LA ATENCIÓN Y EL CUIDADO DE LOS ANIMALES
“¡Cuán numerosas tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría, de
tus criaturas está llena la tierra” (Salmo 104)
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
ESTAMOS LLAMADOS A SER UNA VIDA QUE HA DE VIVIR EN MEDIO DE TODO LO
CREADO
Dios crea por amor y
ama a todas sus criaturas. Todo cuanto existe ha sido hecho por Dios. El
Señor crea porque ama. Todo cuanto existe en el cosmos es obra de Dios; el
universo es una criatura del Señor. Dios dijo, y todo vino a la existencia
(Gn 1). Los cielos, la tierra, el hombre, los animales, las plantas y las
flores, todo ha sido hecho por la palabra de Dios. San Juan evangelista
proclama que todo ha llegado a la existencia por medio del Verbo de Dios. (Jn
1,3). Entre todos los seres que componen el universo, el animal es el que más
se acerca al nombre. Desde siempre el hombre ha tenido que compartir con los
animales o disputarles a ellos su espacio vital. Este artículo, lo he
preparado a fin de que nos ayude a comprender en qué medida debemos atender y
cuidar los animales, y no olvidar que son criaturas de Dios.
¿Qué te pide tu Dios,
sino que temas al Señor tu Dios, que sigas todos sus caminos, que le ames,
que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, que
guardes los mandamientos del Señor y sus preceptos que yo te prescribo hoy
para que seas feliz? Mira: Del Señor tú Dios son los cielos y los cielos de
los cielos, la tierra y cuanto hay en ella.
(Deuteronomio 10, 12-14). Estamos llamados a ser una vida que ha de
vivir en medio de todo lo creado, el hombre desea y lucha por vivir, y los
animales desean y luchan por vivir, el hombre es un incansable trabajador por
la paz, y esta paz se hace con amor y compasión y estas virtudes tienen que
comprender todas las criaturas vivientes.
Dios cuida con afecto
a todas sus criaturas, y el salmista canta su poema: “hace manar las fuentes
en los valles, entre los montes se deslizan; a todas las bestias de los
campos abrevan, en ellas su sed apagan los asnos; sobre ellas habitan las
aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda. De tus altas moradas
abrevas las montañas, del fruto de tus obras se satura la tierra; la hierba
haces brotar para el ganado, y las plantas para el uso del hombre, para que
saque de la tierra el pan, y el vino que recrea el corazón del hombre, para
que lustre su rostro con aceite y el pan conforte el corazón del hombre. Se
empapan bien los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó; allí
ponen los pájaros su nido, su casa en su copa la cigüeña; los altos montes,
para los rebecos, para los damanes, el cobijo de las rocas. Hizo la luna para
marcar los tiempos, conoce el sol su ocaso; mandas tú las tinieblas, y es la
noche, en ella rebullen todos los animales de la selva, los leoncillos rugen
por la presa, y su alimento a Dios reclaman. Cuando el sol sale, se recogen,
y van a echarse a sus guaridas; el hombre sale a su trabajo, para hacer su
faena hasta la tarde. ¡Cuán numerosas tus obras, Señor! Todas las has hecho
con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra. Ahí está el mar, grande y de amplios
brazos, y en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños; por
allí circulan los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él. Todos
ellos de ti están esperando que les des a su tiempo su alimento; tú se lo das
y ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes”. (Salmos 104, 10-28)
Y el mismo Jesús, no
ha dicho: “No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por
vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y
el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni
cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por
más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del
vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no
se fatigan, ni hilan. (Mateo 6,
26-28). Como vemos, todos esperan en el Señor y Dios los tiene a todos en su
presencia. Y es así entonces, nuestro deber es amar lo que Dios ama y cuidar
lo que El cuida, proteger lo que El Protege, esto es cuidar y proteger la
Creación, y nuestro compromiso, no solo es con una mirada sentimental y de
admiración sobre nuestro ambiente, sino que además, con respeto y compromiso
diligente y eficaz para la
conservación y el cuidado de nuestro mundo.
2.
DIOS FORMÓ DEL SUELO TODOS LOS ANIMALES DEL CAMPO Y TODAS LAS AVES DEL
CIELO
La obra del día
quinto abarca los animales acuáticos y los del aire. Dijo Dios: “Bullan las
aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el
firmamento celeste. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal
viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, -los
monstruos del agua, como el cocodrilo y el hipopótamo, viene luego la
multitud innumerable de los peces y de los reptiles, que más o menos viven en
el agua, y, finalmente, los animales que vuelan por el aire, sin distinción
de clases-, “y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba
bien; y bendíjolos Dios diciendo: “sed fecundos y multiplicaos, y henchid las
aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra” -se atribuye a Dios la
creación de ellos y la fecundidad con que se multiplican-. Y atardeció y
amaneció: día quinto. Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes de
cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie”. Y así
fue. Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada
especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba
bien.” (Génesis 1, 20-24).
