EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO XLIV

La entrada mesiánica en Jerusalén, 12:9-19 (Mt 21:1-11; Mc 19:29-44)

9 Una gran muchedumbre de judíos supo que estaba allí, y vinieron, no sólo por Jesús, sino por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10 Los príncipes de los sacerdotes habían resuelto matar a Lázaro, 11pues por él muchos judíos iban y creían en Jesús. 12 Al día siguiente, la numerosa muchedumbre que había venido a la fiesta, habiendo oído que Jesús llegaba a Jerusalén, 13 tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro gritando: ¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel. 14 Habiendo Jesús encontrado un burro, montó sobre él, según está escrito: 15 “No temas, hija de Sión; he aquí que viene tu rey montado sobre un burro.” 16 Esto no lo entendieron, desde luego, los discípulos; pero, cuando fué glorificado Jesús, entonces recordaron que de El estaban escritas estas cosas que ellos le habían hecho. 17 Les rendía testimonio la muchedumbre que estaba con El cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos. 18 Por esto le salió al encuentro la multitud, porque habían oído que había hecho este milagro. 19 Entretanto, los fariseos se decían: Ya veis que no adelantamos nada, ya veis que todo el mundo se va en pos de El.

COMENTARIO y ESTUDIO DE LA ENTRADA

“¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel”

Jn es el único evangelista que precisa explícitamente el día de esta entrada mesiánica en Jerusalén. Fue “al día siguiente” de la unción en Betania, la cual, según él mismo, fue “seis días antes de la Pascua” (v.12.1).

El relato de Jn es el más esquemático de todos. Conforme a su procedimiento, va buscando, en general, la sustancia del hecho: el valor doctrinal. Por seguir este procedimiento esquemático, omite todo lo anecdótico y providencial que cuentan: cómo El mismo toma la iniciativa para presentarse, en esta escena mesiánica, en Jerusalén (Mt 21:1-7 par.).

“Una gran muchedumbre de judíos supo que estaba allí, y vinieron, no sólo por Jesús, sino por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos”

En efecto, la resurrección de Lázaro tuvo su repercusión y muchos  vinieron a Betania, no sólo por ver a Jesús, sino también por ver a Lázaro resucitado. Este milagro hizo que “muchos judíos iban (a Betania) y creían en él (Jesús)” (v.11).

Jn destaca en esta escena dos distintas multitudes de gentes que participan en la aclamación mesiánica a Cristo.

Una es la “numerosa muchedumbre que había venido a la fiesta” (v.12). Son los de fuera de Jerusalén. Sobre todo deben de ser los galileos, sus compatriotas. Posiblemente gran número de éstos tendrían sus tiendas montadas en las laderas del monte de los Olivos, por donde iba ahora a descender Cristo. Estos, al saber que “venía a Jerusalén,” salieron a su encuentro.

Otra afluencia  de gentes que se incorpora, son las multitudes que habían estado con El cuando resucitó a Lázaro (v.17). Pero Jn estructura la presencia literaria de estas turbas en plan de “inclusión semita” (v.12.17.18).

Y en contraposición a los sinópticos, es el único que dice que salieron a recibirle con “palmas.”

Con este detalle exclusivamente destacado, posiblemente quiere el evangelista no sólo decir el sentido alegre y triunfal de aquella aclamación (Jdt 15:12 grieg; 1 Mac 13:51; 2 Mac 10:7), sino también evocar con su simbolismo la aclamación, inconsciente entonces, de las turbas a Cristo, Rey y Dios, como, con palmas en la manos, aclaman así los elegidos a Dios y al Cordero en el Apocalipsis (Ap 7:9.10). También podría ser una evocación de la fiesta de los Tabernáculos, en la cual, uno de los ramos que se llevaba en las manos era de “palmas,” y cuya fiesta fue evocada por él en el capítulo 7.

Jn es el único evangelista que, a propósito de hacer Cristo su entrada mesiánica montado en un “asno,” trae a colación una cita libremente tomada del profeta Zacarías (9:9). Jn desea sólo destacar con ello el aspecto pacífico de su entrada y su reinado. Por eso omite el “alégrate” del profeta, y destaca sólo el “no temas.” No entra con tropas, que no tiene, como le dirá a Pilato (Jn 18:36), ni entra ostentosamente para avasallar con la muerte a los enemigos. La frase “no temas,” probablemente va cargada, como en otros profetas (Sof 3:16; 5.40:9), del anuncio de especiales manifestaciones y bendiciones divinas. Es el ingreso para el reinado del “Príncipe de la paz.” Cristo quiso incluso, para llamar la atención sobre el texto del profeta, dar una realización material a aquel anuncio profético.

El hacer la entrada montado sobre un asno no indica, en el antiguo Oriente, sentido de pobreza; servía de cabalgadura a reyes y nobles (Gen 22:3; Ex 4:20; Núm 22:21; Jue 5:10; 10:4; 2 Sam 17:23; 1 Re 2:40; 13:13, etc.). Sin embargo, en esta época venía a indicar falta de ostentación, frente a los caballos usados. Era, pues, la entrada de un rey pacífico, sin el brillo ostentoso del dominador.

Jn, conforme dice en otras ocasiones (2:22; 7:39; 20:9), destaca que, cuando hicieron esto los “discípulos,” no comprendieron todo el alcance profético que en ello se encerraba, sino que lo comprendieron más tarde, después de la “glorificación” de Cristo, es decir, después de la resurrección. Bajo la iluminación de Pentecostés, “recordaron” (Jn 14:26) la relación providencial entre el anuncio profético-poético de Zacarías sobre el Rey Mesías y su realización, que incluso materialmente se había cumplido en aquel movimiento mesiánico. Parece que la queja farisaica que se hace en el v.19, respondiendo por “inclusión semita” a los versículos 10 y 11, hace ver que estos fariseos no son ajenos a los príncipes de los sacerdotes que acordaron su muerte (Jn 11:47), y parece que con esta reflexión amarga invitan a que se precipiten los acontecimientos: la prisión y muerte de Cristo. “Ya veis que no adelantamos nada, ya veis que todo el mundo se va en pos de Él.”

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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