CAPÍTULO 32

Que trata de estas palabras del Paternóster: "Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra",  y lo mucho que hace quien dice estas palabras con toda determinación, y cuán bien se lo paga el Señor (1).

1. Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y enseñado a pedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que acá podemos desear, y nos ha hecho tan gran merced como hacernos hermanos suyos, veamos qué quiere que demos a su Padre y qué le ofrece por nosotros y qué es lo que nos pide; que razón es le sirvamos con algo tan grandes mercedes. ¡Oh buen Jesús, que tampoco dais poco de nuestra parte como pedís para nosotros! Dejado que ello en sí es nonada para adonde tanto se debe y para tan gran Señor, mas cierto, Señor mío, que no nos dejáis con nada, y que damos todo lo que podemos; si lo damos como lo decimos, digo.

2. "Sea hecha tu voluntad; y como es hecha en el cielo, así se haga en la tierra" (2).

Bien hicisteis, nuestro buen Maestro, de pedir la petición pasada para que podamos cumplir lo que dais por nosotros; porque, cierto, Señor, si así no fuera, imposible me parece. Mas haciendo vuestro Padre lo que Vos le pedís de darnos acá su reino, yo sé que os sacaremos verdadero en dar lo que dais por nosotros; porque hecha la tierra cielo, será posible hacerse en mí vuestra voluntad. Mas sin esto, y en tierra tan ruin como la mía y tan sin fruto, yo no sé, Señor, cómo sería posible. Es gran cosa lo que ofrecéis.

3. Cuando yo pienso esto, gusto de las personas que no osan pedir trabajos al Señor, que piensan está en esto el dárselos luego (3). No hablo en los que lo dejan por humildad, pareciéndoles no serán para sufrirlos; aunque tengo para mí que quien les da amor para pedir este medio tan áspero para mostrarle, le dará para sufrirlos. Querría preguntar a los que por temor no los piden de que luego se los han de dar (4), lo que dicen cuando suplican al Señor cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que todos, mas no para hacerlo. Esto, hermanas, no sería bien. Mirad que parece aquí el buen Jesús nuestro embajador y que ha querido intervenir entre nosotros y su Padre, y no a poca costa suya; y no sería razón que lo que ofrece por nosotros dejásemos de hacerlo verdad, o no lo digamos.

4. Ahora quiérolo llevar por otra vía. Mirad, hijas: ello se ha de cumplir, que queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en la tierra; creedme, tomad mi parecer, y haced de la necesidad virtud. ¡Oh Señor mío, qué gran regalo es éste para mí, que no dejaseis en querer tan ruin como el mío el cumplirse vuestra voluntad! Bendito seáis por siempre y alaben os todas las cosas. Sea glorificado vuestro nombre por siempre. ¡Buena estuviera yo, Señor, si estuviera en mis manos el cumplirse vuestra voluntad o no! Ahora la mía os doy libremente, aunque a tiempo que no va libre de interés; porque ya tengo probado, y gran experiencia de ello, la ganancia que es dejar libremente mi voluntad en la vuestra. ¡Oh amigas, qué gran ganancia hay aquí, o qué gran pérdida de no cumplir lo que decimos al Señor en el Paternóster en esto que le ofrecemos!

5. Antes que os diga lo que se gana, os quiero declarar lo mucho que ofrecéis, no os llaméis después a engaño y digáis que no lo entendisteis. No sea como algunas religiosas que no hacemos sino prometer, y como no lo cumplimos, hay este reparo de decir que no se entendió lo que se prometía. Y ya puede ser, porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra parece muy fácil, hasta que, probándose, se entiende es la cosa más recia que se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Mas no todas veces nos llevan con rigor los prelados de que nos ven flacos; y a las veces flacos y fuertes llevan de una suerte. Acá no es así, que sabe el Señor lo que puede sufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir en él su voluntad (5).

6. Pues quiéroos avisar y acordar qué es su voluntad. No hayáis miedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras, ni todas estas cosas de acá; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y quiéreoslo pagar bien, pues os da su reino aún viviendo. ¿Queréis ver cómo se ha con los que de veras le dicen esto? -Preguntadlo a su Hijo glorioso, que se lo dijo cuando la oración del Huerto (6). Como fue dicho con determinación y de toda voluntad, mirad si la cumplió bien en El en lo que le dio de trabajos y dolores e injurias y persecuciones; en fin, hasta que se le acabó la vida con muerte de cruz.

7. Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que dio; por donde se entiende cuál es su voluntad. Así que éstos son sus dones en este mundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los que ama más, da de estos dones más; a los que menos, menos, y conforme al ánimo que ve en cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien le amare mucho, verá que puede padecer mucho por El; al que amare poco, poco. Tengo yo para mí que la medida del poder llevar gran cruz o pequeña es la del amor. Así que, hermanas, si le tenéis, procurad no sean palabras de cumplimiento las que decís a tan gran Señor, sino esforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque si de otra manera dais la voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar que la tomen, y cuando extienden la mano para tomarla, tornarla Vos a guardar muy bien.

8. No son estas burlas para con quien le hicieron tantas por nosotros. Aunque no hubiera otra cosa, no es razón burlemos ya tantas veces, que no son pocas las que se lo decimos en el Paternóster. Démosle ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a dársela; es verdad que no nos da primero, para que se la demos (7). Los del mundo harto harán si tienen de verdad determinación de cumplirlo. Vosotras, hijas, diciendo y haciendo, palabras y obras, como a la verdad parece hacemos los religiosos; sino que a las veces no sólo acometemos a dar la joya, sino ponémossela en la mano, y tornámossela a tomar. Somos francos de presto, y después tan escasos, que valdría en parte más que nos hubiéramos detenido en el dar.

9. Porque todo lo que os he avisado en este libro va dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en la suya y desasirnos de las criaturas, y tendréis ya entendido lo mucho que importa, no digo más en ello; sino diré para lo que pone aquí nuestro buen Maestro estas palabras dichas, como quien sabe lo mucho que ganaremos de hacer este servicio a su Eterno Padre. Porque nos disponemos para que con mucha brevedad nos veamos acabado de andar el camino y bebiendo del agua viva de la fuente que queda dicha (8). Porque sin dar nuestra voluntad del todo al Señor para que haga en todo lo que nos toca conforme a ella, nunca deja beber de ella.

Esto es contemplación perfecta, lo que me dijisteis os escribiese. [10] Y en esto -como ya tengo escrito- (9) ninguna cosa hacemos de nuestra parte, ni trabajamos, ni negociamos, ni es menester más, porque todo lo demás estorba e impide de decir "fiat voluntas tua": cúmplase, Señor, en mí vuestra voluntad de todos los modos y maneras que Vos, Señor mío, quisiereis. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y vengan; si con persecuciones y enfermedades y deshonras y necesidades, aquí estoy, no volveré el rostro, Padre mío, ni es razón vuelva las espaldas. Pues vuestro Hijo dio en nombre de todos esta mi voluntad, no es razón falte por mi parte; sino que me hagáis Vos merced de darme vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues él me le pidió, y disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestra voluntad.

11. ¡Oh hermanas mías, qué fuerza tiene este don! No puede menos, si va con la determinación que ha de ir, de traer al Todopoderoso a ser uno con nuestra bajeza y transformarnos en sí y hacer una unión del Criador con la criatura. Mirad si quedaréis bien pagadas y si tenéis buen Maestro, que, como sabe por dónde ha de ganar la voluntad de su Padre, enséñanos a cómo y con qué le hemos de servir.

12. Y mientras más se va entendiendo por las obras que no son palabras de cumplimiento, más más nos llega el Señor a sí y la levanta de todas las cosas de acá y de sí misma para habilitarla a recibir grandes mercedes, que no acaba de pagar en esta vida este servicio. En tanto le tiene, que ya nosotros no sabemos qué nos pedir, y Su Majestad nunca se cansa de dar. Porque no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya unido a sí mismo (10), comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que la tiene por dar. Hácela ir perdiendo estos sentidos exteriores, porque no se la ocupe nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar de tanta amistad, que no sólo la torna a dejar su voluntad, mas dale la suya con ella; porque se huelga el Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a veces -como dicen- y cumplir El lo que ella le pide, como ella hace lo que El la manda, y mucho mejor, porque es poderoso y puede cuanto quiere y no deja de querer.

