SAN JOSE,
ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA
19 DE MARZO. SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ
Autor: Jesús Marti Ballester
- EL CUSTODIO DEL REDENTOR
- SI LA VIRGEN MARIA FUE
ELEGIDA PARA SER LA MADRE DEL REDENTOR, SAN JOSE FUE ELEGIDO POR DIOS
PARA SER SU ESPOSO Y PADRE LEGAL DE JESUS. POR ESO ES EL
"JUSTO".
1. "Ve y dile a mi siervo David: Estableceré después de tí a un
descendiente tuyo, un hijo de tus entrañas y consolidaré tu reino" 2
Samuel 7,4. La razón por la que Jesús es hijo de David, es porque José, su
padre legal y María, su madre, son descendientes del rey David.
2. Como María recibió una anunciación por la cual se le notificaba
que iba a ser Madre de Dios, José también tuvo su anunciación en la que se
le anunciaba que iba a ser el padre legal del Hijo de Dios, e hijo de
María, su esposa, a quienes tendrá que cuidar, alimentar, proteger y
acompañar. En el momento más amargo de su vida, cuando está dispuesto a
dejar a María al verla encinta, le dice el ángel: "José, hijo de
David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura
que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre, Jesús, porque El salvará al pueblo de sus pecados"
(Mateo 1,16). Al ser la imposición del nombre derecho del padre, el ángel
está afirmando la paternidad de José. Sin esperarlo se ve inmerso en la
familia trinitaria. Como Abraham, a quien se le pidió el sacrificio de su
hijo, José estaba dispuesto a dejar a su esposa María, que era como morir
en vida: "Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos, y
llama a la existencia lo que no existe, Abraham creyó" (Romanos 4,13).
3. Aunque la imaginería se
empeñó equivocadamente en representarnos a un hombre anciano para dejar a
salvo la virginidad de María, la realidad fue más hermosa, porque José era
un joven fuerte y lleno de vida, que amaba profundamente a su novia María.
Con una gran delicadeza y ternura, y con gran sentido de responsabilidad, por
la fe acató los caminos de Dios. El anuncio de su vocación le causó una
alegría inmensa. Y comprendió la gran confianza que depositaba el Padre al
elegirlo padre de su Hijo, asociándolo al orden hipostático, y se entregó
totalmente a la misión que le confiaba y pondrá todas sus fuerzas al
servicio de Jesús y de María. Trabajará y sufrirá, pero también gozará.
Recibirá las humillaciones de Belén, cuando no le quieran dar posada, y
sufrirá mas por María y el Niño que viene,
que por él. Buscará la gruta para que María pueda dar a luz. La limpiará,
buscará la comida, leña para el fuego y luz para iluminar la cueva
oscura.
4. El será el primero en ver al Hijo de Dios, Niño recién nacido; en
oír sus llantos. Su noble y sensible corazón se sobrecogerá contemplando la
pobreza con que viene al mundo el Hijo de Dios y su hijo. Jesús, como todos
los niños, tiene que aprender a caminar, a hablar, a leer, a recitar los
textos de la Escritura, el "Schema,
Israel", fijándose en los ojos de su padre. Y después, Egipto. Como
Abraham: "Sal de tu tierra y de la casa de tu padre". Huída
rápida para salvar al Niño. Tiene que exiliarse. País desconocido, lengua
extraña, tierra idólatra, sin medios, buscando el modo de ganar la vida.
Muere Herodes. Y el ángel le anuncia que ha muerto el que quería matar al
Niño. Y vuelta a su tierra. Pero al enterarse que en Judea reinaba
Arquelao, hijo de Herodes, creyó que estaría más seguro en Galilea, se
encaminó a Nazaret. Siempre viajando y sin ninguna comodidad.
5. Ve crecer al Niño. Ya se lo lleva al taller. Le enseña a manejar
las herramientas. A cortar los troncos, a trabajar la madera.
