Caminando
con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
OREMOS EN LA EUCARISTIA ORACIÓN A Oh Madre de piedad y de
misericordia, Santísima Virgen María. Yo, miserable e indigno pecador, en ti
confío con todo mi corazón y afecto; y acudo a tu piedad, para que, así como
estuviste junto a tu dulcísimo Hijo clavado en la cruz, también estés junto a
mi, miserable pecador, y junto a todos los fieles que aquí y en toda para
que, ayudados con tu gracia, ofrezcamos una hostia digna y aceptable en la
presencia de la suma y única Trinidad. Amén. ORACIÓN DE
SANTO TOMÁS DE AQUINO Aquí me llego, todopoderoso y
eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo,
como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de
misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y
desvalido al Señor de los cielos y tierra. Ruego, pues, a vuestra infinita
bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi
suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez,
para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles,
al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y
humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal
propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma. Dame, Señor, que reciba yo, no
sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y
gracia del sacramento !Oh benignísimo Dios!,
concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro
unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de !Oh
piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo
ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle
para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y
reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN DE SAN
AMBROSIO Señor mío Jesucristo, me acerco
a tu altar lleno de temor por mis pecados, pero también lleno de confianza
porque estoy seguro de tu misericordia. Tengo conciencia de que mis
pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por
eso, Señor de bondad y de poder, con
mis miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia y de perdón;
vengo a refugiarme en Ti, que has dado la vida por salvarme, antes de que
llegues como juez a pedirme cuentas. Señor no me da vergüenza
descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud
sólo Tú conoces; pero confío en tu infinita misericordia. Señor mío Jesucristo, Rey
eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte
hombre para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión
de mis pecados y miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor. Te adoro, Señor, porque diste
tu vida en Mira, Señor, a este pobre
pecador, creado y redimido por Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo
corregir sus consecuencias. Purifícame de todos mis maldades para que pueda
recibir menos indignamente tu sagrada comunión. Que tu
Cuerpo y tu Sangre me ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados
y la satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos,
renueven en mi los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y
me protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén. ORACIÓN PARA ANTES DE COMULGAR Señor Jesucristo, Hijo de Dios
vivo, que por voluntad del Padre y la cooperación del Espíritu Santo,
mediante tu muerte diste vida al mundo: líbrame por la recepción de tu
Sacrosanto Cuerpo y Sangre de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme que yo siempre cumpla
fielmente tus mandamientos y no permitas que jamás me separe de Ti. Amén. ORACIONES PARA
ANTES DE ACTO DE FE ¡Señor mío Jesucristo!, creo
firmemente que voy a recibir tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad. ACTO DE
ESPERANZA Espero, Señor, que ya que te
das todo a mí, en ACTO DE
CARIDAD Dios mío, te amo con todo mi
corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y sobre todas las cosas. ACTO DE
ADORACIÓN ¡Señor!, te adoro y te
reconozco como mi Creador, Redentor y soberano Dueño. COMUNIÓN
ESPIRITUAL Yo quisiera, Señor, recibiros
con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima
Madre, con el espíritu y fervor de los Santos. FORMULA DE
INTENCIÓN DE Yo quiero celebrar el Santo
Sacrificio de VENID, OH
JESÚS. [Cristo con el cáliz de Juan de Juanes] Mi pobre alma desea recibiros,
oh mi buen Jesús. ¡Cuánto os necesito! Venid y hacedme feliz. Vos sólo sois
mi alegría, mi felicidad, mi amor. Venid, oh Jesús. Venid y dadme vuestro sagrado
Cuerpo que el Espíritu Santo ha formado tan milagrosamente en el seno
purísimo de María; aquel Cuerpo que se cansó trabajando; que sufrió hambre y
sed, frío y calor y que murió por mí en la cruz. Venid, oh Jesús y dadme
vuestra adorable Sangre, que derramasteis tan generosamente, por mi amor en
el huerto de los Olivos; aquella que corrió a torrentes en vuestra cruel
flagelación y cuya última gota brotó de vuestro divino Corazón, perforado con
la lanza del soldado. Venid, oh Jesús y dadme vuestra hermosísima alma que
tanto pensó en mí, y que oró por mí al Padre Celestial. Venid, oh Jesús dadme
vuestra divinidad, que desde toda la eternidad pensó en mí con infinito amor,
que hizo mi alma según su imagen y la colmó de tantos beneficios. Oh Jesús, cómo goza mi alma,
pensando que Vos estáis realmente presente en la
santa Hostia consagrada, por amor a mí y por mi solo bien. Me dais el derecho
de recibiros y de poseeros. Venid, pues, oh dulce Salvador, sin Vos no puedo,
no quiero vivir. Venid, oh Jesús, y estableced
en mí vuestra morada. ¿No os atrae más mi pobre alma que el Tabernáculo? Este
es sólo de mármol, de madera, es frío y solitario; mas en mi corazón
encontráis algo siquiera de amor y de afecto. ¿No es verdad, oh buen Jesús?
