SER AMABLES EN LA
VIDA (LA AFABILIDAD) Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1.
AMABILIDAD,
FRUTO DEL ESPIRITU “La boca amable
multiplica sus amigos, la lengua que habla bien multiplica las afabilidades”.
(Eclesiástico 6,5) San Pablo dice que
el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí;
(Gálatas 5,22-23). La afabilidad, es la virtud que nos induce a poner
en nuestras palabras y toda acción que nace de nosotros para contribuir a una
vida cordial, agradable, es decir hacer amable y placentero el trato con los
hombres. Ciertamente, esta es una virtud preferentemente social, pero muy
necesaria moralmente para la convivencia humana, pero por sobre todo, es una
de las más exquisitas y características formas de vida y de trato del
auténtico espíritu cristiano. El Señor, emplea una frase que muestra
plenamente su afabilidad: “Manso y humilde de corazón (Mt 11,29). Así como
Jesús se caracteriza en lo más profundo de su ser por la afabilidad y por la
humildad, y así los hijos del reino deben caracterizarse. La gracia transforma
a una persona, haciéndola encantadora y amable, delicadeza de un corazón
afectuoso, que desea vivir en armonía y cordialidad con sus semejantes,
amante de la caridad, que conoce de la paciencia, la humildad y la
disponibilidad para vivir en comunión con sus hermanos. Son muchas las
formas que tenemos para dar e invitar a todos vivir la simpatía. “Por sus
palabras se hace amable el sabio”
(Eclesiástico 20,13). La cordialidad y el cariño de nuestros
semejantes, y no debe ser nada más agradable a Dios, que tratar al prójimo de
buena forma, con trato agradable y afectuoso, eso es servir a Dios en verdad.
“hijos, yo os recomiendo que sirváis a Dios en verdad y hagáis lo que es
agradable en su presencia”. (Tobías 14,8).
San Pablo, a Timoteo recomienda acciones de gracias, de vida amable, para que
podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad y dice
que esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, (Cfr. 1 Timoteo 2,3) Por tanto, la
humanidad, el trato delicado, la alabanza sencilla y natural, el buen
recibimiento, la indulgencia, el agradecimiento manifestado con entusiasmo,
el trato cordial, la bondad, la exquisita educación y urbanidad en palabras y
modales, son actos que estimulan la atracción y simpatía en torno nuestro. En
efecto, un trato amable, invita a una mejor forma de vida y relación con
nuestros semejantes. Es así, como la
amabilidad debe tener por objeto propio no solo agradar a quienes nos rodean,
sino que además, vivir en paz con todos, y conseguir el bien común. 2.
NO CAER EN LA
ADULACIÓN O ALABANZA INNECESARIA Con todo, debemos
cuidarnos de ciertos excesos, es decir, tenemos que ser medidos en el trato,
para no caer en la adulación o alabanza innecesaria, porque esto de intentar
agradar a alguien de manera excesiva nos puede llevar a, o interpretarse como,
la búsqueda de alguna ventaja propia. En efecto, la adulación o elogio más
allá de lo normal, supone siempre hipocresía y un egoísmo minucioso para
engañar con el buen trato a alguien. Este punto, debe llevarnos a una
reflexión intima sobre lo que buscamos con ser amable, ya que si se quiere
tener un trato agradable y conversarle a otra persona con intención de
simpatizar siempre y por ello, aunque su idea esté equivocada no le
contradice o refuta, se excede en su amabilidad y, por tanto, peca por
exceso. Ahora, si lo hace buscando el propio beneficio o interés, incurre en
el pecado de adulación, dado que de manera desmedida se busca agradar a otros
con palabras o con hechos que no se merecen o que no son nobles en el
corazón. Donde hay que tener
un cuidado fino es, en comprender que en ciertas circunstancias es bueno
alabar a alguien con el fin de serle
motivo de aliento en sus trabajos o animarle en la insistencia de sus buenas
obras, al contrario, es adulación cuando la alabanza recae sobre algo que no
debería ensalzarse, sea esto por tratarse de algo malo o porque no está claro
el fondo para tal alabanza, o cuando ésta para el que se adula es un motivo
de vanagloria. Esto no se contradice con lo que expresa San Pablo cuando
dice: “lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin
procurar mi propio interés”, (1
Corintios 10, 33), ya que San Pablo trabaja para el beneficio de la mayoría,
es decir para que se salven. En ese sentido, es bueno se amables con todos y
querer agradar a los hombres para activar la caridad y animar al prójimo a
progresar en la virtud de la afabilidad, que es distinto a quererles agradar
por motivos de vanagloria, o de interés personal, o en cosas malas. 3.
