CAPÍTULO 25
En que dice lo mucho que gana un
alma que reza con perfección vocalmente, y cómo acaece levantarla Dios de allí
a cosas sobrenaturales.
1. Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar
vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el
Paternóster os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezando otra oración
vocal; que por estas vías muestra Su Majestad que oye al que le habla, y le
habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento y atajándole el pensamiento
(1), y tomándole -como dicen- la palabra de la boca, que aunque quiere no puede
hablar si no es con mucha pena; [2] entiende que sin ruido de palabras le está
enseñando este Maestro divino, suspendiendo las potencias, porque entonces
antes dañarían que aprovecharían si obrasen. Gozan sin entender cómo gozan.
Está el alma abrasándose en amor y no entiende cómo ama. Conoce que goza de lo
que ama y no sabe cómo lo goza. Bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento
a desearle. Abrázale la voluntad sin entender cómo. Mas en pudiendo entender
algo, ve que no es éste bien que se puede merecer con todos los trabajos que se
pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo,
que en fin da como quien es.
Esta, hijas, es contemplación perfecta.
3. Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a
la oración mental, que es lo que queda dicho: (2) pensar y entender qué
hablamos y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran
Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y
lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis es otra
algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que
quisiereis, es oración vocal.
Pues mirad qué mala música hará sin lo primero: (3)
aun las palabras no irán con concierto todas veces. En estas dos cosas (4)
podemos algo nosotros, con el favor de Dios; en la contemplación que ahora
dije, ninguna cosa: Su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya sobre
nuestro natural.
4. Como está dado a entender esto de contemplación
muy largamente, lo mejor que yo lo supe declarar, en la relación que tengo
dicho escribí para que viesen mis confesores de mi vida (6) -que me lo
mandaron-, no lo digo aquí ni hago más de tocar en ello. Las que hubiereis sido
tan dichosas que el Señor os llegue a estado de contemplación, si le pudieseis
haber, puntos tiene y avisos que el Señor quiso acertase a decir, que os
consolarían mucho y aprovecharían, a mi parecer y al de algunos que le han
visto, que le tienen para hacer caso de él; que vergüenza es deciros yo que
hagáis caso del mío, y el Señor sabe la confusión con que escribo mucho de lo
que escribo. ¡Bendito sea que así me sufre! Las que -como digo- tuvieren
oración sobrenatural, procúrenle después de yo muerta; las que no, no hay para
qué, sino esforzarse a hacer lo que en éste va dicho, y deje al Señor, que es
quien lo ha de dar y no os lo negará si no os quedáis en el camino, sino que os
esforzáis hasta llegar a la fin (7)
NOTAS
1 Pensamiento, en la vaga acepción
de "imaginación".
2 Queda dicho en el c. 22.
3 Sin lo primero: la oración vocal
sin la mental.
4 En estas dos cosas: oración mental
y vocal.
5 Al margen del autógrafo, uno de
los censores anotó: "contemplación"; pero sobrevino el segundo
censor, tachó esta palabra y enmendó el texto teresiano así: "en la
contemplación que ahora dije, ninguna cosa [podemos], si no es disponernos con
la oración: Su Majestad es el que ve lo hace, que es obra suya...".
6 La relación que tiene dicha (cf.
prólogo n. 4) es el libro de la Vida. Trató ampliamente de la contemplación en
los cc. 14-21, y en casi toda la tercera parte del libro, cc. 22-31. Cf.
especialmente el c. 14, nn. 2 y 6; y c. 18, n. 14.
7 En la 1ª redacción varía todo este
n.: ... como está todo lo mejor dado a entender en el libro que digo tengo
escrito, y así no hay que tratar de ello particularmente aquí: allí dije lo que
supe. Quien llegare a haberle Dios llegado a este estado de contemplación de
vosotras -que, como dije, algunas estáis en él-, procuradle, que os importa
mucho, de que yo me muera. Las que no, no hay para qué; sino esforzarse a hacer
lo que en este libro va dicho, de ganar por cuantas vías pudiere y tener diligencia
que el Señor se lo dé con suplicárselo y ayudarse. Lo demás, el Señor mismo lo
ha de dar y no lo niega a nadie que llegue hasta el fin del camino peleando
como queda dicho.
En que va declarando el modo para
recoger el pensamiento. -Pone medios para ello. -Es capítulo muy provechoso
para los que comienzan oración.
1. Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal para
que se rece de manera que, sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, y para
-como he dicho- (1) rezar como es razón.
La examinación de la conciencia y decir la confesión
y santiguaros, ya se sabe ha de ser lo primero.
Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener
compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo maestro que enseñó la oración que vais
a rezar? Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y
humildad os está enseñando. Y creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan
buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y El ve que lo hacéis con
amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de
vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos;
tenerle heis en todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado?
2. ¡Oh hermanas, las que no podéis tener mucho
discurso del entendimiento ni podéis tener el pensamiento sin divertiros!,
¡acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto, porque pasé
muchos años por este trabajo de no poder sosegar el pensamiento en una cosa, y
eslo muy grande. Mas sé que no nos deja el Señor tan desiertos, que si llegamos
con humildad a pedírselo, no nos acompañe. Y si en un año no pudiéremos salir
con ello, sea en más. No nos duela el tiempo en cosa que tan bien se gasta.
¿Quién va tras nosotros? Digo que esto, que puede acostumbrarse a ello, y
trabajar andar cabe este verdadero Maestro.
3. No os pido ahora que penséis en El ni que saquéis
muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro
entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los
ojos del alma, aunque sea de presto si no podéis más, a este Señor? Pues podéis
mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede
imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos sufrido
mil cosas feas y abominaciones contra El y no ha bastado para que os deje de
mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréis
algunas veces a El? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la
esposa, sino que le miremos (2). Como le quisiereis, le hallaréis. Tiene en
tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya.
4. Así como dicen ha de hacer la mujer, para ser bien
casada, con su marido, que si está triste, se ha de mostrar ella triste y si está
alegre, aunque nunca lo esté, alegre (mirad) de qué sujeción os habéis librado,
hermanas), esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con nosotros: que El
se hace el sujeto, y quiere seáis vos la señora, y andar El a vuestra voluntad.
Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro
os alegrará. Mas ¡con qué claridad y con qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué
victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha
ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a sí con él. Pues ¿es
mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a mirarle?
5. Si estáis con trabajos o triste, miradle camino
del huerto: ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma, pues con ser el mismo
sufrimiento la dice y se queja de ella! O miradle atado a la columna, lleno de
dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama; tanto
padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos,
desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por El, helado de frío, puesto en
tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar. O miradle cargado con
la cruz, que aun no le dejaban hartar de huelgo. Miraros ha El con unos ojos
tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por
consolar los vuestros, sólo porque os vayáis vos con El a consolar y volváis la
cabeza a mirarle (3).
6. "¡Oh Señor del mundo, verdadero Esposo mío!
-le podéis vos decir, si se os ha enternecido el corazón de verle tal, que no
sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con El, no oraciones
compuestas, sino de la pena de vuestro corazón, que las tiene El en muy mucho-,
¿tan necesitado estáis, Señor mío y Bien mío, que queréis admitir una pobre
compañía como la mía, y veo en vuestro semblante que os habéis consolado
conmigo? Pues ¿cómo, Señor, es posible que os dejan solo los ángeles, y que aun
no os consuela vuestro Padre? Si es así, Señor, que todo lo queréis pasar por
mí, ¿qué es esto que yo paso por Vos? ¿De qué me quejo? Que ya he vergüenza, de
que os he visto tal, que quiero pasar, Señor, todos los trabajos que me
vinieren y tenerlos por gran bien por imitaros en algo. Juntos andemos, Señor.
Por donde fuereis, tengo de ir. Por donde pasareis, tengo de pasar".
