1. FORMULA DE LA CONFESION GENERAL

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.

2. EXAMEN DE CONCIENCIA

(Según el nuevo Ritual de la Penitencia)

¿Voy al sacramento de la penitencia con. sin­cero deseo de purificación, renovación de la vida o amistad más profunda con Dios, o, por el contra­rio, lo considero como una carga que se ha de reci­bir muy raras veces? 

2. ¿Me olvidé o callé a propósito en las pasadas confesiones algún pecado grave?

3. ¿Cumplí la penitencia que me fue impuesta? ¿Reparé las injusticias que acaso cometí? ¿Me esforcé en llevar a la práctica los propósitos de en­mendar la vida según el Evangelio?

 1. Dice el Señor: Amarás a tu Dios con todo el corazón

1. ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cum­plimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesio­nado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta intención? 

2. ¿Es firme mi fe en Dios, que me habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doc­trina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores, mi fe en Dios? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?

3. ¿He rezado mañana y noche? Mi oración, ¿es una auténtica conversación de mente y corazón con Dios, o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones? 

4. ¿Tengo reverencia hacia el nombre de Dios, o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen María y los santos?

5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confe­sión y comunión pascual? 

6. ¿Tengo, quizá, otros «dioses», es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia? 

II. Dice el Señor: Amaos los unos a los otros como yo os he amado

 1. ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo, o abuso de mis hermanos usándolos para mis fines o por­tándome con ellos como no quisiera que se porta­sen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con obras?

2. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se preocu­pan los padres de educar cristianamente a sus hi­jos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida? 

3. ¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles, o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas? 

4. ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi confirmación? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la justicia? 

5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo, o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la jus­ticia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en la convivencia? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?

6. ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la so­ciedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contratos ? 

7. ¿He prestado a las legítimas autoridades la obe­diencia y respeto debidos? 

8. Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad, los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio? 

9. ¿He mantenido la verdad y la fidelidad, o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?

10. ¿He producido algún daño a la vida, la inte­gridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado, por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien? 

11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he infligido algún daño? ¿He restituido o reparado ese daño? 

12. Si alguien me ha injuriado, ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza? 

III Cristo, el Señor, dice: Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto

1. ¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me es­fuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y la meditación de la palabra de Dios, la participación en los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en domar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios por soberbia o jactancia, o he despreciado a los demás sobreesti­mándome a mí mismo? ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y derechos?

2. ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dio? ¿Lo he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? ¿He vivido ocioso o he sido perezoso?

3. ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida? ¿He mor­tificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la pasión de Cristo»? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia? 

4. ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad, como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria, y como signo del amor fiel que Dios profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el ma­trimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamien­tos indignos, con torpes acciones o deseos? ¿He condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a es­pectáculos o diversiones contrarias a la honestidad humana y cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?

5. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía? 

6. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del espíritu, o soy siervo de mis pasiones?

5. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía? 

6. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del espíritu, o soy siervo de mis pasiones?