CAPÍTULO 32
Que trata de estas palabras del
Paternóster: "Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra", y lo mucho que hace quien dice estas palabras
con toda determinación, y cuán bien se lo paga el Señor (1).
1. Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y
enseñado a pedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que
acá podemos desear, y nos ha hecho tan gran merced como hacernos hermanos
suyos, veamos qué quiere que demos a su Padre y qué le ofrece por nosotros y
qué es lo que nos pide; que razón es le sirvamos con algo tan grandes mercedes.
¡Oh buen Jesús, que tampoco dais poco de nuestra parte como pedís para
nosotros! Dejado que ello en sí es nonada para adonde tanto se debe y para tan
gran Señor, mas cierto, Señor mío, que no nos dejáis con nada, y que damos todo
lo que podemos; si lo damos como lo decimos, digo.
2. "Sea hecha tu voluntad; y como es hecha en el
cielo, así se haga en la tierra" (2).
Bien hicisteis, nuestro buen Maestro, de pedir la
petición pasada para que podamos cumplir lo que dais por nosotros; porque,
cierto, Señor, si así no fuera, imposible me parece. Mas haciendo vuestro Padre
lo que Vos le pedís de darnos acá su reino, yo sé que os sacaremos verdadero en
dar lo que dais por nosotros; porque hecha la tierra cielo, será posible
hacerse en mí vuestra voluntad. Mas sin esto, y en tierra tan ruin como la mía
y tan sin fruto, yo no sé, Señor, cómo sería posible. Es gran cosa lo que
ofrecéis.
3. Cuando yo pienso esto, gusto de las personas que
no osan pedir trabajos al Señor, que piensan está en esto el dárselos luego
(3). No hablo en los que lo dejan por humildad, pareciéndoles no serán para
sufrirlos; aunque tengo para mí que quien les da amor para pedir este medio tan
áspero para mostrarle, le dará para sufrirlos. Querría preguntar a los que por
temor no los piden de que luego se los han de dar (4), lo que dicen cuando
suplican al Señor cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo
que todos, mas no para hacerlo. Esto, hermanas, no sería bien. Mirad que parece
aquí el buen Jesús nuestro embajador y que ha querido intervenir entre nosotros
y su Padre, y no a poca costa suya; y no sería razón que lo que ofrece por
nosotros dejásemos de hacerlo verdad, o no lo digamos.
4. Ahora quiérolo llevar por otra vía. Mirad, hijas:
ello se ha de cumplir, que queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el
cielo y en la tierra; creedme, tomad mi parecer, y haced de la necesidad
virtud. ¡Oh Señor mío, qué gran regalo es éste para mí, que no dejaseis en
querer tan ruin como el mío el cumplirse vuestra voluntad! Bendito seáis por
siempre y alaben os todas las cosas. Sea glorificado vuestro nombre por
siempre. ¡Buena estuviera yo, Señor, si estuviera en mis manos el cumplirse vuestra
voluntad o no! Ahora la mía os doy libremente, aunque a tiempo que no va libre
de interés; porque ya tengo probado, y gran experiencia de ello, la ganancia
que es dejar libremente mi voluntad en la vuestra. ¡Oh amigas, qué gran
ganancia hay aquí, o qué gran pérdida de no cumplir lo que decimos al Señor en
el Paternóster en esto que le ofrecemos!
5. Antes que os diga lo que se gana, os quiero
declarar lo mucho que ofrecéis, no os llaméis después a engaño y digáis que no
lo entendisteis. No sea como algunas religiosas que no hacemos sino prometer, y
como no lo cumplimos, hay este reparo de decir que no se entendió lo que se
prometía. Y ya puede ser, porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra
parece muy fácil, hasta que, probándose, se entiende es la cosa más recia que
se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Mas no todas veces nos
llevan con rigor los prelados de que nos ven flacos; y a las veces flacos y
fuertes llevan de una suerte. Acá no es así, que sabe el Señor lo que puede sufrir
cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir en él su voluntad
(5).
6. Pues quiéroos avisar y acordar qué es su voluntad.
No hayáis miedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras, ni todas estas
cosas de acá; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y
quiéreoslo pagar bien, pues os da su reino aún viviendo. ¿Queréis ver cómo se
ha con los que de veras le dicen esto? -Preguntadlo a su Hijo glorioso, que se
lo dijo cuando la oración del Huerto (6). Como fue dicho con determinación y de
toda voluntad, mirad si la cumplió bien en El en lo que le dio de trabajos y
dolores e injurias y persecuciones; en fin, hasta que se le acabó la vida con
muerte de cruz.
7. Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que
dio; por donde se entiende cuál es su voluntad. Así que éstos son sus dones en
este mundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los que ama más, da de estos
dones más; a los que menos, menos, y conforme al ánimo que ve en cada uno y el
amor que tiene a Su Majestad. A quien le amare mucho, verá que puede padecer
mucho por El; al que amare poco, poco. Tengo yo para mí que la medida del poder
llevar gran cruz o pequeña es la del amor. Así que, hermanas, si le tenéis,
procurad no sean palabras de cumplimiento las que decís a tan gran Señor, sino
esforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque si de otra manera dais la
voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar que la tomen, y cuando
extienden la mano para tomarla, tornarla Vos a guardar muy bien.
8. No son estas burlas para con quien le hicieron
tantas por nosotros. Aunque no hubiera otra cosa, no es razón burlemos ya
tantas veces, que no son pocas las que se lo decimos en el Paternóster. Démosle
ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a dársela; es verdad que no
nos da primero, para que se la demos (7). Los del mundo harto harán si tienen
de verdad determinación de cumplirlo. Vosotras, hijas, diciendo y haciendo,
palabras y obras, como a la verdad parece hacemos los religiosos; sino que a
las veces no sólo acometemos a dar la joya, sino ponémossela en la mano, y
tornámossela a tomar. Somos francos de presto, y después tan escasos, que
valdría en parte más que nos hubiéramos detenido en el dar.
9. Porque todo lo que os he avisado en este libro va
dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en
la suya y desasirnos de las criaturas, y tendréis ya entendido lo mucho que
importa, no digo más en ello; sino diré para lo que pone aquí nuestro buen
Maestro estas palabras dichas, como quien sabe lo mucho que ganaremos de hacer
este servicio a su Eterno Padre. Porque nos disponemos para que con mucha
brevedad nos veamos acabado de andar el camino y bebiendo del agua viva de la
fuente que queda dicha (8). Porque sin dar nuestra voluntad del todo al Señor
para que haga en todo lo que nos toca conforme a ella, nunca deja beber de
ella.
Esto es contemplación perfecta, lo que me dijisteis
os escribiese. [10] Y en esto -como ya tengo escrito- (9) ninguna cosa hacemos
de nuestra parte, ni trabajamos, ni negociamos, ni es menester más, porque todo
lo demás estorba e impide de decir "fiat voluntas tua": cúmplase,
Señor, en mí vuestra voluntad de todos los modos y maneras que Vos, Señor mío,
quisiereis. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y vengan; si con
persecuciones y enfermedades y deshonras y necesidades, aquí estoy, no volveré
el rostro, Padre mío, ni es razón vuelva las espaldas. Pues vuestro Hijo dio en
nombre de todos esta mi voluntad, no es razón falte por mi parte; sino que me
hagáis Vos merced de darme vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues él me
le pidió, y disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestra voluntad.
11. ¡Oh hermanas mías, qué fuerza tiene este don! No
puede menos, si va con la determinación que ha de ir, de traer al Todopoderoso
a ser uno con nuestra bajeza y transformarnos en sí y hacer una unión del
Criador con la criatura. Mirad si quedaréis bien pagadas y si tenéis buen
Maestro, que, como sabe por dónde ha de ganar la voluntad de su Padre,
enséñanos a cómo y con qué le hemos de servir.
12. Y mientras más se va entendiendo por las obras
que no son palabras de cumplimiento, más más nos llega el Señor a sí y la
levanta de todas las cosas de acá y de sí misma para habilitarla a recibir
grandes mercedes, que no acaba de pagar en esta vida este servicio. En tanto le
tiene, que ya nosotros no sabemos qué nos pedir, y Su Majestad nunca se cansa
de dar. Porque no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por
haberla ya unido a sí mismo (10), comienza a regalarse con ella, a descubrirle
secretos, a holgarse de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo
que la tiene por dar. Hácela ir perdiendo estos sentidos exteriores, porque no
se la ocupe nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar de tanta amistad,
que no sólo la torna a dejar su voluntad, mas dale la suya con ella; porque se
huelga el Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a veces -como dicen-
y cumplir El lo que ella le pide, como ella hace lo que El la manda, y mucho
mejor, porque es poderoso y puede cuanto quiere y no deja de querer.
