EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO XVI

Jesús recluta de los primeros discípulos de Cristo, Jn 1:35-51.

35 Al día siguiente, otra vez, hallándose Juan con dos de sus discípulos, 36 fijó la vista en Jesús, que pasaba, y dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Los dos discípulos que le oyeron, siguieron a Jesús. 38 Volvióse Jesús a ellos, viendo que le seguían, y les dijo: ¿Qué buscáis? Dijéronle ellos: Rabí, que quiere decir Maestro, ¿dónde moras? 39 Les dijo: Venid y ved. Fueron, pues, y vieron dónde moraba, y permanecieron con El aquel día. Era como la hora décima. 40 Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que oyeron a Juan y le siguieron. 41 Encontró él luego a su hermano Simón y le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo. 42 Le condujo a Jesús, que, fijando en él la vista, dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro. 43 Al otro día, queriendo El salir hacia Galilea, encontró a Felipe, y le dijo Jesús: Sígueme. 44 Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Encontró Felipe a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas, a Jesús, hijo de José de Nazaret. 46 Díjole Natanael: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Díjole Felipe: Ven y verás. 47 Vio Jesús a Natanael, que venía hacia El, y dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay dolo. 48 Díjole Natanael: ¿De dónde me conoces? Contestó Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49 Natanael le contestó: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. 50 Contestó Jesús y le dijo: ¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores has de ver. 51 Y añadió: En verdad, en verdad os digo que veréis abrirse el cielo y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.

 

COMENTARIO

Con este relato se termina el primer capitulo del Evangelio de san Juan, es el testimonio oficial del Bautista ante algunos de sus discípulos. La misión de éste era testimoniar al Mesías. Lo hizo ante las afluencias de las gentes, ante el Sanedrín, y ahora ante sus mismos discípulos. Juan Bautista no los retendrá, al contrario los orientará hacia Cristo. Desorganizará su “círculo” para ensanchar el de Cristo. Este es el tema principal de este relato: “Conviene que El crezca y yo mengüe” (Jn 3:30). En Juan no existe el egoísmo, entonces aprendemos a nos reservarnos para nosotros lo que le Señor nos da.

Son las primeras cuatro vocaciones, Andrés y “otro” discípulo (v.35-40); 2) Simón Pedro (v.41-42); 3) Felipe (v.43-44); Natanael (v.45-51), cuanta mas habrán de venir a futuro.

Nuevamente Juan comienza el relato con el “al día siguiente,” en analogía con la obra creadora del Génesis, y que el comienzo de la obra mesiánica de Cristo se inicia, en un septenario de días, “recreando” las cosas con su justicia divina (cf. Jn 1:27). Se detalla que con él estaban “dos de sus discípulos.” Ante ellos, el Bautista, viendo que Jesús “pasaba” por allí cerca, “fijó los ojos en El,” y testificó ante estos discípulos que era “el Cordero de Dios.” Esta testificación ante estos dos discípulos parece ser un indicio de que éstos no estaban con él cuando testificó lo mismo antes ya que, al mostrarlo así como el Mesías, le hubiésen, probablemente, seguido entonces.

 

Al punto de “oír” proclamar al Bautista a Cristo como el “Cordero de Dios”, “siguieron a Jesús.”      Cristo, “al volverse,” viendo que le seguían, como si le  buscaban a El, les preguntó: “¿Qué buscáis?” o como decimos a veces ¿que deseáis?

Le dijeron: “Rabí,” y el evangelista, interpretándolo nos dice: “que quiere decir Maestro, luego pregunta: ¿dónde moras?” El título de rabí o maestro de la Ley sólo lo tenían oficialmente los “rabís” que lo habían recibido de la autoridad religiosa después de un largo aprendizaje de años. Pero todo el que tenía discípulos era llamado “rabí.” Se lo usa como título de cortesía. Frecuentemente aparece Cristo llamado así por diversas gentes (Mt 17:24, etc.).

Aquellos discípulos del Bautista requerían tiempo y profunda intimidad en lo que querían tratar con él. No era oportuno tratarlo allí entre las turbas que venían al bautismo de Juan. ¿Sería ello un indicio de ofrecimiento indirecto a seguirle como discípulos? Se diría lo más probable. Pues viviendo en un “círculo” de orientación al Mesías, bajo la dependencia del Bautista, se explicaría bien que, al ser mostrado por éste, se quisieran incorporar a lo que orientaba su vida de “discípulos de Juan.”