SER AMABLE PARA
HACER UNA VIDA SIMPÁTICA Es del todo bueno
entonces, ser amable para hacer una vida simpática, cariñosa, porque la
afabilidad es muy necesaria para vivir en armonía y de este modo evitar
muchos males que están muy presentes en nuestra sociedad. Al contrario, quien
tiene por costumbre un trato brusco, descortés o huraño, o de poca cercanía con
sus semejantes, se convierte no solo en una persona poco sociable, sino que además, su forma
desabrida de ser produce un ambiente de vida poco cordial. En este sentido,
vivir con un espíritu hosco, y en muchos casos, oponiéndose o contradiciendo
habitual y constantemente a la opinión de los demás con la intención de
descorazonar o, al menos, de no condescender, procede de falta de amor hacia
Dios y los hombres, porque cierto es que la discordia se opone a la caridad.
Peor es si se hace con ira, porque no se actúa con la mansedumbre que el
Señor nos ha pedido como forma de ser y convivir. Una persona amable,
vale muchísimo, es un tesoro de
amistad, que en nuestros malos momentos es capaz de hacernos cambiar de
estado de ánimo con una sola palabra, una persona amable, produce serenidad e
invita a tener diálogos positivos, porque la simpatía, el amor de una sonrisa
o u trato comprensivo, produce empatía, es decir un sentimiento de participación afectiva de
una persona en la realidad que afecta a otra, por tanto, capaz de ponerse en
la situación de los demás, que por lo general, siempre espera un buen trato. Por lo demás,
hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de
amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso
tenedlo en cuenta. (Filipenses 4,8) 4.
ENTENDERSE CON
TODAS LAS PERSONAS Sobre la
afabilidad, les decía a sus monjas Santa Teresa de Jesús (C 41, 7); “Entiéndanse
con todas las personas que traten, de manera que amen lo que ustedes
conversen”, algo que descubrimos sobre cómo se entendía Jesús con todos los que
se encontraban con él. Los relatos nos muestran que a Jesús, lo seguía mucha
gente, seguramente, era entre otra cosas, por su atractivo personal, buen
trato con todos, y su conversaciones debe haber estado llenos de amabilidad,
así lo revela San Juan Evangelista (Ver Jn 4, 5-42) cuando quiere destacar,
en la misma narración literaria, un simbolismo maravilloso que palpita en
toda la escena, una mujer samaritana aparece en este momento como la que
puede calmar a Cristo la sed del cuerpo, ignorando que también Él le calmará
a ella su sed del alma, cuando ella le calme a él su sed de Salvador. Así es como a la llegada de esta mujer de
Samaría, que venía a sacar agua de un pozo, Cristo, verdaderamente sediento
de sed física, le pide a aquella mujer que le saque agua para beber, pues Él
no tenía con qué. Es algo que a nadie se niega, no obstante, por el tono de
extrañeza que va a usar con él la Samaritana, indica la sorpresa de dirigirse
un judío diciendo, ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer
samaritana?. En ese sentido tiene un gran valor la actitud de esta mujer
samaritana, lo mismo que toda la escena de bondad y enseñanza de un dialogo
amable con cualquier persona que nos encontremos. Es así como la
Santa Madre Teresa de Jesús, recomienda a sus hijas (las monjas) “Así que,
hermanas,... procuren ser afables y entiéndanse con todas las personas que
traten, de manera que amen lo que ustedes conversen, y deseen su manera de
vivir y de tratar, y no se atemoricen ni se asusten de la virtud...: cuanto
más santas más conversables con sus hermanas; y aunque les disguste si las
conversaciones no son del agrado de ustedes, nunca se escandalicen de ellas,
si quieren aprovechar y ser amada. Y esto es lo que hemos de procurar con
interés: ser afables y agradar a las personas con quienes tratamos,
especialmente a nuestras hermanas (Cfr. C 41, 7). El
Señor nos ayude y nos bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Fuentes
y Bibliografía: Textos Bíblicos de la Biblia de Jerusalén Camino de Perfección de Teresa de Jesús, Capitulo
41, 7 Lectura reflexión del Libro Teología Moral
Para Seglares, A. Royo Marín. Temas sobre Moral de, www.caminando-con-jesus.org Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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