Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Documento recibido como aporte a la pagina |
SECRETARIATUS GENERALIS PRO MONIALIBUS O.C.D. - ROMAE PROYECTO
DE REFLEXIÓN TEOLÓGICO ESPIRITUAL DE LAS
MONJAS CARMELITAS DESCALZAS |
1.- EXPERIENCIA TERESIANA DE LA ORACIÓN 2. - MODO DE ORACIÓN DE TERESA 3.- MENSAJE TERESIANO DE LA ORACIÓN |
Si en todos
los elementos integrantes de nuestra vocación tenemos que volver los ojos a
nuestra Santa Madre para encontrar su definición y descubrir los cauces más
adecuados para vivirlos, con mucha más razón vale esto en el campo de la
oración, centro y eje de la existencia y del carisma teresiano y, por ello,
elemento medular de nuestra existencia en La oración es
indudablemente la palabra de nuestra Madre. Sin ella no se explica ni su
persona ni su mensaje. No se explica el Carmelo hoy. Por eso, el estudio de
la oración teresiana, a la vez que nos brinda el acceso a toda su vida y
doctrina, nos abre a la comprensión más radical de nuestra vocación. Es también la
palabra - antes vivencia o palabra vivida- que el hombre moderno tiene
derecho a esperar de nosotros que, por Teresa y en ella, hemos pasado a la
conciencia de Concurren en 1.- EXPERIENCIA TERESIANA DE Todos sabemos
que el acceso a la experiencia de Unas palabras
siquiera para situarla, presentación esquemática que nos ayude a entrar en su
palabra y mensaje. Pueden
señalarse tres períodos en la historia de la oración teresiana: primer
período, de oración fácil y espontánea. Teresa se encuentra entre sus manos
con la oración (cf. V. 1). Segundo
período, de oración difícil, dura que va desde la crisis de la adolescencia
-a raíz de la muerte de su madre- hasta la conversión definitiva acontecida
en 1554 (V 9). La dificultad que experimenta tiene una doble fuente: por un
lado, su incapacidad para discurrir así como la insubordinación de la imaginación
(V 4, 8. 9; 9, 4); por otra parte, su resistencia a entrar por el camino del
amor totalitario, la incongruencia de la vida. Nos dice de este tiempo que
"parece que quería concertar estos dos contrarios -tan enemigo uno de
otro - como es vida espiritual y contentos, y gustos y pasatiempos
sensuales" (V 7, 17). Más escueta e incisivamente: "tener oración,
mas vivir a mi placer" (V 13, 6). Un auténtico drama situado en el
interior de Teresa que le hace vivir tensa entre Dios y las criaturas.
Confiesa "que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuanto más tantos
años" (V 8, 2). Durante un año
o algo más optó por dejar la oración (V 7, 11; 19, 5). Califica después este
abandono: "fue la mayor tentación que tuve" (V 7, 11), "el
peligro más peligroso" (V 19,10). Sufrió el mayor bache moral: "El
tiempo que estuve sin ella era mucho más perdida mi vida" (V 19,11).
"La verdadera caída es dejar la oración" (V 15, 3). Tercer
período, con el ingreso en la vida mística se inicia el tercer período,
ascendente ya, sin retroceso. Punto de partida, 1554 año de la conversión
definitiva. Comienza a quitar ocasiones y a darse más a la oración y Dios se
vuelca materialmente sobre ella. Ha señalado reiteradamente esta conexión:
"Pues comenzando a quitar ocasiones y a darme más a la oración, comenzó
el Señor a hacerme las mercedes, como quien deseaba ...
que yo las quisiese recibir" (V 23, 2; cf. V 19, 7; 9, 9 y 10). Una
lectura atenta de la oración mística, en todas sus formas y manifestaciones,
nos llevaría a descubrir que, más allá y por encima de los fenómenos y
repercusiones psicosomáticas, la oración mística es una comunicación de Dios,
comunicación personal al hombre, y que éste "experimenta", cada vez
a niveles de mayor interioridad, hasta llegar a la comunión personal. En la
oración mística resalta con trazo firme que la oración para Teresa es
"trato de Persona a persona", "trato de amistad". Que
Dios es más agente en la oración que la persona. En la amistad se absolutizan las personas, los amigos. Todo lo demás pasa
inevitablemente a segundo plano. Con esto
entramos en el "modo" de oración que vivió Teresa desde sus
primeros pasos en su "trato" con Dios. Unas palabras. 2. - MODO DE
ORACIÓN DE TERESA Pocos pero muy
precisos y preciosos testimonios tenemos del "modo" o "manera"
de orar de Teresa: "Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo...,
dentro de mí presente (V 4, 8). "Tenía este modo de oración
...: procuraba representar a Cristo dentro de mi" (V 9, 4). Este
modo de orar cobra un realismo extraordinario en el momento de la comunión
eucarística. Hablando de sí misma en tercera persona confiesa: "Entrábase con él" (C 34, 8). Orar: atención a La experiencia
propia de la oración le llevó a la adecuación de oración-perfección. Por ser
"trato de amistad" la oración compromete la vida entera. La
oración-amistad es totalitaria y absorbente. Orar es optar por Dios como
amigo. Apunta la explicación de su crisis y la clave de solución cuando
escribe: "Si os pagara algo del amor que me comenzasteis a mostrar, no
le pudiera yo emplear en nadie sino en Vos, y con esto se remediaba todo"
(V 4, 3). Orar es "querer ser siervos del amor" y "seguir por
el camino de la oración al que tanto nos amó" (V 11, 1). Vivir para
otro, el Amigo: "Puesto ya en tan alto grado como es querer tratar a
solas con Dios y dejar los pasatiempos del mundo ...