La respuesta de Cristo fue: “Venid y ved.” Ante esta invitación, estos discípulos fueron y se quedaron con El “aquel día.” Y se señala que era “como la hora décima.”

Su “morada” debía de ser una de aquellas cabañas improvisadas, de cañas y follaje, en que pasar la noche.

La “hora décima” era sobre las cuatro de la tarde. Los judíos dividían el día en doce horas (Jn 4:6.52; 19:14), aunque vulgarmente, por dificultad de precisar estas horas, solían dividirlo en cuatro períodos u horas. Si esta escena tiene lugar uno o dos meses antes de la Pascua que cita luego (Jn 2:13ss), sería en febrero-marzo, en que el sol se pone unas dos horas después de la hora citada. En Jerusalén, la puesta del sol del 7 de abril, como se dice a propósito de la muerte de Cristo, es a las 6:23 97. Conforme a las costumbres de Oriente, hubieron de pasar aquella noche con El, pues “ya declinaba el día” (Lc 24:29).

El evangelista da el nombre de uno de estos dos discípulos del Bautista. Era Andrés, hermano de Simón Pedro.

Del “otro” no se da el nombre. ¿Quién era? se suele admitir, generalmente, que se identifica con el otro discípulo anónimo del que se dice varias veces en este evangelio que era el discípulo “al que amaba el Señor.” A esto suelen añadir la vivacidad del relato, el fijar la hora en que sucedió; todo lo cual indicaría un testigo ocular. El anonimato en que queda sería corno el signo que indica al autor mismo. Pero no puede decirse que sean razones decisivas. Sin embargo, es sabido que Juan habla de si  mismo si mencionarse en otros relatos de su Evangelio, como en Juan 20, 2.

Juan en sus relatos no hace ver que hay que “seguir” a Cristo, “venir” a donde El esté y “quedarse” allí con El.

Sigue el relato: Encontró él luego a su hermano Simón y le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo, se ve que estaba ansioso por contárselo a su hermano. La presentación que de Cristo hizo el Bautista a Andrés, como el “Cordero de Dios,” fórmula mesiánica, y la confirmación que de su mesianismo tuvo en su conversión, le hizo volcarse, con todo el ardor de su nueva fe y con el fuego de su temperamento galileo (v.44), en entusiasmo y apostolado. Y, al encontrar a Pedro, le dijo con plena convicción: “Hemos encontrado al Mesías.” Y luego le añade: “que quiere decir el Cristo.”

No es difícil comprender la emoción de Andrés y el deseo de compartir con su hermano este trascendental encuentro, ¿Acaso, cuando nos sentimos que hemos hallado al Señor en Nosotros, no se nos inflama el corazón?

Pero no quedó su fe en esta sola confesión. Andrés le “condujo a Jesús.” Al llegar a su presencia, Cristo le “miró fijamente” (cf. Mc 10:21; Jn 1:42; Act 1:24), lo que significa un mirar profundo de Cristo, con el mismo mirar que sondea el corazón de Pedro y lo sabe apto para el apostalado y para la misión pontifical que le comunicará. Es el “mirar” de Cristo, con el que descubrirá en seguida a Natanael un misterio de su vida (v.47.48), lo mismo que en otros momentos (Jn 2:24; 4:17-19; 6:61, etc.) actúa en igual forma. Juan Pablo no exhortaba siempre, “No tengáis miedo de mirarlo a El”

Y, mirándole así, le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro. El nombre de Cefas corresponde al arameo Kepha, roca, piedra.

En Mc (3:16) y Lc (6:14), Cristo le da a Simón el nombre de Pedro al hacer la institución de los apóstoles en el sermón del Monte. En cambio, en Mt, en la lista de los apóstoles, se habla de “Simón, llamado Pedro” (Mt 10:2). Este anuncio del cambio de su nombre que se hace aquí ahora en este pasaje del cuarto evangelio ¿es un anuncio histórico o acaso es un adelantamiento del mismo hecho por el evangelista? No sería fácil precisarlo. Acaso un indicio pudiera sugerir el adelanto. Es un paralelismo literario. Se lee aquí: v.41: “Hemos encontrado al Mesías, que quiere decir el Cristo.”, v.42: “Tú eres Simón, el hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro.”