13. La pobre alma, aunque quiera, no puede lo que querría, ni puede nada sin que se lo den. Y ésta es su mayor riqueza: quedar mientras más sirve, más adeudada, y muchas veces fatigada de verse sujeta a tantos inconvenientes y embarazos y atadura como trae el estar en la cárcel de este cuerpo, porque querría pagar algo de lo que debe. Y es harto boba de fatigarse; porque, aunque haga lo que es en sí, ¿qué podemos pagar los que, como digo, no tenemos qué dar si no lo recibimos, sino conocernos, y esto que podemos, que es dar nuestra voluntad, hacerlo cumplidamente? Todo lo demás, para el alma que el Señor ha llegado aquí, le embaraza y hace daño y no provecho, porque sola humildad es la que puede algo, y ésta no adquirida por el entendimiento, sino con una clara verdad que comprende en un momento lo que en mucho tiempo no pudiera alcanzar trabajando la imaginación, de lo muy nonada que somos y lo muy mucho que es Dios (11).

14. Doos (12) un aviso: que no penséis por fuerza vuestra ni diligencia llegar aquí, que es por demás; antes si teníais devoción, quedaréis frías; sino con simplicidad y humildad, que es la que lo acaba todo, decir: "fiat voluntas tua".

NOTAS

1 Fiad voluntas tua sicud yn çelo et yn terra, escribió la Santa.

2 Mt 6, 10.

3 Y he topado algunos tan pusilánimes, que aun sin este amparo de humildad, no tienen corazón para pedírselos [trabajos], que piensan luego se los ha de dar; así la 1ª redacción.

4 Fray Luis (p. 188) ordenó así este pasaje: "querría preguntar a los que por temor de que luego se los han de dar no los piden, lo que dicen cuando suplican a el Señor cumpla su voluntad en ellos".

5 En lugar de este último pasaje, se leía en la 1ª redacción: No sea como algunas monjas que no hacen sino prometer y, como no cumplen nada, dicen que cuando hicieron profesión que no entendieron lo que prometían. Así lo creo yo, porque es fácil de hablar y dificultoso de obrar; y si pensaron que no era más lo uno que lo otro, cierto no lo entendieron. Hacedlo entender a las que acá hicieren profesión, por larga prueba, no piensen que ha de haber solas palabras, sino obras también. Así, quiero entendáis con quién lo habéis -como dicen- y lo que ofrece por vos el buen Jesús al Padre y lo que le dais vos cuando decís que se cumpla su voluntad en vos, que no es otra cosa.

6 Mt 26, 39.

7 En la 1ª redacción quedaba claro el sentido de esta última frase con la efusión lírica que lo seguía: ¡Oh, válgame Dios! ¡cómo se le parece a mi buen Jesús que nos conoce! pues no dijo al principio diésemos esta voluntad al Señor hasta que estuviésemos bien pagados de este pequeño servicio, para con quien entiende la gran ganancia que en el mismo servicio quiere el Señor ganemos; que aun en esta vida nos comienza a pagar, como ahora diré...

8 En el c. 19.

9 Como ya tengo escrito: en el c. 19, n. 4, cf. nota. El mismo censor que apostilló el pasaje del c. 19, escribió ahora al margen del autógrafo: "que por nuestra industria y habilidad quisiéremos negociar quietud".

10 Unido a sí mismo. En la 1ª redacción escribió: convertido en sí. Uno de los censores tachó la frase, por demasiado atrevida teológicamente, y la substituyó entre líneas con la otra que fue aceptada por la Autora en la 2ª redacción.

11 En la 1ª redacción decía, en lugar de este último párrafo: Porque -como he dicho- está ya escrito en otra parte cómo es esta oración y lo que ha de hacer el alma entonces y cosas harto largamente declaradas de lo que el alma siente aquí y en lo que se conoce ser Dios, no hago más de tocar en estas cosas de oración para daros a entender cómo habéis de rezar esta oración del paternóster. Sólo os doy un aviso...

12 Doos: os doy.

 

CAPÍTULO 33

En que trata la gran necesidad que tenemos de que el Señor nos dé lo que pedimos en estas palabras del Paternóster: "Panem nostrum quotidianum da nobis hodie" (1).

1. Pues entendiendo, como he dicho (2), el buen Jesús cuán dificultosa cosa era ésta que ofrece por nosotros, conociendo nuestra flaqueza y que muchas veces hacemos entender que no entendemos cuál es la voluntad del Señor -como somos flacos y El tan piadoso-, y que era menester medio, porque dejar de dar lo dado vio que en ninguna manera nos conviene, porque está en ello toda nuestra ganancia; (3) pues cumplirlo vio ser dificultoso, porque decir a un regalado y rico que es la voluntad de Dios que tenga cuenta con moderar su plato para que coman otros siquiera pan, que mueren de hambre, sacará mil razones para no entender esto, sino a su propósito; pues decir a un murmurador que es la voluntad de Dios querer tanto para su prójimo como para sí, no lo puede poner a paciencia ni basta razón para que lo entienda; pues decir a un religioso que está mostrado a libertad y a regalo, que ha de tener cuenta con que ha de dar ejemplo y que mire que ya no son solas palabras con las que ha de cumplir cuando dice esta palabra, sino que lo ha jurado y prometido, y que es voluntad de Dios que cumpla sus votos, y mire que si da escándalo que va muy contra ellos, aunque no del todo los quebrante; que ha prometido pobreza, que la guarde sin rodeos, que esto es lo que el Señor quiere; no hay remedio aun ahora de quererlo algunos, ¿qué hiciera si el Señor no hiciera lo más con el remedio que puso? No hubiera sino muy poquitos que cumplieran esta palabra que por nosotros dijo al Padre, de "fiat voluntas tua".

Pues visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene (4), y en su nombre y en el de sus hermanos pidió esta petición: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor".

Entendamos, hermanas, por amor de Dios, esto que pide nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado pues tanto habéis de recibir.

2. Paréceme ahora a mí -debajo de otro mejor parecer- que visto el buen Jesús lo que había dado por nosotros y cómo nos importa tanto darlo y la gran dificultad que había -como está dicho- (5) por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día, que aquí se debía determinar de quedarse con nosotros. Y como era cosa tan grave y de tanta importancia, quiso que viniese de la mano del Eterno Padre. Porque, aunque son una misma cosa, y sabía que lo que El hiciese en la tierra lo haría Dios en el cielo y lo tendría por bueno, pues su voluntad y la de su Padre era una, era tanta la humildad del buen Jesús (6) que quiso como pedir licencia, porque ya sabía era amado del Padre y que se deleitaba en El. Bien entendió que pedía más en esto que ha pedido en lo demás, porque ya sabía la muerte que le habían de dar, y las deshonras y afrentas que había de padecer.

3. Pues ¿qué padre hubiera, Señor, que habiéndonos dado a su hijo, y tal hijo, y parándole tal, quisiera consentir se quedara entre nosotros cada día a padecer? -Por cierto, ninguno, Señor, sino el vuestro. Bien sabéis a quién pedís.

¡Oh, válgame Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran amor del Padre! Aun no me espanto tanto del buen Jesús, porque como había ya dicho "fiat voluntas tua", habíalo de cumplir como quien es. ¡Sí, que no es como nosotros! Pues como sabe la cumple con amarnos como a Sí, así andaba a buscar cómo cumplir con mayor cumplimiento, aunque fuese a su costa, este mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo lo consentisteis? ¿Por qué queréis cada día ver en tan ruines manos a vuestro Hijo? Ya que una vez quisisteis lo estuviese y lo consentisteis, ya veis cómo le pararon. ¿Cómo puede vuestra piedad cada día, cada día, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer a este Santísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe de ver el Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes!

4. ¡Oh Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal petición? ¿Cómo lo consentís? No miréis su amor, que a trueco de hacer cumplidamente vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se dejará cada día hacer pedazos. Es vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo no se le pone cosa delante (7), por qué ha de ser todo nuestro bien a su costa. ¿Porque calla a todo y no sabe hablar por sí sino por nosotros? Pues ¿no ha de haber quien hable por este amantísimo Cordero? (8)

He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras, porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a decir "dádnoslo hoy, Señor". Pone también delante a su Padre. Es como decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya nuestro es, que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada día. Esto os enternezca el corazón, hijas mías, para amar a vuestro Esposo, que no hay esclavo que de buena gana diga que lo es, y que el buen Jesús parece se honra de ello.

5. ¡Oh Padre Eterno! ¡Qué mucho merece esta humildad! ¿Con qué tesoro compramos a vuestro Hijo? Venderle, ya sabemos que por treinta dineros; (9) mas para comprarle no hay precio que baste. Como se hace aquí una cosa con nosotros por la parte que tiene de nuestra naturaleza y como señor de su voluntad, lo acuerda a su Padre, que pues es suya, que nos la puede dar. Y así dice: "pan nuestro". No hace diferencia de El a nosotros; mas hacémosla nosotros de El, para no nos dar cada día por Su Majestad (10).