guíe su Majestad por donde quisiere: ya no somos nuestros, sino suyos"
(V 11, 13). La vida sigue la suerte de la oración. Y la oración sigue la
suerte de la vida. Somos lo que es nuestra oración, es decir, lo que es
nuestra amistad con Dios. Porque orar es "tratar de amistad",
realizar y profundizar las relaciones amistosas con Dios. 3.- MENSAJE TERESIANO DE De su
experiencia oracional Teresa ha pasado a la proclamación de su mensaje. Orar
es "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien
sabemos nos ama" (V 8, 5). Aparte de las enormes resonancias bíblicas de
esta definición teresiana, de la "revolución" que supone en la
historia de la espiritualidad, quisiéramos ahora llamar la atención
únicamente sobre algo, por lo demás, patente: a saber, que todo el peso de la
concepción teresiana de la oración recae sobre las personas, que aquí y
ahora, viven vueltos el uno al otro, en trato de amistad. Señala la
definición que orar es alcanzar Cuando en
Camino se pregunte directamente "en qué consiste la oración mental"
(C 22, tit.), no retomará la definición dada en
Vida, pero dirá reveladoramente al final del
capítulo: "Esta es oración mental ... entender
estas verdades". Una lectura atenta del capítulo nos descubrirá que
"estas verdades" no tienen un significado abstracto. Son "las
verdades" de Dios y del hombre, del "quien" de Dios y del
"quien del hombre. Descubrimiento encaminado al encuentro existencial, a
"conformar mi condición con la suya" (ib.,
7). Toda la
atención del orante la quiere Teresa centrada en Atención a Encuentro en
el amor, la oración. Y encuentro en la verdad: la verdad de Dios y la verdad
nuestra. En la oración se nos desvela Dios, nos muestra su verdad: que nos
ama, que nos da. Dios es amigo de dar. "No se cansa de dar", y
"sin tasa". "Anda buscando tener a quién dar". Es el Dios
que Teresa ha descubierto en la oración. El conocimiento de alguien -también
de Dios- sólo se logra por el trato amistoso con él. Y también el
descubrimiento de nosotros mismos. Orar es "entrar" dentro de
nosotros. "Conocernos": nuestra riqueza. Y nuestra miseria, nuestro
estado moral. Somos un "palacio todo de un diamante o muy puro cristal~. "Nuestra gran capacidad",
"dignidad", "hermosura". Son las primeras palabras que
Teresa nos brinda al iniciar las Moradas. "Podemos tener conversación no
menos que con Dios" ( También nos
descubre la oración nuestra situación moral. De si nos dice que "en la
oración veía ... el ruin camino que llevaba" (V
19, 12); "en la oración entendía más mis faltas" (V 7, 17). Por ser
encuentro personal, la oración es también encuentro transformante. La oración
genera hombres nuevos. "Tratar de amistad" significa robustecer y
consolidar la amistad. Es la tesis que defiende La mejor
oración será siempre aquélla que más renueve la vida: "Yo no desearía
otra oración sino la que me hiciese crecer las virtudes". "¡Oh!,
que ésta es la verdadera oración y no unos gustos para nuestro gusto no
más" (Cta. al P. Gracián, 23. 10.76; 133, 8).
Por eso, a la vida hay que atender para el discernimiento de la verdadera
oración. También cuando se trata de la oración mística: "En los efectos
y obras de después se conocen estas verdades de oración, que no hay mejor
crisol para probarse" ( Porque
encuentro amistoso, la oración está abierta esencialmente a crecimiento y
desarrollo. La oración no es algo hecho. La oración es una realidad viva,
dinámica, en proceso. Es
particularmente importante destacar esta dinamicidad
de la oración para no bloquear, sino positivamente servir a la oración del
hombre en cada etapa del proceso. La oración
mística es el "campo" por excelencia del magisterio teresiano.
Intenta llenar una laguna existente en los libros de oración ( Y con ello
conducir al hombre a una actitud de pasividad-activa, de escucha receptiva.
