellos reprendieron a los muchachos, quizás pensaron que molestarían al Maestro, también los niños deben haber actuado como son hasta hoy, donde ellos ven cariño, se acercan con mucha confianza.

La imposición de manos, si les evocaba la bendición de Jacob sobre sus hijos (Gen 48:14), también podríamos pensar en su necesidad para un efecto prodigioso, como la hemorroísa.

El reino ha de recibirse como los niños lo reciben. Conforme a las ideas del medio ambiente, no se refiere tanto a la inocencia como a lo casi nada que para un judío significaba un niño. Frente al orgullo y exigencia farisaicos, el reino es simple don del cielo.

Si los apóstoles querían impedir su acceso a él, aparte de lo que podría haber de alboroto por acercarlos a Jesús, podrían pensar el que eran niños: cosa sin gran valor para un judío.

Cuando veamos a los niños acercarse al presbiterio, dejémoslo, esa confianza que a ellos les inquieta se les confirma en el corazón, la presencia de Cristo en el altar, allí está su cuerpo y sangre en cada eucaristía, aún más invitemos a los niños al sagrario, digámosle que es el tabernáculo, enseñemos a nuestros muchachos a orar, a hacer sus plegarias frente al santísimo, acostumbremos a nuestros niños a ofrecer sus oraciones por ellos y por sus familia al Señor Sacramentado, es justo eso lo que Jesús no esta pidiendo, --- Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos ---

Jesús no solo quiere demostrarnos su gran amor por nuestros chicos, en los Evangelios la sencillez de corazón es reclamada con insistencia, la limpieza y la humildad e espíritu es un requisito indispensable para llegar al Reino de los Cielos y Jesús quiere que todos lleguemos, por esa razón nos invita a ser como niños, por que en ellos las virtudes no están contaminadas, siempre esta presente la docilidad, y la buena disposición.

Cuando un niño asiste a una catequesis, oye, presta atención, pregunta y lleva a su corazón lo aprendido y lo hace con sencillez, es así, como Jesús ve en los niños el prototipo de sus discípulos, igual como los niños abren sus corazón, sin contradicciones al espíritu, sin juzgar el plan Salvador de Dios, así quiere nuestra disposición a oír los Evangelios.

Fomentemos en nosotros y nuestros niños las virtudes de los infantes, inocencia, sencillez de corazón, sinceridad, credibilidad, docilidad y buena disposición, especialmente para descubrir en los Evangelios el camino para participar en la pertenencia del Reino de los Cielos.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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