NOTAS

1 "Panen nostrun cotidiano da nobis odie", escribió la Santa.

2 Como he dicho: ha sido el tema del c. anterior.

3 Este prolijo preámbulo tan teresiano y tan rebelde a toda ley de puntuación, fue remediado por la Autora con una larga tacha y nuevo fraseo, al preparar el texto definitivo (ms. de Toledo): pues entendiendo el buen Jesús cuán dificultoso era esto que ofrece por nosotros, conociendo nuestra miseria -que muchas veces hacemos entender que no entendemos cuál es la voluntad del Señor, como somos flacos-, y que era menester medio "para cumplirlo, pídenos al Padre Eterno remedio soberano como este pan de cada día del Santísimo Sacramento, que da fuerza y fortaleza". -La frase encomillada es autógrafa de la Santa. Con ella formuló, desde el encabezamiento del capítulo su exégesis eucarística del "panem nostrum". -Fray Luis de León arregló a su modo este pasaje (p. 196).

4 Alusión a la institución de la Eucaristía, Jn 13, 1.

5 En el c. 32.

6 Por escrúpulo teológico, el ya mencionado censor advirtió al margen del autógrafo: "por la parte que era hombre".

7 El escrupuloso censor de otras veces sometió a dura prueba el presente pasaje, tachando y marginando el autógrafo: "No miréis, Hermanas, el amor de vuestro esposo, que a trueco de hacer cumplidamente la voluntad del Padre y de hacer por nosotros, se dejará cada día hacer pedazos. Vuestro era de mirar, oh Padre Eterno, por vuestro Hijo; no se le pone cosa delante que le estorbe...". -Los cursivos corresponden a las añadiduras del teólogo censor, y dan una idea del purismo y convencionalismo teológicos con que chocó el ingenuo y diáfano pensar teresiano.

8 En la 1ª redacción, la Santa entraba en tierno monólogo o plegaria al Padre: Dadme licencia, Señor, que hable yo, ya que vos quisisteis dejarle en nuestro poder, y os suplique que pues tan de veras os obedeció y con tanto amor se nos dio...

9 Alusión a Mt 26, 15.

10 En el ms. de Toledo la Santa rehizo así la frase final: "pues no la hagamos nosotros, porque juntando nuestra oración con la suya tendrá mérito delante de Dios para alcanzar lo que pidiéremos".

 

CAPÍTULO 34

Prosigue en la misma materia. -Es muy bueno para después de haber recibido el Santísimo Sacramento.

1. Pues en esta petición, "de cada día" parece que es "para siempre". Estando yo pensando por qué después de haber dicho el Señor "cada día", tornó a decir "dánoslo hoy, Señor" (1), ser nuestro cada día, me parece a mí porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su compañía, pues no se queda para otra cosa con nosotros sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros.

2. El decir "hoy", me parece es para un día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día! Y para los desventurados que se condenan, que no le gozarán en la otra, no es a su culpa (2) si se dejan vencer, que El no los deja de animar hasta el fin de la batalla; no tendrán con qué se disculpar ni quejarse del Padre porque se le tomó al mejor tiempo. Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y envió al mundo por sola su voluntad, que El quiere ahora por la suya propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más gloria de sus amigos y pena de sus enemigos; (3) que no pide más de "hoy", ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio -como he dicho- este mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre; que de todas cuantas maneras quisiere comer el alma hallará en el Santísimo Sacramento sabor y consolación (4). No hay necesidad ni trabajo ni persecución que no sea fácil de pasar, si comenzamos a gustar de los suyos.

3. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje "hoy" a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin El; que baste, para templar tan gran contento, que quede tan disfrazado en estos accidentes de pan y vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que no os falte y que os dé aparejo para recibirle dignamente.

4. De otro pan no tengáis cuidado las que muy de veras os habéis dejado en la voluntad de Dios; digo en estos tiempos de oración, que tratáis cosas más importantes, que tiempos hay otros para que trabajéis y ganéis de comer (5). Mas con el cuidado no curéis gastar en eso el pensamiento en ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo, que es bien procuréis sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -como largamente queda dicho- (6) a vuestro Esposo, que El le tendrá siempre.

5. Es como si entra un criado a servir; tiene cuenta con contentar a su señor en todo. Mas él está obligado a dar de comer al siervo mientras está en su casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tiene para sí ni para él. Acá cesa esto; siempre es y será rico y poderoso. Pues no sería bien andar el criado pidiendo de comer, pues sabe tiene cuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con razón le dirá que se ocupe él en servirle y en cómo le contentar, que por andar ocupado el cuidado en lo que no le ha de tener no hace cosa a derechas.

Así que, hermanas, tenga quien quisiere cuidado de pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le dé a conocer, que es otro mantenimiento de contentos y regalos y que sustenta la vida (7).

6. ¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores, como con la mano se le quitaban y quedaba buena del todo (8). Esto muy ordinario, y de males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de las maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé que no es mentira. Mas ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser (9) en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba?

7. Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, para que, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le era posible, y entrábase con El (10). Procuraba recoger los sentidos para que todos entendiesen tan gran bien, digo, no embarazasen al alma para conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí.

8. Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué le ir a buscar en otra parte mas lejos; sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a El. Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje.

9. Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nos conviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba por el mundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro flaco natural, ni habría mundo ni quien quisiese parar en él; porque en ver esta verdad eterna, se vería ser mentira y burla todas las cosas de que acá hacemos caso. Y viendo tan gran majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha ofendido, estar tan cerca de El? Debajo de aquel pan (11) está tratable; porque si el rey se disfraza no parece se nos daría nada de conversar sin tantos miramientos y respetos con El; parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegar con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones!

10. ¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos, y cómo lo miró mejor su sabiduría! (12) Porque a los que ve se han de aprovechar de su presencia, El se les descubre; que aunque no le vean con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos interiores y por diferentes vías. Estaos vos con El de buena gana. No perdáis tan buena sazón de negociar como es la hora después de haber comulgado (13). Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra y no hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os ha de dar a conocer? Este, pues, es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos (14).

11. Si esto habéis de pedir mirando una imagen de Cristo que estamos mirando, bobería me parece dejar la misma persona por mirar el dibujo (15). ¿No lo sería, si tuviésemos un retrato de una persona que quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es muy bueno y cosa en que yo me deleito mucho? Para cuando está ausente la misma persona, o quiere darnos a entender lo está con muchas sequedades, es gran regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos (16). A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría ver. ¿En qué mejor cosa ni más gustosa a la vista la podemos emplear, que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes? Desventurados estos herejes que han perdido por su culpa esta consolación, con otras.

12. Mas acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y miraros al corazón; que yo os digo, y otra vez lo digo y muchas lo querría decir, que si tomáis esta costumbre todas las veces que comulgareis, y procurad tener tal conciencia que os sea lícito gozar a menudo de este bien, que no viene tan disfrazado que, como he dicho (17), de muchas maneras no se dé a conocer, conforme al deseo que tenemos de verle. Y tanto lo podéis desear, que se os descubra del todo.

13. Mas si no hacemos caso de El, sino que en recibiéndole nos vamos de con El a buscar otras cosas más bajas, ¿qué ha de hacer? ¿Hanos de traer por fuerza a que le veamos que se nos quiere dar a conocer? No, que no le trataron tan bien cuando se dejó ver a todos al descubierto y les decía claro quién era, que muy pocos fueron los que le creyeron. Y así harta misericordia nos hace a todos, que quiere Su Majestad entendamos que es El el que está en el Santísimo Sacramento. Mas que le vean descubiertamente y comunicar sus grandezas y dar de sus tesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho le desean, porque éstos son sus verdaderos amigos. Que yo os digo que quien no le fuere y no llegare a recibirle como tal, habiendo hecho lo que es en sí, que nunca le importune porque se le dé a conocer. No ve la hora de haber cumplido con lo que manda la Iglesia, cuando se va de su casa y procura echarle de sí. Así que este tal, con otros negocios y ocupaciones y embarazos del mundo, parece que lo más presto que puede, se da prisa a que no le ocupe la casa el Señor de él.

