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EDITH STEIN y LA FILOSOFIA COMO CAMINO DE CONVERSIÓN

Exposición (Disertación) preparada para la clase de filosofía de la Escuela del Diaconado Permanente de Santiago de Chile

Autor de este trabajo: Pedro Sergio A. Donoso Brant

(Para fines académicos)

Noviembre 2010

"El camino de la fe nos da más que el camino del pensamiento filosófico: nos da a Dios, cercano como Persona, a Dios que ama y se compadece de nosotros, y os da esa seguridad que no es propia de ningún otro conocimiento natural” "(Ser Finito y Ser Eterno). 

 



 

Contenido

1.FILOSOFOS CONVERSOS. 2

2.QUIÉN ES EDITH STEIN. 2

3.FILOSOFÍA, UN CONTINUO CAMINAR AL BORDE DEL ABISMO.. 2

4. PRIMER ENCUENTRO CON LA CRUZ, PRIMERA EXPERIENCIA DE LA FUERZA DIVINA  2

5.PERCIBIENDO INTERIORMENTE UNA PRESENCIA MISTERIOSA. 3

6."¡MAMÁ, SOY CATÓLICA!". 3

7.MONJA CARMELITA DESCALZA. 3

8.CAMINO FILOSÓFICO Y RELIGIOSO.. 4

9.COMENTARIOS FINALES. 4

10. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

 

1.    FILOSOFOS CONVERSOS

Si recorriéramos en la historia cuantas personas se han convertido al cristianismo a través de la filosofía, encontraríamos grandes hombres y mujeres y muchos de ellos no solo han sido conversos, sino que además han hecho camino de santidad y modelos de vida cristiana y católica. San Agustín es un ejemplo, y  hoy este santo es uno de los más grandes filósofos de nuestra fe, Santo y Doctor de la Iglesia.

Para no ir más lejos en años, muchos otros filósofos han sido destacados conversos en los últimos 100 años, como por ejemplo Jacques Maritain (1882-1973), gran filósofo francés, que organizó los círculos tomistas para dar a conocer la doctrina de santo Tomás de Aquino. Fue primero socialista, alejado de Dios y de la religión, hasta que se convirtió con su esposa Raissa, rusa de origen judío, y se bautizó con ella el 11 de Junio de 1906.

Otros menos conocidos, como Manuel García Morente, quien fue un prestigioso catedrático de filosofía públicamente conocido como ateo en España, fue ordenado sacerdote en 1940. En los Estados Unidos es muy conocido en caso Mortimer Jerome Adler (1902- 2001) fue un editor, educador y filósofo, pese a que siempre se confesó no creyente, al cumplir 97 años de edad, Adler ya hizo noticia no por sus debates filosóficos sino por haberse convertido al catolicismo, fe que siempre estuvo "rondando" desde una perspectiva intelectual y que ahora abrazo como el fundamento de toda su existencia.

Y dentro de los grandes conversos a nuestra fe del siglo pasado, reflexionamos en torno a la figura de Edith Stein, Filósofa, Carmelita, santa y mártir. Ciertamente, su pensamiento filosófico, frecuentemente es ensombrecido por sus textos sobre su espiritualidad. Ella fue una entusiasmada filósofa mujer en la búsqueda de la verdad y caracterizada por la finura metodológica de la fenomenología husserliana. Edith, comprende como a través de la característica de todo filosofo de  pensar lo que cree y creer lo que piensa, usa término espíritu como la clave de “apertura”, con lo cual logra una antropología que comprende al ser humano como ser interior que puede abrirse desde dentro hacia fuera, y retornar abriéndose hacia el centro.

2.    QUIÉN ES EDITH STEIN

Edith Stein nació en 1891 en Breslau, ciudad que en aquel tiempo pertenecía a Alemania, y era la capital de la Silesia prusiana (hoy Wroclaw en Polonia). Era la última de siete hijos de una familia judía profundamente religiosa y ligada a las tradiciones. Nació el 12 de octubre, día de la fiesta religiosa del Kippur, esto es, de la Expiación.

A los treinta años de edad, leyó en casa de unos amigos el Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila) y al cerrar el libro, con las primeras luces del alba, tuvo que confesarse a sí misma: "¡Esta es la Verdad!". Así fue como decidió convertirse al catolicismo y recibió el bautismo algunos meses después, el 1 de enero de 1922. Fue después a visitar a su familia, a casa de la anciana madre Augusta, para contarles lo que había hecho. Se puso de rodillas y le dijo: "¡Mamá, soy católica!". La madre, firme creyente de la fe de Israel, lloró. Y lloró también Edith. Ambas sentían que, a pesar de seguirse amando intensamente, sus vidas se separaban para siempre. Cada una de las dos encontró a su manera, en la propia fe, el valor de ofrecer a Dios el sacrificio solicitado

El 30 de abril de 1933, durante la adoración del Santísimo Sacramento sintió con claridad su vocación a la vida religiosa monástica del Carmelo, que había empezado a intuir el día del bautismo, y tomó interiormente su decisión. ¡Para la madre supuso otro golpe! "También siendo hebreo se puede ser religioso", le había dicho para disuadirla. "Claro - le había respondido Edith -, si no se ha conocido otra cosa".

Dios la llamaba para conducirla al desierto, le hablaba en su corazón para invitarla a compartir la infinita sed de Jesús por la salvación de los hombres. Libre y alegremente dejaba un mundo lleno de amigos y admiradores, para entrar en el silencio de una vida desnuda y silenciosa, atraída sólo por el amor a Jesús. El 15 de octubre de 1933 Edith entraba en el Carmelo de Colonia. Tenía 42 años.

El domingo 15 de abril de 1934 tomó los hábitos y se hizo novicia con el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. Entre tanto, el provincial de los carmelitas insistió para que se dedicara a completar su obra "Ser finito y Ser eterno", iniciada antes de entrar en el Carmelo. En 1938 culminó su formación carmelita y el 1 de mayo hizo los votos de profesión religiosa carmelita para toda la vida.

Pero el 31 de diciembre de 1938 se cernía sobre Edith el drama de la cruz. Para huir de las leyes raciales contra los judíos, tuvo que dejar el Carmelo de Colonia. Se refugió en Holanda, en el Carmelo de Echt. Era un momento trágico para toda Europa y especialmente para los ciudadanos de origen judía, perseguidos por los nazis. El 23 de marzo se ofreció a Dios como víctima de expiación. El 9 de junio redactó su testamento espiritual, en el que declaraba su aceptación de la muerte en una hora tan funesta, mientras arreciaba la segunda guerra mundial.

En 1941, por encargo de la Priora del monasterio de Echt, dio inicio a una nueva obra y la continuó mientras pudo, esta vez sobre la teología mística de San Juan de la Cruz. La tituló Scientia Crucis. La obra quedó incompleta, porque también en Echt los nazis terminaron por alcanzarla. Las escuadras de las SS la deportaron al campo de concentración de Amersfort, y de ahí al de Auschwitz. "¡Vamos! - dijo mientras salía con su pobre equipaje a su hermana Rose, que vivía en la hospedería del monasterio y que fue capturada junto a ella - ¡Vamos a morir por nuestro pueblo!"

Había pasado de la cátedra de docente universitaria al Carmelo. Y ahora, de la paz del claustro, espacio del amor contemplativo, pasaba a los horrores de un lager nazi. Edith Stein, Sor Teresa Benedicta de la Cruz, murió en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942.

Fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia, en el aniversario de su consagración definitiva, el 1 de mayo de 1987. Fue proclamada Santa por el mismo pontífice en la Plaza de San Pedro de Roma el 11 de octubre de 1998.

3.    FILOSOFÍA, UN CONTINUO CAMINAR AL BORDE DEL ABISMO

Los que la han leído y conocen de ella, opinan que fue inteligente, innovadora,  dispuesta, hacendosa y dinámica. Edith se inscribe en 1910 en la Universidad de Breslau, y será la única mujer que sigue, ese año, los cursos de filosofía. Dijo una vez: "El estudio de la filosofía es un continuo caminar al borde del abismo", pero ella, intelectual y espiritualmente madura, supo hacer de la misma una vía privilegiada de encuentro con la verdad.

Mientras seguía cierto seminario de estudios, entró en contacto con el pensamiento de Edmund Husserl, profesor de la Universidad de Gotinga. Y nació un interés profundo. Experimentó un gran entusiasmo por el autor, iniciador de la fenomenología, y el ámbito en que se hace presente esta realidad) quien le pareció "el filósofo" de su tiempo. Se trasladó a la Universidad de Gotinga y consiguió conocer al filósofo Husserl.

