EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO XLVI

Institución de la Eucaristía, Mt 26:26-29 (Mc 14:26-26; Lc 22:19-20).

26 Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. 27 Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, 28 que esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados. 29 Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Padre.

La narración de la institución eucarística aparece relatada en los tres sinópticos reducida al mínimo, a lo esencial. La razón es que no era, a la hora de la composición de los evangelios, necesario un desarrollo amplio, ya que era por todos conocida y sabida, por vivírsela en la “fractio panis.” No fue sólo despojada de los elementos de la Pascua judía, ya caducos, sino que aquí aparece en esta forma sintética, por no proceder de una relación directamente narrativa sino por ser incorporada así del uso litúrgico.

En los relatos de la institución se notan dos grupos afines, sustancialmente idénticos, pero con pequeñas variantes redaccionales: Mateo-Marcos y Lucas-Pablo (1 Cor 11:17-34). El primer grupo posiblemente represente la tradición de alguna iglesia palestina de Jerusalén, mientras que el segundo refleja más bien la tradición de una iglesia helenística, de  Antioquía o Corinto.

Para la cena pascual estaban “reclinados” sobre lechos o esteras y apoyados sobre el brazo izquierdo. Según la Costumbre no podían asistir menos de diez ni pasar de veinte comensales.

La institución eucarística se hace “mientras comían” (Mateo-Marcos). En cambio, Lucas dirá, al consagrar el cáliz, que lo hace de igual manera, “después de haber comido.” Esta aparente divergencia está en función del ritual rabínico. Según éste, la cena pascual propiamente dicha consistía en comer el cordero pascual, y luego se bebía un tercer cáliz ritual con vino. Mientras Mateo-Marcos dicen sólo, genéricamente, que la consagración se realiza durante la cena pascual, Lucas precisa más el momento: fue precisamente después de la cena estricta, después de comer el cordero pascual. La realidad y el simbolismo se unían.

La forma que se usa aquí por el “pan” es, que de suyo es todo tipo de pan. Allí el pan era ácimo. Pero tanto la filología como la práctica de la Iglesia hacen ver que esto fue cuestión que se consideró como accidental desde un principio.

Luego lo “bendijo” En la cena pascual, lo mismo que en los usos judíos ordinarios, había abundantes bendiciones. Los rabinos exigían la bendición — invocaciones — del pan y explicación de la Pascua que se realizaba. Jesús se amolda al uso ambiental, aunque con una bendición — invocación — nueva, sin duda en orden a la nueva Pascua sustitutiva que instituía.

Pero en la redacción hay divergencia. Mateo-Marcos ponen que lo bendijo, pero Lucas dice que “dio gracias”. Podría pensarse que Jesús había hecho ambas cosas y que cada grupo de evangelistas recogió una u otra. Pero en las dos multiplicaciones de los panes, Mateo-Marcos ponen, por la misma acción de Jesús, que lo “bendijo”, y luego, en la segunda multiplicación, para decir lo mismo, Mateo-Marcos ponen que “dio gracias”. Esta permutación indistinta de términos hace ver que los autores las usan como expresiones sinónimas.

Según el rito del paterfamilias en la cena pascual, Jesús “partió” el pan y lo distribuyó a los apóstoles. Es rito que vino a dar luego nombre a la celebración eucarística: la “fractio panis.” Posiblemente fue debido a que en ello se vio como un signo del cuerpo destrozado — inmolado — de Jesús en la pasión y en la cruz.

Mateo-Marcos recogen la orden dada por Jesús: “Tomad” (Mateo-Marcos), “comed” (Mateo). La frase de Mateo probablemente es una adición redaccional del Mateo griego, ya que es de suyo innecesaria. Esta orden tenía una triple finalidad: captar la atención, enseñarles lo que había que hacer con aquel rito nuevo, y con ello atreverse a recibir el cuerpo sacramental del Señor.

“Esto es mi cuerpo.” La forma “esto”, lo mismo puede representar un valor neutro absoluto que estar en esta forma por la atracción del sustantivo al que afecta. De ahí poder traducirse lo mismo por “esto es mi cuerpo,” forma indeterminada de lo que se tiene en la mano, el pan; que por “éste es mi cuerpo,” es decir, el que al término de la consagración está en el pan. Pues en las cosas que tienen su  pronombre, en el uso vulgar, expresa el resultado de la misma cosa.

Los sinópticos ponen unánimes la palabra “cuerpo”. Juan, al hablar de la promesa eucarística, usa “carne”. Así lo usan, a propósito de la Eucaristía, San Ignacio de Antioquía y San Justino. La palabra original probablemente fue “carne”. Ya que, ambientalmente, esta palabra tiene por correlativa “sangre.” Así, “carne y sangre” es la fórmula hecha para expresar la persona. En arameo correspondería, conforme a esta frase, al término bisra.

Hecha la consagración del pan, Mateo trae la consagración del vino. Jesús tomó un cáliz. El judaísmo no conoció el uso de una copa en los banquetes religiosos hasta después del siglo IX d.C. En los banquetes ordinarios admitían, a veces, beber de la misma copa, pero se ignora si a título excepcional admitían esto en el banquete pascual. Al dar la orden de que bebiesen todos de él, o se amoldó a un uso o instituyó uno nuevo. Convenía que no hubiese confusiones con el contenido de otras copas. Conforme al uso, el vino estaba mezclado con agua.