A coger el martillo. Hace puertas, ensambla yugos y arados, pule taburetes
y encaja ventanas. También trabaja la huerta, y está al servicio de todos,
y a veces tiene que discutir su jornal. Es pobre, pero justo. Se suda en el
pequeño taller. José educa a Jesús, que va creciendo. José le va enseñando
la belleza de los campos, las higueras que apuntan sus brotes en la
primavera, las vides con sus pámpanos y racimos. Le explica la necesidad de
la poda para que den racimos, las ovejas en ganado, y las que se escapan,
la belleza de los lirios del campo, la cizaña en el trigo, la semilla
sembrada en la tierra, el aspecto del cielo, si rojo, o azul. El peligro de
la tormenta, la gallina y los polluelos. Lo que después dirá en sus
parábolas y predicación, se lo enseñó su padre. "Les estaba
sujeto". Es decir, no hacía nada sin contar con sus padres. Con
deferencia respetuosa, con sencillez y docilidad Jesús ama a su padre. ¡Y
cómo ama José a Jesús! "Por el paterno amor con que abrazasteis al
Niño Jesús", escribió el Papa León XIII, expresando el inmenso cariño
y ternura de José por su Hijo Jesús.
6. Jesús va a la sinagoga cogido de la mano de su padre. Jesús ora
en familia con José y María. Dice de su padre Santa Teresa del Niño Jesús,
que bastaba verle rezar para saber cómo rezan los santos. ¡Qué sería ver
rezar a José, el más santo de los santos! La vida de José es una vida de
oración y trabajo, de hogar y de amor, de austeridad y pobreza, pero de
alegría inmensa como consecuencia de la profundidad de su vida interior y
de saberse entregado por completo al primer hogar cristiano, semilla de la
Iglesia, de la cual es también Patrono. "Proteged a la Iglesia Santa de
Dios, la preciosa herencia de Jesucristo". El Papa Sixto IV decretó en
1480 la fiesta de San José.
7. Hoy podemos leer el evangelio de Lucas: "Los padres de Jesús
solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús tuvo
doce años, subieron a la fiesta según la costumbre" (Lucas 2,41). La
caravana ha partido de la fuente de Nazaret y su alma de niño ha comenzado
a estremecerse al comenzar el viaje. Un muchacho en Oriente, a su edad, es
tan maduro como uno de 16 ó 20 en Occidente. Los caminos de Jerusalén
estaban atestados de gente, que caminaba a pie, o a caballo de asnos y de
camellos. El polvo subía al aire y se esparcía por los campos, por los
olivos verdes, por las alquerías cúbicas. La gente cantaba salmos. Al borde
de los caminos los comerciantes vendían frutas y pan. En las alforjas
sonaban los timbales y los platillos. En una de esas caravanas va Jesús de
12 años. A los 13 quedará constituido miembro de pleno derecho del pueblo
sacerdotal.
8. Nunca un niño se ha parecido tanto a su madre. Cuanto más iba
creciendo, más se le parecía. Cuando sea un adulto, toda su naturaleza
humana reflejada en su cuerpo, en actitudes, biológicas y espirituales,
será el puro espejo de su Madre. Sólo su cuerpo, sus cromosomas y genes,
son los que han formado aquella naturaleza bella y armoniosa que era el
propio retrato de su Madre. Sus mismos ojos profundos, sus mismas manos.
Sus gestos idénticos. Jesús observa con mirada penetrante. Jerusalén es una
ciudad en fiestas. Cuando Jesús entra en el Templo, donde habita su Padre,
y ve que la sangre de los corderos viene corriendo desde el altar de los
holocaustos, experimenta una inmensa emoción. Aquellos miles de corderos
degollados, le representan a él... ¡Qué momento más intenso! Nunca en la
historia un muchacho ha sentido una conmoción como la suya. María, que
conocía como nadie la intimidad de su hijo, le observaba, extasiado en
Dios, su Padre, su Vida, su Amor. A las tres de la tarde comenzó el
sacrificio vespertino. A Jesús le saltaba el corazón en el pecho adorable.
Contemplaba por primera vez el cortejo de los once oficiantes dispuestos a
sacrificar los corderos en el Templo. Vio al sacerdote avanzar con el
cuchillo en la mano. Vio hundir el cuchillo en el cuello del cordero.
Corría la sangre. La derramaron los sacerdotes sobre el altar. Es natural
que su alma se sintiera en pleamar y quisiera ver más y saber más de aquel
mundo misterioso. El amor le sube en oleadas por su ser entero. No se queda
en el Templo por casualidad. Lo necesitaba su alma hambrienta. Ni sus
padres habían descubierto el terremoto espiritual producido en la
conciencia humana de su hijo.
9 En las horas libres de aquellos días de fiesta se desplegaba en
Jerusalén una vida peculiar de trabajo, penetrado de espíritu religioso.