13. La pobre alma, aunque quiera, no puede lo que
querría, ni puede nada sin que se lo den. Y ésta es su mayor riqueza: quedar
mientras más sirve, más adeudada, y muchas veces fatigada de verse sujeta a
tantos inconvenientes y embarazos y atadura como trae el estar en la cárcel de
este cuerpo, porque querría pagar algo de lo que debe. Y es harto boba de
fatigarse; porque, aunque haga lo que es en sí, ¿qué podemos pagar los que,
como digo, no tenemos qué dar si no lo recibimos, sino conocernos, y esto que
podemos, que es dar nuestra voluntad, hacerlo cumplidamente? Todo lo demás,
para el alma que el Señor ha llegado aquí, le embaraza y hace daño y no
provecho, porque sola humildad es la que puede algo, y ésta no adquirida por el
entendimiento, sino con una clara verdad que comprende en un momento lo que en
mucho tiempo no pudiera alcanzar trabajando la imaginación, de lo muy nonada
que somos y lo muy mucho que es Dios (11).
14. Doos (12) un aviso: que no penséis por fuerza
vuestra ni diligencia llegar aquí, que es por demás; antes si teníais devoción,
quedaréis frías; sino con simplicidad y humildad, que es la que lo acaba todo,
decir: "fiat voluntas tua".
NOTAS
1 Fiad voluntas tua sicud yn çelo et
yn terra, escribió la Santa.
2 Mt 6, 10.
3 Y he topado algunos tan
pusilánimes, que aun sin este amparo de humildad, no tienen corazón para
pedírselos [trabajos], que piensan luego se los ha de dar; así la 1ª redacción.
4 Fray Luis (p. 188) ordenó así este
pasaje: "querría preguntar a los que por temor de que luego se los han de
dar no los piden, lo que dicen cuando suplican a el Señor cumpla su voluntad en
ellos".
5 En lugar de este último pasaje, se
leía en la 1ª redacción: No sea como algunas monjas que no hacen sino prometer
y, como no cumplen nada, dicen que cuando hicieron profesión que no entendieron
lo que prometían. Así lo creo yo, porque es fácil de hablar y dificultoso de
obrar; y si pensaron que no era más lo uno que lo otro, cierto no lo
entendieron. Hacedlo entender a las que acá hicieren profesión, por larga
prueba, no piensen que ha de haber solas palabras, sino obras también. Así,
quiero entendáis con quién lo habéis -como dicen- y lo que ofrece por vos el
buen Jesús al Padre y lo que le dais vos cuando decís que se cumpla su voluntad
en vos, que no es otra cosa.
6 Mt 26, 39.
7 En la 1ª redacción quedaba claro
el sentido de esta última frase con la efusión lírica que lo seguía: ¡Oh,
válgame Dios! ¡cómo se le parece a mi buen Jesús que nos conoce! pues no dijo
al principio diésemos esta voluntad al Señor hasta que estuviésemos bien
pagados de este pequeño servicio, para con quien entiende la gran ganancia que
en el mismo servicio quiere el Señor ganemos; que aun en esta vida nos comienza
a pagar, como ahora diré...
8 En el c. 19.
9 Como ya tengo escrito: en el c.
19, n. 4, cf. nota. El mismo censor que apostilló el pasaje del c. 19, escribió
ahora al margen del autógrafo: "que por nuestra industria y habilidad quisiéremos
negociar quietud".
10 Unido a sí mismo. En la 1ª
redacción escribió: convertido en sí. Uno de los censores tachó la frase, por
demasiado atrevida teológicamente, y la substituyó entre líneas con la otra que
fue aceptada por la Autora en la 2ª redacción.
11 En la 1ª redacción decía, en
lugar de este último párrafo: Porque -como he dicho- está ya escrito en otra
parte cómo es esta oración y lo que ha de hacer el alma entonces y cosas harto
largamente declaradas de lo que el alma siente aquí y en lo que se conoce ser
Dios, no hago más de tocar en estas cosas de oración para daros a entender cómo
habéis de rezar esta oración del paternóster. Sólo os doy un aviso...
12 Doos: os doy.
En que trata la gran necesidad que
tenemos de que el Señor nos dé lo que pedimos en
1. Pues entendiendo, como he dicho (2), el buen Jesús
cuán dificultosa cosa era ésta que ofrece por nosotros, conociendo nuestra
flaqueza y que muchas veces hacemos entender que no entendemos cuál es la
voluntad del Señor -como somos flacos y El tan piadoso-, y que era menester
medio, porque dejar de dar lo dado vio que en ninguna manera nos conviene,
porque está en ello toda nuestra ganancia; (3) pues cumplirlo vio ser
dificultoso, porque decir a un regalado y rico que es la voluntad de Dios que
tenga cuenta con moderar su plato para que coman otros siquiera pan, que mueren
de hambre, sacará mil razones para no entender esto, sino a su propósito; pues
decir a un murmurador que es la voluntad de Dios querer tanto para su prójimo
como para sí, no lo puede poner a paciencia ni basta razón para que lo
entienda; pues decir a un religioso que está mostrado a libertad y a regalo,
que ha de tener cuenta con que ha de dar ejemplo y que mire que ya no son solas
palabras con las que ha de cumplir cuando dice esta palabra, sino que lo ha
jurado y prometido, y que es voluntad de Dios que cumpla sus votos, y mire que
si da escándalo que va muy contra ellos, aunque no del todo los quebrante; que
ha prometido pobreza, que la guarde sin rodeos, que esto es lo que el Señor
quiere; no hay remedio aun ahora de quererlo algunos, ¿qué hiciera si el Señor
no hiciera lo más con el remedio que puso? No hubiera sino muy poquitos que
cumplieran esta palabra que por nosotros dijo al Padre, de "fiat voluntas
tua".
Pues visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio
admirable adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene (4), y en su
nombre y en el de sus hermanos pidió esta petición: "El pan nuestro de
cada día, dánoslo hoy, Señor".
Entendamos, hermanas, por amor de Dios, esto que pide
nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de corrida por ello, y
tened en muy poco lo que habéis dado pues tanto habéis de recibir.
2. Paréceme ahora a mí -debajo de otro mejor parecer-
que visto el buen Jesús lo que había dado por nosotros y cómo nos importa tanto
darlo y la gran dificultad que había -como está dicho- (5) por ser nosotros
tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que era
menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día, que aquí
se debía determinar de quedarse con nosotros. Y como era cosa tan grave y de
tanta importancia, quiso que viniese de la mano del Eterno Padre. Porque,
aunque son una misma cosa, y sabía que lo que El hiciese en la tierra lo haría
Dios en el cielo y lo tendría por bueno, pues su voluntad y la de su Padre era
una, era tanta la humildad del buen Jesús (6) que quiso como pedir licencia,
porque ya sabía era amado del Padre y que se deleitaba en El. Bien entendió que
pedía más en esto que ha pedido en lo demás, porque ya sabía la muerte que le
habían de dar, y las deshonras y afrentas que había de padecer.
3. Pues ¿qué padre hubiera, Señor, que habiéndonos
dado a su hijo, y tal hijo, y parándole tal, quisiera consentir se quedara
entre nosotros cada día a padecer? -Por cierto, ninguno, Señor, sino el
vuestro. Bien sabéis a quién pedís.
¡Oh, válgame Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran
amor del Padre! Aun no me espanto tanto del buen Jesús, porque como había ya
dicho "fiat voluntas tua", habíalo de cumplir como quien es. ¡Sí, que
no es como nosotros! Pues como sabe la cumple con amarnos como a Sí, así andaba
a buscar cómo cumplir con mayor cumplimiento, aunque fuese a su costa, este
mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo lo consentisteis? ¿Por qué queréis
cada día ver en tan ruines manos a vuestro Hijo? Ya que una vez quisisteis lo
estuviese y lo consentisteis, ya veis cómo le pararon. ¿Cómo puede vuestra
piedad cada día, cada día, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer
a este Santísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe de ver el
Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes!
4. ¡Oh Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal petición?
¿Cómo lo consentís? No miréis su amor, que a trueco de hacer cumplidamente
vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se dejará cada día hacer pedazos. Es
vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo no se le pone cosa delante
(7), por qué ha de ser todo nuestro bien a su costa. ¿Porque calla a todo y no
sabe hablar por sí sino por nosotros? Pues ¿no ha de haber quien hable por este
amantísimo Cordero? (8)
He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las
palabras, porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a
decir "dádnoslo hoy, Señor". Pone también delante a su Padre. Es como
decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya nuestro
es, que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje
servir cada día. Esto os enternezca el corazón, hijas mías, para amar a vuestro
Esposo, que no hay esclavo que de buena gana diga que lo es, y que el buen
Jesús parece se honra de ello.
5. ¡Oh Padre Eterno! ¡Qué mucho merece esta humildad!
¿Con qué tesoro compramos a vuestro Hijo? Venderle, ya sabemos que por treinta
dineros; (9) mas para comprarle no hay precio que baste. Como se hace aquí una
cosa con nosotros por la parte que tiene de nuestra naturaleza y como señor de
su voluntad, lo acuerda a su Padre, que pues es suya, que nos la puede dar. Y
así dice: "pan nuestro". No hace diferencia de El a nosotros; mas
hacémosla nosotros de El, para no nos dar cada día por Su Majestad (10).
NOTAS
1 "Panen nostrun cotidiano da
nobis odie", escribió la Santa.