Para el hagiógrafo,
todo viene de Dios, y esa fuerza misteriosa de la reproducción se debe a una
bendición divina. En toda esta descripción de la creación se destaca la grandeza
de Dios. No obstante, el autor sagrado no especifica si Dios creó al punto
miles de parejas de cada especie o simplemente una pareja de cada una de la
que procedieran los demás animales. Únicamente destaca que, si se
multiplican, es porque Dios les comunicó un impulso misterioso en orden a la
propagación de la vida.
“Y Yahveh Dios formó
del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó
ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente
tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los
ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo” (Génesis 2, 19-20)
3.
ANIMALES PUROS E IMPURO
En Lev 1:1s, el texto
nos da a conocer la distinción entre animales puros e impuros, entre los que
se podían comer y los que estaban prohibidos. La razón era la santidad del
pueblo israelita, que debía abstenerse de tocar y comer cosa que no se
considerase en consonancia con esa santidad. El legislador hebreo, les da un
sentido religioso de pureza legal, conforme a lo que se dice en Lev 11:14:
“Vosotros seréis santos, dice el Señor, porque yo soy santo, y vosotros no
debéis contaminaros.”
No comerás nada que
sea abominable solicitan la Sagrada Escritura: “Estos son los animales que
podréis comer: buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, cabra montesa,
antílope, búfalo, gamuza. Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos
mitades, y que rumia, lo podéis comer. Sin embargo, entre los que rumian y
entre los animales de pezuña partida y hendida no podréis comer los
siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen la
pezuña hendida; los tendréis por impuros. Tampoco el cerdo, que tiene la
pezuña partida y hendida, pero no rumia; lo tendréis por impuro. No comeréis
su carne ni tocaréis su cadáver. De entre todo lo que vive en el agua, podéis
comer lo siguiente: todo lo que tiene aletas y escamas lo podéis comer. Pero
no comeréis lo que no tiene aletas y escamas: lo tendréis por impuro.
Podéis comer toda ave
pura, pero las siguientes no las podéis comer: el águila, el quebrantahuesos,
el águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón, todas las
especies de cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes
especies de gavilanes, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón,
el somormujo, la cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla
y el murciélago.
Tendréis por impuro
todo bicho alado, no lo comeréis. Podéis comer todo volátil puro. No comeréis
ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que vive en tus ciudades para
que él la coma, o bien véndesela a un extranjero. Porque tú eres un pueblo
consagrado a Yahveh tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
(Deuteronomio 14, 3-21) Esto de que se
prohíbe cocer el cabrito en la leche de su madre, puede explicarse por razón
de piedad natural para con los animales, pues lo mismo que el legislador
hebreo prohibía poner bozal al buey que ara, y más tarde, en los tiempos
rabínicos, estaba prohibido matar el mismo día (con ocasión de la fiesta
pascual) el cordero y su madre, así aquí se considera como demasiado cruel
matar al cabrito y después prepararlo con la leche de su madre.
4.
UNA NUEVA SENSIBILIDAD RESPECTO A LOS ANIMALES
Entre todos los seres
que componen el universo, el animal es el que más se acerca al hombre. Desde
siempre el hombre ha tenido que compartir con los animales o disputarles a
ellos su espacio vital. Por tanto, es natural que el animal haya asumido
respectivamente en relación con el hombre los rasgos del enemigo, del amigo o
simplemente del medio útil para alcanzar determinados objetivos. De aquí se
deriva igualmente el significado simbólico que se atribuye a determinados
animales debido a su forma y al papel que juegan en relación con los hombres.
En la Edad Media existían incluso libros llamados "bestiarios",
donde se señalaban las propiedades reales o simbólicas de los diversos tipos
de animales.
En nuestros tiempos
la progresiva desaparición de los animales feroces ha dado origen a una nueva
sensibilidad respecto a los animales, a los que se ve sobre todo como amigos
con los que hay que vivir y que hay que defender contra los abusos y
vejaciones. Por otro lado, los estudios de carácter ecológico han subrayado
la importancia de cada una de las especies animales para la conservación del
ambiente y de su equilibrio.