El copón, aunque de oro y plata no es sino un vaso frío y sin vida; yo tengo
siquiera el sincero deseo de adornar mi alma con virtudes. La luz del
sagrario, que indica vuestra divina presencia, no deja de ser sino una débil
llamita. Venid, oh Señor, y encended en
mí el fuego de vuestro divino amor, y mi corazón arderá en llamas de tiernos
afectos. El altar es vuestra morada
transitoria, es como una sala de espera. Mi pobre corazón es el objeto de
este divino sacramento de amor. En mi queréis establecer vuestra morada
permanente, vuestra verdadera residencia. Conmigo queréis vivir acá en la
tierra en dulce compañía para luego continuarla en la eterna gloria. ¡Venid, oh Jesús! Tengo tanto
que deciros; tantas faltas por las cuales debo pediros perdón; tantas penas y
cuitas que contaros. Cansado y desilusionado estoy de este mundo engañador y
de sus necias promesas y diversiones. ¡Qué mentiroso y engañador es el mundo!
Quiero descansar una hora con Vos, oh dulce Maestro. Vos me entendéis, y
tenéis interés en mi bienestar espiritual y en mi verdadera felicidad. Mi corazón
está fatigado y busca un lugar de descanso. Tiene sed de amor, porque para
eso lo habéis creado. No permitáis oh Jesús, que corra tras las vanidades del
mundo. Dadme una voluntad firme que resista enérgica y resueltamente las
locuras del mundo y los placeres de la carne. Venid, Señor, y quedaos
conmigo, entonces me será fácil olvidar al mundo y sus placeres engañadores. ¡Venid, oh Jesús! Deseo irme al
Padre. Mas no puedo ir solo. Vos tenéis que
acompañarme. Ahora estáis en mi corazón. Vos sois mi propiedad. Ayudadme a
conocer al Padre; presentadme a El. Os doy gracias, oh Padre
Celestial, por haberme dado a vuestro Unigénito Hijo. El solo me basta. Ah,
¡qué don mas precioso! Jesús es mío, ¡Padre Eterno!
Yo os lo devuelvo, os lo entrego; pero Vos oh Padre, debéis aceptarme como a
vuestro hijo y perdonarme en vuestra infinita misericordia todos mis pecados. Venid, oh buen Jesús, acordaos,
como los pequeñuelos se alegraban de poder estar en vuestra presencia; dadme
un corazón dócil e inocente como el de un niño. Zaqueo desbordaba de júbilo y
contento cuando os hospedasteis en su casa. ¡Cómo se llena de gozo mi alma
cuando venís a mí! ¡Siempre me traéis tanta alegría
y tanta paz y felicidad Nunca tenéis palabras de reproche. Con María Magdalena vuelo a
vuestras plantas. El enemigo maligno me persigue, sabe muy bien cuán débil
soy. Pero mirad, oh Jesús, si he pecado como Magdalena también me arrepiento
como ella. Ojalá merezca yo oír de vuestros divinos
labios aquellas consoladoras palabras: "Mucho se te ha perdonado, porque
has amado mucho." Oh, ¡si yo pudiera asemejarme a San Juan, vuestro
discípulo predilecto! ¡Quién pudiera descansar reclinado sobre vuestro divino
pecho! ¡Venid, oh Jesús! Hoy debéis
habitar conmigo. Ignoro lo que me traerá el día de hoy: penas o alegrías,
dichas pesares. Ahora ya os doy gracias por do lo que vuestra mano paternal
se digne enviarme. ¡Bendito seáis! Pero no olvidéis, oh buen Jesús, que yo
temo los sufrimientos y no me atrevo a llevar mi cruz sino sostenido por Vos.
No quiero llorar, sino reclinado sobre vuestro divino pecho. Venid, Jesús, mi
buen Jesús. SEÑOR MÍO
JESUCRISTO (para antes de la comunión) Señor mío Jesucristo, Creador y
conservador del cielo y de la tierra, Padre el más amoroso, médico el más
compasivo, maestro sapientísimo, pastor el más caritativo de nuestras almas.
Aquí tenéis a este miserable pecador, indigno de estar en vuestra presencia y
más indigno aún de acercarse a ese banquete inefable. ¡Ay, Señor! Cuando
considero vuestra infinita bondad en querer venir a mí, me pasmo..., y al
mirar la multitud de pecados con que os ofendí y agravié en toda mi vida, me
confundo, me ruborizo y me siento compelido a deciros: «Señor, no vengáis...;
apartaos de mí, porque soy un miserable pecador». Si el Bautista no se
consideraba digno de desatar las correas de vuestro calzado, ¿cómo mereceré
yo tan grande honor?... Si el temor y el respeto hace que tiemblen los Angeles en vuestra presencia, ¿podré yo no temblar al
presentarme y sentarme a vuestra mesa divina? Si En verdad, Señor, que yo no
tuviera valor para acercarme a Vos, si primero no me llamaseis, diciéndome
como a otro Zaqueo, no una vez sola, sino tantas cuantas son las
inspiraciones con que me dais a conocer el deseo que tenéis de venir a mi:
Baja, Zaqueo, pues hoy quiero hospedarme en tu casa. Pero ¿qué es lo que os
mueve a venir a mí, Señor? ¿Mis méritos? ¿Mis virtudes? ¿Cómo hablará de
virtudes y méritos un pecador como yo?, ¡ah, ya lo
entiendo, Señor; mis miserias, mi pobreza: esto es lo que os mueve. ¡Oh
exceso de amor! Vos dijisteis que no son los
sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos; y he aquí por qué
queréis venir: veis mi urgente necesidad, y el deseo de remediarla os impele.