“Al otro día” va a tener lugar el encuentro de Felipe con Cristo. no se precisa circunstancias de este encuentro. Sólo se dice que es cuando El  “quiere salir para Galilea.” Acaso Pedro y Felipe habían podido venir aquí atraídos por el Bautista. Pero todo este grupo de galileos dan la sensación de estar aquí en forma más o menos en contacto con el Bautista. Si Andrés es “discípulo” del Bautista (v.37) y encuentra pronto a su hermano Pedro en esta región, se diría que ambos estaban en una misma situación en torno al Precursor ¿Acaso habían venido, conforme al ambiente, a recibir el “bautismo” de Juan?

Pero lo que se distingue es que Cristo “encontró” a Felipe. Estos encuentros en el cuarto evangelio son destacados como providenciales (Jn 5:14ss). Al verle, Cristo le dice: “Sígueme.” No sólo en el sentido de que le acompañe en su ruta a Galilea, adonde él ahora se dirigía, sino como “discípulo” suyo. Es la fórmula con que llama a sus apóstoles: Pedro y Andrés (Mt 4:19), Juan y Santiago (Mt 4:22), Mateo (Mt 9:9), lo mismo que a todos los que quieren ser sus discípulos (Mt 8:22; cf. Jn 21:22).

SEGUNDO COMENTARIO

Jesús dijo: En verdad, en verdad os digo que veréis abrirse el cielo y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.

Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas.

El apóstol Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos autores que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.

Tiene varias intervenciones significativas en el Evangelio además de las mencionadas. Juan relata el llamado a Felipe Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo: Sígueme. (Jn. 1, 43). Y cómo éste, a su vez, invita a Natanael a conocer a Jesús, menciona también la participación del apóstol en la multiplicación de los panes (cfr. Jn. 6, 5ss), y relata su intervención (Muéstranos al Padre) durante el discurso de la Última Cena (Jn. 14, 8);

Sabemos que Dios se vale de muchos medios para llamar a sus hijos, esto es, puede ser directamente o indirectamente por intermedio de otras personas, o bien nos prepara alguna causa especial, pero lo que importa es que sepamos oír su llamado, estar atento a su voz y a estar dispuesto a seguirla. Es así, como los discípulos que siguen a Jesús, rápidamente son sus principales promotores, y propagan su amistad. En efecto, si nosotros hemos encontrado el camino, es correcto que lo promovamos, para que muchos se incorporen a el. Así lo hace Felipe, cuando encuentra a Natanael, y le dice: Es Jesús, el hijo de José de Nazaret.

El nombre de Natanael significa don de Dios. Natanael, es también llamado Bartolomé, el era oriundo de Caná de Galilea y Felipe se lo presenta a Jesús, de acuerdo a la tradición predicó el Evangelio en Arabia y Armenia donde murió mártir. Natanael le preguntó Felipe: ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Ven y verás, le dijo Felipe.

Viéndole Jesús venir hacia El, después que Felipe le había dicho que habían encontrado al Mesías en la persona de Jesús de Nazaret, al verle, y cercano ya, le dice: Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez. Esta expresión va cargada de sentido. Ojala podamos recibir también un elogio semejante. En efecto ser un verdadero Israelita era decir que sabía reconocer Yahvé por el único y verdadero Dios y además que permanecía fiel plenamente a su divina Ley. En efecto, verdaderamente indica que es digno del nombre que se tiene o da, que responde intrínsecamente a su nombre (Rut 3:12) 105. Natanael, don de Dios, es, en consecuencia, un hombre que es con toda autenticidad un verdadero israelita. ¿Qué intenta decir Jesús con estas palabras?

Ser llamado Israel es equivalente a reconocer a Yahvé por el único y verdadero Dios y permanecer en plena fidelidad a su ley (Sal 22:24). Israel es el nombre que indica la elección divina del pueblo santo, lo que exige, para la prometida protección de Dios, fidelidad a su ley. Por eso, Israel viene a ser sinónimo de fidelidad a Yahvé.