Los peregrinos, sentados delante de las puertas, remendaban las sandalias
de viaje; reparaban las suelas y los tacones gastados y casi partidos por
los cantos agudos y por las piedras calizas del camino. Remendaban los
vestidos.
Era muy oportuno un tiempo de reposo después de las largas
caminatas. Se quedaban en la ciudad toda la semana de las fiestas, hasta
que comenzaba el regreso de las caravanas.
10. "Y cuando terminaron, se volvieron; pero el Niño Jesús se
quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que
estaba en la caravana, caminaron una jornada, y se pusieron a buscarlo
entre los parientes y los conocidos; al no encontrarlo se volvieron a
Jerusalén en su busca". Miles de peregrinos van saliendo de Jerusalén,
con la natural algarabía y confusión. Asnos y camellos, literas y arrieros,
comerciantes y peregrinos, hombres por un lado, mujeres aparte y los niños
con unos o con otros. Los caminos se llenaban de gente; cuando comenzaban a
caminar unas caravanas se confundían con otras, hasta que se separaban en
grupos.
La primera jornada suele ser muy corta. Se sale después de mediodía.
Hay un acuerdo previo sobre el punto de reunión, la hora de salida y el
término del viaje. María y José emprendieron su regreso al hogar. A
un niño de 12 años se le daba libertad de movimientos, pues al próximo año
ya era responsable de sí mismo.
Cuando se reunió la caravana en el sitio convenido para el descanso
de la noche, todos se unían a sus familiares. Pero Jesús no apareció. José
y María fueron de una parte a otra preguntando a parientes y conocidos,
alarmándose progresivamente. ¡Nadie había visto al Niño durante todo el
camino! Desolación. Tenían que volver a Jerusalén, aquella misma noche.
Luna llena y caminos animados. En Jerusalén preguntaron en la casa donde
habían comido el cordero pascual, entre conocidos, amigos y comerciantes.
Cuando María veía a un muchacho se sobresaltaba su corazón. En el alma de
María se ha desatado un huracán de angustia y dolor: "Una espada de
dolor te atravesará el corazón". ¿A dónde te escondiste, Amado,/ y me dejaste con gemido?...Salí tras ti corriendo / y
eras ido...Después de tres días de busca y de agonía, lo encontraron por
fin, en el Templo. Los rabinos que comentaban la Escritura los días
festivos, ofrecían la oportunidad a los forasteros de que les escucharan en
estas ocasiones. Era como un cursillo o unos Ejercicios espirituales.
10. "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo
te buscábamos angustiados". Lc 2,41 La palabra padre en labios de
María, tiene una significación plena en el orden espiritual, moral y
afectivo. María le da la preferencia a José. Le honra, le pone delante. Ni
en el orden ontológico ni el de la santidad le corresponde esa preferencia,
pero sí en el orden jurídico familiar y social. La frase "Nos has
tratado así", indica la unión de corazones; José es verdadero esposo
de María y está unido a ella en el dolor. Como hay unión de corazones,
sufren juntos por la pérdida y separación de Jesús. Cuando perdemos a
Jesús, sufrimos. Me diréis que hay muchas personas que están apartadas de
Dios y no sufren por ello. Sí que sufren, aunque no se dan cuenta. Puede
uno no darse cuenta de que está tragando veneno, pero se envenena sin darse
cuenta. Dicen que el sida puede estar latente en un organismo durante años.
Cuando se quebrantan los mandamientos se produce un desequilibrio, un
desquiciamiento de la persona. Se da la esquizofrenia, que consiste en la
disociación del deber y del hacer. Los mandatos de Dios no son arbitrarios.
El sabe lo que nos conviene y lo que nos daña. Por eso manda lo que nos
conviene y prohibe lo que nos daña. La ausencia,
la pérdida de Jesús causa dolor, angustia: "Te buscábamos
angustiados". El amor espiritual es más fuerte que el natural.
"Los amores de la tierra le tienen usurpado el nombre" al amor,
dice Santa Teresa. "El que ama con amor espiritual, dice San Juan de
Avila, necesitaría dos corazones: uno de carne para amar; otro de hierro
para recibir los golpes por la pérdida de los hijos espirituales". El
corazón de María estaba ya desbordado de amargura cuando prorrumpe en estas
palabras de queja, reprensión cariñosa y respetuosa. ¿Por qué nos has
tratado así, a los dos? Unidos en la misma duda. Y unidos en la misma
acción: "Te buscábamos angustiados". José y María, como Abraham,
tienen que recibir la herida dolorosísima de la separación del hijo:
"¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de
mi Padre?". ¿Qué dice? ¿Qué lenguaje es éste? Este Jesús no es el
Jesús que ellos conocían. Jesús ha marcado una línea clara de separación.