En efecto, Señor, es tal el estado de mi alma, que puedo decir con verdad:
«De la planta del pie a la coronilla de la cabeza no hay en mi parte sana»;
¡tantas son mis imperfecciones! No obstante, aquí me tenéis, Señor; me
presento a Vos, no porque de Vos me juzgue digno, sino porque no puedo vivir
sin Vos; iré a Vos cual otro mendigo al rico, para que remediéis mis miserias
y para que me libréis del ahogo de mis faltas e imperfecciones; iré porque
las grandes enfermedades que me aquejan sólo Vos podéis remediarlas; una
mirada compasiva, divino Médico, y quedarán sanas mis potencias y sentidos. Párate aquí un poco y
descúbrele confiado todos tus males corporales y espirituales, y después
prosigue: Virgen Santísima: ya que
compadecida de los esposos de Caná de Galilea los sacasteis del apuro,
alcanzándoles de Jesús aquella milagrosa conversión del agua en vino, pedidle
también que obre en mi favor un prodigio semejante, concediéndome las gracias
que para recibirle dignamente he menester. A Vos nunca os dio un desaire;
siempre sois atendida: interesaos, pues, por mí; haced en mi favor cuanto
podéis. ¡Oh, cuánto lo necesito! Angeles
santos: veis que voy a sentarme a la santa Mesa y comer al que es vuestro
pan; alcanzadme que yo vaya con el vestido nupcial y ataviado con el adorno
de todas las virtudes. ¡Oh Santos todos moradores del
cielo! Interesaos por mí, y haced que yo me llegue al augusto Sacramento cual
os llegabais vosotros, y que, sacando de él los frutos que vosotros, pueda
decir con verdad: «Vivo yo, mas no yo, sino que vive en mi Cristo ». Con esta
fe, esperanza, confianza y amor me llego a Vos, Señor y Dios mío. ORACIÓN DE
OFRECIMIENTO DE [Mesa del altar] Señor, concédenos poder
participar con verdadero amor, atención y piedad de esta Eucaristía que te
ofrecemos, primero, para adorarte y agradecerte todos los beneficios que nos
has hecho; segundo, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de todos
los hombres; tercero, para suplicarte las gracias que nos son necesarias para
nuestra vida y para este día en concreto. Te ofrezco en particular esta
Misa de hoy para... (expresa aquí la intención que
quieras). Concédenos, Señor, asistir a
esta Misa con los mismos sentimientos de amor y piedad de tu Madre al pie de Te suplico que nos ayudes a
prepararnos para recibirte dignamente, lo mejor que podamos. ORACIÓN DE SAN
JUAN CRISÓSTOMO ¡Oh Señor!, yo creo y profeso
que Tú eres el Cristo Verdadero, el Hijo de Dios vivo que vino a este mundo
para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Acéptame como
participante de tu Cena Mística, ¡oh Hijo de Dios! No revelaré tu Misterio a tus
enemigos, ni te daré un beso como lo hizo Judas, sino que como el buen ladrón
te reconozco. Recuérdame, ¡Oh Señor!, cuando
llegues a tu Reino. Recuérdame, ¡oh Maestro!, cuando llegues a tu Reino.
Recuérdame, ¡oh Santo!, cuando llegues a tu Reino. Que mi participación en tus
Santos Misterios, ¡oh Señor! no sea para mi juicio o condenación, sino para
sanar mi alma y mi cuerpo. ¡Oh Señor!, yo también creo y
profeso que lo que estoy a punto de recibir es verdaderamente tu Preciosísimo
Cuerpo y tu Sangre Vivificante, los cuales ruego me hagas digno de recibir,
para la remisión de todos mis pecados y la vida eterna. Amén. ¡Oh Dios!, se misericordioso
conmigo, pecador. ¡Oh Dios!, límpiame de mis
pecados y ten misericordia de mí. ¡Oh Dios!, perdóname, porque he
pecado incontables veces. ORACIÓN DE
SÚPLICA A SAN JOSÉ San José, tu que tuviste la
suerte -regalo de Dios- de no sólo ver y oír al Dios a quién muchos reyes
quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron; sino que además pudiste también abrazarlo,
besarlo, vestirlo y custodiarlo. V. Ruega por nosotros,
bienaventurado José. R. Para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Dios nuestro, te pedimos que,
así como José mereció tratar y llevar en sus brazos a Jesús con cariño, hagas
que también nosotros lo arropemos con el mismo cariño en nuestro corazón
cuando dentro de un rato, recibamos su Cuerpo y Sangre. Amén. ORACIONES
BREVES PARA DESPUÉS
DE ACTO DE FE ¡Señor mío Jesucristo!, creo
que verdaderamente estás dentro de mí con tu Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos. ACTO DE
ADORACIÓN ¡Oh Jesús mío!, te adoro
presente dentro de mí, y me uno a María Santísima, a los Angeles
y a los Santos para adorarte como mereces. ACTO DE ACCIÓN
DE GRACIAS Te doy gracias, Jesús mío, de
todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen Santísima, Angel de mi
guarda, Angeles y Santos del Cielo, dad por mi