2 Como he dicho: ha sido el tema del
c. anterior.
3 Este prolijo preámbulo tan
teresiano y tan rebelde a toda ley de puntuación, fue remediado por la Autora
con una larga tacha y nuevo fraseo, al preparar el texto definitivo (ms. de Toledo):
pues entendiendo el buen Jesús cuán dificultoso era esto que ofrece por
nosotros, conociendo nuestra miseria -que muchas veces hacemos entender que no
entendemos cuál es la voluntad del Señor, como somos flacos-, y que era
menester medio "para cumplirlo, pídenos al Padre Eterno remedio soberano
como este pan de cada día del Santísimo Sacramento, que da fuerza y
fortaleza". -La frase encomillada es autógrafa de la Santa. Con ella
formuló, desde el encabezamiento del capítulo su exégesis eucarística del
"panem nostrum". -Fray Luis de León arregló a su modo este pasaje (p.
196).
4 Alusión a la institución de la
Eucaristía, Jn 13, 1.
5 En el c. 32.
6 Por escrúpulo teológico, el ya
mencionado censor advirtió al margen del autógrafo: "por la parte que era
hombre".
7 El escrupuloso censor de otras
veces sometió a dura prueba el presente pasaje, tachando y marginando el
autógrafo: "No miréis, Hermanas, el amor de vuestro esposo, que a trueco
de hacer cumplidamente la voluntad del Padre y de hacer por nosotros, se dejará
cada día hacer pedazos. Vuestro era de mirar, oh Padre Eterno, por vuestro
Hijo; no se le pone cosa delante que le estorbe...". -Los cursivos
corresponden a las añadiduras del teólogo censor, y dan una idea del purismo y
convencionalismo teológicos con que chocó el ingenuo y diáfano pensar
teresiano.
8 En la 1ª redacción, la Santa
entraba en tierno monólogo o plegaria al Padre: Dadme licencia, Señor, que
hable yo, ya que vos quisisteis dejarle en nuestro poder, y os suplique que
pues tan de veras os obedeció y con tanto amor se nos dio...
9 Alusión a Mt 26, 15.
10 En el ms. de Toledo la Santa
rehizo así la frase final: "pues no la hagamos nosotros, porque juntando
nuestra oración con la suya tendrá mérito delante de Dios para alcanzar lo que
pidiéremos".
Prosigue en la misma materia. -Es
muy bueno para después de haber recibido el Santísimo Sacramento.
1. Pues en esta petición, "de cada día"
parece que es "para siempre". Estando yo pensando por qué después de
haber dicho el Señor "cada día", tornó a decir "dánoslo hoy,
Señor" (1), ser nuestro cada día, me parece a mí porque acá le poseemos en
la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su
compañía, pues no se queda para otra cosa con nosotros sino para ayudarnos y
animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en
nosotros.
2. El decir "hoy", me parece es para un
día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día! Y para los
desventurados que se condenan, que no le gozarán en la otra, no es a su culpa
(2) si se dejan vencer, que El no los deja de animar hasta el fin de la
batalla; no tendrán con qué se disculpar ni quejarse del Padre porque se le
tomó al mejor tiempo. Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se
le deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y envió al
mundo por sola su voluntad, que El quiere ahora por la suya propia no
desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más gloria de sus amigos y
pena de sus enemigos; (3) que no pide más de "hoy", ahora nuevamente;
que el habernos dado este pan sacratísimo para siempre, cierto lo tenemos. Su
Majestad nos le dio -como he dicho- este mantenimiento y maná de la Humanidad,
que le hallamos como queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos
de hambre; que de todas cuantas maneras quisiere comer el alma hallará en el
Santísimo Sacramento sabor y consolación (4). No hay necesidad ni trabajo ni
persecución que no sea fácil de pasar, si comenzamos a gustar de los suyos.
3. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que
os deje "hoy" a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin El;
que baste, para templar tan gran contento, que quede tan disfrazado en estos
accidentes de pan y vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa
que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que no os falte y que os dé aparejo
para recibirle dignamente.
4. De otro pan no tengáis cuidado las que muy de
veras os habéis dejado en la voluntad de Dios; digo en estos tiempos de
oración, que tratáis cosas más importantes, que tiempos hay otros para que
trabajéis y ganéis de comer (5). Mas con el cuidado no curéis gastar en eso el
pensamiento en ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo, que es bien procuréis
sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -como largamente queda
dicho- (6) a vuestro Esposo, que El le tendrá siempre.
5. Es como si entra un criado a servir; tiene cuenta
con contentar a su señor en todo. Mas él está obligado a dar de comer al siervo
mientras está en su casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tiene para
sí ni para él. Acá cesa esto; siempre es y será rico y poderoso. Pues no sería
bien andar el criado pidiendo de comer, pues sabe tiene cuidado su amo de dárselo
y le ha de tener. Con razón le dirá que se ocupe él en servirle y en cómo le
contentar, que por andar ocupado el cuidado en lo que no le ha de tener no hace
cosa a derechas.
Así que, hermanas, tenga quien quisiere cuidado de
pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro
pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden deleitar
en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le dé a
conocer, que es otro mantenimiento de contentos y regalos y que sustenta la
vida (7).
6. ¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos
cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales?
Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes enfermedades que, estando
muchas veces con graves dolores, como con la mano se le quitaban y quedaba
buena del todo (8). Esto muy ordinario, y de males muy conocidos que no se
podían fingir, a mi parecer. Y porque de las maravillas que hace este santísimo
Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no digo muchas que
pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé que no
es mentira. Mas ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a
algunas personas decir que quisieran ser (9) en el tiempo que andaba Cristo
nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan
verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les
daba?
7. Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no
era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos
corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, para que,
como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre posada, desocupábase
de todas las cosas exteriores cuanto le era posible, y entrábase con El (10).
Procuraba recoger los sentidos para que todos entendiesen tan gran bien, digo,
no embarazasen al alma para conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con
la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del
fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí.
8. Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el
entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la
imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de
la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y
es entera verdad, y no hay para qué le ir a buscar en otra parte mas lejos;
sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes
del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a El. Pues, si
cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué
hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos
dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad
pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje.
9. Si os da pena no verle con los ojos corporales,
mirad que no nos conviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba
por el mundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro flaco natural, ni
habría mundo ni quien quisiese parar en él; porque en ver esta verdad eterna,
se vería ser mentira y burla todas las cosas de que acá hacemos caso. Y viendo
tan gran majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha
ofendido, estar tan cerca de El? Debajo de aquel pan (11) está tratable; porque
si el rey se disfraza no parece se nos daría nada de conversar sin tantos
miramientos y respetos con El; parece está obligado a sufrirlo, pues se
disfrazó. ¡Quién osara llegar con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas
imperfecciones!
10. ¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos, y cómo lo
miró mejor su sabiduría! (12) Porque a los que ve se han de aprovechar de su
presencia, El se les descubre; que aunque no le vean con los ojos corporales,
muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos interiores y
por diferentes vías. Estaos vos con El de buena gana. No perdáis tan buena
sazón de negociar como es la hora después de haber comulgado (13). Si la
obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el
Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra y no hacéis caso ni tenéis
cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os ha de dar a conocer? Este, pues,
es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos
los pies porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos (14).
11. Si esto habéis de pedir mirando una imagen de
Cristo que estamos mirando, bobería me parece dejar la misma persona por mirar
el dibujo (15). ¿No lo sería, si tuviésemos un retrato de una persona que
quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de hablar con
ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es muy bueno
y cosa en que yo me deleito mucho? Para cuando está ausente la misma persona, o
quiere darnos a entender lo está con muchas sequedades, es gran regalo ver una
imagen de quien con tanta razón amamos (16). A cada cabo que volviésemos los
ojos, la querría ver. ¿En qué mejor cosa ni más gustosa a la vista la podemos
emplear, que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?
Desventurados estos herejes que han perdido por su culpa esta consolación, con
otras.
12. Mas acabando de recibir al Señor, pues tenéis la
misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma
y miraros al corazón; que yo os digo, y otra vez lo digo y muchas lo querría
decir, que si tomáis esta costumbre todas las veces que comulgareis, y procurad
tener tal conciencia que os sea lícito gozar a menudo de este bien, que no
viene tan disfrazado que, como he dicho (17), de muchas maneras no se dé a
conocer, conforme al deseo que tenemos de verle. Y tanto lo podéis desear, que
se os descubra del todo.
13. Mas si no hacemos caso de El, sino que en
recibiéndole nos vamos de con El a buscar otras cosas más bajas, ¿qué ha de
hacer? ¿Hanos de traer por fuerza a que le veamos que se nos quiere dar a
conocer? No, que no le trataron tan bien cuando se dejó ver a todos al
descubierto y les decía claro quién era, que muy pocos fueron los que le
creyeron. Y así harta misericordia nos hace a todos, que quiere Su Majestad
entendamos que es El el que está en el Santísimo Sacramento. Mas que le vean
descubiertamente y comunicar sus grandezas y dar de sus tesoros, no quiere sino
a los que entiende que mucho le desean, porque éstos son sus verdaderos amigos.