NOTAS

1 En la 1ª redacción escribió más extensamente: ... pide a su Padre que nos le deje "cada día"; parece que es "para siempre", que escribiendo esto he estado con deseo de saber por qué después que el Señor dijo "cada día", tornó a decir "hoy". Quiéroos decir mi bobería; si lo fuere, quédese por tal, que harta lo es meterme yo en esto; mas, pues ya vamos entendiendo lo que pedimos, pensemos bien qué es, para que -como he dicho- lo tengamos en lo que es razón, y lo agradezcamos a quien con tanto cuidado está enseñándonos. Así que, ser nuestro "cada día" me parece a mí...

2 No es culpa del Señor, corrigió fray Luis en la edición príncipe (p. 202). -En 1ª redacción había ampliado hermosamente este concepto: ... para los desventurados que se han de condenar, que no le gozarán en la otra [vida] para hacer todo lo que como de cosa suya se pueden aprovechar y estar con ellos este "hoy" de esta vida esforzándolos; y si dijeran vencer, no es a su culpa. Y porque se lo otorgue el Padre, tráele a la memoria que es solo un día... Uno de los censores tildó de poco teológica la frase "tráele a la memoria", y la Santa la sustituyó con: pónele delante.

3 Un censor tachó: y pena de sus enemigos. -Había escrito en la 1ª redacción: que todo será un día estos malos tratamientos de llegarse a él indignamente; que mire está obligado (pues ha ofrecido por nosotros cosa tan grande como dejar nuestra voluntad en la suya) a ayudarnos por todas las vías que pudiere; que nos pide más de "hoy" ahora nuevamente. Que el habernos dado este pan sacratísimo "para siempre", cierto lo tenemos, y que nos le dio sin pedírsele este mantenimiento y maná de la Humanidad... -La misma Santa o acaso uno de sus catonianos censores tachó un inciso intercalado en este mismo período: [lo tenemos] ¡y que nos le dio sin pedírsele!.

4 Alusión al maná bíblico (Sb 16, 20). -La 1ª redacción proseguía: que otro pan de los mantenimientos y necesidades corporales, no quiero yo pensar se le acordó el Señor de esto, ni querría se os acordase de vosotras. Está puesto en subidísima contemplación (que quien está en aquel punto no hay más memoria de que está en el mundo que si no estuviese,, cuánto más si ha de comer); y ¿había el Señor de poner tanto en pedir qué comiésemos, para él y para nosotros? -No hace a mi propósito. Estános enseñando a poner nuestras voluntades en las cosas del cielo y a pedir le comencemos a gozar desde acá, y ¿habíanos de meter en cosa tan baja como pedir de comer?- ¡Cómo que no nos conoce!, que comenzados a entrometer en necesidad del cuerpo, se nos olvidarían las del alma. Pues ¡qué gente tan concertada, que nos contentaremos poco y pediremos poco!, sino que mientras más nos diere, más parece nos ha de faltar el agua. Pídanlo esto, hijas, lo que quieren más de lo necesario. -Todo este pasaje fue tachado por uno de los censores del primer manuscrito teresiano, que agregó al margen la siguiente anotación: "todo lo que era sustentación del cuerpo y alma pidió Cristo nuestro Señor, como es el pan material y la Eucaristía, y por reverencia para el alma; y así la Iglesia lo pide en la letanía". -Esta dura censura motivó la supresión del párrafo en la segunda redacción. Otro tanto sucederá en el c. 36, n. 2.

5 La 1ª redacción insistía en el tema descartado por el censor: tiempos hay otros para que la que tiene encargo tenga cuidado de lo que habéis de comer, digo de daros lo que tuviere. No hayáis miedo que os falte si no faltáis vosotras en lo que habéis dicho de dejaros en la voluntad de Dios. Y por cierto, hijas, de mí os digo que si de eso faltare ahora con malicia -como otras veces lo he hecho muchas-, que yo no le suplicase me diese ese pan ni otra cosa para comer. Déjenme morir de hambre; ¡para qué quiero vida, si con ella voy cada día más ganando muerte eterna?. A continuación, en el ms. de El Escorial, para introducir el símil del criado y el señor, escribió la Santa entre líneas: "comparación".

6 Queda dicho en los cc. 2 y 8.

7 La 1ª redacción insistía de nuevo en el tema de la pobreza de espíritu: que para sustentar la vida, más veces que queremos la vendremos a desear y a pedir, aun sin sentirnos. No es menester despertarnos para ello; que nuestra inclinación ruin a cosas bajas despertará -como digo- más veces que queramos. Mas de advertencia no curemos poner nuestro cuidado sino en suplicar al Señor lo que tengo dicho; que teniendo esto, lo tendremos todo.

8 Habla de sí misma. En la 1ª redacción aludía también a otros muchos efectos que hacía [la comunión] en esta alma que no hay para qué decirlos.

9 Querrían ser: "vivir" o "estar".

10 Fray Luis de León (p. 101) redujo a ley gramatical el libre fraseo teresiano: ... esforzar la fe, para (como creía verdaderamente que entraba este Señor en su pobre posada) desocuparse de todas las cosas...

11 Por escrúpulo teológico, fray Luis corrigió esta frase en la edición príncipe: "debajo de aquellos accidentes de pan..." (p. 207).

12 Alusión a la respuesta de Jesús a Santiago y San Juan (Mt 20, 22).

13 La 1ª redacción añadía: Estaos vos con El de buena gana. Mirad que es esta hora de gran provecho para el alma, y en que se sirve mucho el buen Jesús que le tengáis compañía. Tened gran cuenta, hijas, de no la perder.

14 También aquí suprimió la Santa un bello pasaje de la primera redacción: No digo que no recéis (porque no me asgáis a palabras y digáis que trato de contemplación, salvo si el Señor no os llevare a ella), sino que si rezaréis el Paternóster, entendáis con cuánta verdad estáis con quien os lo enseñó y le beséis los pies por ello y le pidáis os ayude a pedir y no se vaya de con vos.

15 Al margen del autógrafo escurialense escribió la Autora: comparación.

16 En la 1ª redacción era más explícita: Para cuando está ausente la misma persona, es gran regalo ver una imagen de nuestra Señora o de algún santo a quien tenemos devoción -cuánto más la de Cristo-, y cosa que despierta mucho y cosa que a cada cabo querría ver que volviese los ojos.

17 Lo ha dicho en los nn. 5 y 10.

 

CAPÍTULO 35

Acaba la materia comenzada con una exclamación al Padre Eterno.

1. Heme alargado tanto en esto, aunque había hablado en la oración del recogimiento de lo mucho que importa este entrarnos a solas con Dios, por ser tan importante (1). Y cuando no comulgareis, hijas, y oyereis misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho, y hacer lo mismo de recogeros después en vos, que es mucho lo que se imprime el amor así de este Señor. Porque aparejándonos a recibir, jamás por muchas maneras deja de dar que no entendemos (2). Es llegarnos al fuego que, aunque le haya muy grande, si estáis desviadas y escondéis las manos, mal os podéis calentar, aunque todavía da más calor que no estar adonde no haya fuego. Mas otra cosa es querernos llegar a El, que si el alma está dispuesta -digo que esté con deseo de perder el frío- y se está allí un rato, para muchas horas queda con calor.

2. Pues mirad, hermanas, que si a los principios no os hallareis bien (que) podrá ser, porque os pondrá el demonio apretamiento de corazón y congoja, porque sabe el daño grande que le viene de aquí), haraos entender que halláis más devoción en otras cosas y aquí menos. No dejéis este modo; aquí probará el Señor lo que le queréis. Acordaos que hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos; pasemos por El algo, que Su Majestad os lo pagará. Y acordaos también qué de personas habrá que no sólo quieran no estar con El, sino que con descomedimiento le echen de sí. Pues algo hemos de pasar para que entienda le tenemos deseo de ver. Y pues todo lo sufre y sufrirá por hallar sola un alma que le reciba y tenga en sí con amor, sea ésta la vuestra. Porque, a no haber ninguna, con razón no le consintiera quedar el Padre Eterno con nosotros; sino que es tan amigo de amigos y tan señor de sus siervos, que, como ve la voluntad de su buen Hijo, no le quiere estorbar obra tan excelente y adonde tan cumplidamente muestra el amor que tiene a su Padre (3).