gracias a Dios. ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de
Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro
de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno
enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén A JESÚS CRUCIFICADO [Cristo de Velazquez,] Mírame, ¡oh mi amado y buen
Jesús!, postrado en tu presencia: te ruego, con el mayor fervor, imprimas en
mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de
mis pecados y firmísimo propósito de jamás ofenderte; mientras que yo, con el
mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando
tus cinco llagas, teniendo presente lo que de Ti, oh buen Jesús, dijo el
profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar
todos mis huesos." (Salmo 21, 17-18) A JESUCRISTO Dulcísimo Señor Jesucristo, te
ruego que tu Pasión sea virtud que me fortalezca, proteja y defienda; que tus
llagas sean comida y bebida que me alimente, calme mi sed y me conforte; que
la aspersión de tu sangre lave todos mis delitos; que tu muerte me dé la vida
eterna y tu cruz sea mi gloria sempiterna. Que en esto encuentre el alimento,
la alegría, la salud y la dulzura de mi corazón. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén. A Oh María, Virgen y Madre
Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas
entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente
en tus brazos. Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, con
amor y humildad te lo presento y te lo ofrezco, para que lo abraces, lo ames
con tu corazón y lo ofrezcas a A SAN JOSÉ Custodio y padre de vírgenes,
San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo
Jesús, y GRACIAS SEÑOR,
POR Gracias Señor, porque en la
última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra
hambre y nuestra sed... Gracias Señor, porque en el pan
y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia. Gracias Señor, porque nos amasteis
hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la
vida por otro. Gracias Señor, porque quisisteis
celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una
comunidad de amor. Gracias Señor, porque en la
eucaristía nos haces Uno contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que
estamos dispuestos a entregar la nuestra... Gracias, Señor, porque todo el
día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía... Gracias, Señor, porque todos
los días puedo volver a empezar..., y continuar mi camino de fraternidad con
mis hermanos, y mi camino de transformación en ti... ORACIÓN DE
SANTO TOMAS DE AQUINO Gracias de doy, Señor Santo,
Padre todopoderoso, Dios eterno, porque a mí, pecador, indigno siervo tuyo,
sin mérito alguno de mi parte, sino por pura concesión de tu misericordia, te
has dignado alimentarme con el precioso Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo
mi Señor Jesucristo. Suplícote, que esta Sagrada
Comunión no me sea ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el
perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi voluntad, muerte de todos mis
vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, y aumento de caridad,
paciencia y verdadera humildad, y de todas las virtudes: sea perfecto sosiego
de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos
visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y verdadero Dios, y
sello de mi muerte dichosa. Ruégote, que tengas por
bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú, con tu Hijo y
el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida,
gozo perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo
Nuestro Señor. Amén. ORACIÓN DE SAN
BUENAVENTURA Traspasa, dulcísimo Jesús y
Señor mío, la médula de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de tu
amor; con la verdadera, pura y santísima caridad apostólica, a fin de que mi alma
desfallezca y se derrita siempre sólo en amarte y en deseo de poseerte: que
por Ti suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa; anhele
ser desligada del cuerpo para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de
Ti, Pan de los Angeles, alimento de las almas
santas, Pan nuestro de cada día, lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y
de todo suave deleite. Oh Jesús, en quién se desean mirar los Angeles: tenga siempre mi corazón hambre de Ti, y el
interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor; tenga siempre sed de
Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna,
torrente de delicias, abundancia de ORACIÓN
UNIVERSAL ATRIBUIDA AL PAPA CLEMENTE XI Creo en Ti, Señor, pero ayúdame
a creer con más firmeza; espero en Ti, pero ayúdame a esperar con más