Pero aún hubo algo más, Jesús añade un hombre sin doblez, esto es para destacar lo que es un hombre verdaderamente fiel a Dios y a su ley. Era un verdadero elogio, y por partida doble, porque primero lo hace con el título de verdadero israelita, título religioso por excelencia, para luego concluir que no era un hombre sin doblez, es decir que no es mentiroso y no es hipócrita ni simula lo que no es.

Es interesante aclarar para mejor comprensión del suceso, los judíos solían llamarse israelitas precisamente para indicar el aspecto religioso de ellos y de su elección por Dios. Pero, una vez que Israel rechaza reconocer a Jesús por Mesías, viene a no ver, a estar ciego (Jn 9:40ss), por lo que no merece el nombre de Israel: el que ve a Dios. Así, los judíos dejan de ser Israel.

En cambio, Natanael es un judío fiel a Yahvé en su fe y en su práctica; es un ser humano que, en este sentido, ve a Yahvé, por lo que es digno de ser llamado con toda verdad Israel. Y como premio a esta fidelidad a Dios, que es la óptima preparación para recibir al Mesías, se le promete que verá a éste en lo que es: el Hijo de Dios.

¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: Yo te vi antes que Felipe te llamara.., La respuesta de Jesús es una nueva prueba de exploración en su corazón, y que hará ver a Natanael que, ante Jesús, su corazón está al descubierto en toda su vida, te vi antes que Felipe te llamara, para decirle que en Jesús habían encontrado al Mesías.

Jesús continúa: Yo te vi cuando estabas debajo de la higuera. Era decirle a Natanael que, antes de conocerle ahora personalmente, ya le conocía.

Que bien nos sentimos cuando alguien nos dice que ya nos conoce, pero que maravilloso es oír de Jesús, que tiene puesto sus ojos en nosotros, y que bueno es estar atento a su llamado, para no perder una oportunidad como esa. Es así, como talvez no nos damos cuenta que Jesús ya nos conoce, quizás es porque no estamos lo suficientemente atentos, o tenemos el corazón algo cerrado o no le hemos dado la sencillez para ver que en la simplicidad El nos esta invitando, Entonces es hora de de tener un corazón abierto a las inspiraciones del Espíritu Santo, a las influencias del amor de Dios.

Nos preguntamos al meditar este fragmento del Evangelio ¿A qué hecho de su vida aludía Jesús a Natanael? ¿Acaso, como fiel israelita, abría su corazón a Dios, en aquellos días de fuerte expectación mesiánica, máxime ante las nuevas que llegaban del Bautista, y se ocupaba en pensar o en orar por el advenimiento del Mesías?, esas preguntas y respuesta, son algo que suponemos que puede haber sido así. Pero lo que si debe haber sucedido es que la mirada de Jesús, es certera, hasta el punto que Natanael, vivamente sorprendido, le hace esta confesión: Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

Ante la penetración profética de su mirada, Natanael tiene que rendirse a la evidencia del Mesías, que había encontrado y le habían presentado.

¿Qué valor tiene aquí el primer título que se le da, de Hijo de Dios? La revelación de su divinidad la va haciendo Jesús paulatinamente a sus mismos discípulos. Fue entonces increíble que, al primer encuentro con Natanael, le revelase su divinidad.

Jesús continuó: Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía.

Debiéramos preguntarnos si nos conocen como Jesús dijo conocer a Natanael, hombres fieles a Dios, es hora de reflexionar si nos conocen como verdaderos cristianos, cual es nuestra reputación como hombres seguidores de Jesús, es tiempo para que en conciencia, tengamos la esperanza que por nuestra actitud, por nuestra forma de ser con Dios y con todos los hombres, tendremos la dicha de ver lo que Jesús le promete a Natanael, Verás cosas más grandes todavía. Y los que le afirmo: Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

En efecto, esta glorificación de Jesús que verán los discípulos, es un tema que incluye un especial y rico contenido en el evangelio de de san Juan y que son las cosas mayores que verán. Entre ellas por ejemplo, en las bodas de Cana, en donde Jesús manifestó su gloria y creyeron en El sus discípulos (Jn 2:11).

Como decíamos, en el evangelio de san Juan, la gloria de Jesús se manifiesta, en primer lugar, por los milagros, que son signos de su mesianismo y de su filiación divina; pero, entre éstos, el gran signo de lo que El es y de su misión es el milagro de su resurrección.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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