Se les exige el desprendimiento total. La noche del espíritu, que María
vivirá en el Calvario, se le adelanta a José en este momento. La
colaboración de José a la Redención alcanza ahora mismo un nuevo dolor. Y
así fue en toda su vida. En el viaje a Belén, en la noche del Nacimiento,
en el día de la presentación en el Templo, en la huida a Egipto, ante la
profecía de Simeón, en Nazaret, en el Templo con los Doctores.
11. DIOS QUE BUSCA. Dios creó el mundo hermoso para dárselo al
hombre, al que quiere feliz con El y para siempre. Los hombres no acaban de
conocer cuánto les ama Dios y buscando ser felices se hacen más esclavos.
El hombre pecó y sigue pecando. Y se esclavizó. Se han hecho un Dios a la
medida de sus deseos, dirá Nietzsche: "Si es verdad que Dios hizo al
hombre a su imagen y semejanza, le salió bien, porque el hombre ha hecho a
Dios a su imagen y semejanza". Los hombres hacen Dios lo que desean
que sea su dios, el becerro de oro, o el dinero de plástico, o el sexo, o
el poder, o la vanidad, o todo a la vez. Pero Dios sigue buscando a ese
hombre que se ha perdido. Jesús deseaba ya derramar su Sangre, viendo la
sangre profética en el Templo para comprar el encuentro de los hombres, y
como José y María seguirá buscando...
12 Cuando hemos perdido la cartera, el carnet, o el pasaporte, los
buscamos con desespero. Me acuerdo de aquellos padres del niño autista
perdido en los Pirineos, buscando angustiados a su hijo.
13. Jesús, encarnación del Amor del Padre, explicó tres parábolas de
BUSQUEDA: una mujer perdió una moneda. Cosa inanimada. Un pastor perdió una
oveja, animal desprovisto del instinto de orientación, de entre cien que
tenía. Y la de la CONVERSION. El padre no busca al hijo, sino espera que actúe
su razón y su amor. Y le ofrece su casa su abrazo y su amor. Amor que
busca, que perdona, que crea. Esa es su alegría. La ALEGRIA del encuentro,
que es evidente en las tres.
14. Conocemos el proceso del huido: mucho dinero, muchos amigos.
Gastos fastuosos, derroche de sus facultades, de su afectividad, de su
sueño, se le apodera la pereza, va perdiendo la ilusión para los deberes
serios, comienzan a mermar sus caudales, empiezan a desfilar los amigos
falsos, que no le encuentran ya tan manirroto. En el fondo cada día menos
alegría, se ensombrece su rostro, se acaba su campechanía y su capacidad de
desenfado. Pasa hambre, va a cuidar cerdos, y no le dejan hartarse de
bellotas como ellos. Y de pronto, piensa en su padre, en su casa, en sus
criados que comen pan y él ni siquiera bellotas. ¿Qué hará su padre si él
regresa a casa? ¿Qué dirá la gente, si él, que se marchó con tanta
fanfarronería y altivez, regresa humillado y roto, empobrecido y mugriento?
Pero, el hambre y la miseria son ya tan grandes, que pasa por todo:
"Me pondré en camino a donde está mi padre, reconoceré que he
pecado" (Lc 15,1) y le diré que disponga de mí como de un criado en su
casa, a su lado, junto a él.
Jesús está revelando el corazón del Padre. "Cuando aún estaba
lejos, su padre lo vio y se conmovió, y echando a correr, se le echó al
cuello y se puso a besarlo". Profundos sollozos de alegría, vestido
nuevo y anillo de bodas en el dedo, sandalias sin estrenar, sacrificio del
ternero más gordo, y el banquete. Para llegar a descubrir la revelación de
la MISERICORDIA DE DIOS hace falta una larga evolución espiritual, a través
de muchos acontecimientos dolorosos y muchas desilusiones amarguras y
fracasos.