Que yo os digo que quien no le fuere y no llegare a recibirle como tal,
habiendo hecho lo que es en sí, que nunca le importune porque se le dé a
conocer. No ve la hora de haber cumplido con lo que manda la Iglesia, cuando se
va de su casa y procura echarle de sí. Así que este tal, con otros negocios y
ocupaciones y embarazos del mundo, parece que lo más presto que puede, se da
prisa a que no le ocupe la casa el Señor de él.
NOTAS
1 En la 1ª redacción escribió más
extensamente: ... pide a su Padre que nos le deje "cada día"; parece
que es "para siempre", que escribiendo esto he estado con deseo de
saber por qué después que el Señor dijo "cada día", tornó a decir
"hoy". Quiéroos decir mi bobería; si lo fuere, quédese por tal, que
harta lo es meterme yo en esto; mas, pues ya vamos entendiendo lo que pedimos,
pensemos bien qué es, para que -como he dicho- lo tengamos en lo que es razón,
y lo agradezcamos a quien con tanto cuidado está enseñándonos. Así que, ser
nuestro "cada día" me parece a mí...
2 No es culpa del Señor, corrigió
fray Luis en la edición príncipe (p. 202). -En 1ª redacción había ampliado
hermosamente este concepto: ... para los desventurados que se han de condenar,
que no le gozarán en la otra [vida] para hacer todo lo que como de cosa suya se
pueden aprovechar y estar con ellos este "hoy" de esta vida
esforzándolos; y si dijeran vencer, no es a su culpa. Y porque se lo otorgue el
Padre, tráele a la memoria que es solo un día... Uno de los censores tildó de
poco teológica la frase "tráele a la memoria", y la Santa la
sustituyó con: pónele delante.
3 Un censor tachó: y pena de sus
enemigos. -Había escrito en la 1ª redacción: que todo será un día estos malos
tratamientos de llegarse a él indignamente; que mire está obligado (pues ha
ofrecido por nosotros cosa tan grande como dejar nuestra voluntad en la suya) a
ayudarnos por todas las vías que pudiere; que nos pide más de "hoy"
ahora nuevamente. Que el habernos dado este pan sacratísimo "para
siempre", cierto lo tenemos, y que nos le dio sin pedírsele este
mantenimiento y maná de la Humanidad... -La misma Santa o acaso uno de sus
catonianos censores tachó un inciso intercalado en este mismo período: [lo
tenemos] ¡y que nos le dio sin pedírsele!.
4 Alusión al maná bíblico (Sb 16,
20). -La 1ª redacción proseguía: que otro pan de los mantenimientos y
necesidades corporales, no quiero yo pensar se le acordó el Señor de esto, ni
querría se os acordase de vosotras. Está puesto en subidísima contemplación
(que quien está en aquel punto no hay más memoria de que está en el mundo que
si no estuviese,, cuánto más si ha de comer); y ¿había el Señor de poner tanto
en pedir qué comiésemos, para él y para nosotros? -No hace a mi propósito.
Estános enseñando a poner nuestras voluntades en las cosas del cielo y a pedir
le comencemos a gozar desde acá, y ¿habíanos de meter en cosa tan baja como
pedir de comer?- ¡Cómo que no nos conoce!, que comenzados a entrometer en
necesidad del cuerpo, se nos olvidarían las del alma. Pues ¡qué gente tan
concertada, que nos contentaremos poco y pediremos poco!, sino que mientras más
nos diere, más parece nos ha de faltar el agua. Pídanlo esto, hijas, lo que
quieren más de lo necesario. -Todo este pasaje fue tachado por uno de los
censores del primer manuscrito teresiano, que agregó al margen la siguiente
anotación: "todo lo que era sustentación del cuerpo y alma pidió Cristo
nuestro Señor, como es el pan material y la Eucaristía, y por reverencia para
el alma; y así la Iglesia lo pide en la letanía". -Esta dura censura
motivó la supresión del párrafo en la segunda redacción. Otro tanto sucederá en
el c. 36, n. 2.
5 La 1ª redacción insistía en el
tema descartado por el censor: tiempos hay otros para que la que tiene encargo
tenga cuidado de lo que habéis de comer, digo de daros lo que tuviere. No
hayáis miedo que os falte si no faltáis vosotras en lo que habéis dicho de
dejaros en la voluntad de Dios. Y por cierto, hijas, de mí os digo que si de
eso faltare ahora con malicia -como otras veces lo he hecho muchas-, que yo no
le suplicase me diese ese pan ni otra cosa para comer. Déjenme morir de hambre;
¡para qué quiero vida, si con ella voy cada día más ganando muerte eterna?. A
continuación, en el ms. de El Escorial, para introducir el símil del criado y
el señor, escribió la Santa entre líneas: "comparación".
6 Queda dicho en los cc. 2 y 8.
7 La 1ª redacción insistía de nuevo
en el tema de la pobreza de espíritu: que para sustentar la vida, más veces que
queremos la vendremos a desear y a pedir, aun sin sentirnos. No es menester
despertarnos para ello; que nuestra inclinación ruin a cosas bajas despertará
-como digo- más veces que queramos. Mas de advertencia no curemos poner nuestro
cuidado sino en suplicar al Señor lo que tengo dicho; que teniendo esto, lo
tendremos todo.
8 Habla de sí misma. En la 1ª
redacción aludía también a otros muchos efectos que hacía [la comunión] en esta
alma que no hay para qué decirlos.
9 Querrían ser: "vivir" o
"estar".
10 Fray Luis de León (p. 101) redujo
a ley gramatical el libre fraseo teresiano: ... esforzar la fe, para (como
creía verdaderamente que entraba este Señor en su pobre posada) desocuparse de
todas las cosas...
11 Por escrúpulo teológico, fray
Luis corrigió esta frase en la edición príncipe: "debajo de aquellos
accidentes de pan..." (p. 207).
12 Alusión a la respuesta de Jesús a
Santiago y San Juan (Mt 20, 22).
13 La 1ª redacción añadía: Estaos
vos con El de buena gana. Mirad que es esta hora de gran provecho para el alma,
y en que se sirve mucho el buen Jesús que le tengáis compañía. Tened gran
cuenta, hijas, de no la perder.
14 También aquí suprimió la Santa un
bello pasaje de la primera redacción: No digo que no recéis (porque no me
asgáis a palabras y digáis que trato de contemplación, salvo si el Señor no os
llevare a ella), sino que si rezaréis el Paternóster, entendáis con cuánta
verdad estáis con quien os lo enseñó y le beséis los pies por ello y le pidáis
os ayude a pedir y no se vaya de con vos.
15 Al margen del autógrafo
escurialense escribió la Autora: comparación.
16 En la 1ª redacción era más
explícita: Para cuando está ausente la misma persona, es gran regalo ver una imagen
de nuestra Señora o de algún santo a quien tenemos devoción -cuánto más la de
Cristo-, y cosa que despierta mucho y cosa que a cada cabo querría ver que
volviese los ojos.
17 Lo ha dicho en los nn. 5 y 10.
Acaba la materia comenzada con una
exclamación al Padre Eterno.
1. Heme alargado tanto en esto, aunque había hablado
en la oración del recogimiento de lo mucho que importa este entrarnos a solas
con Dios, por ser tan importante (1). Y cuando no comulgareis, hijas, y oyereis
misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho, y hacer
lo mismo de recogeros después en vos, que es mucho lo que se imprime el amor
así de este Señor. Porque aparejándonos a recibir, jamás por muchas maneras deja
de dar que no entendemos (2). Es llegarnos al fuego que, aunque le haya muy
grande, si estáis desviadas y escondéis las manos, mal os podéis calentar,
aunque todavía da más calor que no estar adonde no haya fuego. Mas otra cosa es
querernos llegar a El, que si el alma está dispuesta -digo que esté con deseo
de perder el frío- y se está allí un rato, para muchas horas queda con calor.
2. Pues mirad, hermanas, que si a los principios no
os hallareis bien (que) podrá ser, porque os pondrá el demonio apretamiento de
corazón y congoja, porque sabe el daño grande que le viene de aquí), haraos
entender que halláis más devoción en otras cosas y aquí menos. No dejéis este
modo; aquí probará el Señor lo que le queréis. Acordaos que hay pocas almas que
le acompañen y le sigan en los trabajos; pasemos por El algo, que Su Majestad
os lo pagará. Y acordaos también qué de personas habrá que no sólo quieran no
estar con El, sino que con descomedimiento le echen de sí. Pues algo hemos de
pasar para que entienda le tenemos deseo de ver. Y pues todo lo sufre y sufrirá
por hallar sola un alma que le reciba y tenga en sí con amor, sea ésta la
vuestra. Porque, a no haber ninguna, con razón no le consintiera quedar el
Padre Eterno con nosotros; sino que es tan amigo de amigos y tan señor de sus
siervos, que, como ve la voluntad de su buen Hijo, no le quiere estorbar obra
tan excelente y adonde tan cumplidamente muestra el amor que tiene a su Padre
(3).