3. Pues, Padre santo que estás en los cielos, ya que lo queréis y lo aceptáis, y claro está no habíais de negar cosa que tan bien nos está a nosotros, alguien ha de haber -como dije al principio- (4) que hable por vuestro Hijo, pues El nunca tornó de Sí. Seamos nosotras, hijas, aunque es atrevimiento siendo las que somos; mas confiadas en que nos manda el Señor que pidamos, llegadas a esta obediencia (5), en nombre del buen Jesús supliquemos a Su Majestad que, pues no le ha quedado por hacer ninguna cosa haciendo a los pecadores tan gran beneficio como éste, que quiera su piedad y se sirva de poner remedio para que no sea tan maltratado. Y que pues su santo Hijo puso tan buen medio para que en sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, que valga tan precioso don para que no vaya adelante tan grandísimo mal y desacatos como se hacen en los lugares adonde estaba este Santísimo Sacramento entre estos luteranos, deshechas las iglesias, perdidos tantos sacerdotes, quitados los sacramentos (6).

4. Pues ¡qué es esto mi Señor y mi Dios! O dad fin al mundo, o poned remedio en tan gravísimos males; que no hay corazón que lo sufra, aun de los que somos ruines. Suplícoos, Padre Eterno, que no lo sufráis ya Vos. Atajad este fuego, Señor, que si queréis podéis. Mirad que aún está en el mundo vuestro Hijo; por su acatamiento cesen cosas tan feas y abominables y sucias; por su hermosura y limpieza, no merece estar en cosa adonde hay cosas semejantes. No lo hagáis por nosotros, Señor, que no lo merecemos; hacedlo por vuestro Hijo. Pues suplicaros que no esté con nosotros, no os lo osamos pedir: ¿qué sería de nosotros? Que si algo os aplaca, es tener acá tal prenda. Pues algún medio ha de haber, Señor mío, póngale Vuestra Majestad.

5. ¡Oh mi Dios! ¡quién pudiera importunaros mucho y haberos servido mucho para poderos pedir tan gran merced en pago de mis servicios, pues no dejáis ninguno sin paga! Mas no lo he hecho, Señor; antes por ventura soy yo la que os he enojado de manera que por mis pecados vengan tantos males. Pues ¿qué he de hacer, Criador mío, sino presentaros este Pan sacratísimo y, aunque nos le disteis, tornárosle a dar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo, me hagáis esta merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Ya, Señor, ya ¡haced que se sosiegue este mar! No ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia, y salvadnos, Señor mío, que perecemos (7).

NOTAS

1 El último inciso falta en la redacción de Valladolid: lo añadió la Santa de propia mano en el ms. de Toledo.

2 Fray Luis de León ordenó así la frase: jamás dejar de dar por muchas maneras que no entendemos (p. 211), tomándola de la primera redacción del Camino.

3 En la 1ª redacción añadía: en haber buscado tan admirable invención para mostrar lo que nos ama y para ayudarnos a pasar nuestros trabajos.

4 Alude a la "exclamación" del c. 3, n. 8-10. -La frase siguiente (pues El nunca tornó de Sí [= por Sí]) fue tachada en el autógrafo, probablemente por un censor.

5 Uno de los censores tachó "obediencia" y escribió al margen "audiencia"; pero la corrección no fue admitida en las copias autorizadas por la Santa.

6 En la 1ª redacción había escrito más expresivamente: que parece le quieren ya tornar a echar del mundo, quitanto de los templos, perdidos tantos sacerdotes, profanadas tantas iglesias, aún entre los cristianos, que a las veces van allá más con intención de ofenderle que no de adorarle.

7 Alusión a Mt 8, 25-26.

 

CAPÍTULO 36

Trata de estas palabras del paternóster: "Dimitte nobis debita nostra".

1. Pues viendo nuestro buen Maestro que con este manjar celestial todo nos es fácil, si no es por nuestra culpa, y que podemos cumplir muy bien lo que hemos dicho al Padre de que se cumpla en nosotros su voluntad, dícele ahora que nos perdone nuestras deudas, pues perdonamos nosotros. Y así, prosiguiendo en la oración que nos enseña, dice estas palabras: "Y perdónanos, Señor, nuestras deudas, así como nosotros las perdonamos a nuestros deudores" (1).

2. Miremos, hermanas, que no dice "como perdonaremos", porque entendamos que quien pide un don tan grande como el pasado y quien ya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar hecho, y así dice: "como nosotros las perdonamos". Así que quien de veras hubiere dicho esta palabra al Señor, "fiat voluntas tua", todo lo ha de tener hecho, con la determinación al menos.

Veis aquí cómo los santos se holgaban con las injurias y persecuciones, porque tenían algo que presentar al Señor cuando le pedían. ¿Qué hará una tan pobre como yo, que tan poco ha tenido que perdonar y tanto hay que se me perdone?

Cosa es ésta, hermanas, para que miremos mucho en ella: que una cosa tan grave y de tanta importancia como que nos perdone nuestro Señor nuestras culpas, que merecían fuego eterno, se nos perdone con tan baja cosa como es que perdonemos. Y aun de esta bajeza tengo tan pocas que ofrecer, que de balde me habéis, Señor, de perdonar (2). Aquí cabe bien vuestra misericordia. Bendito seáis Vos, que tan pobre me sufrís, que lo que vuestro Hijo dice en nombre de todos, por ser yo tal y tan sin caudal, me he de salir de la cuenta.

3. Mas, Señor mío, ¿si habrá algunas personas que me tengan compañía y no hayan entendido esto? Si las hay, en vuestro nombre les pido yo que se les acuerde de esto y no hagan caso de unas cositas que llaman agravios, que parece hacemos casas de pajitas, como los niños, con estos puntos de honra. ¡Oh, válgame Dios, hermanas, si entendiésemos qué cosa es honra y en qué está perder la honra! Ahora no hablo con nosotras, que harto mal sería no tener ya entendido esto, sino conmigo el tiempo que me precié de honra sin entender qué cosa era; íbame al hilo de la gente (3). ¡Oh, de qué cosas me agraviaba, que yo tengo vergüenza ahora! Y no era, pues, de las que mucho miraban en estos puntos; mas erraba en el punto principal, porque no miraba yo ni hacía caso de la honra que tiene algún provecho, porque ésta es la que hace provecho al alma. Y qué bien dijo quien dijo, que honra y provecho no podían estar juntas, aunque no sé si lo dijo a este propósito. Y es al pie de la letra, porque provecho del alma y esto que llama el mundo honra nunca puede estar junto. Cosa espantosa es qué al revés anda el mundo. Bendito sea el Señor que nos sacó de él (4).

4. Mas mirad, hermanas, que no nos tiene olvidadas el demonio; también inventa sus honras en los monasterios y pone sus leyes, que suben y bajan en dignidades como los del mundo. Los letrados deben de ir por sus letras -que esto no lo sé-, que el que ha llegado a leer teología (5), no ha de bajar a leer filosofía, que es un punto de honra que está en que ha de subir y no bajar. Y aun si se lo mandase la obediencia, lo tendría por agravio y habría quien tornase de él, que es afrenta. Y luego el demonio descubre razones que aun en ley de Dios parece lleva razón. Pues entre nosotras, la que ha sido priora ha de quedar inhabilitada para otro oficio más bajo; un mirar en la que es más antigua, que esto no se nos olvida, y aun a las veces parece merecemos en ello, porque lo manda la Orden.

5. Cosa es para reír, o para llorar, que lleva más razón. Sí, que no manda la Orden que no tengamos humildad. Manda que haya concierto. Mas yo no he de estar tan concertada en cosas de mi estima, que tenga tanto cuidado en este punto de orden como de otras cosas de ella, que por ventura guardaremos imperfectamente; no esté toda nuestra perfección de guardarla en esto; otras lo mirarán por mí, si yo me descuido. Es el caso que como somos inclinadas a subir -aunque no subiremos por aquí al cielo-, no ha de haber bajar. ¡Oh Señor, Señor! ¿Sois Vos nuestro dechado y maestro? Sí, por cierto. ¿Pues en qué estuvo vuestra honra, honrador nuestro? ¿No la perdisteis, por cierto, en ser humillado hasta la muerte? No, Señor, sino que la ganasteis para todos.

6. ¡Oh, por amor de Dios, hermanas!, que llevamos perdido el camino, porque va errado desde el principio (6), y plega a Dios que no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra sin entender en qué está la honra. Y vendremos después a pensar que hemos hecho mucho si perdonamos una cosita de éstas, que ni era agravio ni injuria ni nada; y muy como quien ha hecho algo, vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos perdonado. Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos y que venimos vacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia. Que en verdad, Señor, que no veo cosa (pues) todas las cosas se acaban y el castigo es sin fin) que merezca ponérseos delante para que nos hagáis tan gran merced, si no es por quien os lo pide (7).

