«LAS PEQUEÑAS BIENAVENTURANZAS»

(de Joseph FOLLIET)

 

Bienaventurados los que se saben reír de sí mismos:

siempre tendrán motivo de diversión.

 

Bienaventurados los que saben distinguir una montaña de una topera:

se ahorrarán muchos quebraderos de cabeza.

 

Bienaventurados los que son capaces de descansar

y dormir sin justificarse: serán sabios.

 

Bienaventurados los que saben callar y escuchar:

¡Aprenderán cosas nuevas!

 

Bienaventurados los que son lo bastante inteligentes

como para no tomarse en serio: su entorno los apreciará.

 

Bienaventurados vosotros si sabéis mirar

con seriedad las cosas pequeñas y con tranquilidad las cosas serias:

llegaréis lejos en la vida.

 

Bienaventurados si sabéis admirar una sonrisa

y olvidar una mueca: vuestra vida será luminosa.

 

Bienaventurados si podéis interpretar

siempre con benevolencia las actitudes de los demás,

aunque las apariencias sean contrarias:

os tomarán por ingenuos, pero ése es el precio de la caridad.

 

Bienaventurados los que piensan antes de actuar y oran antes de pensar:

evitarán hacer muchas tonterías.

 

Bienaventurados si sabéis callar y sonreír

aunque os quiten la palabra,

cuando os contradigan u os pisoteen:

el Evangelio empieza a penetrar en vuestro corazón.

 

Bienaventurados sobre todo vosotros que

sabéis reconocer al Señor en todos los que encontráis:

habéis encontrado la verdadera luz,

     habéis encontrado la verdadera sabiduría.