Señor:
Haz de mi un instrumento de
vuestra paz:
donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo armonía;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo la fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo la luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría;
que no me empeñe tanto en ser consolado, como en consolar;
en ser comprendido, como en comprender;
en ser amado, como en amar:
porque dando, se recibe;
olvidando, se encuentra;
perdonando, se es perdonado;
muriendo, se resucita a la Vida.
(S. Francisco de Asís.)
Jesús, con tu gracia,
queremos mantenernos firmes:
frente a la soberbia, que inutiliza;
frente a la envidia, que empequeñece;
frente a la lujuria, que mancha el corazón y enturbia la mirada;
frente a la intolerancia con los mayores;
f rente al deseo inmoderado de diversiones;
frente al embotamiento por el cine;
frente a todo lo que debilita y enerva;
frente a la comodidad necia de los flojos;
frente a los amoríos tontos, que nos enredan;
frente a las caricaturas y profanaciones del amor;
frente a la vagancia, que desvitaliza;
frente al odio amargo y el resentimiento, que no crean más que violencias;
frente al egoísmo, que envilece...
Tu gracia, Señor, haga realidad nuestros deseos. Tu Cuerpo y tu Sangre nos
hagan fuertes. Amén.
Oh Cristo Jesús, enséñame
a ser generoso,
• servirte como mereces,
• dar sin llevar cuenta,
• combatir sin temor de las heridas,
• trabajar sin buscar el descanso,
• gastarme sin más recompensa que saber que estoy haciendo tu voluntad. Amén.