7. Mas ¡qué estimado debe ser este amarnos unos a otros del Señor! Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras, y decir: "perdonadnos, Señor, porque hacemos mucha penitencia, o porque rezamos mucho y ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos y os amamos mucho"; y no dijo "porque perderíamos la vida por Vos" (8), y -como digo- otras cosas que pudiera decir, sino sólo "porque perdonamos". Por ventura, como nos conoce por tan amigos de esta negra honra y como cosa más dificultosa de alcanzar de nosotros y más agradable a su Padre (9), la dijo y se la ofrece de nuestra parte.

"Efectos que deja el buen espíritu".

8. Pues tened mucha cuenta, hermanas, con que dice: "como perdonamos"; ya como cosa hecha, como he dicho (10). Y advertid mucho en esto, que cuando de las cosas que Dios hace merced a un alma en la oración que he dicho (11) de contemplación perfecta no sale muy determinada y, si se le ofrece, lo pone por obra de perdonar cualquier injuria por grave que sea, no estas naderías que llaman injurias, no fíe mucho de su oración; (12) que al alma que Dios llega a Sí en oración tan subida no llegan (13) ni se le da más ser estimada que no. No dije bien, que sí da, que mucha más pena le da la honra que la deshonra, y el mucho holgar con descanso que los trabajos. Porque cuando de veras le ha dado el Señor aquí su reino, ya no le quiere en este mundo; y para más subidamente reinar, entiende es éste el verdadero camino, y ha ya visto por experiencia la gran ganancia que le viene y lo que se adelanta un alma en padecer por Dios. Porque por maravilla llega Su Majestad a hacer tan grandes regalos sino a personas que han pasado de buena gana muchos trabajos por El. Porque, como dije en otra parte de este libro (14), son grandes los trabajos de los contemplativos, y así los busca el Señor gente experimentada.

9. Pues entended, hermanas, que como éstos tienen ya entendido lo que es todo, en cosa que pasa no se detienen mucho. Si de primer movimiento da pena una gran injuria y trabajo, aún no lo ha bien sentido cuando acude la razón por otra parte, que parece levanta la bandera por sí y deja casi aniquilada aquella pena con el gozo que le da ver que le ha puesto el Señor en las manos cosa que en un día podra ganar más delante de Su Majestad de mercedes y favores perpetuos, que pudiera ser ganará él en diez años por trabajos que quisiera tomar por sí. Esto es muy ordinario, a lo que yo entiendo, que he tratado muchos contemplativos y sé cierto que pasa así; que como otros precian oro y joyas, precian ellos los trabajos y los desean, porque tienen entendido que éstos les han de hacer ricos.

10. De estas personas está muy lejos estima suya de nada. Gustan entiendan sus pecados y de decirlos cuando ven que tienen estima de ellos. Así les acaece de su linaje, que ya saben que en el reino que no se acaba no han de ganar por aquí. Si gustasen ser de buena casta, es cuando para más servir a Dios fuera menester; cuando no, pésales los tengan por más de lo que son, y sin ninguna pena desengañan, sino con gusto. Es el caso que debe ser a quien Dios hace merced de tener esta humildad y amor grande a Dios, que en cosa que sea servirle más ya se tiene a sí tan olvidado, que aun no puede creer que otros sienten algunas cosas ni lo tienen por injuria.

11. Estos efectos que he dicho a la postre son de personas ya más llegadas a perfección, y a quien el Señor muy ordinario hace mercedes de llegarle a Sí por contemplación perfecta. Mas lo primero, que es estar determinados a sufrir injurias, y sufrirlas aunque sea recibiendo pena, digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced del Señor de tener oración hasta llegar a unión. Y que si no tiene estos efectos y sale muy fuerte en ellos de la oración, crea que no era la merced de Dios, sino alguna ilusión y regalo del demonio, porque nos tengamos por más honrados.

12. Puede ser que al principio, cuando el Señor hace estas mercedes, no luego el alma quede con esta fortaleza; mas digo que si las continúa a hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza, y ya que no la tenga en otras virtudes, en esto de perdonar sí. No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió. Porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor, y alégrase se le ofrezca en qué le mostrar alguno.

13. Torno a decir que conozco muchas personas que las ha hecho el Señor merced de levantarlas a cosas sobrenaturales, dándoles esta oración o contemplación que queda dicha, y aunque las veo con otras faltas e imperfecciones, con ésta no he visto ninguna ni creo la habrá, si las mercedes son de Dios, como he dicho (15). El que las recibiere mayores, mire en sí cómo van creciendo estos efectos; y si no viere en sí ninguno, témase mucho y no crea que esos regalos son de Dios -como he dicho- (16) que siempre enriquece el alma adonde llega. Esto es cierto, que aunque la merced y regalo pase presto, que se entiende despacio en las ganancias con que queda el alma. Y como el buen Jesús sabe bien esto, determinadamente dice a su Padre Santo que "perdonamos nuestros deudores".

NOTAS

1 Mt 6,12.

2 En la 1ª redacción este pasaje era mucho más extenso y personal ... se nos perdonen con tan baja cosa como es que perdonemos nosotras cosas que ni son agravios ni son nada. Porque ¿qué se puede decir ni qué injuria se puede hacer a una como yo, que merecía que los demonios siempre me maltratasen, en que me traten mal en este mundo? -Que es cosa justa. En fin, Señor mío, que por esta causa no tengo qué os dar para pediros perdonéis mis deudas. Perdóneme vuestro Hijo, que nadie me ha hecho injusticia, y así no he tenido qué perdonar por vos, si no tomáis, Señor, mi deseo; que me parece cualquier cosa perdonar ayo porque vos me perdonarais a mí, o por cumplir vuestra voluntad sin condición. Mas no sé qué hiciera venida a la obra, si me condenaran sin culpa. Que ahora véome tan culpada delante de vuestros ojos, que todos quedan cortos; aunque los que no saben la que soy, como Vos lo sabéis, piensan que me agravian. -La supresión de este hermoso pasaje en la 2ª redacción fue debida a la actitud de uno de los censores que lo tachó íntegro en el ms. escurialense, y anotó al margen: "no son verdaderos agravios y injurias las que nos hacen, aunque mayores pecadores seamos; mas hanse de perdonar porque El nos perdona a nosotros". -La misma suerte cupo a este pasaje en la 2ª redacción: fue tachado (quizá por la propia Autora, como opina el P. Silverio) desde "cosa es esta" hasta entendido esto?" (n. 3).

3 Por lo que, añadía la primera redacción, aclarando la frase.

4 La 1ª redacción proseguía: Plegue a Su Majestad quien esté siempre tan fuera de esta casa como está ahora; porque ¡Dios nos libre de monasterios adonde hay puntos de honra! nunca en ellos se honra mucho a Dios. ¡Válgame Dios, qué desatino tan grande!, que ponen los religiosos su honra en unas cositas que yo me espanto! -Esto no lo sabéis, hermanas; mas quiérooslo decir porque os guardéis de ello...

5 Leer teología o filosofía equivalía a ser profesor de...

6 En una copia de Toledo añadió la Santa al margen: que llevaremos perdido el camino si fuésemos por aquí, que ahora -¡bendito sea Dios!- no lo van, ni se tome por esta casa, porque sería levantárselo, que la que ha sido priora es después la que más se humilla, sino que se usan tanto en los monasterios que temo no nos tiente el demonio por aquí, que lo tengo por tan peligroso que plega a Dios no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra.

7 Que tiene razón, que es siempre el agraviado y el ofendido, añade la 1ª redacción. En cambio en el autógrafo de la 2ª redacción (Valladolid), todo este período ("que en verdad... lo pide") fue borrado, quizá por la misma Autora.

8 Alusión a Mt 26, 35.

9 Y también este inciso ("y más agradable a su Padre") fue tachado en el autógrafo. El inciso no existía en la 1ª redacción. y no pasó a las restantes copias revisadas por la Santa (Toledo, Salamanca, Madrid).

10 En el n. 2. -Al margen del pasaje que sigue escribió la Santa: efectos que deja el buen espíritu. Y volvió a escribir la misma nota marginal en el ms. de Salamanca. Coincide con el epígrafe del título correspondiente de la 1ª redacción que comenzaba justamente a principio de este número 8, y decía: "En que trata de los efectos que hace la oración cuando es perfecta". -En el autógrafo escurialense (1ª redacción), uno de los censores escribió a grandes trazos, cruzando de abajo arriba el margen derecho: "¡Oh gran señal!". Quizá se deba a esta nota la ampliación de este pasaje en la 2ª redacción (nn. 9-13).

11 En el c. 25 y siguiente.

12 El inciso en cursiva fue añadido por fray Luis de León (p. 219) para completar el sentido. Figuraba ya en el ms. de Toledo, revisado por la Santa.

