CENTRO DE ESPIRITUALIDAD CARMELITANO-BIBLICO “LA FONTE” (o.c.d.) |
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CUARTO GRADO DE ORACIÓN AGUA DE LLUVIA |
CUARTO GRADO DE
ORACIÓN AGUA DE LLUVIA Dios eleva al hombre
a gran dignidad en este grado. Libro Vida, Capítulo
18 (El lenguaje esta actualizado
al castellano del siglo XX) Gran estímulo para
alcanzar este nível, que se puede gozar en esta
vida y en esta tierra. 1. El Señor me enseñe palabras para decir algo de la cuarta agua. Bien es menester su favor
más que para la tercera; porque en ésta aún siente el alma que no está muerta
del todo, porque, aunque está muerta al mundo, tiene conciencia de que vive
en él y siente su soledad, y se puede valer de los sentidos exteriores para
manifestar lo que siente aunque sea por señas (1). En los distintos grados de oración anteriores el hortelano
trabajó algo; aunque en estos últimos el trabajo va acompañado de tanta
gloria y consuelo del alma, que el alma no lo dejaría nunca y no lo considera
trabajo, sino gloria. En la cuarta agua ya no actúan los sentidos, sino que se
nada en gozo sin entender lo que se goza. Se da cuenta el hombre de que está
gozando de un bien que abarca todos los bienes, mas no comprende este bien.
Todos los sentidos se gozan en este gozo, de modo que ninguno puede actuar en
otra cosa exterior ni interior. En los otros grados
de oración se les permitía a los sentidos dar muestras del gran gozo que
sentían, en el cuarto grado goza mucho más el alma sin comparación y no se
puede manifestar porque ni queda poder en el cuerpo ni el alma lo puede
comunicar. En esta oración comunicar lo que siente el alma sería un
embarazo y tormento y estorbo de su descanso .Y si es unión de todas las
potencias no puede manifestarlo el alma, aunque quiera, y si puede, ya no es
unión. 2. Cómo es la unión y qué es, yo no lo sé explicar. La
teología mística (2) es la ciencia que lo trata, pero ni conozco los términos
ni los sé decir, ni entiendo qué es mente, ni la diferencia entre alma y
espíritu tampoco. Todo me parece lo mismo, aunque el alma alguna vez sale de
sí misma, como el fuego que está ardiendo y hecho llama y algunas veces crece
el fuego con ímpetu, y, aunque la llama sube más alta que el fuego, no es
distinta del fuego, sino la misma llama que brota del fuego. Eso Vds. lo
entenderán por los estudios que tienen, pues yo no lo sé decir más claro. 3. Lo que yo pretendo declarar es lo que siente el alma
cuando está en esta divina unión. Lo que es unión ya se entiende, que es de
dos cosas hacer una. ¡Oh Señor mío, qué bueno sois!