3. Pues, Padre santo que estás en los cielos, ya que
lo queréis y lo aceptáis, y claro está no habíais de negar cosa que tan bien
nos está a nosotros, alguien ha de haber -como dije al principio- (4) que hable
por vuestro Hijo, pues El nunca tornó de Sí. Seamos nosotras, hijas, aunque es
atrevimiento siendo las que somos; mas confiadas en que nos manda el Señor que
pidamos, llegadas a esta obediencia (5), en nombre del buen Jesús supliquemos a
Su Majestad que, pues no le ha quedado por hacer ninguna cosa haciendo a los
pecadores tan gran beneficio como éste, que quiera su piedad y se sirva de
poner remedio para que no sea tan maltratado. Y que pues su santo Hijo puso tan
buen medio para que en sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, que valga
tan precioso don para que no vaya adelante tan grandísimo mal y desacatos como
se hacen en los lugares adonde estaba este Santísimo Sacramento entre estos
luteranos, deshechas las iglesias, perdidos tantos sacerdotes, quitados los
sacramentos (6).
4. Pues ¡qué es esto mi Señor y mi Dios! O dad fin al
mundo, o poned remedio en tan gravísimos males; que no hay corazón que lo
sufra, aun de los que somos ruines. Suplícoos, Padre Eterno, que no lo sufráis
ya Vos. Atajad este fuego, Señor, que si queréis podéis. Mirad que aún está en
el mundo vuestro Hijo; por su acatamiento cesen cosas tan feas y abominables y
sucias; por su hermosura y limpieza, no merece estar en cosa adonde hay cosas
semejantes. No lo hagáis por nosotros, Señor, que no lo merecemos; hacedlo por
vuestro Hijo. Pues suplicaros que no esté con nosotros, no os lo osamos pedir:
¿qué sería de nosotros? Que si algo os aplaca, es tener acá tal prenda. Pues
algún medio ha de haber, Señor mío, póngale Vuestra Majestad.
5. ¡Oh mi Dios! ¡quién pudiera importunaros mucho y
haberos servido mucho para poderos pedir tan gran merced en pago de mis servicios,
pues no dejáis ninguno sin paga! Mas no lo he hecho, Señor; antes por ventura
soy yo la que os he enojado de manera que por mis pecados vengan tantos males.
Pues ¿qué he de hacer, Criador mío, sino presentaros este Pan sacratísimo y,
aunque nos le disteis, tornárosle a dar y suplicaros, por los méritos de
vuestro Hijo, me hagáis esta merced, pues por tantas partes lo tiene merecido?
Ya, Señor, ya ¡haced que se sosiegue este mar! No ande siempre en tanta
tempestad esta nave de la Iglesia, y salvadnos, Señor mío, que perecemos (7).
NOTAS
1 El último inciso falta en la
redacción de Valladolid: lo añadió la Santa de propia mano en el ms. de Toledo.
2 Fray Luis de León ordenó así la
frase: jamás dejar de dar por muchas maneras que no entendemos (p. 211),
tomándola de la primera redacción del Camino.
3 En la 1ª redacción añadía: en
haber buscado tan admirable invención para mostrar lo que nos ama y para
ayudarnos a pasar nuestros trabajos.
4 Alude a la "exclamación"
del c. 3, n. 8-10. -La frase siguiente (pues El nunca tornó de Sí [= por Sí])
fue tachada en el autógrafo, probablemente por un censor.
5 Uno de los censores tachó
"obediencia" y escribió al margen "audiencia"; pero la
corrección no fue admitida en las copias autorizadas por la Santa.
6 En la 1ª redacción había escrito
más expresivamente: que parece le quieren ya tornar a echar del mundo, quitanto
de los templos, perdidos tantos sacerdotes, profanadas tantas iglesias, aún
entre los cristianos, que a las veces van allá más con intención de ofenderle
que no de adorarle.
7 Alusión a Mt 8, 25-26.
Trata de estas palabras del
paternóster: "Dimitte nobis debita nostra".
1. Pues viendo nuestro buen Maestro que con este manjar
celestial todo nos es fácil, si no es por nuestra culpa, y que podemos cumplir
muy bien lo que hemos dicho al Padre de que se cumpla en nosotros su voluntad,
dícele ahora que nos perdone nuestras deudas, pues perdonamos nosotros. Y así,
prosiguiendo en la oración que nos enseña, dice estas palabras: "Y
perdónanos, Señor, nuestras deudas, así como nosotros las perdonamos a nuestros
deudores" (1).
2. Miremos, hermanas, que no dice "como
perdonaremos", porque entendamos que quien pide un don tan grande como el
pasado y quien ya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar
hecho, y así dice: "como nosotros las perdonamos". Así que quien de
veras hubiere dicho esta palabra al Señor, "fiat voluntas tua", todo
lo ha de tener hecho, con la determinación al menos.
Veis aquí cómo los santos se holgaban con las
injurias y persecuciones, porque tenían algo que presentar al Señor cuando le
pedían. ¿Qué hará una tan pobre como yo, que tan poco ha tenido que perdonar y
tanto hay que se me perdone?
Cosa es ésta, hermanas, para que miremos mucho en
ella: que una cosa tan grave y de tanta importancia como que nos perdone
nuestro Señor nuestras culpas, que merecían fuego eterno, se nos perdone con
tan baja cosa como es que perdonemos. Y aun de esta bajeza tengo tan pocas que
ofrecer, que de balde me habéis, Señor, de perdonar (2). Aquí cabe bien vuestra
misericordia. Bendito seáis Vos, que tan pobre me sufrís, que lo que vuestro
Hijo dice en nombre de todos, por ser yo tal y tan sin caudal, me he de salir
de la cuenta.
3. Mas, Señor mío, ¿si habrá algunas personas que me
tengan compañía y no hayan entendido esto? Si las hay, en vuestro nombre les
pido yo que se les acuerde de esto y no hagan caso de unas cositas que llaman
agravios, que parece hacemos casas de pajitas, como los niños, con estos puntos
de honra. ¡Oh, válgame Dios, hermanas, si entendiésemos qué cosa es honra y en
qué está perder la honra! Ahora no hablo con nosotras, que harto mal sería no
tener ya entendido esto, sino conmigo el tiempo que me precié de honra sin
entender qué cosa era; íbame al hilo de la gente (3). ¡Oh, de qué cosas me
agraviaba, que yo tengo vergüenza ahora! Y no era, pues, de las que mucho
miraban en estos puntos; mas erraba en el punto principal, porque no miraba yo
ni hacía caso de la honra que tiene algún provecho, porque ésta es la que hace
provecho al alma. Y qué bien dijo quien dijo, que honra y provecho no podían
estar juntas, aunque no sé si lo dijo a este propósito. Y es al pie de la
letra, porque provecho del alma y esto que llama el mundo honra nunca puede
estar junto. Cosa espantosa es qué al revés anda el mundo. Bendito sea el Señor
que nos sacó de él (4).
4. Mas mirad, hermanas, que no nos tiene olvidadas el
demonio; también inventa sus honras en los monasterios y pone sus leyes, que
suben y bajan en dignidades como los del mundo. Los letrados deben de ir por
sus letras -que esto no lo sé-, que el que ha llegado a leer teología (5), no
ha de bajar a leer filosofía, que es un punto de honra que está en que ha de
subir y no bajar. Y aun si se lo mandase la obediencia, lo tendría por agravio
y habría quien tornase de él, que es afrenta. Y luego el demonio descubre
razones que aun en ley de Dios parece lleva razón. Pues entre nosotras, la que
ha sido priora ha de quedar inhabilitada para otro oficio más bajo; un mirar en
la que es más antigua, que esto no se nos olvida, y aun a las veces parece
merecemos en ello, porque lo manda la Orden.
5. Cosa es para reír, o para llorar, que lleva más
razón. Sí, que no manda la Orden que no tengamos humildad. Manda que haya
concierto. Mas yo no he de estar tan concertada en cosas de mi estima, que
tenga tanto cuidado en este punto de orden como de otras cosas de ella, que por
ventura guardaremos imperfectamente; no esté toda nuestra perfección de
guardarla en esto; otras lo mirarán por mí, si yo me descuido. Es el caso que
como somos inclinadas a subir -aunque no subiremos por aquí al cielo-, no ha de
haber bajar. ¡Oh Señor, Señor! ¿Sois Vos nuestro dechado y maestro? Sí, por cierto.
¿Pues en qué estuvo vuestra honra, honrador nuestro? ¿No la perdisteis, por
cierto, en ser humillado hasta la muerte? No, Señor, sino que la ganasteis para
todos.
6. ¡Oh, por amor de Dios, hermanas!, que llevamos
perdido el camino, porque va errado desde el principio (6), y plega a Dios que
no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra sin entender
en qué está la honra. Y vendremos después a pensar que hemos hecho mucho si
perdonamos una cosita de éstas, que ni era agravio ni injuria ni nada; y muy
como quien ha hecho algo, vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos
perdonado. Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos y que venimos
vacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia. Que en verdad,
Señor, que no veo cosa (pues) todas las cosas se acaban y el castigo es sin
fin) que merezca ponérseos delante para que nos hagáis tan gran merced, si no
es por quien os lo pide (7).