13 No llegan las injurias.

14 Dedicó a este tema el c. 18.

15 En los nn. 8-9.

16 En el n. 8.

 

CAPÍTULO 37

Dice la excelencia de esta oración del Paternóster, y cómo hallaremos de muchas maneras consolación en ella.

1. Es cosa para alabar mucho al Señor cuán subida en perfección es esta oración evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro, y así podemos, hijas, cada una tomarla a su propósito. Espántame ver que en tan pocas palabras está toda la contemplación y perfección encerrada, que parece no hemos menester otro libro sino estudiar en éste. Porque hasta aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oración mental y de quietud y unión, que a ser yo para saberlo decir, se podía hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento (1). Ahora ya comienza el Señor a darnos a entender los efectos que deja cuando son mercedes suyas, como habéis visto.

2. Pensado he yo cómo no se había Su Majestad declarado más en cosas tan subidas y oscuras para que todos lo entendiésemos. Hame parecido que, como había de ser general para todos esta oración, que porque pudiese pedir cada uno a su propósito y se consolase, pareciéndonos le damos buen entendimiento (2), lo dejó así en confuso, para que los contemplativos que ya no quieren cosas de la tierra, y personas ya muy dadas a Dios, pidan las mercedes del cielo que se pueden por la bondad de Dios dar en la tierra; y los que aún viven en ella y es bien que vivan conforme a sus estados, pidan también su pan, que se han de sustentar y sustentar sus casas, y es muy justo y santo, y así las demás cosas, conforme a sus necesidades.

3. Mas miren que estas dos cosas, que es darle nuestra voluntad y perdonar, que es para todos. Verdad es que hay más y menos en ello, como queda dicho: (3) los perfectos darán la voluntad como perfectos y perdonarán con la perfección que queda dicha; nosotras, hermanas, haremos lo que pudiéremos, que todo lo recibe el Señor (4). Porque parece una manera de concierto que de nuestra parte hace con su Eterno Padre, como quien dice: "haced Vos esto, Señor, y harán mis hermanos estotro". Pues a buen seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que es muy buen pagador y paga muy sin tasa!

4. De tal manera podemos decir una vez esta oración, que como entienda no nos queda doblez, sino que haremos lo que decimos, nos deje ricas. Es muy amigo tratemos verdad con El. Tratando con llaneza y claridad, que no digamos una cosa y nos quede otra, siempre da más de lo que le pedimos.

Sabiendo esto nuestro buen Maestro, y que los que de veras llegasen a perfección en el pedir habían de quedar tan en alto grado con las mercedes que les había de hacer el Padre, entendiendo que los ya perfectos o que van camino de ello, -que no temen ni deben, como dicen-, tienen el mundo debajo de los pies, contento el Señor de él (como) por los efectos que hace en sus almas pueden tener grandísima esperanza que Su Majestad lo está), embebidos en aquellos regalos, no querrían acordarse que hay otro mundo ni que tienen contrarios.

5. ¡Oh Sabiduría eterna! ¡Oh buen Enseñador! Y qué gran cosa es, hijas, un maestro sabio, temeroso, que previene a los peligros. Es todo el bien que un alma espiritual puede acá desear, porque es gran seguridad. No podría encarecer con palabras lo que importa esto. Así que viendo el Señor que era menester despertarlos y acordarlos que tienen enemigos, y cuán más peligroso es en ellos ir descuidados, y que mucha más ayuda han menester del Padre Eterno, porque caerán de más alto, y para no andar sin entenderse, engañados, pide estas peticiones tan necesarias a todos mientras vivimos en este destierro: "Y no nos traigas, Señor, en tentación; mas líbranos de mal.

NOTAS

1 En la 1ª redacción se remitía al libro de la Vida: que -a no estar escrito de ella en otra parte, y también por no me largar, que será enfado-, se hiciera un gran libro de oración...

2 Buen entendimiento, es decir, buen sentido.

3 Lo ha dicho en el n. 2.

4 En el lugar del pasaje que precede y la mitad del n. anterior, había escrito en la 1ª redacción: ¿Bendito sea su nombre por siempre jamás amén! Y por El suplico yo al Padre Eterno perdone mis deudas y grandes pecados (pues yo no he tenido a quien perdonar ni qué, y cada día tengo de qué me perdone) y me dé gracia para que algún día tenga yo algo que poner delante para pedir. -Pues habiendo el buen Jesús enseñándonos una manera de oración tan subida, y pedido por nosotros un ser ángeles en este destierro (si con todas nuestras fuerzas nos esforzamos a que sean con las palabras las obras) en fin a parecer en algo ser hijos de tal padre y hermanos de tal hermano, sabiendo Su Majestad que haciendo -como digo- lo que decimos no dejará el Señor de cumplir lo que le pedimos y traer a nosotros su reino, y ayudar con cosas sobrenaturales -que son la oración de quietud y contemplación perfecta y todas las demás mercedes que el Señor hace en ella a nuestras diligencias-, que todo es poquito lo que podemos procurar y granjear de nuestra parte; mas como sea lo que podemos, es muy cierto ayudarnos el Señor, porque nos los pide su Hijo... -La supresión de este largo párrafo en la 2ª redacción se debió al mismo censor que intervino en el c. 36, n. 2; ahora tachó varias líneas de la Santa (ms. de El Escorial) y anotó al margen: "injurias son y agravios los que uno hace contra otro, aunque merezca mil infiernos".

 

CAPÍTULO 38

Que trata de la gran necesidad que tenemos de suplicar al Padre eterno nos conceda lo que pedimos en estas palabras: "Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo", y declara algunas tentaciones. -Es de notar (1).

1. Grandes cosas tenemos aquí, hermanas, que pensar y que entender, pues lo pedimos. Ahora mirad que tengo por muy cierto los que llegan a la perfección que no piden al Señor los libre de los trabajos ni de las tentaciones ni persecuciones y peleas. Que éste es otro efecto muy cierto y grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, la contemplación y mercedes que Su Majestad les diere; porque, como poco ha dije (2), antes los desean y los piden y los aman. Son como los soldados, que están más contentos cuando hay más guerra, porque esperan salir con más ganancia. Si no la hay, sirven con su sueldo, mas ven que no pueden medrar mucho.

2. Creed, hermanas, que los soldados de Cristo, que son los que tienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora que pelear; nunca temen mucho enemigos públicos; ya los conocen y saben que, con la fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y que siempre quedan vencedores y con gran ganancia; nunca los vuelven el rostro. Los que temen, y es razón teman y siempre pidan los libre el Señor de ellos, son unos enemigos que hay traidores, unos demonios que se transfiguran en ángel de luz; (3) vienen disfrazados. Hasta que han hecho mucho daño en el alma, no se dejan conocer, sino que nos andan bebiendo la sangre y acabando las virtudes, y andamos en la misma tentación y no lo entendemos. De éstos pidamos, hijas, y supliquemos muchas veces en el Paternóster que nos libre el Señor y que no consienta andemos en tentación; que no nos traigan engañadas, que se descubra la ponzoña, que no os escondan la luz y la verdad. ¡Oh, con cuánta razón nos enseña nuestro buen Maestro a pedir esto y lo pide por nosotros! (4)

3. Mirad, hijas, que de muchas maneras dañan, no penséis que es sólo en hacernos entender que los gustos que pueden fingir en nosotros y regalos son de Dios, que éste me parece el menos daño, en parte, que ellos pueden hacer; antes podrá ser que con esto hagan caminar más aprisa, porque, cebados de aquel gusto, están más horas en la oración; y como ellos están ignorantes que es del demonio y como se ven indignos de aquellos regalos, no acabarán de dar gracias a Dios, quedarán más obligados a servirle, esforzarse han a disponerse para que les haga más mercedes el Señor, pensando son de su mano.

4. Procurad, hermanas, siempre humildad y ver que no sois dignas de estas mercedes, y no las procuréis. Haciendo esto, tengo para mí que muchas almas pierde el demonio por aquí, pensando hacer que se pierdan, y que saca el Señor del mal que él pretende hacer, nuestro bien. Porque mira Su Majestad nuestra intención, que es contentarle y servirle estándonos con El en la oración, y fiel es el Señor (5). Bien es andar con aviso no haga quiebra en la humildad o engendrar alguna vanagloria. Suplicando al Señor os libre en esto, no hayáis miedo, hijas, que os deje su Majestad regalar mucho de nadie, sino de Sí.

5. Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es haciéndonos creer que tenemos virtudes no las teniendo, que esto es pestilencia (6). Porque en los gustos y regalos parece sólo que recibimos y que quedamos más obligados a servir; acá parece que damos y servimos y que está el Señor obligado a pagar, y así poco a poco hace mucho daño. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra descuidámonos de adquirir aquella virtud, que nos parece la tenemos ya ganada.

Pues ¿qué remedio, hermanas? El que a mí me parece mejor es lo que nos enseña nuestro Maestro: oración y suplicar al Padre Eterno que no permita que andemos en tentación (7).

[6]. También os quiero decir otro alguno: que, si nos parece el Señor ya nos la ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puede tornar a quitar, como, a la verdad, acaece muchas veces y no sin gran providencia de Dios. ¿Nunca lo habéis visto por vosotras, hermanas? Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho de verdad, venido a la prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan asida y de cosas que por ventura el día de antes burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece tengo mucho ánimo y que a cosa que fuese servir a Dios no volvería el rostro; y probado, es así que le tengo para algunas; otro día viene que no me hallo con él para matar una hormiga por Dios si en ello hallase contradicción. Así, unas veces me parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijesen de mí no se me da nada; y probado, algunas veces es así, que antes me da contento; vienen días que sola una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas personas mejores que yo y sé que pasa así.

7. Pues esto es, ¿quién podrá decir de sí que tiene virtud ni que está rica, pues al mejor tiempo que haya menester la virtud se halla de ella pobre? -Que no, hermanas, sino pensemos siempre lo estamos, y no nos adeudemos sin tener de qué pagar; porque de otra parte ha de venir el tesoro, y no sabemos cuándo nos querrá dejar en la cárcel de nuestra miseria sin darnos nada; y si teniéndonos por buenas nos hacen merced y honra -que es el emprestar que digo-, quedaránse burlados ellos y nosotras. Verdad es que, sirviendo con humildad, en fin nos socorre el Señor en las necesidades; mas si no hay muy de veras esta virtud, a cada paso -como dicen- os dejará el Señor. Y es grandísima merced suya, que es para que la tengáis y entendáis con verdad que no tenemos nada que no lo recibimos.

8. Ahora, pues, notad otro aviso: hácenos entender el demonio que tenemos una virtud, digamos de paciencia, porque nos determinamos y hacemos muy continuos actos de pasar mucho por Dios; y parécenos en hecho de verdad que lo sufriríamos, y así estamos muy contentas, porque ayuda el demonio a que lo creamos. Yo os aviso no hagáis caso de estas virtudes, ni pensemos las conocemos sino de nombre, ni que nos las ha dado el Señor, hasta que veamos la prueba; porque acaecerá que a una palabra que os digan a vuestro disgusto, vaya la paciencia por el suelo. Cuando muchas veces sufriereis, alabad a Dios que os comienza a enseñar esta virtud, y esforzaos a padecer, que es señal que en eso quiere se la paguéis, pues os la da, y no la tengáis sino como en depósito, como ya queda dicho (8).

9. Trae otra tentación, que nos parecemos muy pobres de espíritu, y traemos costumbre de decirlo, que ni queremos nada ni se nos da nada de nada. No se ha ofrecido la ocasión de darnos algo -aunque pase de lo necesario- cuando va toda perdida la pobreza de espíritu. Mucho ayuda el traer costumbre de decirlo, a parecer que se tiene.

Mucho hace al caso andar siempre sobre aviso para entender esta tentación, así en las cosas que he dicho, como en otras muchas; porque cuando de veras da el Señor una sólida virtud de éstas, todas parece las trae tras sí; es muy conocida cosa. Mas tórnoos a avisar (9) que, aunque os parezca la tenéis, temáis que os engañáis. Porque el verdadero humilde siempre anda dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen más ciertas y de más valor las que ve en sus prójimos.

NOTAS

1 Et ne nos ynducas yn tentacionem, sed libera nos a malo, escribió la Santa.

2 Véase el c. 36, nn. 8-10.

3 Alusión a 2 Cr 11, 14.

4 Al margen escribió el censor de turno: "Esta es doctrina de San Agustín.

5 Alusión al texto paulino, 1 Cr 10, 13.

6 En lugar de los nn. 5, 6, 7, 8 y mitad del 9, la 1ª redacción decía: Que sin sentiros, pareciéndonos vamos seguros, damos con nosotros en un hoyo que no podemos salir de él, que, aunque no sea de conocido pecado mortal para llevarnos al infierno todas veces, es que nos jarreta las piernas para no andar este camino de que comencé a tratar -que no se me ha olvidado-. Ya veis cómo de andar uno, metido en una gran hoya: allí se le acaba la vida, y harto hará si no ahonda hacia abajo para ir al infierno; mas nunca medra. Ya que esto no es, ni aprovecha a sí ni a los otros, antes daña; porque, como se está el hoyo hecho, muchos que van por el camino pueden caer en él. Si sale y le tapa con tierra, no hace daño ni a sí ni a los otros. Mas yo os digo que es bien peligrosa esta tentación; yo sé mucho de esto por experiencia, y así os lo sabré decir, aunque no tan bien como quisiera:

Háceos el demonio entender que sois pobre (y tiene alguna razón, porque habéis prometido pobreza, -con la boda se entiende-), y, aun a otras personas que tienen oración. Digo "con la boca", porque es imposible que si con el corazón entendiésemos lo que prometimos y lo prometiésemos, que aquí nos pudiese traer 20 años y toda nuestra vida el demonio en esta tentación; sí, que veríamos que engañamos el mundo y a nosotros mismos.

Ahora bien, prometida la pobreza, o diciendo el que piensa que es pobre: "Yo no quiero nada". "Esto tengo porque no puedo pasar sin ello". En fin, he de vivir para servir a Dios". "El quiere que sustentemos estos cuerpos..."; mil diferencias de cosas que el demonio enseña aquí como ángel, (porque todo esto es bueno), y así hácele entender que ya es pobre y tiene esta virtud, que todo está hecho. -Ahora vengamos a la prueba; que esto no se conocerá de otra manera sino andándole siempre mirando a las manos; y si hay cuidado, muy presto da señal: tiene demasiada renta para lo que ha menester (entiéndese lo necesario, y no que si puede pasar con un mozo traiga tres); pónenle un pleito por algo de ello, o déjale de pagar el pobre labrador: tanto desasosiego le da y tanto pone en aquello, como si sin ello no pudiera vivir. -Dirá que "porque no se pierda por mal recaudo", que luego hay una disculpa. -No digo yo que lo deje; sino que lo procure si fuere bien; y si no, también. Porque el verdadero pobre tienen en tan poco estas cosas, que ya que por algunas causas las procura, jamás le inquieta, porque nunca piensa le ha de faltar. Y que le falte, no se le da mucho; tiénelo por cosa accesoria y no principal. Como tiene pensamientos más altos, a fuerza de brazos se ocupa de estotros.

Pues un religioso o religiosa (que ya está averiguado que lo es, al menos que lo ha de ser) no posee nada porque no lo tiene a las veces; mas si hay quién se lo dé, por maravilla le parece le sobra. Siempre gusta de tener algo guardado, y si puede tener un hábito de fino paño no le pide de ruin; alguna cosilla que pueda empeñar o vender, aunque sean libros, porque si viene una enfermedad, ha menester más regalo del ordinario.

¡Pecadora de mí! ¡Qué!, ¿eso es lo que prometísteis? -Descuidar de vos y dejar a Dios, venga lo que viniere; porque si andáis proveyéndoos para lo porvenir, más sin distraeros tuviérais renta cierta. Aunque esto se pueda hacer sin pecado, es bien que nos vamos entendiendo estas imperfecciones, para ver que nos falta mucho para tener esta virtud, y la pidamos a Dios y la procuremos; porque, con pensar que la tenemos, estamos descuidados y engañados, que es lo peor.

Así nos acaece en la humildad; que nos parece no queremos honra ni se nos da nada de nada. Viene la ocasión de tocaros en un punto; luego, en lo que sentís y hacéis, se entenderá que no sois humilde; porque, si algo os viene para más honra, no lo desecháis -ni aun los pobres que hemos dicho- para más provecho. Y ¡plega a Dios no lo procuren ellos! Y traen ya tan en la boca "que no quieren nada ni se les da nada de nada" como de hecho de verdad lo piensan así; que aun la costumbre de decirlo les hace más que lo que crean.

7 Alusión a Mc 14, 38 y 6, 28; y Mt 6, 13.

8 Lo ha dicho en los nn. 6-7-.

9 La Santa escribió elidiendo: tórnoos avisar.

 

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