7. Tomad, hija, de aquella cruz. No se os dé nada de
que os atropellen los judíos, porque El no vaya con tanto trabajo. No hagáis
caso de lo que os dijeren. Haceos sorda a las murmuraciones. Tropezando,
cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis. Mirad mucho
el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos
padecéis, por grandes que los queráis pintar. Y por mucho que los queráis
sentir, saldréis consolada de ellos, porque veréis son cosa de burla comparados
a los del Señor.
8. Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto,
que si le vierais con los ojos del cuerpo en el tiempo que Su Majestad andaba
en el mundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre.
-No lo creáis, que quien ahora no se quiere hacer un
poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este
Señor (que) lo puede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado), muy menos se
pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo. Mas ¡qué
debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita Santa! ¡Qué de amenazas, qué de
malas palabras y qué de encontrones, y qué descomedidas! Pues ¡con qué gente lo
habían tan cortesana! Sí, lo era del infierno, que eran ministros del demonio.
Por cierto que debía ser terrible cosa lo que pasaron; sino que, con otro dolor
mayor, no sentirían el suyo.
Así que, hermanas, no creáis erais para tan grandes
trabajos, si no sois para cosas tan pocas. Ejercitándoos en ellas, podéis venir
a otras mayores (8).
9. Lo que podéis hacer para ayuda de esto, procurad
traer una imagen o retrato de este Señor que sea a vuestro gusto; no para
traerle en el seno y nunca le mirar, sino para hablar muchas veces con El, que
El os dará qué le decir. Como habláis con otras personas, ¿por qué os han más
de faltar palabras para hablar con Dios? No lo creáis; al menos yo no os
creeré, si lo usáis; porque si no, el no tratar con una persona causa extrañeza
y no saber cómo nos hablar con ella, que parece no la conocemos, y aun aunque
sea deudo, porque deudo y amistad se pierde con la falta de comunicación.
10. También es gran remedio tomar un libro de romance
bueno, aun para recoger el pensamiento, para venir a rezar bien vocalmente, y
poquito a poquito ir acostumbrando el alma con halagos y artificio para no la
amedrentar. Haced cuenta que ha muchos años que se ha ido de con su esposo, y
que hasta que quiera tornar a su casa es menester mucho saberlo negociar, que
así somos los pecadores: tenemos tan acostumbrada nuestra alma y pensamiento a
andar a su placer, o pesar, por mejor decir, que la triste alma no se entiende,
que para que torne a tomar amor a estar en su casa es menester mucho artificio,
y si no es así y poco a poco, nunca haremos nada.
Y tórnoos a certificar que si con cuidado os
acostumbráis a lo que he dicho (5), que sacaréis tan gran ganancia que, aunque
yo os la quisiera decir, no sabré. Pues juntaos cabe este buen Maestro, muy
determinadas a deprender lo que os enseña, y Su Majestad hará que no dejéis de
salir buenas discípulas, ni os dejará si no le dejáis. Mirad las palabras que
dice aquella boca divina, que en la primera entenderéis luego el amor que os
tiene, que no es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le ama.
NOTAS
1 En el c. 24, n. 2.
2 Ct 2, 14.
3 Al margen del autógrafo
escurialense escribió la Santa, a modo de título del n. siguiente: exclamación.
4 En la 1ª redacción se lee: Y creed
que digo verdad -porque he pasado por ello-, que lo podréis hacer.
En que trata el gran amor que nos
mostró el Señor en las primeras palabras del Paternóster, y lo mucho que
importa no hacer caso ninguno del linaje
1. "Padre nuestro que estás en los cielos"
(1).
¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo
parece vuestro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás! ¿No
fuera al fin de la oración esta merced, Señor, tan grande? En comenzando, nos
henchís las manos y hacéis tan gran merced que sería harto bien henchirse el
entendimiento para ocupar de manera la voluntad que no pudiese hablar palabra.
¡Oh, qué bien venía aquí, hijas, contemplación
perfecta! ¡Oh, con cuánta razón se entraría el alma en sí para poder mejor
subir sobre sí misma (2) a que le diese este santo Hijo a entender qué cosa es
el lugar adonde dice que está su Padre, que es en los cielos! Salgamos de la
tierra, hijas mías, que tal merced como ésta no es razón se tenga en tan poco,
que después que entendamos cuán grande es nos quedemos en la tierra.
2. ¡Oh Hijo de Dios y Señor mío!, ¿cómo dais tanto
junto a la primera palabra? Ya que os humilláis a Vos con extremo tan grande en
juntaros con nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable,
¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar, pues
queréis que nos tenga por hijos, que vuestra palabra no puede faltar? (3)
Obligáisle a que la cumpla, que no es pequeña carga, pues en siendo Padre nos
ha de sufrir por graves que sean las ofensas. Si nos tornamos a El, como al
hijo pródigo hanos de perdonar (4), hanos de consolar en nuestros trabajos,
hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser
mejor que todos los padres del mundo, porque en El no puede haber sino todo
bien cumplido (5), y después de todo esto hacernos participantes y herederos
con Vos.
3. Mirad, Señor mío, que ya que Vos, con el amor que nos
tenéis y con vuestra humildad, no se os ponga nada delante, en fin, Señor,
estáis en la tierra y vestido de ella, pues tenéis nuestra naturaleza, parece
tenéis causa alguna para mirar nuestro provecho; mas mirad que vuestro Padre
está en el cielo; Vos lo decís; es razón que miréis por su honra. Ya que estáis
Vos ofrecido (6) a ser deshonrado por nosotros, dejad a vuestro Padre libre; no
le obliguéis a tanto por gente tan ruin como yo, que le ha de dar tan malas
gracias (7).
4. ¡Oh buen Jesús, qué claro habéis mostrado ser una
cosa con El (8), y que vuestra voluntad es la suya y la suya vuestra! ¡Qué
confesión tan clara, Señor mío! ¡Qué cosa es el amor que nos tenéis! Habéis
andado rodeando, encubriendo al demonio que sois Hijo de Dios, y con el gran deseo
que tenéis de nuestro bien no se os pone cosa delante por hacernos tan
grandísima merced. ¿Quién la podía hacer sino Vos, Señor? Yo no sé cómo en esta
palabra no entendió el demonio quién erais, sin quedarle duda (9). Al menos
bien veo, mi Jesús, que habéis hablado, como Hijo regalado, por Vos y por
nosotros, y que sois poderoso para que se haga en el cielo lo que Vos decís en
la tierra. Bendito seáis por siempre, Señor mío, que tan amigo sois de dar, que
no se os pone cosa delante.
5. Pues ¿paréceos, hijas, que es buen maestro éste,
pues para aficionarnos a que deprendamos lo que nos enseña, comienza
haciéndonos tan gran merced? Pues ¿paréceos ahora que será razón que, aunque
digamos vocalmente esta palabra, dejemos de entender con el entendimiento, para
que se haga pedazos nuestro corazón con ver tal amor? Pues ¿qué hijo hay en el
mundo que no procure saber quién es su padre, cuando le tiene bueno y de tanta
majestad y señorío? Aun si no lo fuera, no me espantara no nos quisiéramos
conocer por sus hijos, porque anda el mundo tal que si el padre es más bajo del
estado en que está el hijo, no se tiene por honrado en conocerle por padre.
6. Esto no viene aquí, porque en esta casa nunca
plega a Dios haya acuerdo de cosa de éstas, sería infierno; sino que la que
fuere más, tome menos a su padre en la boca. Todas han de ser iguales.
¡Oh Colegio de Cristo, que tenía más mando San Pedro
con ser un pescador y le quiso así el Señor, que San Bartolomé, que era hijo de
rey! (10) Sabía Su Majestad lo que había de pasar en el mundo sobre cuál era de
mejor tierra, que no es otra cosa sino debatir si será buena para adobes o para
tapias (11). ¡Válgame Dios, qué gran trabajo traemos! Dios os libre, hermanas,
de semejantes contiendas, aunque sea en burlas. Yo espero en Su Majestad que sí
hará. Cuando algo de esto en alguna hubiese, póngase luego remedio y ella tema
no sea estar Judas entre los Apóstoles; denla penitencias hasta que entienda
que aun tierra muy ruin no merecía ser (12).