7. Mas ¡qué estimado debe ser este amarnos unos a
otros del Señor! Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras, y decir:
"perdonadnos, Señor, porque hacemos mucha penitencia, o porque rezamos
mucho y ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos y os amamos mucho"; y no
dijo "porque perderíamos la vida por Vos" (8), y -como digo- otras cosas
que pudiera decir, sino sólo "porque perdonamos". Por ventura, como
nos conoce por tan amigos de esta negra honra y como cosa más dificultosa de
alcanzar de nosotros y más agradable a su Padre (9), la dijo y se la ofrece de
nuestra parte.
"Efectos que deja el buen espíritu".
8. Pues tened mucha cuenta, hermanas, con que dice:
"como perdonamos"; ya como cosa hecha, como he dicho (10). Y advertid
mucho en esto, que cuando de las cosas que Dios hace merced a un alma en la
oración que he dicho (11) de contemplación perfecta no sale muy determinada y,
si se le ofrece, lo pone por obra de perdonar cualquier injuria por grave que
sea, no estas naderías que llaman injurias, no fíe mucho de su oración; (12)
que al alma que Dios llega a Sí en oración tan subida no llegan (13) ni se le
da más ser estimada que no. No dije bien, que sí da, que mucha más pena le da
la honra que la deshonra, y el mucho holgar con descanso que los trabajos.
Porque cuando de veras le ha dado el Señor aquí su reino, ya no le quiere en este
mundo; y para más subidamente reinar, entiende es éste el verdadero camino, y
ha ya visto por experiencia la gran ganancia que le viene y lo que se adelanta
un alma en padecer por Dios. Porque por maravilla llega Su Majestad a hacer tan
grandes regalos sino a personas que han pasado de buena gana muchos trabajos
por El. Porque, como dije en otra parte de este libro (14), son grandes los
trabajos de los contemplativos, y así los busca el Señor gente experimentada.
9. Pues entended, hermanas, que como éstos tienen ya
entendido lo que es todo, en cosa que pasa no se detienen mucho. Si de primer
movimiento da pena una gran injuria y trabajo, aún no lo ha bien sentido cuando
acude la razón por otra parte, que parece levanta la bandera por sí y deja casi
aniquilada aquella pena con el gozo que le da ver que le ha puesto el Señor en
las manos cosa que en un día podra ganar más delante de Su Majestad de mercedes
y favores perpetuos, que pudiera ser ganará él en diez años por trabajos que
quisiera tomar por sí. Esto es muy ordinario, a lo que yo entiendo, que he
tratado muchos contemplativos y sé cierto que pasa así; que como otros precian
oro y joyas, precian ellos los trabajos y los desean, porque tienen entendido
que éstos les han de hacer ricos.
10. De estas personas está muy lejos estima suya de
nada. Gustan entiendan sus pecados y de decirlos cuando ven que tienen estima
de ellos. Así les acaece de su linaje, que ya saben que en el reino que no se
acaba no han de ganar por aquí. Si gustasen ser de buena casta, es cuando para
más servir a Dios fuera menester; cuando no, pésales los tengan por más de lo
que son, y sin ninguna pena desengañan, sino con gusto. Es el caso que debe ser
a quien Dios hace merced de tener esta humildad y amor grande a Dios, que en cosa
que sea servirle más ya se tiene a sí tan olvidado, que aun no puede creer que
otros sienten algunas cosas ni lo tienen por injuria.
11. Estos efectos que he dicho a la postre son de
personas ya más llegadas a perfección, y a quien el Señor muy ordinario hace
mercedes de llegarle a Sí por contemplación perfecta. Mas lo primero, que es
estar determinados a sufrir injurias, y sufrirlas aunque sea recibiendo pena,
digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced del Señor de tener
oración hasta llegar a unión. Y que si no tiene estos efectos y sale muy fuerte
en ellos de la oración, crea que no era la merced de Dios, sino alguna ilusión
y regalo del demonio, porque nos tengamos por más honrados.
12. Puede ser que al principio, cuando el Señor hace
estas mercedes, no luego el alma quede con esta fortaleza; mas digo que si las
continúa a hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza, y ya que no la
tenga en otras virtudes, en esto de perdonar sí. No puedo yo creer que alma que
tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho
que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede
allanada en quedar muy bien con quien la injurió. Porque tiene presente el
regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor, y alégrase
se le ofrezca en qué le mostrar alguno.
13. Torno a decir que conozco muchas personas que las
ha hecho el Señor merced de levantarlas a cosas sobrenaturales, dándoles esta
oración o contemplación que queda dicha, y aunque las veo con otras faltas e
imperfecciones, con ésta no he visto ninguna ni creo la habrá, si las mercedes
son de Dios, como he dicho (15). El que las recibiere mayores, mire en sí cómo
van creciendo estos efectos; y si no viere en sí ninguno, témase mucho y no
crea que esos regalos son de Dios -como he dicho- (16) que siempre enriquece el
alma adonde llega. Esto es cierto, que aunque la merced y regalo pase presto,
que se entiende despacio en las ganancias con que queda el alma. Y como el buen
Jesús sabe bien esto, determinadamente dice a su Padre Santo que
"perdonamos nuestros deudores".
NOTAS
1 Mt 6,12.
2 En la 1ª redacción este pasaje era
mucho más extenso y personal ... se nos perdonen con tan baja cosa como es que
perdonemos nosotras cosas que ni son agravios ni son nada. Porque ¿qué se puede
decir ni qué injuria se puede hacer a una como yo, que merecía que los demonios
siempre me maltratasen, en que me traten mal en este mundo? -Que es cosa justa.
En fin, Señor mío, que por esta causa no tengo qué os dar para pediros
perdonéis mis deudas. Perdóneme vuestro Hijo, que nadie me ha hecho injusticia,
y así no he tenido qué perdonar por vos, si no tomáis, Señor, mi deseo; que me
parece cualquier cosa perdonar ayo porque vos me perdonarais a mí, o por
cumplir vuestra voluntad sin condición. Mas no sé qué hiciera venida a la obra,
si me condenaran sin culpa. Que ahora véome tan culpada delante de vuestros
ojos, que todos quedan cortos; aunque los que no saben la que soy, como Vos lo
sabéis, piensan que me agravian. -La supresión de este hermoso pasaje en la 2ª
redacción fue debida a la actitud de uno de los censores que lo tachó íntegro
en el ms. escurialense, y anotó al margen: "no son verdaderos agravios y
injurias las que nos hacen, aunque mayores pecadores seamos; mas hanse de
perdonar porque El nos perdona a nosotros". -La misma suerte cupo a este
pasaje en la 2ª redacción: fue tachado (quizá por la propia Autora, como opina
el P. Silverio) desde "cosa es esta" hasta entendido esto?" (n. 3).
3 Por lo que, añadía la primera
redacción, aclarando la frase.
4 La 1ª redacción proseguía: Plegue
a Su Majestad quien esté siempre tan fuera de esta casa como está ahora; porque
¡Dios nos libre de monasterios adonde hay puntos de honra! nunca en ellos se
honra mucho a Dios. ¡Válgame Dios, qué desatino tan grande!, que ponen los
religiosos su honra en unas cositas que yo me espanto! -Esto no lo sabéis,
hermanas; mas quiérooslo decir porque os guardéis de ello...
5 Leer teología o filosofía
equivalía a ser profesor de...
6 En una copia de Toledo añadió la
Santa al margen: que llevaremos perdido el camino si fuésemos por aquí, que
ahora -¡bendito sea Dios!- no lo van, ni se tome por esta casa, porque sería
levantárselo, que la que ha sido priora es después la que más se humilla, sino
que se usan tanto en los monasterios que temo no nos tiente el demonio por
aquí, que lo tengo por tan peligroso que plega a Dios no se pierda algún alma
por guardar estos negros puntos de honra.
7 Que tiene razón, que es siempre el
agraviado y el ofendido, añade la 1ª redacción. En cambio en el autógrafo de la
2ª redacción (Valladolid), todo este período ("que en verdad... lo
pide") fue borrado, quizá por la misma Autora.
8 Alusión a Mt 26, 35.
9 Y también este inciso ("y más
agradable a su Padre") fue tachado en el autógrafo. El inciso no existía
en la 1ª redacción. y no pasó a las restantes copias revisadas por la Santa
(Toledo, Salamanca, Madrid).
10 En el n. 2. -Al margen del pasaje
que sigue escribió la Santa: efectos que deja el buen espíritu. Y volvió a
escribir la misma nota marginal en el ms. de Salamanca. Coincide con el
epígrafe del título correspondiente de la 1ª redacción que comenzaba justamente
a principio de este número 8, y decía: "En que trata de los efectos que hace
la oración cuando es perfecta". -En el autógrafo escurialense (1ª
redacción), uno de los censores escribió a grandes trazos, cruzando de abajo
arriba el margen derecho: "¡Oh gran señal!". Quizá se deba a esta
nota la ampliación de este pasaje en la 2ª redacción (nn. 9-13).
11 En el c. 25 y siguiente.
12 El inciso en cursiva fue añadido
por fray Luis de León (p. 219) para completar el sentido. Figuraba ya en el ms.
de Toledo, revisado por la Santa.
13 No llegan las injurias.
14 Dedicó a este tema el c. 18.
15 En los nn. 8-9.
16 En el n. 8.
Dice la excelencia de esta oración
del Paternóster, y cómo hallaremos de muchas maneras consolación en ella.
1. Es cosa para alabar mucho al Señor cuán subida en
perfección es esta oración evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro,
y así podemos, hijas, cada una tomarla a su propósito. Espántame ver que en tan
pocas palabras está toda la contemplación y perfección encerrada, que parece no
hemos menester otro libro sino estudiar en éste. Porque hasta aquí nos ha
enseñado el Señor todo el modo de oración y de alta contemplación, desde los
principiantes a la oración mental y de quietud y unión, que a ser yo para
saberlo decir, se podía hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero
fundamento (1). Ahora ya comienza el Señor a darnos a entender los efectos que
deja cuando son mercedes suyas, como habéis visto.
2. Pensado he yo cómo no se había Su Majestad
declarado más en cosas tan subidas y oscuras para que todos lo entendiésemos.
Hame parecido que, como había de ser general para todos esta oración, que
porque pudiese pedir cada uno a su propósito y se consolase, pareciéndonos le
damos buen entendimiento (2), lo dejó así en confuso, para que los
contemplativos que ya no quieren cosas de la tierra, y personas ya muy dadas a
Dios, pidan las mercedes del cielo que se pueden por la bondad de Dios dar en
la tierra; y los que aún viven en ella y es bien que vivan conforme a sus
estados, pidan también su pan, que se han de sustentar y sustentar sus casas, y
es muy justo y santo, y así las demás cosas, conforme a sus necesidades.
3. Mas miren que estas dos cosas, que es darle
nuestra voluntad y perdonar, que es para todos. Verdad es que hay más y menos
en ello, como queda dicho: (3) los perfectos darán la voluntad como perfectos y
perdonarán con la perfección que queda dicha; nosotras, hermanas, haremos lo
que pudiéremos, que todo lo recibe el Señor (4). Porque parece una manera de
concierto que de nuestra parte hace con su Eterno Padre, como quien dice:
"haced Vos esto, Señor, y harán mis hermanos estotro". Pues a buen
seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que es muy buen pagador y paga muy
sin tasa!
4. De tal manera podemos decir una vez esta oración,
que como entienda no nos queda doblez, sino que haremos lo que decimos, nos
deje ricas. Es muy amigo tratemos verdad con El. Tratando con llaneza y
claridad, que no digamos una cosa y nos quede otra, siempre da más de lo que le
pedimos.
Sabiendo esto nuestro buen Maestro, y que los que de
veras llegasen a perfección en el pedir habían de quedar tan en alto grado con
las mercedes que les había de hacer el Padre, entendiendo que los ya perfectos
o que van camino de ello, -que no temen ni deben, como dicen-, tienen el mundo
debajo de los pies, contento el Señor de él (como) por los efectos que hace en
sus almas pueden tener grandísima esperanza que Su Majestad lo está), embebidos
en aquellos regalos, no querrían acordarse que hay otro mundo ni que tienen
contrarios.
5. ¡Oh Sabiduría eterna! ¡Oh buen Enseñador! Y qué
gran cosa es, hijas, un maestro sabio, temeroso, que previene a los peligros.
Es todo el bien que un alma espiritual puede acá desear, porque es gran
seguridad. No podría encarecer con palabras lo que importa esto. Así que viendo
el Señor que era menester despertarlos y acordarlos que tienen enemigos, y cuán
más peligroso es en ellos ir descuidados, y que mucha más ayuda han menester
del Padre Eterno, porque caerán de más alto, y para no andar sin entenderse,
engañados, pide estas peticiones tan necesarias a todos mientras vivimos en
este destierro: "Y no nos traigas, Señor, en tentación; mas líbranos de
mal.
NOTAS
1 En la 1ª redacción se remitía al
libro de la Vida: que -a no estar escrito de ella en otra parte, y también por
no me largar, que será enfado-, se hiciera un gran libro de oración...
2 Buen entendimiento, es decir, buen
sentido.
3 Lo ha dicho en el n. 2.
4 En el lugar del pasaje que precede
y la mitad del n. anterior, había escrito en la 1ª redacción: ¿Bendito sea su
nombre por siempre jamás amén! Y por El suplico yo al Padre Eterno perdone mis
deudas y grandes pecados (pues yo no he tenido a quien perdonar ni qué, y cada
día tengo de qué me perdone) y me dé gracia para que algún día tenga yo algo
que poner delante para pedir. -Pues habiendo el buen Jesús enseñándonos una
manera de oración tan subida, y pedido por nosotros un ser ángeles en este
destierro (si con todas nuestras fuerzas nos esforzamos a que sean con las
palabras las obras) en fin a parecer en algo ser hijos de tal padre y hermanos
de tal hermano, sabiendo Su Majestad que haciendo -como digo- lo que decimos no
dejará el Señor de cumplir lo que le pedimos y traer a nosotros su reino, y
ayudar con cosas sobrenaturales -que son la oración de quietud y contemplación perfecta
y todas las demás mercedes que el Señor hace en ella a nuestras diligencias-,
que todo es poquito lo que podemos procurar y granjear de nuestra parte; mas
como sea lo que podemos, es muy cierto ayudarnos el Señor, porque nos los pide
su Hijo... -La supresión de este largo párrafo en la 2ª redacción se debió al
mismo censor que intervino en el c. 36, n. 2; ahora tachó varias líneas de la
Santa (ms. de El Escorial) y anotó al margen: "injurias son y agravios los
que uno hace contra otro, aunque merezca mil infiernos".
Que trata de la gran necesidad que
tenemos de suplicar al Padre eterno nos conceda lo que pedimos en estas
palabras: "Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo", y
declara algunas tentaciones. -Es de notar (1).
1. Grandes cosas tenemos aquí, hermanas, que pensar y
que entender, pues lo pedimos. Ahora mirad que tengo por muy cierto los que
llegan a la perfección que no piden al Señor los libre de los trabajos ni de
las tentaciones ni persecuciones y peleas. Que éste es otro efecto muy cierto y
grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, la contemplación y mercedes que
Su Majestad les diere; porque, como poco ha dije (2), antes los desean y los
piden y los aman. Son como los soldados, que están más contentos cuando hay más
guerra, porque esperan salir con más ganancia. Si no la hay, sirven con su
sueldo, mas ven que no pueden medrar mucho.
2. Creed, hermanas, que los soldados de Cristo, que
son los que tienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora que
pelear; nunca temen mucho enemigos públicos; ya los conocen y saben que, con la
fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y que siempre quedan
vencedores y con gran ganancia; nunca los vuelven el rostro. Los que temen, y
es razón teman y siempre pidan los libre el Señor de ellos, son unos enemigos
que hay traidores, unos demonios que se transfiguran en ángel de luz; (3)
vienen disfrazados. Hasta que han hecho mucho daño en el alma, no se dejan conocer,
sino que nos andan bebiendo la sangre y acabando las virtudes, y andamos en la
misma tentación y no lo entendemos. De éstos pidamos, hijas, y supliquemos
muchas veces en el Paternóster que nos libre el Señor y que no consienta
andemos en tentación; que no nos traigan engañadas, que se descubra la ponzoña,
que no os escondan la luz y la verdad. ¡Oh, con cuánta razón nos enseña nuestro
buen Maestro a pedir esto y lo pide por nosotros! (4)
3. Mirad, hijas, que de muchas maneras dañan, no
penséis que es sólo en hacernos entender que los gustos que pueden fingir en
nosotros y regalos son de Dios, que éste me parece el menos daño, en parte, que
ellos pueden hacer; antes podrá ser que con esto hagan caminar más aprisa,
porque, cebados de aquel gusto, están más horas en la oración; y como ellos
están ignorantes que es del demonio y como se ven indignos de aquellos regalos,
no acabarán de dar gracias a Dios, quedarán más obligados a servirle,
esforzarse han a disponerse para que les haga más mercedes el Señor, pensando
son de su mano.
4. Procurad, hermanas, siempre humildad y ver que no
sois dignas de estas mercedes, y no las procuréis. Haciendo esto, tengo para mí
que muchas almas pierde el demonio por aquí, pensando hacer que se pierdan, y
que saca el Señor del mal que él pretende hacer, nuestro bien. Porque mira Su
Majestad nuestra intención, que es contentarle y servirle estándonos con El en
la oración, y fiel es el Señor (5). Bien es andar con aviso no haga quiebra en
la humildad o engendrar alguna vanagloria. Suplicando al Señor os libre en
esto, no hayáis miedo, hijas, que os deje su Majestad regalar mucho de nadie,
sino de Sí.