¡Bendito seáis por siempre! ¡Que os alaben, Dios mío, todas las cosas, que
tanto nos amasteis hasta llegar a querer la comunicación que, aun en este
destierro, tenéis con las almas!; por vuestra largueza y generosidad aun con
las que son buenas (3). Largueza vuestra, Señor mío, que dais como quien
sois. ¡Oh largueza infinita, cuán magníficas son
vuestras obras! (Sal 91,6). Espanta que quien no piensa en cosas de la tierra no tenga
entendimiento para entender verdades. Pues que hagáis a las almas que tanto
os han ofendido mercedes tan soberanas, cierto, a mí me agota el
entendimiento, y cuando pienso en esto, no puedo seguir adelante. ¿Dónde he
de ir que no sea volver atrás? Pues daros gracias por tan grandes mercedes,
no sé cómo. Diciendo disparates me desahogo algunas veces. 4. Muchas veces, cuando acabo de recibir estas mercedes o
me las comienza Dios a hacer, pues cuando las estoy recibiendo no puedo hacer
nada, le digo:“Señor, mirad lo que hacéis, no
olvidéis tan pronto mis grandes pecados; y ya que para perdonarme los habéis
olvidado, os suplico que los recordéis para poner tasa en las mercedes (4). No pongáis, Criador mío, tan precioso licor en vaso tan
quebrado, pues ya habéis visto otras veces cómo lo vuelvo a derramar. No pongáis tesoro semejante donde no está aniquilada del
todo la codicia de consuelos de la vida, pues lo gastaré mal gastado. ¿Cómo dais las fuerzas y las llaves de esta ciudad a un
general tan cobarde, que al primer combate de sus enemigos los deja entrar
dentro? No me améis tanto, oh Rey
eterno, que os arriesguéis a perder joyas tan preciosas. Parece, Señor mío,
que dais ocasión de que las valoren poco, al ponerlas en poder de cosa tan
ruin, tan baja, tan flaca y miserable, y de tan poca categoría, que aunque
trabaje para no perderlas, con vuestro favor, que no lo necesito pequeño
siendo como soy, no puede hacer ningún bien con ellas a nadie (6), pues, en
fin, soy mujer, y no buena, sino ruin. Parece que no sólo se esconden los
talentos, sino que se entierran (Mt 25,18) poniéndolos en tierra tan despreciable. No soléis Vos, Señor, regalar semejantes grandezas y
mercedes a un alma, sino para que aproveche a muchos. Ya sabéis, Dios mío,
que con toda la voluntad y corazón os lo suplico y os lo he suplicado algunas
veces y que estoy dispuesta a perder el mayor bien que se puede poseer en la
tierra (7), para que deis estos carismas a quien pueda hacer más provechoso
este bien, para que crezca vuestra gloria”. 5. Estas y otras cosas me ha acaecido decir muchas veces.
Veía después mi necesidad y poca humildad; porque bien sabe el Señor lo que
conviene y que mi alma no tenía fuerzas para salvarse (8), si Su Majestad con
tantas mercedes no lo hiciera. También pretendo decir las gracias y efectos que quedan en
el alma, y qué es lo que puede hacer y si puede hacer algo para llegar a tan
gran estado. 6. Ocurre el levantamiento de espíritu de que voy a hablar
o unión con el amor celestial. Esta unión que es el éxtasis, es muy diferente
de la unión del agua de río o arroyo o fuente (9). Quien no haya experimentado el éxtasis creerá que es lo
mismo que unión (10). Aunque todo es lo mismo, según me parece, en uno y otro
estado obra el Señor de diferente manera. El desasimiento de las criaturas es
mucho mayor cuando ha habido vuelo del espíritu que cuando sola unión (12) Yo he visto claro que el vuelo del espíritu es particular
merced, aunque, como digo, todo sea lo mismo o lo parezca. Porque, aunque un
fuego pequeño es fuego como un fuego grande, uno y otro son diferentes (13),
y ya se ve la diferencia que hay de uno a otro: un fuego pequeño necesita
mucho tiempo para convertir un hierro pequeño en ascua; pero si el fuego es
mayor, aunque el hierro sea más grande, en un momento queda transformado. Algo semejante ocurre en estas dos diferentes mercedes del
Señor, y sé que el que tenga experiencia de arrobamientos lo entenderá bien. Si no lo ha vivido, le parecerá desatino, y ya puede ser;
porque, que una como yo quiera hablar de fenómenos tan maravillosos y quiera
explicar algo lo que es inefable, no es raro que desatine. 7. Mas creo que el Señor me ayudará, pues Él sabe que además de obedecer, mi intención es de