Buen Padre os tenéis, que os da el buen Jesús. No se
conozca aquí otro padre para tratar de él. Y procurad, hijas mías, ser tales
que merezcáis regalaros con El, y echaros en sus brazos. Ya sabéis que no os
echará de sí, si sois buenas hijas. Pues ¿quién no procurará no perder tal
Padre?
7. ¡Oh, válgame Dios!, y que hay aquí en qué os
consolar, que por no me alargar más lo quiero dejar a vuestros entendimientos;
que por disparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzado
ha de estar el Espíritu Santo, que enamore vuestra voluntad y os la ate tan
grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.
NOTAS
1 Mt 24, 35.
2 Entrar en sí y subir sobre sí,
eran expresiones corrientes entre los espirituales contemporáneos y con
significado más o menos alambicado. Aquí la usa la Santa para designar con la
primera la acción de recogerse al interior, y con la segunda una elevación
mística en general. -En otras ocasiones critica ella misma la teoría del
"subir sobre sí" (cf. Vida c. 22, nn. 1, 4, 5, 7; y Moradas IV, c. 3,
nn. 2 y 6).
3 Lc 24, 35.
4 Lc 15, 20.
5 En la 1ª redacción sigue
insistiendo: hanos de regalar; hanos de sustentar, que tiene con qué. -Siguen
dos alusiones bíblicas a Ef 3, 15 y
6 Estar ofrecido: haber hecho una
promesa o voto personal, como un "romero" o peregrino; frase típica,
tomada del lenguaje popular.
7 ... y otros también hay que no se
las dan buenas, añade la 1ª redacción.
8 Alusiones a Jn 10, 30 y 8, 29.
9 Un censor tachó en el autógrafo
esta afirmación de la Santa, probablemente por escrúpulo teológico: la fe del
diablo no pudo estar exenta de dudas.
10 No sé dónde lo halló, anotó
marginalmente uno de los censores del autógrafo. -La Santa leyó esta peregrina
noticia en el Flos Sanctorum de su tiempo, que basados en la etimología de la
palabra (Bartolomaeus), hacían al Apóstol descendiente de los Ptolomeos.
11 Que no es otra cosa sino debatir
ni será para bodoques buena o para adobes, había escrito en la 1ª redacción.
Bodoque era una "pelotilla de barro que se tira con el arco o con la
ballesta que llaman de bodoque" (Cobarruvias). La Santa o quizá un
corrector enmendó esa palabra cambiándola en "lodo".
12 En la 1ª redacción: Y cuando algo
de esto en alguna hubiere, no la consintáis en casa, que es Judas entre los
apóstoles. Haced cuanto pudiéreis de libraros de tan mala compañía. Y si esto
no podéis, más graves penitencias que por otra cosa ninguna, hasta que conozca
que aun tierra muy ruin no merecía ser. Buen Padre os da el buen Jesús. No se
conozca aquí otro padre para tratar de él, si no fuere el que nos da vuestro
Esposo.
En que declara qué es oración de
recogimiento, y pónense algunos medios para acostumbrarse a ella.
1. Ahora mirad que dice vuestro Maestro: "Que
estás en los cielos".
¿Pensáis que importa poco saber qué cosa es cielo y
adónde se ha de buscar vuestro sacratísimo Padre? Pues yo os digo que para
entendimientos derramados que importa mucho, no sólo creer esto, sino
procurarlo entender por experiencia. Porque es una de las cosas que ata mucho
el entendimiento y hace recoger el alma.
2. Ya sabéis que Dios está en todas partes. Pues
claro está que adonde está el rey, allí dicen está la corte. En fin, que adonde
está Dios, es el cielo. Sin duda lo podéis creer que adonde está Su Majestad
está toda la gloria. Pues mirad que dice San Agustín que le buscaba en muchas
partes y que le vino a hallar dentro de sí mismo (1). ¿Pensáis que importa poco
para un alma derramada entender esta verdad y ver que no ha menester para
hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse con El, ni ha
menester hablar a voces? Por paso (2) que hable, está tan cerca que nos oirá.
Ni ha menester alas para ir a buscarle (3), sino ponerse en soledad y mirarle
dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad
hablarle como a padre, pedirle como a padre, contarle sus trabajos, pedirle
remedio para ellos, entendiendo que no es digna de ser su hija.
3. Se deje de unos encogimientos que tienen algunas personas
y piensan es humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey os hace una
merced no la toméis, sino tomarla y entender cuán sobrada os viene y holgaros
con ella. ¡Donosa humildad, que me tenga yo al Emperador del cielo y de la
tierra en mi casa, que se viene a ella por hacerme merced y por holgarse
conmigo, y que por humildad ni le quiera responder ni estarme con El ni tomar
lo que me da, sino que le deje solo. Y que estándome diciendo y rogando le
pida, por humildad me quede pobre, y aun le deje ir, de que ve que no acabo de
determinarme!
No os curéis, hijas, de estas humildades, sino tratad
con El como con padre y como con hermano y como con señor y como con esposo; a
veces de una manera, a veces de otra, que El os enseñará lo que habéis de hacer
para contentarle. Dejaos de ser bobas; pedidle la palabra, que vuestro Esposo
es, que os trate como a tal (4).
4. Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con
mucha más brevedad se recoge el entendimiento, y es oración que trae consigo
muchos bienes. Llámase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias
y se entra dentro de sí con su Dios, y viene con más brevedad a enseñarla su
divino Maestro y a darla oración de quietud, que de ninguna otra manera. Porque
allí metida consigo misma, puede pensar en la Pasión y representar allí al Hijo
y ofrecerle al Padre y no cansar el entendimiento andándole buscando en el
monte Calvario y al huerto y a la columna.
5. Las que de esta manera se pudieren encerrar en
este cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que le hizo, y la tierra
(5), y acostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos sentidos
exteriores, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber
el agua de la fuente (6), porque camina mucho en poco tiempo. Es como el que va
en una nao, que con un poco de buen viento se pone en el fin de la jornada en
pocos días, y los que van por tierra tárdanse más (7).
6. Estos (8) están ya, como dicen, puestos en la mar;
que, aunque del todo no han dejado la tierra, por aquel rato hacen lo que
pueden por librarse de ella, recogiendo sus sentidos a sí mismos. Si es
verdadero el recogimiento, siéntese muy claro, porque hace alguna operación. No
sé cómo lo dé a entender. Quien lo tuviere, sí entenderá. Es que parece se
levanta el alma con el juego, que ya ve lo es las cosas del mundo (9). Alzase
al mejor tiempo y como quien se entra en un castillo fuerte para no temer los
contrarios: un retirarse los sentidos de estas cosas exteriores y darles de tal
manera de mano que, sin entenderse, se le cierran los ojos por no las ver,
porque más se despierte la vista a los del alma.
Así, quien va por este camino casi siempre que reza
tiene cerrados los ojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es
un hacerse fuerza a no mirar las de acá. Esto al principio, que después no es
menester; mayor se la hace cuando en aquel tiempo los abre. Parece que se
entiende un fortalecerse y esforzarse el alma a costa del cuerpo, y que le deja
solo y desflaquecido, y ella toma allí bastimento para contra él (10).