La oración para Teresa es fundamentalmente, desde el hombre, tiempo de
escucha, tiempo de manifestación de Dios. Epifanía, desvelamiento. A ello
apunta la comparación fundamental sobre la que teje la exposición de Camino:
Cristo, Maestro; el hombre, discípulo. Por ello señala la actitud con que el
hombre tiene que acceder a la cita de la oración cuando escribe: "Pues
juntaos cabe este Maestro muy determinadas a aprender lo que os enseña"
(C 26, 11). Dios-Cristo "enseña" en la oración "a quien se
quiere dar a ser enseñado de él en la oración (C 5, 3; cf. Cuando se
sitúa la oración en el encuentro interpersonal, en el amor mutuo, se da
solución radical a un "problema" que ha capitalizado siempre la
praxis de la oración: las distracciones y la sequedad. Teresa no se cansa de
decirnos que las distracciones y la sequedad no impiden el acto de oración,
aunque ciertamente lo hagan más difícil. La oración no es cuestión sicológica
sino teologal. Ha sido reiterativa en afirmar que el hombre puede
"estar" con Dios "con mil revueltas de cuidados y pensamientos
de mundo ..." (V 8, 6). Por eso, ha dicho que
"no haga caso de malos pensamientos" (V 11, 11), "que si no
pudieren tener aún un buen pensamiento ..., que no
se maten" (V 22, 11; cf. 4. - CRISTO EN Toda la
palabra sobre la oración teresiana tiene que poner de manifiesto la dimensión
cristocéntrica de la misma. Cristo no es un
"tema". Cristo es la presencia obligada, inevitable en todo el
proceso. Su oración
estuvo siempre centrada en Cristo, de comienzo a fin (cf. V 4, 8; 9, 4).
Cristo HOMBRE (ib., 6). Nos habla en su
"costumbre de holgarse con este Señor" (V 22, 4), que "había
sido tan devota toda mi vida de Cristo" (ib.).
Y aconsejará a los principiantes que "pueden representarse delante de
Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad y traerle
siempre presente" (V 12, 2), dando "por aprovechado" a
"quien trabajare por traer consigo esta preciosa compañía~
(ib.) a la vez que exhorta a no dejar "muchas
veces La oración
mística viene a confirmar esta dirección cristocéntrica
de la oración teresiana ( La orientación
cristológica de la oración teresiana vino definitivamente potenciada por un
hecho decisivo: Cristo se le presentó como el "libro vivo" o
"verdadero" en el que aprende "todo lo que hay que saber y
hacer" (V 26, 6). Una serie de gracias místicas (visiones, hablas, etc.)
que tiene a Cristo como objeto profundizan esta línea. Cristo le introduce en
el matrimonio espiritual y en el misterio trinitario ( Desde el
"poned los ojos en Cristo" ( 5.- PEDAGOGÍA TERESIANA DE La oración se
sabe desde la praxis. Por eso, la preocupación íntima de Teresa es enseñar a
orar, disponer y concertar las piezas para hacer al orante. Es un don la
oración. Pero concedido a un hombre libre. Quiere_ esto decir que, como toda
semilla, la oración precisa una tierra y unos cuidados para su desarrollo y
culminación. Camino es el
libro por excelencia de la oración teresiana. El esquema interno de la obra
manifiesta la intención de la autora. Se detiene en la exposición de las
"cosas necesarias" que han de tener los que "pretenden llevar
camino de oración". Ella sabe las prisas de sus lectoras porque les
hable de la oración.. Y retrasa una y otra vez la
exposición directa (cf. C 16, 1; Es categórica:
no podrá ser nadie contemplativa sin estas cosas, que son caridad,
desasimiento y humildad. Quien pensare lo es está muy equivocado. Por el
contrario, quien las viviere "estará muy adelante en el servicio de
Señor", aunque no sea muy contemplativo, es decir, aunque su oración
como tal sea pobre, no alcance las oraciones místicas. ¿Cómo
podríamos presentar la pedagogía de egocentrismocaridad virginidad posesión
desasimiento pobreza soberbia humildad
obediencia Podríamos
enunciar con palabras de la misma santa la meta que persigue con su
pedagogía: "No os extrañaréis de lo mucho que he puesto en este libro
para que procuréis esta libertad" (C 19, 4). Libertad que es donación
totalitaria: "Porque todo lo que os he avisado en este libro va dirigido
a este punto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en la
suya" (C 32, 9; cf. 2~,12). Es la primera palabra con que empieza el
tratadillo de la oración: Si no nos damos del todo no se nos dará el tesoro
de la oración ( V 11, 1-4). Una
presentación de cada una de esas "cosas necesarias" desborda con
mucho nuestro intento presente. Pero cabría decir sencillamente: por la
llamada a la caridad Teresa quiere que el hombre aprenda a tratar con su
hermano, a ser amigo, a abrirse a los demás para poder sacar adelante su
"trato" con Dios; por el desasimiento de todo lo criado o libertad,
Junto con
estas "cosas necesarias" ¿Que entiende Y esto se
traduce concretamente en soportar con ánimo varonil, sin dramatismos egoístas
la cruz de la sequedad, la oración difícil. Personalizando -a lo que tan dada
es nda con la que define la oración de los principiantes:
"¿Qué hará aquí el que ve que en muchos días no hay sino sequedad, y
disgusto y desabor, y tan mala gana para venir a
sacar el agua...?". Responde: "Alegrarse y consolarse
... pues ve [Dios] que sin pagarle nada tiene tan gran cuidado de lo
que le encomendó; y ayúdele a llevar la cruz . . .; y así se determine . . .
no dejar a Cristo caer con la cruz" ( V 11, 11). Capítulos más adelante
volverá a decirles: "Es gran negoción comenzar
las almas oración comenzándose a desasir de todo género de contentos y entrar
determinadas a sólo ayudar a llevar la cruz a Cristo, como buenos caballeros
que sin sueldo quieren servir a su Rey" (15, 11). Aconsejará a sus
monjas esta postura de amor limpio: "Tomad, hijas, de aquella cruz; no
se os dé nada de que os atropellen los judíos, porque él no vaya con tanto
trabajo" (C 26, 7). Será la empresa, lo únicamente sustantivo; lo demás
es accidental. "Abrazaos con la cruz que vuestro Esposo llevó sobre sí y
entended que ésta ha de ser vuestra empresa ... Lo
demás como cosa accesoria" ( La determinada
determinación debe ser radical (VII, 1-4), irrevocable (C 20, 2; 23, 1-2),
perseverante ( Dios sólo
atiende a esta determinación (VII, 16; 12, 3; Junto a estos presupuesto o premisas de la oración, que bien
podríamos llamar teologales, exigencias intrínsecas de la oración-amistad,
Teresa insiste en otros elementos no menos importantes. Los llamaríamos
presupuestos sicológicos. Entre éstos destaca la soledad. Entra como elemento
integrante en la definición de la oración: "tratar a solas". La
amistad -y la oración es una "vuelta a lo divino de la amistad
humana"- busca el marco de la soledad, y crea la soledad. Toda oración
es en verdad, radicalmente siempre a solas. Educarnos a la
soledad: necesaria para tener orante, para ser persona. Necesaria para posar
experiencias y descubrir aspectos de la realidad que se nos escapan.
Necesaria para el desarrollo de otras dimensiones del ser. La soledad es para
"oírle", para bajar a niveles de nuestro "yo" que se nos
escapan y que no explotamos porque desconocemos. La soledad es para saber con
quién estamos. Soledad poblada: "Pues estáis sola, buscad compañía ...¿ y que mejor compañía que la del mismo Maestro
que enseñó la oración que vais a rezar?" (C 26, 1). Oración a solas: no
es huir de nadie sino ir hacia Alguien. No es ausencia sino presencia. La conexión
entre oración y soledad es tan íntima que Teresa la convierte en nota de
discernimiento oracional: "anda continuo el deseo de soledad en las
almas que de veras aman a Dios" (F 5, 15). El crecimiento en la oración
se constata como crecimiento del deseo de soledad. Soledad material: de ésta
dice que "acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración" (C
4, 9). Se remite a la práctica y a la enseñanza de Jesús: "ya sabéis que
manda su Majestad que sea a solas, que así lo hacia él siempre que
oraba" (C 24, 4). Soledad
espiritual: soledad de "amores" y presencias que vician en raíz el
encuentro con él. Soledad espiritual es atención fuerte, gravitación amorosa
en torno al Amigo. Presencia de todo el ser a él. Que culmina en "no
salir de aquel centro". "Lo esencial" y "lo mejor"
del hombre "siempre está con él". Soledad espiritual es
interiorización ( Habla también Nos habla Asigna al
grupo un valor extraordinario en la promoción, mantenimiento y exigencia de
la oración. "Está el todo" (V 23, 11), tratar con amigos de Dios,
es decir, con orantes. "Grandísima cosa es tratar con los que tratan de
esto" ( Con esto está
en conexión la importancia que concede al "maestro de oración". Está
convencida que sin él - "maestro sabio y experimentado" - casi será
imposible sacar adelante la propia oración. Se quejó de no tenerlos, al menos tan buenos como quisiera. Su magisterio busca
suplir en alguna manera esta posible escasez. Conclusión. -
La oración define y abarca toda la vida espiritual, según Teresa. Preguntarse
por ella es preguntarse por lo que nos caracteriza e identifica en la
comunidad eclesial. |
PREPARADO POR PEDRO
SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT |