Caminando
con Jesús Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant |
OREMOS A DIOS PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el
cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu
voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada
día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. DIOS CREADOR Romano Guardini ¡Oh Señor!, tú has creado todas
las cosas. Tú les has dado su ser y las has puesto en equilibrio y armonía.
Están llenas de tu misterio, que toca el corazón si es piadoso. También a nosotros, ¡oh Señor!,
nos has llamado a la existencia y nos has puesto entre ti y las cosas. Según
tu modelo nos has creado y nos has dado parte de tu soberanía. Tú has puesto
en nuestras manos tu mundo, para que nos sirva y completemos en él tu obra.
Pero hemos de estarte sometidos, y nuestro dominio se convierte en rebelión y
robo si no nos inclinamos ante ti, el único que llevas la corona eterna y
eres Señor por derecho propio. Maravillosa, ¡oh Dios!, es tu
generosidad. Tú no has temido por tu soberanía al crear seres con poder sobre
ellos mismos y al confiar tu voluntad a su libertad. ¡Grande y verdadero Rey
eres tú! Tú has puesto en mis manos el
honor de tu voluntad. Cada palabra de tu revelación dice que me respetas y te
confías a mí, me das dignidad y responsabilidad. Concédeme la santa mayoría
de edad, que es capaz de aceptar la ley que tú guardas y de asumir la
responsabilidad que tú me transfieres. Ten despierto mi corazón para que esté
ante ti en todo momento, y haz que mi actuación se convierta en ese dominio y
esa obediencia a que tú me has llamado. Amén. CREADOR
INCOMPRENSIBLE Creador incomprensible, yo te
adoro. Soy ante ti como un poco de polvo, un ser de ayer, de la hora pasada.
Me basta retroceder sólo unos pocos años, y no existía todavía… Las cosas
seguían su curso sin mí. Pero tú existes desde la eternidad. ¡Oh Dios!, desde
la eternidad te has bastado a ti mismo, el Padre al Hijo y el Hijo al Padre.
¿No deberías también poderme bastarme a mí, tu pobre criatura?… En ti
encuentro todo cuanto puedo anhelar. Me basta si te tengo… ¡Dáteme a mi como yo me doy a
ti, Dios mío! ¡Dáteme tú mismo! Fortaléceme, Dios
todopoderoso, con tu fuerza interior; consuélame con tu paz, que siempre
permanece; sáciame con la belleza de tu rostro; ilumíname con tu esplendor
increado; purifícame con el aroma de tu santidad inexpresable; déjame
sumergirme en ti y darme de beber del torrente de tu gracia cuanto puede
apetecer un hombre mortal, de los torrentes que fluyen del Padre y del Hijo;
de la gracia de tu amor eterno y consubstancial. SEÑOR SANTO,
PADRE OMNIPOTENTE San Buenaventura Señor santo, Padre omnipotente,
Dios eterno, por tu generosidad y la de tu Hijo quien por mí padeció pasión y
muerte, y por la excelentísima santidad de su Madre, y por los méritos de
todos los santos, concédeme a mí, pecador e indigno de cualquier beneficio
tuyo, que sólo a ti ame, que siempre tenga sed de tu amor, que continuamente
tenga en el corazón el beneficio de la pasión, que reconozca mi miseria, que
desee ser pisado y despreciado de todos; que sólo la culpa me entristezca.
Amén. DIOS MÍO, CREO
EN TI Dios mío, creo en ti, espero en
ti, te amo sobre todas las cosas con toda mi alma, con todo mi corazón, con
todas mis fuerzas; te amo porque eres infinitamente bueno y porque eres digno
de ser amado; y, porque te amo, me pesa de todo corazón haberte ofendido: ten
misericordia de mí, pecador. Amén. HÁGASE VUESTRA
VOLUNTAD ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO! cuando me abruman los pesares de la vida; mi cáliz es muy amargo, pero
yo quiero unirlo con el pensamiento al que Vos aceptasteis por mí en el
huerto de Getsemaní y hallare fuerzas para beberlo a mi vez. ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO! cuando me vea víctima de la injusticia, cuando me abandonen los amigos,
cuando la soledad me parezca más amarga, porque también vos conocisteis la
amargura y el abandono... ¿No podré soportar la indiferencia y la ingratitud
de los hombres cuando mi Dios fue traicionado por sus discípulos? ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO! cuando el trabajo me parezca penoso, cuando el desaliento se apodere de
mi alma... Vos sois quien permitís este desfallecimiento, Salvador mío, para
que me acerque a vuestra cruz y vaya a buscar, en ese manantial bendito la
fuerza y el valor que me faltan. ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO! cuando venga a visitarme la enfermedad y cuando me abrume el dolor... Me
uno de corazón a vuestra cruel agonía; uno mis sufrimientos a los vuestros;
los ofrezco, ¡oh. Jesús!,
en expiación de las faltas que he tenido la desgracia de cometer y que os han
conducido hasta el Calvario. ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO! cuando lloro la ausencia de un ser querido... Siento despedazado mi
corazón, pero se que Vos habéis bendecido las lágrimas llorando a vuestro
amigo Lázaro, y me siento más resignado al venir a suplicaros que bendigáis
las mías. ¡HÁGASE VUESTRA VOLUNTAD, DIOS
MÍO!, en todo el curso de mi vida; cualesquiera que sean mis trabajos, os los
ofrezco, divino Redentor mío; Vos habéis aceptado, siendo víctima inocente,
el peso de los pecados del mundo; dadme fuerzas para sobrellevar a mi vez las
pruebas que he merecido y que me envía vuestra divina mano... ¡Las
consideraré como una prenda de vuestro amor a fin de que sean prenda de mi