7. Y aunque al principio no se entienda esto, por no
ser tanto -que hay más y menos en este recogimiento-, si se acostumbra (aunque)
al principio dé trabajo, porque el cuerpo torna de su derecho (11), sin
entender que él mismo se corta la cabeza en no darse por vencido), si se usa
algunos días y nos hacemos esta fuerza, verse ha claro la ganancia y
entenderán, en comenzando a rezar, que se vienen las abejas a la colmena y se
entran en ella para labrar la miel, y esto sin cuidado nuestro; porque ha
querido el Señor que por el tiempo que le han tenido, se haya merecido estar el
alma y voluntad con este señorío, que en haciendo una seña no más de que se
quiere recoger, la obedezcan los sentidos y se recojan a ella. Y aunque después
tornen a salir, es gran cosa haberse ya rendido, porque salen como cautivos y
sujetos y no hacen el mal que antes pudieran hacer. Y en tornando a llamar la
voluntad, vienen con más presteza, hasta que a muchas entradas de éstas quiere
el Señor se queden ya del todo en contemplación perfecta.
8. Entiéndase mucho esto que queda dicho, porque,
aunque parece oscuro, se entenderá a quien quisiere obrarlo.
Así que caminan por mar; (12) y pues tanto nos va no
ir tan despacio, hablemos un poco de cómo nos acostumbraremos a tan buen modo
de proceder. Están más seguros de muchas ocasiones; pégase más presto el fuego
del amor divino, porque con poquito que soplen con el entendimiento, como están
cerca del mismo fuego, con una centellica que le toque se abrasará todo. Como no
hay embarazo de lo exterior, estáse sola el alma con su Dios: hay gran aparejo
para entenderse (13).
9. Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un
palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en
fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal,
como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta hermosura como una alma
limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras; y
que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro
Padre; y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón.
10. Parecerá esto al principio cosa impertinente
-digo, hacer esta ficción para darlo a entender- y podrá ser aproveche mucho, a
vosotras en especial; porque, como no tenemos letras las mujeres, todo esto es
menester para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin
ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos
imaginemos huecas en lo interior. Y plega a Dios sean solas mujeres las que
andan con este descuido; que tengo por imposible, si trajésemos cuidado de
acordarnos tenemos tal huésped dentro de nosotras, nos diésemos tanto a las
cosas del mundo, porque veríamos cuán bajas son para las que dentro poseemos.
Pues ¿qué más hace una alimaña que en viendo lo que le contenta a la vista
harta su hambre en la presa? Sí, que diferencia ha de haber de ellas a nosotras.
11. Reiránse de mí, por ventura, y dirán que bien
claro se está esto, y tendrán razón; porque para mí fue oscuro algún tiempo.
Bien entendía que tenía alma; mas lo que merecía esta alma y quién estaba
dentro de ella, si yo no me tapara los ojos con las vanidades de la vida para
verlo, no lo entendía. Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este
palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey, que no le dejara tantas veces
solo, alguna me estuviera con El, y más procurara que no estuviera tan sucia.
Mas ¡qué cosa de tanta admiración, quien hinchiera mil mundos y muy mucho más
con su grandeza, encerrarse en una cosa tan pequeña! (14) A la verdad, como es
Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama, hácese a nuestra medida.
12. Cuando un alma comienza, por no la alborotar de
verse tan pequeña para tener en sí cosa tan grande, no se da a conocer hasta
que va ensanchándola poco a poco, conforme a lo que es menester para lo que ha
de poner en ella. Por esto digo que trae consigo la libertad, pues tiene el
poder de hacer grande este palacio (15). Todo el punto está en que se le demos
por suyo con toda determinación, y le desembaracemos para que pueda poner y
quitar como en cosa propia. Y tiene razón Su Majestad, no se lo neguemos (16).
Y como El no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da
a Sí del todo hasta que nos damos del todo.
Esto es cosa cierta y, porque importa tanto, os lo
acuerdo tantas veces: ni obra en el alma como cuando del todo sin embarazo es
suya, ni sé cómo ha de obrar; es amigo de todo concierto. Pues si el palacio
henchimos de gente baja y de baratijas, ¿cómo ha de caber el Señor con su
corte? Harto hace de estar un poquito entre tanto embarazo.
13. ¿Pensáis, hijas, que viene solo? ¿No veis que
dice su Hijo: "que estás en los cielos?". Pues un tal Rey, a osadas
que no le dejen solo los cortesanos, sino que están con El rogándole por
nosotros todos para nuestro provecho, porque están llenos de caridad. No
penséis que es como acá, que si un señor o prelado favorece a alguno por
algunos fines, o porque quiere, luego hay las envidias y el ser malquisto aquel
pobre sin hacerles nada.
NOTAS
1 Alusión a los Soliloquios
pseudoagustinianos, c. 31, o a las Confesiones L. 10, c. 27. Cf. Vida c. 40, n.
6.
2 Por paso que hable: por muy bajo y
suave que hable.
3 Alusión al Salmo 54, 7.
4 En la 1ª redacción: ... que os
trate como tales. Mirad que os va mucho tener entendida esta verdad: que está
el Señor dentro de nosotras, y que allí nos estemos con él.
5 Más claro en la 1ª redacción:
...cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que hizo el cielo y la tierra.
6 Con el favor de Dios, añadió la
Santa de su letra en el ms. de Toledo.
8 Estos: los que saben recogerse.
9 Se levanta con el juego: frase que
ha dado lugar a peregrinas interpretaciones. De por sí, significa apoderarse de
lo ganado (en el juego) y cesar de jugar. Este significado material parece ser
exigido por las dos alusiones siguientes: "alzarse al mejor tiempo" y
"no temer a los contrarios". Doctrinalmente, bajo la figura, quiere
decir que el recogimiento, por sí mismo, hace al alma dueña de la situación, la
impulsa, la "levanta". "Levantar" no tiene aquí
significación mística por razón del contexto. -El docto redactor o el amanuense
del ms. de Toledo modificaron la frase así: "es que parece se levanta el
alma con el fuego; ya ve que lo es las cosas de él"; la Santa no advirtió
el truco, y se dejó llevar a la corrección del propio texto así: "[fuego
que ya] siente en sí de las cosas del mundo". -En cambio, en el ms. de
Madrid corrigió "fuego" en "juego".
10 Toma allí bastimento: se provee,
toma abastecimiento...
11 Torna por su derecho, decimos hoy.
12 Así que caminan por mar: alusión
al principio del n. 6, refiriéndose a los que "saben recogerse".
13 También podría leerse encenderse siguiendo
a fr. Luis (p. 162) y la mayoría de los editores. Preferimos, sin embargo,
entenderse por ser lectura más probable del autógrafo, y por coincidir con la
1ª redacción. En ésta añade: Yo querría que entendieseis muy bien esta manera
de orar, que -como he dicho-, se llama recogimiento.
14 Así quiso caber en el vientre de
su sacratísima Madre. Lo añade en la 1ª redacción.
15 Uno de los censores tachó
-probablemente con cierta displicencia de teólogo profesional-, toda esta bella
digresión sobre la inmensidad de Dios y su presencia en el alma (desde Más ¡qué
cosa... hasta todo él").
16 Aun acá nos da pesadumbre
huéspedes en casa, cuando no podemos decirlos que se vayan. De la 1ª redacción.
Prosigue en dar medios para procurar
esta oración de recogimiento. -Dice lo poco que se nos ha de dar de ser
favorecidas de los prelados.
1. Huid, por amor de Dios, hijas, de dárseos nada de
estos favores. Procure cada una hacer lo que debe, que si el prelado no se lo
agradeciere, segura puede estar lo pagará y agradecerá el Señor. Sí, que no
venimos aquí a buscar premio en esta vida. Siempre el pensamiento en lo que
dura, y de lo de acá ningún caso hagamos, que aun para lo que se vive no es
durable; que hoy está bien con la una; mañana, si ve una virtud más en vos,
estará mejor con vos, y si no, poco va en ello. No deis lugar a estos
pensamientos, que a las veces comienzan por poco y os pueden desasosegar mucho,
sino atajadlos con que no es acá vuestro reino y cuán presto tiene todo fin.