5. Adonde el demonio puede hacer gran daño sin
entenderle, es haciéndonos creer que tenemos virtudes no las teniendo, que esto
es pestilencia (6). Porque en los gustos y regalos parece sólo que recibimos y
que quedamos más obligados a servir; acá parece que damos y servimos y que está
el Señor obligado a pagar, y así poco a poco hace mucho daño. Que por una parte
enflaquece la humildad, por otra descuidámonos de adquirir aquella virtud, que
nos parece la tenemos ya ganada.
Pues ¿qué remedio, hermanas? El que a mí me parece
mejor es lo que nos enseña nuestro Maestro: oración y suplicar al Padre Eterno
que no permita que andemos en tentación (7).
[6]. También os quiero decir otro alguno: que, si nos
parece el Señor ya nos la ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le
puede tornar a quitar, como, a la verdad, acaece muchas veces y no sin gran
providencia de Dios. ¿Nunca lo habéis visto por vosotras, hermanas? Pues yo sí:
unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho de verdad, venido a la
prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan asida y de cosas que por ventura el día
de antes burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece
tengo mucho ánimo y que a cosa que fuese servir a Dios no volvería el rostro; y
probado, es así que le tengo para algunas; otro día viene que no me hallo con
él para matar una hormiga por Dios si en ello hallase contradicción. Así, unas
veces me parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijesen de mí no se me
da nada; y probado, algunas veces es así, que antes me da contento; vienen días
que sola una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me
cansa en todo. Y en esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas personas
mejores que yo y sé que pasa así.
7. Pues esto es, ¿quién podrá decir de sí que tiene
virtud ni que está rica, pues al mejor tiempo que haya menester la virtud se
halla de ella pobre? -Que no, hermanas, sino pensemos siempre lo estamos, y no
nos adeudemos sin tener de qué pagar; porque de otra parte ha de venir el
tesoro, y no sabemos cuándo nos querrá dejar en la cárcel de nuestra miseria
sin darnos nada; y si teniéndonos por buenas nos hacen merced y honra -que es
el emprestar que digo-, quedaránse burlados ellos y nosotras. Verdad es que,
sirviendo con humildad, en fin nos socorre el Señor en las necesidades; mas si
no hay muy de veras esta virtud, a cada paso -como dicen- os dejará el Señor. Y
es grandísima merced suya, que es para que la tengáis y entendáis con verdad
que no tenemos nada que no lo recibimos.
8. Ahora, pues, notad otro aviso: hácenos entender el
demonio que tenemos una virtud, digamos de paciencia, porque nos determinamos y
hacemos muy continuos actos de pasar mucho por Dios; y parécenos en hecho de
verdad que lo sufriríamos, y así estamos muy contentas, porque ayuda el demonio
a que lo creamos. Yo os aviso no hagáis caso de estas virtudes, ni pensemos las
conocemos sino de nombre, ni que nos las ha dado el Señor, hasta que veamos la
prueba; porque acaecerá que a una palabra que os digan a vuestro disgusto, vaya
la paciencia por el suelo. Cuando muchas veces sufriereis, alabad a Dios que os
comienza a enseñar esta virtud, y esforzaos a padecer, que es señal que en eso
quiere se la paguéis, pues os la da, y no la tengáis sino como en depósito,
como ya queda dicho (8).
9. Trae otra tentación, que nos parecemos muy pobres
de espíritu, y traemos costumbre de decirlo, que ni queremos nada ni se nos da
nada de nada. No se ha ofrecido la ocasión de darnos algo -aunque pase de lo
necesario- cuando va toda perdida la pobreza de espíritu. Mucho ayuda el traer
costumbre de decirlo, a parecer que se tiene.
Mucho hace al caso andar siempre sobre aviso para
entender esta tentación, así en las cosas que he dicho, como en otras muchas;
porque cuando de veras da el Señor una sólida virtud de éstas, todas parece las
trae tras sí; es muy conocida cosa. Mas tórnoos a avisar (9) que, aunque os parezca
la tenéis, temáis que os engañáis. Porque el verdadero humilde siempre anda
dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen más ciertas y de
más valor las que ve en sus prójimos.
NOTAS
1 Et ne nos ynducas yn tentacionem,
sed libera nos a malo, escribió la Santa.
2 Véase el c. 36, nn. 8-10.
3 Alusión a 2 Cr 11, 14.
4 Al margen escribió el censor de
turno: "Esta es doctrina de San Agustín.
5 Alusión al texto paulino, 1 Cr 10,
13.
6 En lugar de los nn. 5, 6, 7, 8 y
mitad del 9, la 1ª redacción decía: Que sin sentiros, pareciéndonos vamos
seguros, damos con nosotros en un hoyo que no podemos salir de él, que, aunque
no sea de conocido pecado mortal para llevarnos al infierno todas veces, es que
nos jarreta las piernas para no andar este camino de que comencé a tratar -que
no se me ha olvidado-. Ya veis cómo de andar uno, metido en una gran hoya: allí
se le acaba la vida, y harto hará si no ahonda hacia abajo para ir al infierno;
mas nunca medra. Ya que esto no es, ni aprovecha a sí ni a los otros, antes
daña; porque, como se está el hoyo hecho, muchos que van por el camino pueden
caer en él. Si sale y le tapa con tierra, no hace daño ni a sí ni a los otros.
Mas yo os digo que es bien peligrosa esta tentación; yo sé mucho de esto por
experiencia, y así os lo sabré decir, aunque no tan bien como quisiera:
Háceos el demonio entender que sois
pobre (y tiene alguna razón, porque habéis prometido pobreza, -con la boda se
entiende-), y, aun a otras personas que tienen oración. Digo "con la
boca", porque es imposible que si con el corazón entendiésemos lo que
prometimos y lo prometiésemos, que aquí nos pudiese traer 20 años y toda
nuestra vida el demonio en esta tentación; sí, que veríamos que engañamos el
mundo y a nosotros mismos.
Ahora bien, prometida la pobreza, o
diciendo el que piensa que es pobre: "Yo no quiero nada". "Esto
tengo porque no puedo pasar sin ello". En fin, he de vivir para servir a
Dios". "El quiere que sustentemos estos cuerpos..."; mil diferencias
de cosas que el demonio enseña aquí como ángel, (porque todo esto es bueno), y
así hácele entender que ya es pobre y tiene esta virtud, que todo está hecho.
-Ahora vengamos a la prueba; que esto no se conocerá de otra manera sino
andándole siempre mirando a las manos; y si hay cuidado, muy presto da señal:
tiene demasiada renta para lo que ha menester (entiéndese lo necesario, y no
que si puede pasar con un mozo traiga tres); pónenle un pleito por algo de
ello, o déjale de pagar el pobre labrador: tanto desasosiego le da y tanto pone
en aquello, como si sin ello no pudiera vivir. -Dirá que "porque no se
pierda por mal recaudo", que luego hay una disculpa. -No digo yo que lo
deje; sino que lo procure si fuere bien; y si no, también. Porque el verdadero
pobre tienen en tan poco estas cosas, que ya que por algunas causas las
procura, jamás le inquieta, porque nunca piensa le ha de faltar. Y que le
falte, no se le da mucho; tiénelo por cosa accesoria y no principal. Como tiene
pensamientos más altos, a fuerza de brazos se ocupa de estotros.
Pues un religioso o religiosa (que
ya está averiguado que lo es, al menos que lo ha de ser) no posee nada porque
no lo tiene a las veces; mas si hay quién se lo dé, por maravilla le parece le
sobra. Siempre gusta de tener algo guardado, y si puede tener un hábito de fino
paño no le pide de ruin; alguna cosilla que pueda empeñar o vender, aunque sean
libros, porque si viene una enfermedad, ha menester más regalo del ordinario.
¡Pecadora de mí! ¡Qué!, ¿eso es lo
que prometísteis? -Descuidar de vos y dejar a Dios, venga lo que viniere;
porque si andáis proveyéndoos para lo porvenir, más sin distraeros tuviérais
renta cierta. Aunque esto se pueda hacer sin pecado, es bien que nos vamos
entendiendo estas imperfecciones, para ver que nos falta mucho para tener esta
virtud, y la pidamos a Dios y la procuremos; porque, con pensar que la tenemos,
estamos descuidados y engañados, que es lo peor.
Así nos acaece en la humildad; que
nos parece no queremos honra ni se nos da nada de nada. Viene la ocasión de
tocaros en un punto; luego, en lo que sentís y hacéis, se entenderá que no sois
humilde; porque, si algo os viene para más honra, no lo desecháis -ni aun los
pobres que hemos dicho- para más provecho. Y ¡plega a Dios no lo procuren
ellos! Y traen ya tan en la boca "que no quieren nada ni se les da nada de
nada" como de hecho de verdad lo piensan así; que aun la costumbre de
decirlo les hace más que lo que crean.
7 Alusión a Mc 14, 38 y 6, 28; y Mt
6, 13.
8 Lo ha dicho en los nn. 6-7-.
9 La Santa escribió elidiendo: tórnoos avisar.