Conoció a otro fenomenólogo, Max Scheler, un alemán, de gran importancia en el desarrollo de la filosofía de los valores, (Hijo de padre luterano y de madre judía, se convirtió inicialmente al catolicismo, del que más adelante se distanció), muy distinto de Husserl, que provocaba a su auditorio con intuiciones originales y estimulaba su espíritu. En ella, que se declaraba atea, Scheler consiguió despertar la necesidad religiosa, más adormecida que apagada. Poco tiempo antes, Scheler había retornado a la fe católica, y exponía su credo de manera fascinante.

Edith no alcanzó en ese momento la fe, pero vio abrirse ante sí un nuevo ámbito de fenómenos, ante los cuales no podía permanecer insensible. En la escuela de Husserl había aprendido a contemplar las cosas sin prejuicios. Escuchando a Scheler, se le derrumbaban las barreras de los prejuicios racionales entre los que había crecido sin saberlo. Ella misma dice: "El mundo de la fe se me abría de improviso delante".

4.    PRIMER ENCUENTRO CON LA CRUZ, PRIMERA EXPERIENCIA DE LA FUERZA DIVINA

Escuchando las conferencias de Scheler, que expresaba muchas ideas católicas y “sabía divulgarlas haciendo uso de su brillante inteligencia y habilidad lingüística”, se abre un mundo desconocido por primera vez en la vida para la joven Edith, cada vez más interesada en la verdad. Si bien en ese momento no llegó a la fe, al procurar, como buena fenomenóloga, reflexionar sobre cada cosa con una mirada libre de prejuicios y sin “anteojeras”, comienza a interesarse en los asuntos religiosos: “Los límites de los prejuicios racionalistas, en medio de los cuales había crecido sin saberlo, cayeron, y el mundo de la fe apareció repentinamente ante mí”. La joven estudiante de filosofía se siente “paulatinamente transformada”.

El primer verdadero encuentro con la verdad cristiana, y específicamente con el misterio de la Cruz, Edith Stein lo vive con ocasión de la muerte de unos de sus profesores, Adolf Reinach, quien había sido además brazo derecho de Husserl en Gottinga. Para Edith Stein es un trauma, ya que con Reinach, más que un maestro, siente que ha perdido un amigo y confidente. Le produce casi temor el encuentro con la joven viuda tan duramente sometida a prueba, que le solicita poner orden en los escritos filosóficos de su marido. Al leer los apuntes sobre una filosofía de la religión de Reinach, con hermosas páginas proyectadas hacia el catolicismo, y al constatar, con asombro, la fuerza que la joven viuda recibía de la fe cristiana, Edith Stein se siente perturbada y no está tan segura de su ateísmo. Más tarde confía: “Ése fue mi primer encuentro con la Cruz, mi primera experiencia de la fuerza divina que emana de la Cruz y se comunica a quienes la adoptan. Por primera vez me fue dado contemplar en toda su luminosa realidad la Iglesia nacida de la pasión salvadora de Cristo, en su triunfo sobre el aguijón de la muerte. Fue el instante en que se derrumbó mi incredulidad, palideció el hebraísmo y Cristo se irguió radiante ante mi mirada: ¡Cristo en el misterio de su Cruz!”.

5.    PERCIBIENDO INTERIORMENTE UNA PRESENCIA MISTERIOSA

En su ensayo Causalidad psíquica, (publicado en 1922, en el quinto volumen de la revista dirigida por Husserl, hay señales de la lucha interior que sostiene en esos años. Edith Stein parece centrada en su propia experiencia, al enfrentar de pronto la temática religiosa, que altera sus planes, cuando escribe: “Me niego por tanto aceptar la fe pura y simple y no le permito obrar con eficacia”. Más adelante, en el mismo ensayo, extenso como un libro, anota:

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumó totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."

Existen también fenómenos únicos, como son los del santo y el místico. Este ensayo se remonta a la época de su conversión, y en él Edith, basándose en su propia experiencia, escribe una célebre página sobre el "estado de reposo en Dios", que regenera profundamente a la persona.

En dicha página se siente vibrar el acento de quien, percibiendo interiormente una presencia misteriosa, la actividad que procede de la fuerza superior de Dios, se abandona libremente a un sentimiento de íntima seguridad y experimenta un nuevo sentimiento de libertad, una fuerza, un renacimiento. Edith alcanza de este modo la unidad de vida entre el camino intelectual y el camino religioso.

6.    "¡MAMÁ, SOY CATÓLICA!".