2. Mas aun esto es bajo remedio, y no mucha
perfección. Lo mejor es que dure, y vos desfavorecida y abatida, y lo queráis
estar por el Señor que está con vos. Poned los ojos en vos y miraos
interiormente, como queda dicho; (1) hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará,
antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará. Es muy piadoso,
y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta, si confían en El solo. Así
lo dice David, que está el Señor con los afligidos (2). O creéis esto o no. Si
lo creéis, ¿de qué os matáis?
3. ¡Oh Señor mío, que si de veras os conociésemos, no
se nos daría nada de nada, porque dais mucho a los que de veras se quieren fiar
de Vos! Creed, amigas, que es gran cosa entender es verdad esto, para ver que
los favores de acá todos son mentira cuando desvían algo el alma de andar
dentro de sí. ¡Oh, válgame Dios, quién os hiciese entender esto! No yo, por
cierto. Sé que con deber yo más que ninguno, no acabo de entenderlo como se ha
de entender.
4. Pues tornando a lo que decía (3), quisiera yo
saber declarar cómo está esta compañía santa con nuestro acompañador, Santo de
los Santos, sin impedir a la soledad que ella y su Esposo tienen, cuando esta
alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios, y cierra la
puerta tras sí a todo lo del mundo. Digo "quiere", porque entended
que esto no es cosa sobrenatural (4), sino que está en nuestro querer y que
podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste no se puede nada,
ni podemos de nosotros tener un buen pensamiento. Porque esto no es silencio de
las potencias; es encerramiento de ellas en sí misma el alma.
5. Vase ganando esto de muchas maneras, como está
escrito en algunos libros (5), que nos hemos de desocupar de todo para
llegarnos interiormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones retirarnos a
nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo de que tengo
compañía dentro de mí es gran provecho. En fin, irnos acostumbrando a gustar de
que no es menester dar voces para hablarle, porque Su Majestad se dará a sentir
cómo está allí.
6. De esta suerte rezaremos con mucho sosiego
vocalmente, y es quitarnos de trabajo. Porque a poco tiempo que forcemos a
nosotros mismos para estarnos cerca de este Señor, nos entenderá por señas, de manera
que si habíamos de decir muchas veces el Paternóster, nos entenderá de una. Es
muy amigo de quitarnos de trabajo. Aunque en una hora no le digamos más de una
vez, como entendamos estamos con El y lo que le pedimos y la gana que tiene de
darnos y cuán de buena gana se está con nosotros, no es amigo de que nos
quebremos las cabezas hablándole mucho (6).
7. El Señor lo enseñe a las que no lo sabéis, que de
mí os confieso que nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el
Señor me enseñó este modo. Y siempre he hallado tantos provechos de esta
costumbre de recogimiento dentro de mí, que eso me ha hecho alargar tanto.
Concluyo con que quien lo quisiere adquirir -pues,
como digo, está en nuestra mano-, no se canse de acostumbrarse a lo que queda
dicho (7), que es señorearse poco a poco de sí mismo, no se perdiendo en balde;
sino ganarse a sí para sí, que es aprovecharse de sus sentidos para lo
interior. Si hablare, procurar acordarse que hay con quien hable dentro de sí
mismo. Si oyere, acordarse que ha de oír a quien más cerca le habla. En fin,
traer cuenta que puede, si quiere, nunca se apartar de tan buena compañía, y
pesarle cuando mucho tiempo ha dejado solo a su Padre, que está necesitada de
él. Si pudiere, muchas veces en el día; si no, sea pocas. Como lo acostumbrare,
saldrá con ganancia, o presto o más tarde. Después que se lo dé el Señor, no lo
trocaría por ningún tesoro.
8. Pues nada se deprende sin un poco de trabajo, por
amor de Dios, hermanas, que deis por bien empleado el cuidado que en esto
gastareis. Y yo sé que, si le tenéis, en un año y quizá en medio, saldréis con
ello, con el favor de Dios. Mirad qué poco tiempo para tan gran ganancia como
es hacer buen fundamento para si quisiere el Señor levantaros a grandes cosas,
que halle en vos aparejo, hallándoos cerca de sí. Plega a Su Majestad no
consienta nos apartemos de su presencia, amén (8).
NOTAS
1 Queda dicho en el c. 28, n. 2.
2 Salmos 90, 15 y 33, 19. -En la
redacción 1ª, la cita era doble: así lo dice David "que nunca vio al justo
desamparado" [36, 25], y otra vez "que está el Señor con los
afligidos" [34, 19].
3 Reanuda el tema del c. 28 (nn. 2 y
11-13).
4 Al margen del autógrafo se lee:
"Quiere decir sobrenatural lo que no está puesto en nuestro albedrío con
los favores ordinarios de Dios". Al final de la anotación se leen las
iniciales: "f. D. B.", que equivaldrían a "fray Domingo
Báñez", pero que en realidad son un amaño mal logrado. La anotación no es
del ilustre dominico.
5 Probablemente alusión a B. de
Laredo, Subida del Monte Sión, P. I, cc. 10 y 22. -En la 1ª redacción
desarrollaba extensamente este pensamiento: está escrito en algunos libros
[...] los que escriben oración mental. Como yo no hablo sino en cómo ha de
rezarse la vocal para ir bien rezada, no hay para qué decir tanto; pues lo que
pretendo sólo es para que veamos y estemos con quien hablamos sin tenerle
vueltas las espaldas, que no me parece otra cosa estar hablando con Dios y
pensando en mil vanidades. Y viene todo el daño de no entender con verdad que
está cerca, sino imaginarle lejos. y ¿cuán lejos si le vamos a buscar al cielo!
Pues ¿rostro es el vuestro, Señor, para no mirarle estando tan cerca de
nosotros? No parece que nos oyen los hombres cuando hablamos, si no vemos que
nos miran, y ¿cerramos los ojos para no mirar que nos miráis Vos? ¿Cómo hemos
de entender si habéis oído lo que os decimos?
Sólo esto es lo que querría dar a
entender: que para irnos acostumbrando a con facilidad ir asegurando el
entendimiento para entender lo que habla y con quién habla, es menester recoger
estos sentidos exteriores a nosotros mismos y que les demos en qué se ocupar;
pues es así que tenemos el cielo dentro de nosotros, pues el Señor de él lo
está.
6 El autógrafo de El Escorial
prosigue: Por eso, Hermanas, por amor del Señor, os acostumbréis a rezar con
este recogimiento el Paternóster y veréis la ganancia antes de mucho tiempo.
Porque es modo de orar que hace tan presto costumbre a no andar el alma perdida
y las potencias alborotadas como el tiempo os lo dirá; sólo os ruego lo
probéis, aunque os sea algún trabajo, que todo lo que no está en costumbre le
da. Mas yo os aseguro que antes de mucho os sea gran consuelo entender que sin
cansaros a buscar adonde está este santo Padre a quien pedís, le halléis dentro
de vos.
7 En el c. 28, n. 7.
8 En lugar de esta conclusión (nn.
7-8), la primera redacción tenía un breve epílogo: Y por ventura todas os lo
sabéis, mas alguna vendrá que no lo sepa; por eso, no os pese de que lo haya
aquí dicho. -Ahora vengamos a entender cómo va adelante nuestro buen Maestro y
comienza a pedir a su santo Padre para nosotros, y qué pide, que es bien lo
entendamos.
Dice lo que importa entender lo que
se pide en la oración. -Trata de estas palabras del paternóster:
"Sanctificetur nomen tuum, adveniat regnum tuum". -Aplícalas a
oración de quietud y comiénzala a declarar (1).
1. ¿Quién hay, por disparatado que sea, que cuando
pide a una persona grave no lleva pensado cómo la pedir, para contentarle y no
serle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que le ha de
dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña que pidamos nuestro
buen Jesús? Cosa me parece para notar. ¿No pudierais, Señor mío, concluir con
una palabra y decir: "dadnos, Padre, lo que nos conviene", pues a
quien tan bien lo entiende todo, no parece era menester más?