engolosinar a las almas en un bien tan
excelso. No diré nada que no lo haya experimentado mucho. Y así ha sido, pues
cuando comencé a escribir sobre esta última agua, que me parecía tan difícil
decir nada de ella como hablar en griego, pues así es de difícil, dejé de
escribir y fui a comulgar. ¡Bendito sea el Señor, que así favorece a los
ignorantes! ¡Oh virtud de obedecer, que todo lo
puedes! (14), aclaró Dios mi entendimiento, unas veces con palabras y otras
poniéndome delante cómo lo había de decir, que, como hizo en el anterior grado de oración, Su Majestad parece que
quiere decir lo que yo no puedo ni sé. 8. Esto que digo es entera verdad y así lo que diga bien
es doctrina del Señor; lo que mal, está claro que es de este piélago de males
que soy yo. Y así digo que si hay personas que han llegado este grado
de oración que el Señor ha regalado a esta miserable —que debe de haber muchas—
y quieren tratar estas cosas conmigo, porque creen que son descaminadas, el
Señor ayudaría a su sierva para que su verdad saliese triunfante. 9. Ahora hablando de esta agua que viene del cielo para
empapar y hartar con su abundancia todo este huerto de agua, si el Señor la
diera siempre que fuera necesaria, ya se ve el descanso que tendría el
hortelano. Y si no hubiera invierno y el tiempo fuera siempre templado, nunca
faltarían flores y frutos; ya se ve qué deleite tendría el hortelano; mas,
mientras vivimos, eso es imposible; siempre ha de haber cuidado de que cuando
falte un agua procurar otra. (15) Esta agua del cielo (16) viene muchas veces cuando más
descuidado está el hortelano. Es verdad que al principio casi siempre llueve
después de larga oración mental. Cumplidos los tres grados de oración, viene
el Señor a tomar esta avecita y ponerla en el nido para que descanse. Después que la ha visto volar mucho rato (17), procurando
con el entendimiento y voluntad (18) y con todas sus fuerzas buscar a Dios y
contentarle, le quiere dar el premio aun en esta vida. ¡Y qué gran premio,
que basta un momento para que queden pagados todos los trabajos pasados! 10. Estando así el alma buscando a Dios, siente que casi
va desfalleciendo toda con su deleite grandísimo y suave, y una especie de
desmayo, en que le va faltando la respiración y todas las fuerzas corporales,
de tal modo, que sólo con dificultad puede mover las manos; sin querer cerrar
los ojos, se le cierran, y si los tiene abiertos, no ve casi nada, si lee no
puede pronunciar ni una letra, ni casi atina a conocerla bien; ve que hay
letra, pero como el entendimiento no funciona, no la sabe leer, aunque
quiera; oye, mas no entiende lo que oye. Para nada le sirven los sentidos sino para molestarla
porque no la dejan estar a gusto. No puede hablar, pues no atina a formar una
palabra, ni tiene fuerza, aunque atinase, para poderla pronunciar; porque se
pierde toda la fuerza de los sentidos y se acrecientan las del alma para
mejor poder gozar de su gloria. El gozo de los sentidos es grande y muy
notorio. 11. Esta oración, por larga que sea, no perjudica; al
menos a mí no me ha perjudicado nunca, y aunque estuviese muy enferma, no me
agravaba, sino que me dejaba con gran mejoría. Pues ¿qué mal puede hacer tan
gran bien? Lo que en el cuerpo redunda es tan visible que no se puede dudar
de que la persona ha experimentado un acontecimiento muy grande, que ha
quitado las fuerzas con tanto deleite para dejarlas mayores. 12. Verdad es que al principio dura muy poco tiempo, al
menos a mi así me acaecía, y las señales exteriores y la suspensión de los
sentidos no se manifiestan al ser tan rápido el vuelo; más bien se da a
conocer en la abundancia de las mercedes, que ha sido grande la claridad del
sol que ha estado allí, pues así la ha derretido. Y nótese que por mucho que dure esta suspensión de todas
las potencias, es siempre muy breve: media hora es muy mucho; yo nunca, según
creo, estuve tanto. Verdad es que con dificultad se puede medir el tiempo que
dura, ya que no se siente. Los momentos de vuelo son muy breves, porque
pronto alguna potencia recobra su actividad. La voluntad es la que, aunque el
entendimiento y la memoria importunen, permanece (19) en unión con Dios. Como