“Y dando gracias,” con una fórmula de alabanza al Padre por la consagración que iba a hacer de su sangre en el vino, se lo dio, diciendo: “Esta es mi sangre.” Y se realizó la consagración.

Pero esta sangre es la “de la Nueva Alianza”. Esta expresión lo mismo puede significar “testamento” que “alianza” o “pacto.” Más, en todo caso, la evocación es contraponerla a la escena del Sinaí (Ex 24:38), en donde se hizo la “alianza” entre Yahvé y el pueblo mediante el sacrificio y aspersión de la sangre. La sangre de Jesús establece la “Nueva Alianza.” Por eso la idea de “alianza” está puesta en relación con la sangre y no con la fórmula de la consagración del cuerpo.

También se destaca que es “derramada” por “muchos.” La primera expresión, “derramada,” está puesta en griego en participio de presente. Parecía que se estaba derramando ya ahora, por lo que se probaría, por ello, que la Eucaristía era un sacrificio. Sin embargo, el uso de un presente por un “futuro inminente” es tan frecuente en la Koiné (Lengua Helénica), que, por lo menos, esto solo dejaría en la incertidumbre de saberlo. Pero, cotejado con otras fórmulas neotestamentarias (Marcos 9:13; Mateo 26:4; Marcos 14:21; Lucas 22:22), se ve que son como un clisé (cliché) para expresar la muerte redentora en el Calvario.

El provecho de esta sangre es “por muchos”. Marcos y Lucas usan la fórmula, en favor de. Mateo, en cambio, usa, aunque con este mismo sentido según el uso helenístico.

Los que van a recibir este provecho en Mateo-Marcos son “muchos.” Pero esta expresión no es restrictiva a algunos, sino equivalente en diversos pasajes bíblicos a la totalidad o universalidad (Mateo 20, 28, par.). Así, en el poema del “Siervo de Yahvé,” de Isaías, que probablemente influye en esta redacción, el Mesías sufriente obtiene el mérito para “multitudes” (rabbím), que son toda la obra redentiva (Is 53:12). Y en el hebreo postbíblico, rabbím no significa muchos, sino la multitud en general, el pueblo, es decir, todos los seres humanos sin distinción.

El fruto definitivo por el que se derrama esta sangre es “la remisión de los pecados” de todos los humanos.

La valoración de todo este pasaje de presencia real eucarística encuentra su mejor comentario en la de la primitiva Iglesia y en las palabras de San Pablo, previas al relato de la institución, las cuales usa para probar el valor sacrificial de la Eucaristía y que están escritas bastantes años antes que el evangelio griego de Mateo: “El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Jesús? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Jesús?” (1 Cor 10:16).

Mateo termina el relato con un pasaje en el que Jesús dice “Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Padre.”

Lucas le da otra situación literaria antes de la institución eucarística y con un sentido algún tanto distinto. Tampoco tiene una conexión necesaria con la institución eucarística. Es por lo que se pensó en que fuese algo independiente insertado aquí por la evocación del banquete pascual.

El reino de Dios es presentado frecuentemente por un banquete; era metáfora normal judía para esto.

Jesús anuncia su muerte y también su reunión con los apóstoles en el reino de su Padre. Es la concepción “escatológica” del reino. Esa bebida “nueva” no es más que parte de la metáfora del banquete, símbolo del nuevo orden de cosas que regirá en aquel mundo escatológico (1 Cor 11:26).

Los aditamentos unidos a las expresiones esenciales y paralelísticas de “Esto es mi cuerpo” y “Esto es mi sangre,” ¿son originarios de Jesús? Se nota en ellas variación: de ser originales, ¿no se hubiesen conservado íntegras? Estos aditamentos diversos ¿son explicitaciones de la fórmula primitiva — ¿y escueta? — de Jesús?  En el contexto histórico, en la haggadah (Este término se deriva del verbo hagad contar, anunciar) que Jesús hubo de tener en la Cena sobre la “nueva Pascua” —”nueva Alianza” — quedaban suficientemente valoradas. El paterfamilias tenía una larga instrucción narrativa — agalla — sobre el significado del pan, el cordero pascua! y el vino. En esta institución de la Nueva Pascua, de la Nueva Alianza, no pudo faltar la explicación: la haggadah  correspondiente. En la doble fórmula iba, al menos implícitamente, el concepto de sangre, “que se derrama por los hombres en el Calvario, para el “perdón de los pecados,” y con ella se establecía “la nueva Alianza.” Esta fijeza, fundamentalmente, cuatripartita de estas fórmulas ¿supone el origen fontal-formulario hecho por el mismo Jesús? ¿O son aditamentos explicativos del mismo Jesús en su nueva haggadah pascual? ¿O son aditamentos apostólico-litúrgicos hechos por los apóstoles, recogidos de la explicación de Jesús de la última cena? La fórmula binaria pan-vino / cuerpo-sangre tienen un corte preciso y esencial. Lo otro, si es teología apostólica, desentrañada de la fórmula esencial, ¿cómo aparecen, especialmente la de “Alianza” y la “derramada,” con esa fijeza universal la primera, y casi la segunda? Ciertas variaciones se explican por el uso litúrgico. En todo caso, no afectan a la esencialidad de la fórmula binaria, que explica el carácter sacramental-sacrificial de la Eucaristía.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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