Cuando comenzó la primera guerra mundial, en 1914, se sintió espiritualmente atraída por la idea de oponerse al odio con un servicio de amor. Y se hizo voluntaria de la Cruz Roja en un hospital militar de enfermedades infecciosas, situada en una pequeña ciudad de Moravia. Y volvió a la filosofía con una nueva actitud: "¡No la ciencia, sino la dedicación a la vida tiene la última palabra!"

A pesar de sus reservas ante el pensamiento filosófico de Husserl, Edith permaneció a su lado, y en 1916 lo siguió como asistente en la Universidad de Friburgo, donde se licenció con una tesis titulada El problema de la empatía (Einfuhlung). Al año después consiguió el doctorado summa cum laude en la misma universidad.

Por las necesidades propias de sus estudios, en primer lugar, y por las exigencias de la amistad, después, transcurrió largos períodos estivales en Bergzabern, en el Palatinado, en casa del matrimonio Conrad-Martius. Fue en el verano de 1921, durante uno de estas estancias cuando Edith leyó - en una sola noche - el Libro de la vida de Santa Teresa de Ávila. Al cerrar el libro, con las primeras luces del alba, tuvo que confesarse a sí misma: "¡Esta es la Verdad!".

Recibió el bautismo en Bergzabern algunos meses después, el 1 de enero de 1922. Quiso y consiguió que fuese su madrina su amiga Hedwig Conrad-Martius, la cual era cristiana, pero de confesión protestante. Añadió a Edith los nombres de Teresa y Edvige.

Fue después a visitar a su familia, a casa de la anciana madre Augusta, para contarles lo que había hecho. Se puso de rodillas y le dijo: "¡Mamá, soy católica!". La madre, firme creyente de la fe de Israel, lloró. Y lloró también Edith. Ambas sentían que, a pesar de seguirse amando intensamente, sus vidas se separaban para siempre. Cada una de las dos encontró a su manera, en la propia fe, el valor de ofrecer a Dios el sacrificio solicitado.

7.    MONJA CARMELITA DESCALZA 

Edith fue admitida en el Carmelo el 14 de octubre de 1933, ella escribe: "alto monte al que hay que empezar a subir desde abajo", por su sed de participación en el misterio pascual, Edith asimila su condición de desierto, lo que hace del Carmelo lugar idóneo para entender la cultura nihilista de buena parte de nuestro siglo. Si toda la vida cristiana es un éxodo hacia la tierra prometida, el Carmelo vive la dimensión del éxodo con el radicalismo que Edith ha experimentado, de distintas maneras, durante toda la vida.

No obstante su conversión, que no le impide seguirse sintiendo hija de Israel, enamorada de su santa progenie, la separa sin embargo de la familia y de la madre muy amada, quien posee "también una gran fe" y sobre ella Edith dice: "Mi madre se opone todavía con todas sus fuerzas a la decisión que voy a tomar. Es duro tener que asistir al dolor y al conflicto de conciencia de una madre, sin poderla ayudar con medios humanos" (26-01-1934).

La separación de la fe la madre, que seguirá "hasta el final", con admiración de Edith, "fiel a su fe", se superpone a sus sucesivos exilios: primero de la Universidad de Friburgo (1922), después del liceo de Spira (1931), de la Academia pedagógica de Münster (1933), y por último, del mismo Carmelo de Colonia (1938), hasta la separación suprema del Carmelo de Echt (2 de agosto de 1942) por el campo de Amersfoort, el lager de Wersterbork (3 de agosto de 1942) y el de Auschwitz-Birkenau (7 de agosto de 1942), donde Edith y su hermana Rosa resultarán inmediatamente seleccionadas para su eliminación (9 de agosto de 1942). (Cronología de la Obras Completas de Edith Stein)

Edith confirma que "la historia de la salvación es la de un continuo caminar sobre las huellas del Señor... Un nuevo descubrimiento, una nueva experiencia de Dios en la historia, una nueva llamada suya pueden hacernos caminar en una dirección inesperada. Cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es (1 Jn 3,2)".

Condición de la disponibilidad al éxodo es el abandono a Dios. Edith, enamorada del Carmelo - "en la cima de mis pensamientos estaba sólo el monte Carmelo" (27-03-1934) -, inundada por el agradecimiento de ser carmelita - "no me queda sino dar gracias a Dios de continuo por la inmensa gracia, inmerecida, de la vocación" (11-02-1935)-, sigue abierta a la voluntad de Dios: "Soy consciente de que no tenemos una posición duradera aquí. No deseo más que se cumpla en mí y a través de mí la voluntad de Dios. Él sabe cuánto tiempo me dejará todavía aquí y lo que sucederá después. In manibus tuis sortes meae... No tengo por qué preocuparme" (16-10-1939).