la voluntad está absorta en El, vuelve a suspender a las otras dos potencias
y permanecen con Dios otro poco, hasta que vuelven a vivir. 13. En esto se pueden pasar algunas horas de oración, y se
pasan; porque habiendo comenzado a emborracharse y a saborear el vino divino,
el entendimiento la memoria se vuelven fácilmente a perder para ganarse
mejor, y acompañan a la voluntad para gozar con ella las tres. El éxtasis dura muy poco y en él queda quieta la
imaginación, que, a mi parecer, también se pierde del todo. Cuando vuelven en
sí no es del todo y pueden estar algunas horas como desatinadas, volviendo de
vez en cuando a cogerlas Dios consigo. 14. Ahora fijémonos en lo que el alma siente
interiormente. ¡Qué lo diga quien lo sabe, que no se puede entender, y mucho
menos decir! Estaba yo pensando, cuando quise escribir esto, después de
comulgar y gozando de esta misma oración de que escribo, que qué hacía el
alma durante esta oración, y me dijo el Señor estas palabras: “Hija, se
deshace toda, para centrarse más en Mí. Ya no es ella la que vive, sino Yo.
Como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo” (20) Quien lo haya probado entenderá algo de esto, porque no se
puede decir más claro, por ser tan oscuro lo que allí pasa. Sólo podré decir
que uno siente que está unido a Dios y queda una certeza de ello tan grande,
que de ninguna manera lo puede dudar. Aquí desfallecen las facultades del alma y quedan
suspendidas de modo que se entiende que no pueden obrar. Si estaba meditando
un misterio, desaparece de la memoria como si nunca lo hubiera meditado. Si
lee, no recuerda lo que lee, ni se puede parar a leer. Si reza, igual. De modo que aquí se le queman las alas a esta mariposilla
importuna de la memoria: ni moverse puede ya. La voluntad debe de estar bien
ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no
se entiende cómo entiende; al menos no puede comprender nada de lo que
entiende, porque, como digo, no se entiende. ! Yo no acabo de entender esto¡ 15. Me ocurrió a mí al principio que ignoraba que Dios
estaba en todas las cosas y, como yo experimentaba tanto su presencia, no
sabía conjugar lo uno con lo otro (21). No podía dejar de creer que Dios
estaba allí porque había entendido muy claro que allí estaba su misma
presencia. Los que no tenían estudios me decían que Dios estaba en el
alma sólo por la gracia. Yo no lo podía creer, porque, como digo, me parecía
que estaba presente, y esto me afligía. Un gran letrado de la Orden del
glorioso Santo Domingo (22) me libró de esta duda, pues me dijo que Dios
estaba presente y que se comunicaba con nosotros, lo que mucho me consoló
(23). Es de notar y entender que esta agua del cielo, este
grandísimo favor del Señor, deja al alma grandemente enriquecida, como ahora
diré. COMENTARIOS Autor: Jesús Marti Ballester 1 Aunque en el tercer nivel la voluntad, en la quietud,
está unida Dios, no obstante tiene un cierto campo de acción, pues la
vemos viva, ora hablando alabanzas, ora dándose cuenta de 1os desvaríos de la
imaginación. Va a entrar el hombre en un mundo nuevo, no en balde pide la
ayuda especial de Dios. 2. Mística teología que varias veces menciona, sin
entender su significado; aprendió este concepto en fray Bernardino de Laredo,
Subida del monte Sión, parte 3., c. 23 (Místicos franciscanos, Ed. Católica,
Madrid 1948, 361 pasim). 3. Ni siquiera las almas buenas lo merecen. Es pura gracia
este don. 4. “Con regalos grandes castigabais mis delitos” (Vida
7,19). 5. Elemento de las Moradas. 6 Ya tiene buen criterio sobre los carismas que Dios los
da para su Iglesia, para edificar y construir la comunidad y ella, con su
profunda humildad y conociendo la limitación de la mujer en su tiempo, no se
siente en condiciones de recibir para fecundar dichos carismas-mercedes. 7. El mayor bien son estas mercedes. 8. Salvarse en plenitud. Desprenderse, ser desprendida del
mundo y de sí misma. 9. La unión de la tercer agua
deja al alma quieta y extática, el levantamiento de espíritu es el éxtasis y
deja al alma extática, levantada por Dios, quedándose en su lugar el cuerpo,
sin uso de sentidos. El movimiento es del espíritu para clavarla en Dios. lO.