confianza; te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más ardientemente; estoy
arrepentido, pero ayúdame a tener mayor dolor. Te adoro, Señor, porque eres mi
creador y te anhelo porque eres mi último fin; te alabo porque no te cansas
de hacerme el bien y me refugio en Ti, porque eres mi protector. Que tu sabiduría, Señor, me
dirija y tu justicia me reprima; que tu misericordia me consuele y tu poder
me defienda. Te ofrezco, Señor mis
pensamientos, para que se dirijan a Ti; te ofrezco mis palabras, para que
hablen de Ti; te ofrezco mis obras, para que todo lo haga por Ti; te ofrezco
mis penas, para que las sufra por Ti. Todo aquello que quieres Tú,
Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres Tú, quiero como lo
quieras Tú y durante todo el tiempo que lo quieras Tú. Te pido, Señor, que ilumines mi
entendimiento, que inflames mi voluntad, que purifiques mi corazón y
santifiques mi alma. Ayúdame a apartarme de mis
pasadas iniquidades, a rechazar las tentaciones futuras, a vencer mis
inclinaciones al mal y a cultivar las virtudes necesarias. Concédeme, Dios de bondad, amor
a Ti, odio a mí, celo por el prójimo, y desprecio a lo mundano. Dame tu gracia para ser
obediente con mis superiores, ser comprensivo con mis inferiores, saber
aconsejar a mis amigos y perdonar con mis enemigos. Que venza la sensualidad con la
mortificación, con generosidad la avaricia, con bondad la ira; con fervor la
tibieza. Que sepa yo tener prudencia,
Señor, al aconsejar, valor frente a los peligros, paciencia en las
dificultades, humildad en la prosperidad Concédeme, Señor, atención al
orar, sobriedad al comer, responsabilidad en mi trabajo y firmeza en mis
propósitos. Ayúdame a conservar la pureza
de alma , a ser modesto en mis actitudes, ejemplar
en mis conversaciones y a llevar una vida ordenada. Concédeme tu ayuda para dominar
mis instintos, para fomentar en mí tu vida de gracia, para cumplir tus
mandamientos y obtener la salvación. Enséñame, Señor, a comprender
la pequeñez de lo terreno, la grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida
y la eternidad de la futura. Concédeme, Señor, una buena
preparación para la muerte y un santo temor al juicio, para librarme del
infierno y alcanzar el paraíso. Por Cristo nuestro Señor. Amén. GRACIAS, JESÚS
MÍO Gracias, ¡Jesús mío! Oh Jesús
acabo de recibiros en esta santa Comunión. Bien es verdad que no puedo veros
con mis ojos, pero creo firmemente en vuestra divina presencia. Soy vuestro
Tabernáculo. Ya no aparecéis bajo la forma de pan, os habéis ocultado en mi
cuerpo. Habéis dejado la lamparilla del sagrario para buscar las llamas de
amor de mi corazón. Abandonasteis el silencio del copón, para escuchar las
dulces palabras de mi alma extasiada de amor a Vos. Oh Jesús, decidme, ¿no os
sentís un tanto desilusionado? En lugar de un corazón ardiente de amor,
¡halláis tan solo una muy débil llamita de afecto! Lo único que puedo
deciros, oh Jesús, es: Gracias, mil gracias os doy, ¡oh amado Jesús mío! Qué bueno eres, ¡oh mi Jesús!
Si tuviese que tratar con hombres tendría que usar palabras para expresarles
mis sentimientos y afectos porque ellos no entienden el lenguaje del corazón.
Mas, Vos oh Jesús mío, conocéis mi corazón mucho mejor que yo. Veis muy bien,
cuán feliz me siento de haberos recibido. Sabéis que me faltan palabras para
expresaros mi gratitud. Recoged, oh Jesús mío, todos
mis sentimientos y encerradlos todos en la llaga de vuestro dulcísimo
Corazón. ¡Os doy gracias, oh buen Jesús! Soy tau
feliz, en este momento! Mirad, si halláis algo de
bueno o hermoso en mi alma, es para Vos. Si acaso encontráis un poquito de
buena voluntad, deseos de santificación, una virtud, algún sacrificio, una
oculta lágrima de arrepentimiento, mirad, todo es vuestro, aceptadlo en
prueba de gratitud. Os doy gracias, ¡oh buen Jesús!
Toda mi gratitud se encierra en estas palabras. Antes creía que tenía tanto
que deciros y ahora no acierto pronunciar palabra. Pero, Vos, oh Jesús, no
esperáis de mi hermosas palabras y profundos
pensamientos. Solo queréis que os ofrezca como digno regalo todas las
facultades de mi alma, todos los afectos de mi corazón. ¡Os doy gracias, oh
Señor, y os amo, oh mi buen Jesús! ¡Gracias, oh Jesús! ¡Cuán feliz
me siento! Ayer he cometido muchas faltas. Cómo me oprimían el corazón. Me
parecía que estabais triste, ¡oh buen Jesús! No pude hallar completa paz Pero
esta mañana, desde que habéis entrado en mi alma, todo ha cambiado como por
encanto. Una dulce paz ha entrado en mi alma. Cuánto os agradezco, ¡oh
dulcísimo Corazón de Jesús! ¡Oh dulce Huésped de mi alma!