2. ¡Oh Sabiduría eterna! Para entre Vos y vuestro
Padre esto bastaba, que así lo pedisteis en el huerto; mostrasteis vuestra
voluntad y temor, mas dejásteisos en la suya (2). Mas a nosotros conocéisnos,
Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais Vos a la voluntad de
vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas para que nos
detuviésemos en mirar si nos está bien lo que pedimos, y si no, que no lo
pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo que queremos, con este libre
albedrío que tenemos no admitiremos lo que el Señor nos diere; porque, aunque
sea lo mejor, como no vemos luego el dinero en la mano, nunca nos pensamos ver
ricos.
3. ¡Oh, válgame Dios, qué hace tener tan dormida la
fe para lo uno y lo otro, que ni acabamos de entender cuán cierto tendremos el
castigo ni cuán cierto el premio! Por eso es bien, hijas, que entendáis lo que
pedís en el Paternóster, para que, si el Padre Eterno os lo diere, no se lo
tornéis a los ojos, y penséis muy bien si os está bien, y si no, no lo pidáis
(3), sino pedid que os dé Su Majestad luz; porque estamos ciegos y con hastío
para no poder comer los manjares que os han de dar vida, sino los que os han de
llevar a la muerte, y ¡qué muerte tan peligrosa y tan para siempre!
4. Pues dice el buen Jesús que digamos estas palabras
en que pedimos que venga en nosotros un tal reino: "Santificado sea tu
nombre, venga en nosotros tu reino" (4).
Ahora mirad, hijas, qué sabiduría tan grande de
nuestro Maestro. Considero yo aquí, y es bien que entendamos, qué pedimos en
este reino. Mas como vio Su Majestad que no podíamos santificar ni alabar ni
engrandecer ni glorificar este nombre santo del Padre Eterno conforme a lo
poquito que podemos nosotros, de manera que se hiciese como es razón, si no nos
proveía Su Majestad con darnos acá su reino, y así lo puso el buen Jesús lo uno
cabe lo otro, porque entendamos, hijas, esto que pedimos, y lo que nos importa
importunar por ello y hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha
de dar. Os quiero decir aquí lo que yo entiendo. Si no os contentare, pensad
vosotras otras consideraciones, que licencia nos dará nuestro Maestro, como en
todo nos sujetemos a lo que tiene la Iglesia, y así lo hago yo aquí (5).
5. Ahora, pues, el gran bien que me parece a mí hay
en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la
tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren
todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de
ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende
nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle,
ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amaríamos acá, aunque no
en esta perfección, ni en un ser; (6) mas muy de otra manera le amaríamos de lo
que le amamos, si le conociésemos.
6. Parece que voy a decir que hemos de ser ángeles
para pedir esta petición y rezar bien vocalmente. Bien lo quisiera nuestro
divino Maestro, pues tan alta petición nos manda pedir, y a buen seguro que no
nos dice pidamos cosas imposibles; que posible sería, con el favor de Dios,
venir un alma puesta en este destierro, aunque no en la perfección que están
salidas de esta cárcel, porque andamos en mar y vamos este camino; mas hay
ratos que, de cansados de andar, los pone el Señor en un sosiego de las
potencias y quietud del alma, que como por señas les da claro a entender a qué
sabe lo que se da a los que el Señor lleva a su reino. Y a los que se les da
acá como le pedimos, les da prendas para que por ellas tengan gran esperanza de
ir a gozar perpetuamente lo que acá les da a sorbos.
7. Si no dijeseis que trato de contemplación, venía
aquí bien en esta petición hablar un poco de principio de pura contemplación,
que los que la tienen la llaman oración de quietud. Mas como digo trato de
oración vocal, parece no viene lo uno con lo otro a quien no lo supiere, y yo
sé que viene. Perdonadme que lo quiero decir, porque sé que muchas personas,
rezando vocalmente -como ya queda dicho- (7) las levanta Dios, sin entender
ellas cómo, a subida contemplación. Conozco una persona (8) que nunca pudo
tener sino oración vocal, y asida a ésta lo tenía todo. Y si no rezaba, íbasele
el entendimiento tan perdido que no lo podía sufrir. Mas ¡tal tengamos todas la
mental! En ciertos Paternostres que rezaba a las veces que el Señor derramó
sangre, se estaba -y en poco más rezado- algunas horas. Vino una vez a mí muy
congojada, que no sabía tener oración mental ni podía contemplar, sino rezar
vocalmente. Preguntéle qué rezaba; y vi que, asida al Paternóster, tenía pura
contemplación y la levantaba el Señor a juntarla consigo en unión; y bien se
parecía en sus obras recibir tan grandes mercedes, porque gastaba muy bien su
vida. Así, alabé al Señor y hube envidia a su oración vocal.
Si esto es verdad -como lo es-, no penséis los que
sois enemigos de contemplativos que estáis libres de serlo, si las oraciones
vocales rezáis como se han de rezar, teniendo limpia conciencia (9).
NOTAS
1 La Santa escribió su latín así:
santificetur nomen tuun adveniad renuun [reunun] tuun.
2 Mt 26, 39.
3 Sino advirtiendo que ha de ser
conforme a la voluntad de Dios, como se pide en esta oración; añadido por la
Santa al margen del ms. de Toledo.
4 Mt 6, 9-10.
5 La 1ª redacción era más espontánea
y confidencial: ... nos sujetemos a lo que tiene la Iglesia, como lo hago yo
siempre (y aun esto no os daré a leer hasta que lo vean personas que lo
entiendan); al menos si no lo fuere [acertado] no va con malicia, sino con no
saber más. -Es interesante notar que también esta vez, al revisar el texto, la
Santa añadió respetuosamente: "la santa romana Iglesia".
6 Ni en un ser: es decir, ni con
estabilidad.
7 Lo ha dicho en el c. 25, n. 1.
8 Por esto pongo tanto, hijas, en
que recéis bien las oraciones vocales (1ª redacción). -También el pasaje que
sigue era más concreto en la 1ª redacción: esa persona era una monja; rezando
el Paternóster en honor de las veces que el Señor derramó su sangre se estaba
dos o tres horas; era ya vieja y había gastado su vida harto bien y
religiosamente.
9 En la 1ª redacción concluía: Así
que todavía lo habré de decir. Quien no lo quisiere oír, pase adelante.
Que prosigue en la misma materia.
-Declara qué es oración de quietud. -Pone algunos avisos para los que la
tienen. -Es mucho de notar.
1. Pues todavía quiero, hijas, declarar -como lo he oído
platicar, o el Señor ha querido dármelo a entender, por ventura para que os lo
diga- esta oración de quietud, adonde a mí me parece comienza el Señor, como he
dicho (1), a dar a entender que oye nuestra petición y comienza ya a darnos su
reino aquí, para que de veras le alabemos y santifiquemos su nombre y
procuremos lo hagan todos.
2. Es ya cosa sobrenatural y que no la podemos
procurar nosotros (2) por diligencias que hagamos. Porque es un ponerse el alma
en paz, o ponerla el Señor con su presencia, por mejor decir, como hizo al
junto Simeón, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma, por una
manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores, que está ya junto
cabe su Dios, que con poquito más llegará a estar hecha una misma cosa con El
por unión. Esto no es porque lo ve con los ojos del cuerpo ni del alma. Tampoco
no veía el justo Simeón más del glorioso Niño pobrecito; que en lo que llevaba
envuelto y la poca gente con El que iban en la procesión, más pudiera juzgarle
por hijo de gente pobre que por Hijo del Padre celestial; (3) mas dióselo el
mismo Niño a entender. Y así lo entiende acá el alma, aunque no con esa
claridad; porque aun ella no entiende cómo lo entiende, más de que se ve en el
reino, al menos cabe el Rey que se le ha de dar, y parece que la misma alma
está con acatamiento aun para no osar pedir. Es como un amortecimiento interior
y exteriormente, que no querría el hombre exterior (digo) el cuerpo, porque
mejor me entendáis) (4), que no se querría bullir, sino como quien ha llegado
casi al fin del camino descansa para poder mejor tornar a caminar, que allí se
le doblan las fuerzas para ello.