Dios está en todas partes porque vive en el corazón humano, más espacioso que cualquier otro lugar, incluso sagrado: "Dios está con nosotros con toda la Trinidad. Si en el fondo del corazón construimos una celda bien protegida en la que retirarnos lo más a menudo posible, no nos faltará nada en cualquier situación nos encontremos" (22-10-1938).

Ni siquiera en un lager. En el de Westerbork, tres días antes de su muerte, Edith dirá: "Suceda lo que suceda, estoy preparada. Jesús está también aquí con nosotros" (06-08-1942).

8.    CAMINO FILOSÓFICO Y RELIGIOSO

La aceptación serena y consciente de este final presupone una madurez humana y espiritual completa, la posesión tranquila - en los límites en que esto resulta posible a un ser humano finito - de esa suma Verdad y de ese sumo Amor que es el Ser eterno en sí mismo.

A esta meta Edith había llegado pasando por una maduración intelectual y filosófica que se puede considerar ya culminada en el momento de abandonar el mundo para entregarse a la contemplación de Dios, que es su vocación monástica carmelita.

Lo que más llama la atención en Edith Stein es la claridad de su objetivo, la persistencia infatigable de la búsqueda con que lo persiguió durante toda la vida. "La sed de la verdad - dijo a propósito del tiempo que precedió a su conversión - era mi única oración". Esta búsqueda, abriéndose al Ser divino, se convertirá en búsqueda de Dios, no del Dios de las abstractas filosofías, sino del Dios personal, el Dios de Jesucristo.

No nos sorprende pues que, a partir de la fenomenología, Edith Stein llegara a la Escolástica y que en este panorama de luz total sobre el ser pudiera escuchar la exigencia de abordar una experiencia y una doctrina de carácter místico.

En los años treinta, los varios círculos de pensadores neo-escolásticos afrontaban frecuentemente la relación entre filosofía y mística, interesándose especialmente por las diferencias entre las vías propuestas por Tomás de Aquino y por Juan de la Cruz para la vida espiritual. Por esos años, era la época de los Congresos Tomistas, de los Estudios Carmelitas en profundidad de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, además el tiempo de Jacques e Raissa Maritain. Momento que dan testimonio de que, el pensamiento cristiano, la vida de oración y la búsqueda de la santidad se presentan como formas de la actividad filosófica, en la realidad de la existencia."

En esa época, Edith había madurado ya la superación de la postura de su maestro Husserl. Ahora sus intereses intelectuales gravitaban en torno a Santo Tomás, y su espíritu se orientaba hacia la experiencia mística carmelita, manteniendo, a pesar de todo, el profundo signo de su iniciación a la filosofía en la escuela de Husserl. Edith ya había entrado así en un círculo de personas unidas por la pasión por la verdad y por auténticos vínculos humanos.

Aunque ni siquiera Husserl superó el subjetivismo, en realidad la apertura al objeto, propia de la intención original de esta escuela en la que se formó filosóficamente Edith Stein, invitaba a muchos discípulos a avanzar, por la vía de la objetividad, hacia el ser mismo.

Lo que atrajo intensamente a Edith Stein fue la apertura directa de la conciencia al ser del mundo. "A través de esta realidad del ser del mundo Dios nos habla. Él está ahí, detrás, él sólo es El que es. Abrirse a la voz del mundo que habla a la consciencia es abrirse a Dios, es escuchar a Dios. El camino de la contemplación está muy cerca." (J. de Fabrègues)

La posición crítica de Edith respecto al desarrollo de la doctrina de Husserl por una línea que fue denominada de "idealismo trascendental" favoreció su aproximación a la perspectiva de la Escolástica. Y el encuentro con el Ser infinito hizo crecer en su espíritu el germen de la contemplación.

