EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO XXX

Curación de dos endemoniados, Mt 8:28-34 (Mc 5:1.-20; Lc 8:26-39).

28 Llegado a la otra orilla, a la región de los gerasenos, le vinieron al encuentro, saliendo de los sepulcros, dos endemoniados, tan furiosos, que nadie podía pasar por aquel camino. 29 Y le gritaron, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a destiempo para atormentarnos? 30 Había no lejos de allí una numerosa piara de puercos paciendo, 31 y los demonios le rogaban, diciendo: Si has de echarnos, échanos a la piara de puercos. 32 Les dijo: Id. Ellos salieron y se fueron a los puercos, y toda la piara se lanzó por un precipicio al mar, muriendo en las aguas. 33 Los porqueros huyeron, y, yendo a la ciudad, contaron lo que había pasado con los endemoniados. 34 Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y, viéndole, le rogaron que se retirase de sus términos.

 

COMENTARIO

“Le rogaron que se fuera de su territorio” 

Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de los gerasenos fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino.

Siempre hay temor de acercarse a los cementerio, se le teme a los muertos, como si las almas anduvieran errantes paseándose libremente, ¿por que no pensar mejor que el alma de los buenos esta en manos de Dios?, ¿Por qué no pensar que las almas de los pecadores, no habitan este mundo?, siendo la maldad, morada del demonio, la que le hace daño al alma, no podemos pensar que esta ayude a lo que le hace mal.

Así fue como estos endemoniados comenzaron a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?" ¿Así los demonios, viendo que el Señor se hallaba de repente en la tierra creyeron que había venido a juzgarlos?,

Dice el relato que a cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo (pastando). Los demonios suplicaron a Jesús: "Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara". Él les dijo: "Vayan". Ellos salieron y entraron en los cerdos: éstos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron

Cuanto disfruta la maldad mientras no sea sorprendida por la justicia, e incluso, hace alarde y ostentación de fuerza cuando actúa libremente, pero en manos de la justicia y la verdad suplica porque conoce el castigo.

Los cuidadores de los cerdos, huyeron, seguramente sorprendidos y llenos de temor, ellos fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados, luego, toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.

¿Por qué la gente huye?, por lo general es por el deseo de apartarse deprisa de lo que se considera molesto o perjudicial, para evitar un daño, un disgusto o una molestia. Una cosa es muy cierta, tal como el ladrón huye entre la multitud, para no ser atrapado, debemos huir de los vicios.

Un pregunta que debemos responder. ¿Cuando sentimos temor y cuando sentimos miedo?, pareciera que es lo mismo una cosa que otra, sin embargo no es así, el temor esta siempre en la mente, a modo de ejemplo, cuando sentimos inquietud, especialmente cuando estamos desprotegidos, el temor nos impide acercarnos a lo que consideramos que puede ser dañino, arriesgado o peligroso, esto es una cierta sospecha o un recelo de lo que podría suceder mas adelante, en cambio el miedo pasa por nuestro cuerpo, es esa sensación angustiosa que sentimos a causa de la presencia, la amenaza o de la simple suposición del riesgo o del mal.

Talvez no sea fácil comprender este Evangelio, donde Jesús derrota esos poderes que luchan contra el Reino de Dios, aún más, ¿como comprender a esos cuidadores que asombrados temieron la presencia del Señor Jesús y que luego huyeron?, ¿No se daría cuenta que de todas maneras, es mejor confiar en Jesucristo, en su protección que temer al demonio?. No olvidemos que mientras permanezcamos junto al Señor, no seremos tentados en nuestras fuerzas.

Sepamos ver en la presencia del Señor Jesús, a el Salvador, a nuestro Redentor.

Se hace necesario reconocer y darnos cuenta cuando nos parece molesta la presencia de Jesús, porque motivo y en que ocasión de nuestras vidas, seguramente cuando la tenemos demasiada cómoda, cuando por la presencia de El, tenemos que darnos al que lo necesite en desmedro de lo nuestro. Nos estorba la presencia de Jesús cuando tenemos que enfrentar nuestro egoísmo, especialmente para que no nos haga ver como somos frente los mas necesitados.

En efecto, para muchos, Jesús es una complicación porque estamos obligados a actuar bajo el bien.

Pero para nosotros, lo más hermoso es vivir en compañía del Señor, le pedimos que no se aleje y que se quede con nosotros, porque sin El nada somos y nada podemos esperar y para eso estamos dispuestos a todo, dispuestos a ser desprendidos porque nada es digno de El, pues es Jesús la mayor riqueza y la mayor alegría a la que podemos aspirar.

Así,  al contrario de ese pueblo que le rogó al Señor que se fuera, nosotros le suplicamos, quédate con nosotros Jesús, para que puedas santificarnos y para que nos ayudes a cumplir con la voluntad de Nuestro Padre.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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