EL MAESTRO JESUS Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado |
CAPITULO
XXXIII Jesús camina sobre las aguas, Mt 14:22-33 (Mc
6:45-52; Jn 6:16-21). 22
Luego mandó a los discípulos subir en la barca y precederle a la otra orilla,
mientras El despedía a la muchedumbre. 23 Una vez que la despidió, subió a un
monte apartado para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. 24 La barca
estaba ya en medio del mar, agitadas por las olas, pues el viento le era
contrario. 25 En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el
mar. 26 En viéndole ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un
fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar. 27 Pero al instante les habló,
diciendo: Tened confianza, soy yo; no temáis. 28 Tomando Pedro la palabra,
dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. 29 El dijo: Ven.
Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. 30
Pero, viendo el viento fuerte, temió, y, comenzando a hundirse, gritó: Señor,
sálvame. 31 Al instante Jesús le tendió la mano y le cogió, diciéndole:
Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? 32 Y en subiendo a la barca se calmó
el viento. 33 Los que en ella estaban se postraron ante El, diciendo:
Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios. COMENTARIO "Señor,
sálvame" Mt 14, 22-36 Después de la
multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la
barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la
multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Jesús no deja nunca
de orar, los Evangelios nos muestran muchas situaciones donde El se retira a
orar, y busca la soledad para hacerlo. Muchas veces
hablamos mucho, somos inquietos, queremos hacer
muchas cosas, pero la actividad mas importante es orar, es la mejor forma de
utilizar el tiempo, y no se puede considerar como algo secundario. Cuando
planifiquemos la actividad del día, incluyamos unos minutos para la oración,
y dejemos esos instantes para dedicarnos con constancia a comunicarnos con
nuestro Padre y que nada nos aparte de esta intención. Y cuando estemos
solos, o cuando nos veamos solo, aprendamos a sentir la presencia del Señor,
El siempre quiere estar con nosotros, lo hemos visto que no deja de
preocuparse por sus apóstoles y esta justamente ahí, donde el peligro asecha,
para animarnos y darnos confianza. Es lógico asustarse si no tenemos a Jesús
junto a nosotros, es normal que nos sintamos solo si no tenemos su compañía.
Pero ahí esta Jesús diciéndonos "Tranquilícense, soy yo; no teman".
En muchas ocasiones
perdemos la tranquilidad, y tenemos a nuestro alrededor una tormenta de
preocupaciones y nos sucede que no identificamos la voz de calma que nos da
el Señor o nos cuesta mucho reconocer su presencia, seguramente esto es
porque estamos algo alejados de Dios, y entonces no hundimos en la
inseguridad que esta bajo nuestros pies. Cuando esto suceda busquemos tomar
la mano salvadora de Jesús que se extiende hacia nosotros, y hagámoslo
poniendo mucho de nuestra parte. En efecto tenemos
que poner mucho de nosotros y hacerlo en forma habitual cada día, ya que
Jesús no pide esfuerzo, y si damos todo de si, podemos confiar en la ayuda de
Jesús, y como ante el grito angustioso de Pedro ¡Señor Sálvame!, El nos
extenderá cariñosamente las manos para hacerlo, pero no hará ver la poca fe,
nos echará en cara que si estuvimos en peligro y tuvimos miedo fue por no
confiar en El o por que no hemos distanciados de El. Todo volvió a la calma en el momento que Jesús tomo la mano de Pedro, y todo es distinto cuando nosotros no tomamos de Jesús, es cuestión de fe, esa fe que debe guiar nuestra vida, nuestro propósitos, nuestros planes, fe que debe mantenerse viva para que ilumine y la fuente de energía que permite que no se apague esta en la oración. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Octubre de 2005 |