Procediendo con el método fenomenológico, en la perspectiva inicial de la adhesión a la objetividad de las cosas, Edith trató, en su primera producción científica, algunos temas de carácter psicológico, comunitario, social. Según uno de los más serios estudiosos de Edith Stein, Reuben Guilead, "hay un problema en el que se concentra todo su interés filosófico: el de la persona humana. No es una casualidad que sus primeros escritos graviten sobre cuestiones de naturaleza psíquica, comunitaria y social. Ahora, la búsqueda de la esencia de la persona humana está unida indisolublemente a la de la dimensión espiritual. Así que no nos sorprende que, desde sus primeros escritos, Edith Stein afronte la cuestión de una ontología del espíritu".

9.    COMENTARIOS FINALES

Es conocido que si miramos la historia del pensamiento antiguo, los escritos sagrados de todas las religiones que se conocen, surgen interrogantes básicas sobre la existencia humana. Ciertamente son preguntas que brotan íntimamente en el corazón del hombre. En efecto, siempre hemos tenido la necesidad de conocer el sentido de nuestra existencia.  Edith siempre estuvo deseosa de conocer la verdad y ella se da cuenta de su capacidad para conocer la verdad, y la encuentra mediante la filosofía. Edith en su tiempo, ya sabe como el desarrollo de las diferentes filosofías ha dado lugar a otras culturas. Alguien podría decir que en esta tarea ha habido arbitrariedades e imperfecciones. No obstante nada de eso logra invalidar el esfuerzo desarrollado por el hombre a lo largo de toda su vida e historia para comprender cuales son las raíces de su existencia y orientarse en el ejercicio de su libertad y de sus responsabilidades sociales e históricas.

Podemos además concluir que la fe divina, recibida en el entendimiento del filósofo, en ningún caso echa por tierra la filosofía de este, todo lo contrario, más bien la sostiene, la perfecciona y la eleva. Porque la fuerza del conocimiento de la razón natural no disminuye al surgir la fe, sino que más bien aumenta y se enriquece con la cercanía de esa nueva luz sobrenatural. El hábito de la fe divina no sólo potencia a nuestro intelecto en orden al conocimiento de los misterios sobrenaturales, sino que también lo torna más capaz y firme en orden a la investigación de muchas verdades fundamentales que, de suyo, son naturalmente comprensibles.

Es así como la fe instruye a la filosofía acerca de sus limitaciones y posibles fallos, para que no se exalte en demasía, como acontece en los racionalistas. Pues le da a conocer que, más allá, y por encima de la razón natural, existen misterios intrínsecamente sobrenaturales, que exceden, de modo absoluto, las fuerzas de nuestra razón. Y en cuanto a las mismas verdades acerca de Dios, que no exceden de suyo a dichas fuerzas naturales, también la fe enseña al filósofo las muchas imperfecciones a que está sujeto en la presente condición del género humano, por la ignorancia, que oscurece y debilita nuestra razón.

“Tú vienes a mí como alimento de la mañana en cada pausa cotidiana.” (Edith)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Año 2010


Para leer más sobre EDITH STEIN, SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, visitar en mi página web este link: http://www.caminando-con-jesus.org/CARMELITA/EDITH/index.htm


10.  FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

Edith Stein, Obras Selectas, Editorial Monte Carmelo, 1997

Edith Stein, Modelo y Maestra de Vida Espiritual, por Javier Sancho, Editorial Monte Carmelo, 1997

Desde el ateísmo y el dios de los filósofos, Manuel García Morente. El hecho extraordinario, http://www.fluvium.org

Mortimer J. Adler, www.aciprensa.com

Edith Stein, ejemplo de libertad espiritual, Licinia Faresin, www.caminando-con-jesus.org

Edith Stein: judía, Filósofa, Carmelita, Mártir, Emanuela Ghini o.c.d.,

Artículo publicado en el Osservatore Romano el 13 de septiembre de 1998, Traducción de Eloy José Santos, www.caminando-con-jesus.org

La Filosofía Cristiana, Cittii del Vaticano 1986; GARCÍA LÓPEZ J.,

Apuntes de Clases y talleres sobre Edith Stein

Mi pagina WEB www.caminando-con-jesus.org

Diccionario:

Fenomenología es la ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que se hace presente esta realidad (psiquismo, la conciencia).

El nihilismo es una posición filosófica que argumenta que el mundo, y en especial la existencia humana, no posee de manera objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial superior, por lo que no nos debemos a éstos.

La escolástica, es el movimiento teológico y filosófico que intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.

El subjetivismo es la postura filosófica que toma como factor primario para toda verdad y moralidad a la individualidad psíquica y material del sujeto particular, siempre variable e imposible de trascender hacia una verdad absoluta y universal.

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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