3. Siéntese grandísimo deleite en el cuerpo y grande
satisfacción en el alma (5). Está tan contenta de sólo verse cabe la fuente,
que aun sin beber está ya harta. No le parece hay más que desear. Las potencias
sosegadas, que no querrían bullirse, todo parece le estorba a amar, aunque no
tan perdidas, porque pueden pensar en cabe quién están, que las dos están
libres. La voluntad es aquí la cautiva, y si alguna pena puede tener estando
así es de ver que ha de tornar a tener libertad. El entendimiento no querría
entender más de una cosa, ni la memoria ocuparse en más. Aquí ven que ésta sola
es necesaria y todas las demás la turban. El cuerpo no querrían se menease,
porque les parece han de perder aquella paz, y así no se osan bullir. Dales
pena el hablar; en decir "Padre nuestro" una vez, se les pasará una
hora. Están tan cerca, que ven que se entienden por señas. Están en el palacio
cabe su Rey y ven que las comienza ya a dar aquí su reino. No parece están en
el mundo ni le querrían ver ni oír, sino a su Dios. No les da pena nada, ni
parece se la ha de dar. En fin, lo que dura, con la satisfacción y deleite que
en sí tienen, están tan embebidas y absortas, que no se acuerdan que hay más
que desear, sino que de buena gana dirían con San Pedro: "Señor, hagamos
aquí tres moradas" (6).
4. Algunas veces en esta oración de quietud hace Dios
otra merced bien dificultosa de entender si no hay gran experiencia; mas si hay
alguna, luego lo entenderéis la que la tuviere, y daros ha mucha consolación
saber qué es, y creo muchas veces hace Dios esta merced junto con estotra.
Cuando es grande y por mucho tiempo esta quietud, paréceme a mí que si la
voluntad no estuviese asida a algo, que no podría durar tanto en aquella paz;
porque acaece andar un día o dos que nos vemos con esta satisfacción y no nos
entendemos -digo los que la tienen- y verdaderamente ven que no están enteros
en lo que hacen, sino que les falta lo mejor, que es la voluntad, que, a mi
parecer, está unida con su Dios y deja las otras potencias libres para que
entiendan en cosas de su servicio. Y para esto tienen entonces mucha más
habilidad; mas para tratar cosas del mundo están torpes y como embobados a
veces.
5. Es gran merced ésta a quien el Señor la hace,
porque vida activa y contemplativa es junta. De todo sirven entonces al Señor
juntamente; porque la voluntad estáse en su obra sin saber cómo obra y en su
contemplación; las otras dos potencias sirven en lo que Marta; así que ella y
María andan juntas.
Yo sé de una persona que la ponía el Señor aquí
muchas veces, y no se sabía entender, y preguntólo a un gran contemplativo (7),
y dijo que era muy posible, que a él le acaecía. Así que pienso que, pues el
alma está tan satisfecha en esta oración de quietud, que lo más continuo debe
estar unida la potencia de la voluntad con el que solo puede satisfacerla.
6. Paréceme será bien dar aquí algunos avisos para las
que de vosotras, hermanas, el Señor ha llegado aquí por sola su bondad, que sé
que son algunas.
El primero es, que como se ven en aquel contento y no
saben cómo les vino, al menos ven que no le pueden ellas por sí alcanzar, dales
esta tentación: que les parece podrán detenerle, y aun resolgar no querrían. Y
es bobería, que así como no podemos hacer que amanezca, tampoco podemos que
deje de anochecer. No es ya obra nuestra, que es sobrenatural y cosa muy sin
poderla nosotros adquirir. Con lo que más detendremos (8) esta merced, es con
entender claro que no podemos quitar ni poner en ella, sino recibirla como
indignísimos de merecerla, con hacimiento de gracias, y éstas no con muchas
palabras, sino con un alzar los ojos con el publicano (9).
7. Bien es procurar más soledad para dar lugar al
Señor y dejar a Su Majestad que obre como en cosa suya; y cuanto más, una
palabra de rato en rato, suave, como quien da un soplo en la vela, cuando viere
que se ha muerto, para tornarla a encender; mas si está ardiendo, no sirve de
más de matarla, a mi parecer. Digo que sea suave el soplo, porque por concertar
muchas palabras con el entendimiento no ocupe la voluntad.
8. Y notad mucho, amigas, este aviso que ahora quiero
decir, porque os veréis muchas veces que no os podáis valer con esotras dos
potencias: (10) que acaece estar el alma con grandísima quietud, y andar el
entendimiento tan remontado, que no parece es en su casa aquello que pasa; y
así lo parece entonces que no está sino como en casa ajena por huésped y buscando
otras posadas adonde estar, que aquélla no le contenta, porque sabe poco estar
en un ser. Por ventura es sólo el mío, y no deben ser así otros. Conmigo hablo,
que algunas veces me deseo morir, de que no puedo remediar esta variedad del
entendimiento. Otras parece hace asiento en su casa y acompaña a la voluntad,
que cuando todas tres potencias se conciertan, es una gloria. Como dos casados,
que si se aman, que el uno quiere lo que el otro; mas si uno es malcasado, ya
se ve el desasosiego que da a su mujer. Así que la voluntad, cuando se ve en
esta quietud, no haga caso del entendimiento más que de un loco; (11) porque si
le quiere traer consigo, forzado se ha de ocupar e inquietar algo. Y en este
punto de oración todo será trabajar y no ganar más, sino perder lo que le da el
Señor sin ningún trabajo suyo.
9. Y advertid mucho a esta comparación, que me parece
cuadra mucho: (12) está el alma como un niño que aún mama cuando está a los
pechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca por
regalarle. Así es acá, que sin trabajo del entendimiento está amando la
voluntad, y quiere el Señor que, sin pensarlo, entienda que está con El y que
sólo trague la leche que Su Majestad le pone en la boca y goce de aquella
suavidad; que conozca le está el Señor haciendo aquella merced y se goce de
gozarla; mas no que quiera entender cómo la goza y qué es lo que goza, sino
descuídese entonces de sí, que quien está cabe ella no se descuidará de ver lo
que le conviene. Porque si va a pelear con el entendimiento para darle parte
trayéndole consigo, no puede a todo; forzado dejará caer la leche de la boca y
pierde aquel mantenimiento divino.
10. En esto diferencia esta oración de cuando está
toda el alma unida con Dios: (13) porque entonces aun sólo este tragar el
mantenimiento no hace; dentro de sí, sin entender cómo, le pone el Señor. Aquí
parece que quiere trabaje un poquito, aunque es con tanto descanso que casi no
se siente. Quien la atormenta es el entendimiento; lo que no hace cuando es
unión de todas tres potencias, porque las suspende el que las crió; porque con
el gozo que da, todas las ocupa sin saber ellas cómo ni poderlo entender.
Así que, como digo, en sintiendo en sí esta oración,
que es un contento quieto y grande de la voluntad, sin saberse determinar de
qué es señaladamente, aunque bien se determina que es diferentísimo de los
contentos de acá y que no bastaría señorear el mundo con todos los contentos de
él para sentir en sí el alma aquella satisfacción, que es en lo interior de la voluntad
-que otros contentos de la vida paréceme a mí que los goza lo exterior de la
voluntad, como la corteza de ella, digamos- ... Pues cuando se viere en este
tan subido grado de oración (que) es, como he dicho ya (14), muy conocidamente
sobrenatural), si el entendimiento -o pensamiento, por más me declarar- a los
mayores desatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio, y estése
en su quietud, que él irá y vendrá; que aquí es señora y poderosa la voluntad,
ella se le traerá sin que os ocupéis. Y si quiere a fuerza de brazos traerle,
pierde la fortaleza que tiene para contra él, que viene de comer y admitir
aquel divino sustentamiento, y ni el uno ni el otro ganarán nada, sino perderán
entrambos. Dicen que quien mucho quiere apretar junto, lo pierde todo; así me
parece será aquí.
La experiencia dará esto a entender, que quien no la
tuviere no me espanto le parezca muy oscuro esto y cosa no necesaria; mas ya he
dicho (15), que con poca que haya, lo entenderá y se podrá aprovechar de ello y
alabará al Señor, porque fue servido se acertase a decir aquí.
11. Ahora, pues, concluyamos con que puesta el alma
en esta oración, ya parece le ha concedido el Padre Eterno su petición de darle
acá su reino. ¡Oh dichosa demanda, que tanto bien en ella pedimos sin
entenderlo! ¡Dichosa manera de pedir! Por eso quiero yo, hermanas, que miremos
cómo rezamos esta oración del Paternóster y todas las demás vocales. Porque
hecha Dios esta merced (16), descuidarnos hemos de las cosas del mundo; porque
llegando el Señor de él, todo lo echa fuera. No digo que todos los que la
tuvieren, por fuerza estén desasidos del todo del mundo; al menos querría que
entiendan lo que les falta y se humillen y procuren irse desasiendo del todo,
porque si no, quedarse ha aquí. Y alma a quien Dios le da tales prendas es
señal que la quiere para mucho: si no es por su culpa, irá muy adelante. Mas si
ve que poniéndola el reino del cielo en su casa se torna a la tierra, no sólo
no la mostrará los secretos que hay en su reino, mas serán pocas veces las que
le haga este favor, y breve espacio.
12. Ya puede ser yo me engañe en esto, mas véolo y sé
que pasa así, y tengo para mí que por eso no hay muchos más espirituales;
porque, como no responden en los servicios conforme a tan gran merced, con no
tornar a aparejarse a recibirla, sino sacar al Señor de las manos la voluntad
que ya tiene por suya y ponerla en cosas bajas, vase a buscar adonde le quieran
para dar más, aunque no del todo quita lo dado cuando se vive con limpia
conciencia.
Mas hay personas, y yo he sido una de ellas, que está
el Señor enterneciéndolas y dándolas inspiraciones santas y luz de lo que es
todo, y, en fin, dándoles este reino y poniéndolos en esta oración de quietud,
y ellos haciéndose sordos. Porque son tan amigas de hablar y de decir muchas
oraciones vocales muy apriesa, como quien quiere acabar su tarea, como tienen
ya por sí de decirlas cada día, que aunque, -como digo- les ponga el Señor su
reino en las manos, no lo admiten; sino que ellos con su rezar piensan que hacen
mejor, y se divierten (17).
13. Esto no hagáis, hermanas, sino estad sobre aviso
cuando el Señor os hiciere esta merced. Mirad que perdéis un gran tesoro y que
hacéis mucho más con una palabra de cuando en cuando del Paternóster, que con
decirle muchas veces aprisa. Está muy junto a quien pedís, no os dejará de oír.
Y creed que aquí es el verdadero alabar y santificar de su nombre, porque ya,
como cosa de su casa, glorificáis al Señor y alabáisle con más afección y
deseo, y parece no podéis dejarle de servir (18).
NOTAS
1 En el c. 30, n. 6. -Al fin del
número, la 1ª redacción proseguía: ... y procuremos le alaben otros, aunque por
tenerlo escrito en otra parte -como he dicho- no me alargaré mucho en
declararlo, diré algo.
2 En el autógrafo, un censor acotó
al margen: "por nuestra habilidad". -Es interesante notar que la
propia Santa en el ms. de Toledo tachó procurar y escribió de propia mano
adquirir. -Sigue una alusión al "nunc dimittis" (Lc 2, 29).
3 Mucho más tierna y plásticamente
escribía en la 1ª redacción: más pudiera juzgarle por romerito, hijo de padres
pobres... -Romerito: pequeño peregrino que va a la romería "con bordón y
esclavina" (así en tiempo de la Santa).
4 El paréntesis contenía en la 1ª
redacción una deliciosa ironía teresiana: digo el cuerpo, que alguna simplecita
vendrá que no sepa qué es interior y exterior.
5 Al margen del autógrafo
escurialense escribió uno de los censores: "divinamente declara esta
oración de quietud... [el resto tachado e ilegible]".
6 Mt 17, 4.
7 En el ms. de Toledo anotó la
Santa: que era el P. Francisco, de la Compañía de Jesús, que había sido duque
de Gandía, y lo sabía bien por experiencia. -Era San Francisco de Borja, y la
persona que lo consultó, la propia Santa Teresa. -Un corrector tachó el último
miembro de la anotación marginal autógrafa.
8 Detendremos, en la acepción de
"retendremos".
9 Lc 18, 13.
10 Esotras dos potencias son el
entendimiento y la memoria. Ya otra vez las designó con esos términos genéricos
en este mismo capítulo (n. 5), por contraposición a la voluntad (nn. 3 y 4,
única que entra en estado de quietud". -El entendimiento tan remontado, de
que hablará en seguida, comprende en confuso a "entendimiento e
imaginación". De hecho, en el ms. de Toledo, la misma Santa escribió sobre
la palabra "entendimiento": o imaginación. (Véase la nota que sigue).
11 En la 1ª redacción la Santa
recalcó este consejo: y nótese mucho este aviso, que importa. A su vez, al dar
los últimos retoques al texto en el ms. de Toledo, sobre la palabra
"entendimiento" escribió: o pensamiento o imaginación, que no sé lo
que es. -Este titubeo entre entendimiento y pensamiento e imaginación, le hizo
introducir una acotación similar al principio del presente número: andar el
entendimiento "o pensamiento" tan "remontado" (ms. de
Toledo); y poco más adelante (n. 10): quien la atormenta es el entendimiento
-"o imaginación", vuelve a añadir la Autora en el ms. toledano.
12 Prueba de la fruición con que
escribió Santa Teresa esta famosa "comparación" son los sucesivos
retoques a que la sometió: escribió en la 1ª redacción: Y advertid mucho a esta
comparación que me puso el Señor estando en esta oración, y cuádrame mucho. -En
nuestro texto (2ª redacción), la desarrolló ampliamente, pero omitiendo la
alusión al origen místico de la comparación. -En la redacción final (ms. de
Toledo), el texto quedó así: y advertid mucho a esta comparación, que me parece
cuadrar [la Santa tacha "mucho"] y que lo da a entender. -En el ms.
de Salamanca quedan huellas de otras elaboraciones del mismo pasaje. Dice así:
Por esta comparación se puede entender cómo es posible amar sin entender lo que
se ama ni qué se ama, que es dificultoso de entender. -Esa misma ampliación
había sido añadida al margen del autógrafo de Valladolid por uno de los
revisores del texto.
13 El sentido es: en esto se
diferencia esta oración de quietud, de la oración de unión. -La 1ª redacción
añade: Quien tuviere esta oración entenderá claro lo que digo, si lo mira con
advertencia, después de haber leído esto, y ¡mire que importa!; si no, parece
algarabía.
14 Lo ha dicho en el n. 6.
-Obsérvese de nuevo (cf. nota al n. 8) la aclaración "o pensamiento, por
más me declarar", que no existía en la 1ª redacción. -Déjele para necio:
equivale a "por necio" (cf. c. 22, n. 1: enviaros han para simple).
15 Lo ha dicho en el n. 4. -Es
interesante la variante de la 1ª redacción: La experiencia dará esto a
entender, que para entenderlo sin que nos lo digan es menester mucha, y para
hacerlo y entenderlo después de leído, es menester poca.
16 ... hecha por Dios esta merced;
hizo imprimir fr. Luis de León (p. 185).
17 Se divierten, es decir, se
distraen de la oración de quietud.
18 La 1ª redacción terminaba inculcando: así que en esto os aviso que tengáis mucho aviso, porque importa muy mucho.