15. DIOS TIENE EL CORAZÓN EN UN PUÑO cuando a alguno de sus hijos le
envuelve el pecado. SE HA PERDIDO. Es como el Pastor que cuenta las ovejas,
97,98,99, ¿y la 100? Sufre porque sabe que ella
sufre. Dios sufre porque sabe que el pecador es ese hijo que pasa hambre,
que lo ha perdido todo, menos su dignidad de hombre y de hijo. Y el Padre
es fiel. LO BUSCA. Envía sus profetas, sus sacerdotes, en busca de la oveja
perdida. "Las ovejas que me ha dado mi Padre nadie las arrebatará de
mi mano". Los 90 millones de niños que son destrozados en el seno de
sus madres, los miles de niños víctimas de la prostitución infantil, del
asesinato en las calles, "los meninos da rua",
los enfermos del sida, los drogadictos, los esclavos de la inmoralidad y de
la droga del sexo, las víctimas de todas las guerras de la historia, los
esclavizados por el orgullo y la soberbia, por la envidia que les carcome
las entrañas... El terrorismo, la delincuencia juvenil, la inseguridad
ciudadana: el hombre de nuestro tiempo está sometido como en ninguna otra
época a enormes tensiones que ponen en peligro su equilibrio psicológico.
La higiene acabó con las pestes; las vacunas con las enfermedades
contagiosas; la técnica con la servidumbre del trabajo físico. Pero el
nuevo estilo de vida propiciado por la revolución industrial, ha hecho del
hombre moderno un pelele vulnerable y desmadejado, en manos de esos
invisibles agresores que son la ansiedad, la depresión, la esquizofrenia.
Hoy que el mundo está loco, hace falta como en ningún otro tiempo un
momento de reflexión para el cultivo del espíritu. DIOS LO BUSCA. Dios los
quiere liberar, pacificar, que se reúnan en su familia, que pertenezcan al
Reino suyo de paz y amor. No quiere que sean NIÑOS PERDIDOS.
16. Y los busca. Busca a Adán, ¿dónde estás? Busca a Caín, ¿qué has
hecho con tu hermano? Por fin hace fiesta, y nos ha invitado a todos al
Banquete de la Eucaristía. Necesitamos la luz y la vida de la Palabra de
Cristo: "Que ella habite entre vosotros en toda su riqueza" Col
3,15.
17. Y nos prepare para hacer y recibir la Eucaristía, creadora de
familias santas, donde se trabaja como en Nazaret: "Comerás del fruto
de tu trabajo"; donde la fecundidad es mirada y valorada como
bendición del Señor: "Tu mujer como parra fecunda; tus hijos como
brotes de olivo, alrededor de tu mesa. Donde Dios derrama su bendición:
"Que el Señor te bendiga y veas la prosperidad de Jerusalén todos los
días de tu vida" (Sal 127).
18. Cuando ya no era tan necesario, por ser Jesús adulto y capaz de
proteger a su madre, José, se sintió cansado, agotada su vida en el taller,
sintió frío y Jesús y María, alarmados y llenos de pena, corrieron a su
lado y asistido por, ellos cuidadosamente y con inmenso cariño, murió en la
paz de Dios. Jesús, que lloró con tanta emoción ante el sepulcro de Lázaro,
¿cómo lloraría al morir su padre, a quien tanto amaba? Y las lágrimas de su
esposa María, se unieron a las de su Hijo, porque se les iba el compañero
de la peregrinación. Por eso, por el consuelo que tuvo al morir en brazos
de su hijo y de su esposa, es el patrono de los agonizantes. Jesús, José y
María, asistidnos en nuestra última agonía. Vio la siembra y supo que se
acercaba la cosecha, que no pudo ver.
19. Santa Teresa experimentó la eficacia de la intercesión de San
José y "se hizo promotora de su devoción en la cristiandad
occidental" y, principalmente, quiere que lo tomemos como maestro de
oración.
20. José, padre de Jesús, que entregó al Redentor su juventud, su
castidad limpia, su santidad, su silencio y su acción, puede hacer suyo el
Salmo 88: "El me invocará: Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".
21. Al celebrar la Pascua, pensemos en el reino eterno y feliz de
David, y en la fe de Abraham, nuestros padres en la fe, con quienes
entronca San José, que nos bendice con su Hijo. Y pidámosle que nos enseñe
a orar, que nos conceda un trato cariñoso con Jesús y con el Jesús que está
escondido en cada hermano y que cuide de nuestra fe y de nuestras virtudes,
como cuidó de la vida de su Hijo, Jesús, del cual estuvo tan próximo como
lo vamos a estar nosotros en seguida en la comunión.
Editado por P. S. Donoso Brant
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