salvación! LAMENTACIÓN EN
LAS TRIBULACIONES San Agustín Ante tus ojos, Señor, ponemos
nuestras culpas, y junto a ellos ponemos los castigos recibidos. Si pesamos el mal que hemos
hecho, es menos lo que padecemos y más lo que merecemos. Es más grave lo que cometimos,
y más leve lo que sufrimos. Sentimos la pena del pecado, y
no quitamos la pertinacia del delito. En tus castigos se aniquila
nuestra debilidad, mas no se muda nuestra iniquidad. Se inclina el espíritu
dolorido, pero no se doblega la cerviz. Nuestra vida suspira en el
penar, pero no se enmienda en el obrar. Si esperas, no nos corregimos;
si castigas, no lo sufrimos. Mientras dura el castigo,
confesamos lo que pecamos; cuando pasa tu visita, olvidamos lo que lloramos. Si extiendes tu mano,
prometemos obrar bien; si suspende el golpe, no pagamos lo prometido. Si hieres, clamamos para que
perdones; si perdonas, de nuevo provocamos para que hieras. Tienes, Señor, reos confesos;
reconocemos que si nos perdonas, es justo que nos castigues. Concédenos, oh Padre
omnipotente, aunque no lo merezcamos, lo que pedimos, pues hiciste de la nada
a los que te lo pedimos. Por Cristo Nuestro Señor. Así sea. ACTO DE
CONFIANZA San Claudio de Estoy tan convencido, Dios mío,
de que velas sobre todos los que esperan en ti y de que no puede faltar cosa
alguna a quien de ti las aguarda todas, que he determinado vivir en adelante
sin ningún cuidado, descargándome en ti de toda mi solicitud. Despójenme los
hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas
y medios de servirte, pierda yo por mi mismo la gracia pecando; que no por
eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi
vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para
arrancármela, porque con vuestros auxilios me levantaré de la culpa. Aguarden unos la felicidad de
sus riquezas o talentos; descansen otros en la inocencia de su vida, en la
aspereza de su penitencia, en la multitud de sus buenas obras, o en el fervor
de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi confianza se funda en la seguridad
con que espero ser ayudado de ti, y en el firme propósito que tengo de
cooperar a tu gracia. Confianza como esta jamás a nadie salió fallida. Así
que seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente
serlo, y porque tú, Dios mío, eres de quien lo espero todo. Bien conozco que de mi soy
frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más
robustas; he visto caer las estrellas del cielo y las columnas del
firmamento; pero nada de eso logra acobardarme. Mientras espere de veras, libre
estoy de toda desgracia; y de que esperaré siempre estoy cierto, porque
espero también esta esperanza invariable. En fin, para mí es seguro que nunca
será demasiado lo que espere de ti, y que nunca tendré menos de lo que
hubiere esperado. Por tanto, espero que me sostendrás sin dejarme caer en los
riesgos más inminentes y me defenderás aun de los ataques más furiosos, y
harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos: Espero que me
amarás a mi siempre, siempre, y yo a mi vez te amaré sin intermisión; y para
llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta donde puede llegarse, te
espero a ti mismo, oh Criador mío, para el tiempo y para la eternidad. Amén. DIOS ES MI
PADRE Dios es mi Padre, qué
feliz soy! Soy hijo suyo, hijo de Dios. Si Dios cuida de mi, ¿qué
me puede faltar? ni un solo instante, no, me deja de mirar; mi vida suya es, cual diestro tejedor, la va tejiendo El con
infinito amor. Hilo por hilo tejiendo va, si tú le dejas ¡que
bien lo hará! Después del huracán un pájaro cayó, no creas que eso fue sin permitirlo Yo; el pajarillo aquel se vende por un as, no tienes que temer, tú vales mucho más No ves con qué primor El sabe engalanar al lirio que tal vez mañana han de cortar; pues si a una humilde flor cuida tu Dios así, ¡con qué infinito amor no
cuidará de ti! En el cielo se ven mil estrellas brillar; Dios las conoce bien, Dios las puede contar. Si El mismo fue a buscar la oveja que perdió, jamás me ha de olvidar aunque
le olvide yo. Dios es mi Padre, mi
Padre es Dios. Dios es mi Padre, ¡qué
feliz soy! PADRE, ME
PONGO EN TUS MANOS Carlos de Foucauld Padre, Me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras. Sea lo que fuere, Por ello te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, Con tal de que
se cumpla Tu voluntad en mí Y en todas tus criaturas. No deseo nada más,
Padre. Te encomiendo mi alma, Te la
entrego Con todo el amor de que soy capaz, Porque te amo y necesito darme,
Ponerme en tus manos sin medida, Con infinita confianza, Porque tu eres mi Padre. DIOS MÍO,
ESTOY CONTENTO Dios mío, estoy contento porque
Tú me amas, no obstante mi indignidad. Dios mío, estoy contento porque
te amo, no obstante mi miseria. Dios mío, estoy contento porque
puedo alguna vez, no obstante mi nada, hacer que te amen. Dios mío, estoy contento porque
puedo sufrir algo por tu amor. Dios mío, estoy contento porque
Tú estás presente en Dios mío, estoy contento porque
eres mi Huésped divino. Dios mío, estoy contento porque
tu presencia bendita en mi morada ilumina mi vida. Dios mío, estoy contento porque
eres mi fuerza en los desfallecimientos de mi alma. Dios mío, estoy contento porque
eres mi consuelo en las angustias de mi corazón. Dios mío, estoy contento porque
Tú eres mi luz en las oscuridades de mi camino. Dios mío, estoy contento porque
Tú eres mi riqueza en mi pobreza. Dios mío, estoy contento porque
si me has quitado mucho, me has dejado todavía mucho mas. Dios mío, estoy contento porque
Tú eres mi Padre, mi Esposo, mi Hermano, mi Amigo, mi Salvador, el Huésped
divino de mi corazón, por medio de la gracia, Dios mío, estoy contento porque
Tú eres Dios mío, estoy contento porque
Tú eres la eterna felicidad de aquellos que he perdido. Dios mío, estoy contento porque
creo que los he de ver y gozar en los esplendores de la vida eterna. ¡Oh mi buen Maestro! Te doy
gracias de haberme hecho encontrar tantos corazones nobles y buenos. ¡Oh mi buen Maestro! Te doy
gracias del perfume de las flores, de la hermosura de las almas, del reflejo
aquí debajo de todas las inmortales bellezas. ¡Oh mi buen Maestro! Te doy
gracias de haberme permitido gozar de todas las maravillas de tu creación. ¡Oh mi buen Maestro! Te doy
gracias de todos los bienes que poseo todavía y de todos aquellos que espero
de tu misericordia infinita en este mundo y en el otro para mí y para todos
aquellos que me son queridos. Amén. |
ALABANZAS |
CÁNTICO DE LAS
CRIATURAS San Francisco de Asís Hermano sol, hermana luna Omnipotente, altísimo,
bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú
eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti
mención. Loado seas por toda criatura, mi
Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y
es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de
blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan
hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor! Y por la hermana agua, preciosa
en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano
fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi
Señor! Y por la hermana tierra, que es
toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y
los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor! Y por los que perdonan y
aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que
sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación! Y por la hermana muerte:
¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado
grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! ¡No probarán la muerte de la
condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones,
cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén. BENDECID AL
SEÑOR Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Angeles
del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al
Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al
Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al
Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al
Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al
Señor; noche y día, bendecid al señor. Luz y tinieblas, bendecid al
Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al
Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al
Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganado, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid
al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid
al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos,
bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías
y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos
por los siglos. Bendigamos al Padre al Hijo y
al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda
del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Amén ORACIÓN DE
JUAN PABLO II Dios, Creador del cielo y de la
tierra, Padre de Jesús y Padre Nuestro: Bendito seas Señor, Padre que
estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado sobre
la miseria del hombre y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro
salvador y amigo, hermano y redentor. Gracias, Padre bueno, por el don del
Año jubilar; haz que sea un tiempo favorable, el año del gran retorno a la
casa paterna, donde Tú, lleno de amor, esperas a tus hijos descarriados para
darles el abrazo del perdón y sentarlos a tu mesa, vestidos con el traje de
fiesta. ¡A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre! Padre clemente, que en el Año
Santo se fortalezca nuestro amor a ti y al prójimo: que los discípulos de
Cristo promuevan la justicia y la paz; se anuncie a los pobres ¡A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre! Padre justo, que el gran
Jubileo sea una ocasión propicia para que todos los católicos descubran el
gozo de vivir en la escucha de tu palabra, abandonándose a tu voluntad; que
experimenten el valor de la comunión fraterna partiendo juntos el pan y
alabándote con himnos y cánticos espirituales. ¡A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre! Padre, rico en misericordia,
que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura, de diálogo y de encuentro con
todos los que creen en Cristo y con los miembros de otras religiones: en tu
inmenso amor, muestra generosamente tu misericordia con todos. ¡A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre! Padre omnipotente, haz que
todos tus hijos sientan que en su caminar hacia ti, meta última del hombre,
los acompaña bondadosa ¡A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre! A ti, Padre de la vida,
principio sin principio, suma bondad y eterna luz, con el Hijo y el Espíritu,
honor y gloria, alabanza y gratitud por los siglos sin fin. Amén. ORACIÓN DE
ALABANZA Bendito seas Tú, mi Señor. Bendito seas Tú, Dios mío,
porque eres bueno, porque tu amor por mí es infinito. Seas bendito y alabado siempre. Gracias, Señor, por tu amor. |
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