Por la unión el alma es agarrada por Dios en sus tres potencias. Por
el éxtasis el alma es ocupada por Dios incluso en sus sentidos. Lo que Dios
pretende en cada caso es purificar y adelgazar para conseguir divinizar las
potencias en la unión, y los sentidos y sensibilidad en el vuelo o éxtasis.
Los efectos que en una y otra unión producen e incluso son visibles,
demuestran lo que Dios pretendía hacer en el alma: que sea como Dios, en su
ser y en sus operaciones y obras. Este es el quehacer divino de las Sextas
Moradas (véase J. MARTI BALLESTER, Moradas de santa Teresa leídas hoy,
Paulinas, Madrid 1987). 11. También del yo,
que también es criatura y necesita sufrir la noche pasiva del espíritu para
desarraigar de él las raíces dañinas de hábitos y del subconsciente. 12 Los distintos nombres que se predican de la unión
mística con Dios son distintos grados de proximidad y de intensidad,
distintas Moradas, con mayor o menor identificación divina. 13 No son diferentes sustancialmente, sino cualitativa o
cuantitativamente, es decir, accidentalmente. Lo mismo se puede predicar de
las diferentes uniones místicas, aunque elevando las categorías al orden de
la gracia, al sobrenatural. 14 “Me dijo el Señor: ‘Hija, la obediencia da fuerzas’”
(Fundaciones, Prólogo 2). “La obediencia todo lo puede” (Vejamen, 1). 15 Sacar el agua del pozo; con noria y arcaduces y agua
del río, arroyo o fuente. 16 La lluvia. 7 Durante mucho tiempo. 8 La oración de los primeros niveles. 19 Santa Teresa dice “mantiene la tela’: significa
mantener la conversación. 20 Compárense estas palabras con la copla de san Juan de
la Cruz después de un éxtasis: “Entréme donde supe
y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo .. Este saber no sabiendo es de tan alto poder, que los
sabios arguyendo jamás le pueden vencer; que no llega su saber a no saber
entendiendo...” A uno y otra les han dicho lo mismo. 21 Su deficiente formación teológica pugna con la
experiencia mística de que ha gozado. 22 P. Varrón, según anotó Gracián. En Moradas Quintas 1,10, relata el mismo dato
(J. MARTÍ BALLESTER, Las moradas de santa Teresa leídas hoy, Paulinas, Madrid
1987, Quintas Moradas, 1,10, p. 119). Los teólogos del posconcilio de Trento
sostenían que la relación vital con Dios se establecía por la Gracia y
omitían la Inhabitación de la Santísima Trinidad.
Perdida la gracia por el pecado, la relación con Dios desaparecía. San Juan
de la Cruz escribe que “nunca falta Dios del alma aunque esté en pecado
mortal” (Cántico espiritual 1,8). Hoy se admite que la unión del alma con
Dios se realiza en el orden ontológico y es fruto de la presencia vital de la
Santísima Trinidad, o Gracia Increada, en el alma, distinta de la gracia
santificante, que constituye el lazo de unión del hombre con la Gracia
Increada. 23 San Juan de la Cruz en el pasaje citado en el número
anterior habla también del gran consuelo que recibe el alma porque nunca
falta Dios de ella. Así lo dice en Cántico espiritual leído hoy: “Alegría
grande para el alma saber que Dios nunca se va de ella” (ib, p. 38). |
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |