Caminando con Jesús

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

SAN JOSE, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

EL CUSTODIO DEL REDENTOR

Autor: Jesús Marti Ballester

 

1. Si María recibió una anunciación por la cual se le notificaba que iba a ser Madre de Dios, José también tuvo su anunciación, por la que se le anunciaba que iba a ser el padre legal del Hijo de Dios, e hijo de María, su esposa. En el momento más amargo de su vida, cuando está dispuesto a dejar a María al verla encinta, le dice el ángel: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre, Jesús, porque El salvará al pueblo de sus pecados" Mateo 1,16. Como la imposición del nombre es derecho del padre, el ángel está afirmando la paternidad de José. Se ve inmerso sin esperarlo en la familia trinitaria.

2. José es un joven fuerte y lleno de vida, que ama profundamente a su novia María. Con este anuncio recibió una alegría inmensa. Comprendió su vocación y la gran confianza que depositaba el Padre al elegirlo padre de su Hijo, asociándolo al orden hipostático. Y se entrega totalmente a la misión que le confía y va a poner todas sus fuerzas al servicio de Jesús y de María. Trabajará y sufrirá, pero también gozará. Recibirá las humillaciones de Belén, cuando no le quieran dar posada. Buscará la gruta para que María pueda dar a luz. La limpiará, buscará la comida, leña para el fuego y luz para iluminar la cueva oscura.

3. El será el primero en ver al Hijo de Dios, Niño recién nacido; en oir sus llantos. Su noble y sensible corazón se sobrecoge contemplando la pobreza con que viene al mundo el Hijo de Dios y su hijo. Y después Egipto. Huída rápida para salvar al Niño. País desconocido, lengua extraña, sin medios, buscando el modo de ganar la vida. Muere Herodes. Y el ángel le anuncia que ha muerto el que quería matar al Niño. Y vuelta a su tierra.

4. Ve crecer al Niño. Ya se lo lleva al taller. Le enseña a manejar las herramientas. Educa a Jesús. Jesús ama a su padre. ¡Y cómo ama José a Jesús! "Por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús", escribió el Papa León XIII, expresando el inmenso cariño y ternura de José por su Hijo Jesús.

5. Jesús va a la sinagoga con su padre. Jesús ora en familia con José y María. La vida de José es una vida de oración y trabajo, de hogar y de amor, de austeridad y pobreza, pero de alegría inmensa como consecuencia de la profundidad de su vida interior y de saberse entregado por completo al primer hogar cristiano, semilla de la Iglesia, de la cual es también Patrono. "Proteged a la Iglesia Santa de Dios, la preciosa herencia de Jesucristo".

6. "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados". La palabra padre en labios de María, tiene una significación plena en el orden espiritual, moral y afectivo. Le da la preferencia a José. Le honra, le pone delante. Ni en el orden ontológico ni el de la santidad le corresponde esa preferencia, pero sí en el orden jurídico familiar y social. "Nos has tratado así". Señala la unión de corazones; es verdadero esposo de María y está unido a ella en el dolor. Porque hay unión de corazones, sufren juntos por la pérdida y separación de Jesús. Cuando perdemos a Jesús, sufrimos. Me diréis que hay muchas personas que están apartadas de Dios y no sufren por ello. Sí que sufren, aunque no se dan cuenta. Puede uno no darse cuenta de que está bebiendo veneno, pero se envenena si darse cuenta. Cuando se quebrantan los mandamientos se produce un desequilibrio, un desquiciamiento de la persona. Se da la esquizofrenia, que consiste en la disociación del deber y del hacer. Los mandatos de Dios no son arbitrarios. El sabe lo que nos conviene y lo que nos daña. Por eso manda lo que nos conviene y prohibe lo que nos daña. La ausencia, la pérdida de Jesús causa dolor, angustia: "Te buscábamos angustiados". El amor espiritual es más fuerte que el natural. "Los amores de la tierra le tienen usurpado el nombre" al amor, dice Santa Teresa. "El que ama con amor espiritual, dice San Juan de Avila, necesitaría dos corazones: uno de carne para amar; otro de hierro para recibir los golpes por la pérdida de los hijos espirituales". ¿Por qué nos has tratado así, a los dos? Unidos en la misma duda. Y unidos en la misma acción: "Te buscábamos angustiados". José y María, como Abraham, tienen que recibir la herida dolorosísima de la separación del hijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?". ¿Qué dice? ¿Qué lenguaje es éste? Este Jesús no es el Jesús que ellos conocían. Jesús ha marcado una línea de separación. Se les exige el desprendimiento total. La noche del espíritu, que María vivirá en el Calvario, se le adelanta a José en este momento. La colaboración de José a la redención alcanza en este momento un nuevo dolor. Y así fue en toda su vida. En el viaje a Belén, en la noche del Nacimiento, en el día de la presentación en el Templo, en la huída a Egipto, ante la profecía de Simeón, en Nazaret, en el Templo con los Doctores.

7. Cuando ya no era tan necesario, por ser Jesús adulto y capaz de proteger a su madre, José, asistido por Jesús y por María, murió. Por eso, por el consuelo que tuvo al morir en brazos de su hijo y de su esposa, es el patrono de los agonizantes. Jesús, José y María, asistidnos en nuestra última agonía.

8. Santa Teresa experimentó la eficacia de la intercesión de San José y "se hizo promotora de su devoción en la cristiandad occidental" y, principalmente, quiere que lo tomemos como maestro de oración.

9. José, padre de Jesús, que entregó al Redentor su juventud, su castidad limpia, su santidad y su silencio y su acción, puede hacer suyo el Salmo 88: "El me invocará: Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".

10. Valencia quema en las fallas "ninots", que simbolizan vicios y pecados, que empequeñecen, destruyen y empobrecen. Nunca ha quemado "ninots", que simbolizaran virtudes y honradez, porque esto la gente no quiere quemarlo. Y la gente es tolerante con las sátiras de las fallas, y los personajes, convertidos en "ninots", aceptan las críticas, lo cual es un ejercicio de humildad, civismo y serenidad. Que San José nos ayude a quemar todos nuestros vicios, personales y sociales, como quemamos las fallas, para ser criaturas nuevas y santas, que crecen y prosperan según los deseos de Dios, que nos quiere santos y felices.

11. Al celebrar la Pascua, pensemos en el reino eterno y feliz de David, y en la fe de Abraham, nuestros padres en la fe, con quienes entronca San José, que nos bendice con su Hijo. Y pidámosle que nos enseñe a orar, que nos conceda un trato cariñoso con Jesús y con el Jesús que está escondido en cada hermano y que cuide de nuestra fe y de nuestras virtudes, como cuidó de la vida de su Hijo, Jesús, del cual estuvo tan próximo como lo vamos a estar nosotros en seguida en la comunión.

Autor: Jesús Marti Ballester

Editado por Pedro S. A. Donoso Brant

Marzo 2001