os habéis dado todo entero a mí, he aquí, que yo me entrego todo entero y sin
reserva, a Vos. Me habéis dado vuestra alma santísima, y yo os doy la mía,
aunque pobre y llena de defectos. Puede que aún me queden varios años de
vida. Si os place acortar el tiempo de mi destierro, lo acepto gustoso de
vuestra mano paternal. Aún gozo de buena salud, disponed de ella según vuestro
divino beneplácito y para vuestra mayor gloria. Es verdad, soy pobre; pero
Vos, divino Rey de amor, aceptáis gustoso nuestros pobres presentes, siempre
que vengan de un corazón humilde y agradecido. Pues bien lo poco de bueno que
yo tenga; todo cuanto posea en bienes espirituales y materiales os lo ofrezco
gozoso y sin reserva alguna. Debo marcharme ahora, oh mi
amado Jesús. Dejo vuestro sagrario porque me llamáis a otra parte. ¡Adiós,
Jesús! ¡Hasta mañana! Volveré con un corazón más sediento de amor a Vos. Y
vos, Señor, me daréis otra vez aquella paz inefable, preludio de la eterna
bienaventuranza del cielo. Una palabra todavía, amado de
mi alma. Por el amor inmenso que os hace prisionero de mi alma, concededme la
gracia que la comunión de mañana sea más fervorosa que la de hoy. Dadme esta
gracia cada día de nuevo. Así seré más santo cada día, más perfecto y os
amaré con más ardor. Abrid vuestros tesoros y adornad mi alma con la
hermosura de la vuestra. ¡Gracias, oh buen Jesús! Alabanzas y adoración, amor y
gratitud sean dadas, en todo momento y en todos los Tabernáculos del mundo,
al Sagrado Corazón de Jesús, hasta la consumación de los siglos. Así sea. ¡Bendito sea el Sacratísimo
Corazón eucarístico de Jesús! ¡ Corazón de Jesús en
Vos confío! Jesús, manso y humilde de Corazón, haced mi corazón semejante al
vuestro. GRACIAS, AMABILÍSIMO JESÚS Gracias, amabilísimo Jesús,
gracias infinitas os sean dadas por el inapreciable beneficio que acabáis de
hacerme viniendo a mi y dignándoos entrar en la pobre morada de mi corazón...
¿Y de dónde a mí tanta dicha? Os contemplo en los brazos de mi alma cual el
anciano Simeón, y entusiasmado por tan divino tesoro, exclamaré con él:
«Moriré gustoso, porque he logrado la mayor dicha que en este mundo puede
lograrse ». ¿Qué gracias, pues, podré daros por esta gracia, que no sólo
contiene todas las gracias, sino que también al Autor de ellas? ¡Oh Angeles
santos! Alabad todos al Señor y dadle por mí las
gracias... ¡Oh Santos del cielo y justos de la tierra! Ayudadme a dar a Dios
las gracias por tan señalada merced. ¡Oh Virgen Santísima!... Vos,
que con tanta perfección supisteis corresponder a los singulares beneficios
que os dispensó Dios, haced que yo sepa también corresponder y darle las
debidas gracias; pero ya que esto me es imposible, dádselas por mi. Quisiera, Dios mío, que cuantas
criaturas hay en el cielo y en la tierra os dieran por mí las gracias; pero
estoy bien convencido de que ni aun así correspondería digna y debidamente;
por esto, pues, me ofrezco a Vos mismo con todo mi cuerpo y alma, potencias y
sentidos, de suerte que en adelante diré siempre con el Apóstol San Pablo:
Vivo yo, pero no yo, sino que vive Cristo en mi. ¡Oh, Dios mío!. De hoy más seré siempre vuestro; adornadme, por tanto,
como a cosa vuestra, con cuantas virtudes sabéis que necesito para amaros y
serviros: con toda perfección. Al veros hospedado en mi alma,
me lleno de admiración y asombro, y entusiasmado, cual Oh, y cuánto os amo, Dios mio! ¡Qué lástima que no os haya
amado siempre! Al acordarme que tuve valor para ofenderos, se me cubre de
rubor el rostro y un vivo dolor parte mi corazón. Sí; con la sangre de mis
venas quisiera borrar mis culpas. Quisiera que los días en que os ofendí y no
os amé no se computaran en el número de los años que he vivido. Pero, en
adelante... - cielos y tierra, sed testigos de mi resolución -, en adelante
no os ofenderé más, y os amaré, con vuestra gracia, con todo el afecto de mi
corazón. Y no sólo eso, Señor, sino que
procuraré que todo el mundo os ame, y que nadie os ofenda; y ya que os
contemplo sentado en mi corazón como en un trono de misericordia preparado
para concederme gracias, y no sólo instándome a que os las pida, sino
quejándoos de que hasta aquí no os las haya pedido, enmendando mi negligencia
os pido: 1º Que convirtáis a todos los pobres
pecadores. ¿No veis, Señor, cómo se precipitan de abismo en abismo? 2º Que concedáis a los justos la
perseverancia final en vuestro santo servicio. ¿De qué les serviría tener
buen principio si fuera desgraciado su fin? 3º Que, librando de las penas del
purgatorio a las benditas ánimas, las llevéis a vuestra gloria. ¡Bien sabéis
cuánto os aman y anhelan por Vos! 4º Que a mis padres, amigos y
bienhechores les concedáis cuantas gracias necesiten. 5º Que triunfe en todas partes 6º Que bendigáis a cuantos son acreedores
a mis oraciones. Concedednos a todos vuestra
divina gracia, vuestro santo amor y temor, y, por último, la gloria, en que
vivís y reináis con el Padre y con el Espíritu Santo. Amén. AL SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS ¡Oh Corazón Sacratísimo de
Jesús! Derramad copiosamente vuestras bendiciones sobre PARA COMULGANTES
FRECUENTES Amable Jesús mío, viniste al
mundo para dar tu vida divina a todas las almas. Quisiste hacerte nuestro
alimento diario para conservar y fortalecer esta vida sobrenatural, frente a
las debilidades y faltas de cada día. Te pedimos humildemente que
derrames tu Espíritu Divino sobre nosotros por amor de tu Sagrado Corazón.
Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado han perdido la vida de la
gracia. Que acudan frecuentemente a tu sagrado Altar todos los que se hallan
en gracia, para que, participando en tu Sagrado Banquete, reciban la
fortaleza que les haga victoriosos en la batalla de cada día contra el pecado
y así crezcan siempre ante tus ojos en pureza y santidad hasta alcanzar la
vida eterna en tu compañía. Amén. ¡Oh dulcísimo Jesús
Sacramentado! Cuando te recibo en mi corazón siento que mi fe me aumenta, mi
esperanza se fortalece y mi vida se alarga, porque, recibiendo tu Sacratísimo
cuerpo, vivo contigo y Tú vives conmigo, y el que vive unido a Ti no morirá,
porque eres camino, verdad y vida eterna. Tú eres la vid; yo, el sarmiento,
que no puede dar fruto si no permanece unido a Ti. Tú eres el pan que bajó
del cielo, no como el maná que en el desierto comieron nuestros padres y
murieron. El que coma este Pan vivirá eternamente. ¡Oh alma mía, recibe ese
Pan celestial, que es vida, esperanza y caridad! Haz, Jesús mío, que contigo
viva, sufra y padezca en este mundo con tal de recibirte en mi corazón,
porque OH DULCÍSIMO JESÚS ¡Oh dulcísimo Jesús, que
vinisteis a este mundo para enriquecer a todas las almas con la vida de
vuestra gracia, y que, para conservarla y fomentarla en ellas, os ofrecéis
Vos mismo cada día en el augustísimo sacramento de AL CORAZÓN
EUCARÍSTICO DE JESÚS ¡Oh Corazón eucarístico, oh
amor soberano del Señor Jesús, que habéis instituido del augusto Sacramento
para permanecer acá abajo en medio de nosotros, para dar a nuestras almas
vuestra Carne como alimento y vuestra Sangre como celestial bebida! Nosotros
creemos firmemente; ¡oh Señor Jesús!, en este amor sumo que instituyó ALABANZA Alabado, adorado, amado y
correspondido sea, a cada momento, el Corazón eucarístico de Jesús en todos
los tabernáculos del mundo, hasta la consumación de los siglos. Así sea. PARA PROPAGAR ¡Oh dulcísimo Jesús, que habéis
venido al mundo para dar a todas las almas la vida de la gracia, y, para
conservar y aumentar en ellas esta vida, habéis querido ser el manjar de cada
día y el remedio cotidiano de su cotidiana debilidad! Humildemente os
suplicamos, por vuestro Corazón abrasado en amor nuestro, que derraméis sobre
todas las almas vuestro divino Espíritu; haced que vuelvan a Vos y recobren
la vida de la gracia aquellas que estén en pecado mortal, y que las almas
dichosas que por vuestra bondad viven de esta vida divina se acerquen
devotamente cada día, siempre que puedan, a vuestra sagrada Mesa, a fin de
que por medio de HIMNO A JESÚS
SACRAMENTADO POR SANTO
TOMÁS DE AQUINO (Adoro te devote) Te adoro con devoción, Dios
escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi
corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de Ti,
se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con
firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que
esta palabra de verdad. En ORACIÓN DE SAN ALFONSO Mª LIGORIO Señor mío Jesucristo, que por
amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de
amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que
estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi
nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y
especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido
por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia. Adoro ahora a tu Santísimo
corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por
este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las
injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente,
deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde
estás sacramentado con menos culto y abandono. ORACIÓN AL
SANTÍSIMO SACRAMENTO DE SANTO TOMAS DE AQUINO ¡Oh,
Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme
desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir
perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada.
Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que
de mí queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme,
oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades,
para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa
tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee
agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas
transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin
Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor,
cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío,
levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor,
tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no
por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor
mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin
corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin
inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que
practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le
edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un
corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme
un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un
corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón
libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío,
entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os
halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os
espere, y esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con
vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de
vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por
gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos.
Amén. AL AMOR DE LOS
AMORES JESÚS SACRAMENTADO ORACIÓN DE SANTA TERESA DE LISIEUX Sagrario del Altar el nido de
tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das;
tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo
es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío,
desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre,
como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los
besó Por sólo tus amores, Jesús, mi
bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo
soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir. ORACIÓN DE SAN
AGUSTÍN Oh Jesús, redención, amor y
deseo nuestro, yo os invoco y clamo a Vos con un clamor grande y de todo
corazón, os suplico que vengáis a mi alma, entréis en ella y la ajustéis y
unáis tan bien con Vos que la poseáis sin arruga ni mancha alguna; pues la
morada en que ha de habitar un Señor tan santo como Vos, muy justo es que
esté limpia. Vos habéis fabricado este vaso
de mi corazón; santificadlo, pues; vaciadlo de la maldad que hay en él,
llenadlo de vuestra gracia, y conservadlo lleno para que sea templo perpetuo
y digno de Vos. Dulcísimo, benignísimo,
amantísimo, carísimo, potentísimo, deseadísimo, preciosísimo, amabilísimo y
hermosísimo Señor, Vos sois más dulce que la miel, más blanco que la nieve,
más suave que el maná, más precioso que las perlas y el oro, y más amado de
mi alma que todos los tesoros y honras de la tierra. Pero cuando digo esto, Dios
mío, esperanza mía, misericordia mía, dulzura mía, ¿qué es lo que digo? Digo,
Señor, lo que puedo y no digo lo que debo. ¡Oh si yo pudiese decir lo que dicen
y cantan aquellos celestiales coros de ángeles! ¡Oh cuán de buena gana me
emplearía todo en vuestras alabanzas, y con cuánta devoción, en medio de
vuestros predestinados, cantaría mi alma vuestras grandezas, y glorificaría
incesantemente vuestro santo nombre! Como no hallo palabras para
glorificaros dignamente os suplico no miréis tanto a lo que ahora digo,
cuanto a lo que deseo decir. Bien sabéis Vos, Dios mío, a
quien todos los corazones están manifiestos, que yo os amo y quiero más que
al cielo y a la tierra y a todas las cosas que hay en ella. Yo os amo con
grande amor y deseo amaros más. Dadme gracia para que siempre
os ame cuanto deseo y debo, para que en Vos solo me desvele y medite, en Vos
piense continuamente de día; en Vos sueñe de noche; con Vos hable mi
espíritu, y mi alma siempre platique con Vos. Ilustrad mi corazón con la
lumbre de vuestra santa visitación, para que, con vuestra gracia y vuestra
dirección camine yo de virtud en virtud. Os suplico, Señor, por vuestras
misericordias, con las cuales me librasteis de la muerte eterna, que
ablandéis mi corazón, y que me abracéis con el fuego de la compunción, de
manera que merezca yo ser cada hora vuestra hostia viva. ORACIONES A
JESÚS EN EL
SANTÍSIMO SACRAMENTO Señor mío Jesucristo, que por
el amor que tenéis a los hombres, permanecéis de día y noche en este
Sacramento, lleno de misericordia y ternura, esperando, llamando y acogiendo
a todos los que vienen a visitaros, yo creo que estáis aquí presente. Os
adoro desde el abismo de mi nada, os doy gracias por todos los favores, y
especialmente por haberos Vos mismo dado a mí en este Sacramento; por haberme
concedido a María vuestra propia Madre, como intercesora; y por haberme
llamado a visitaros en esta iglesia. Yo saludo hoy a vuestro
amadísimo Corazón y deseo adorarle, en agradecimiento por este grande don, en
reparación de todos los ultrajes que Vos mi amado Jesús, recibís en este
Sacramento de vuestros enemigos. Oh Jesús mío, os amo de todo
corazón. Me arrepiento de haberos ofendido tantas veces. Me propongo con
vuestra gracia no ofenderos más en adelante, y ahora, aunque, estoy lleno de
faltas e imperfecciones me consagro todo a Vos. Haced de mi,
lo que os agrade. Yo sólo os pido y sólo deseo vuestro santo amor, y la
perseverancia hasta el fin. Os encomiendo también las almas
del purgatorio, especialmente a aquellas que han sido más devotas del
Santísimo Sacramento y de María Inmaculada. Por fin, mi amado Salvador, uno
todos mis afectos a los de vuestro amorosísmo
Corazón, y los ofrezco a vuestro Padre Eterno, suplicándole que por amor a
Vos, se sirva aceptarlos y escucharlos. Así sea. SALUDO JESÚS
SACRAMENTADO Oh Jesús, verdadero Dios y
verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar, creo
todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado. Arrepentido de todos mis
pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido, agradeciendo
por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de
vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os
manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y
os pido me deis todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo os necesito a
Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de usar
debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra. Bendito seáis, oh poder divino
de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin embargo, no
podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento. Oh Pan celestial, gran
Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase
después de cada alabanza.) Bendita seáis, oh Sabiduría del
Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no sabíais
prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento. Bendito seáis, oh Dios mío, que
en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en este pan para dárosnos como el más dulce manjar. Bendito seáis, oh Dios mío, que
habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma de pan
terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima! ORACIÓN PARA
UNA VISITA ¡Oh Jesús de mi alma, encanto
único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y
confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo,
sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste
en busca de Señor, estoy triste, bien lo
sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en
oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te
encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi
dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu
presencia, de tu amor? Pero no me cansaré, ni el
desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora
que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo
huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré
y esperaré en Ti. Jesús bueno, dulce y regalado
padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los
hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su
garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el
amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y
vencer. No temas que te abandone,
cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin,
vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias
del cielo. Dame tu ayuda para cumplir lo
que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y
desafiaré las tempestades. Jesús, mío, dame humildad,
paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las
virtudes vendrán en pos del amor. Te ruego por los que amo... Tú
los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad.
Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que
padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te
ofendan y lloren sus extravíos. Ampara a todos tus hijos,
Señor, más tierno que una madre. Y a mí, que te acompaño cuando
te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo
por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y
estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme
fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo. Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo. Amén. |
|