En el contexto de
esta nueva mentalidad surge espontánea la pregunta de si la revelación
reconoce a los animales cierta dignidad y cierto papel específico en el plan
salvífico de Dios y si asienta algunos principios que exijan su defensa
respecto al hombre. No cabe duda de que la Biblia no ofrece ninguna reflexión
explícita sobre los animales. Pero en ella se encuentran numerosas
referencias al mundo animal: a veces se considera al animal en sí mismo,
dentro del plan salvífico de Dios; otras veces, por el contrario, se habla
del animal como de un instrumento de Dios y del hombre en sus relaciones
mutuas; no faltan, finalmente, casos en que los animales se convierten en
símbolos de realidades naturales o sobrenaturales. De la síntesis de todas
estas indicaciones dispersas por la Biblia se pueden deducir principios
perfectamente válidos para una correcta relación del hombre con el animal.
5.
EL PODER QUE TIENE EL HOMBRE SOBRE LOS ANIMALES
El poder que tiene el
hombre sobre los animales no incluye, ni el maltrato ni la facultad de
matarlos por diversión. “Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la
tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por el suelo, y a
todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición”. (Gen 9,3). En la
primera etapa de relación del hombre con los animales, había una profunda
armonía, pero luego de abandonar el Paraíso, esta relación cambió, es así que
la facultad de matar a los animales y de comer su carne se le dio al hombre
sólo después del diluvio (Gn 9,2-3), como consecuencia de la violencia que
había causado la aparición de aquel terrible castigo (Gn 6,13). Pero a los
animales se les niega un poder análogo respecto al hombre (Gen 9,5). No
obstante, también para el hombre hay una restricción: Dios le prohíbe que
coma la carne que conserva su sangre (Gen 9,4), ya que ésta, por ser sede de
la vida, sólo puede ser usada con fines cultuales (Lev 17,11 Dt 12,16 Dt
12,23-25). Es ésta una forma práctica de reconocer el poder absoluto de Dios
sobre toda vida.
Finalmente, la
tradición sacerdotal incluye en la alianza establecida por Dios a través de
Noé no sólo a la humanidad, sino también a los animales (Gn 9,9-11). Los dos
relatos de la creación ponen de manifiesto, aunque de diversas maneras, una
verdad muy importante: los animales son inferiores al hombre y están
sometidos a él; sin embargo, proceden de Dios y, por el hecho de poseer la
vida, mantienen con él una relación especial que el hombre tiene que
reconocer y respetar.
Por otra parte, el
animal, no solo es una ayuda en sus tareas, también es compañero de viaje del
hombre. En la Biblia las vicisitudes de la historia humana se entrecruzan a
menudo con la vida de los animales con los que conviven. En primer lugar
impresionan los textos en que se subraya la profunda semejanza y continuidad
que existe entre el reino animal y el humano, Escribe el sabio de Cohélet:
"Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos: sucede
así para que Dios los pruebe y les demuestre que son como bestias. Porque el
hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos
tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues
todo es vanidad. Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del
polvo y todos vuelven al polvo. ¿Quién sabe si el aliento de vida de los
humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de la bestia desciende
hacia abajo, a la tierra? Veo que no hay para el hombre nada mejor que
gozarse en sus obras, pues esa es su paga. Pero ¿quién le guiará a contemplar
lo que ha de suceder después de él?” (Eclesiastés 3, 18-22)
6.
CONSTRUIR UNA SOCIEDAD QUE NO PARTICIPE DE LA CRUELDAD CON LOS ANIMALES
Para finalizar este
artículo, comienzo opinando ante todo, que es claro que el animal pertenece
al hombre, que puede servirse de él como alimento o como instrumento de
trabajo. Pero además, se reconoce como lícita la muerte del animal, no sólo
por fines defensivos, sino por cualquier otro fin de utilidad para el hombre.
Pero al mismo tiempo nos queda claro que las Sagradas Escrituras, nos sugiere
el respeto al animal en cuanto criatura de Dios y sometida a él. Por tanto la
explotación excesiva, la tortura, la eliminación sistemática de especies
animales no están ciertamente legitimadas por las Escrituras. Pero, sobre
todo, lo que es característico del pensamiento bíblico es la tensión hacia
una armonía total entre el hombre, los animales y el ambiente. Esta armonía,
realizada ya en el momento de los orígenes y destruida luego por el abandono
del hombre a una vida mundana. Con todo, en esta perspectiva surge para el
hombre el deber de eliminar toda instrumentalización de los animales por
fines egoístas y de darles la posibilidad de desarrollar su propia función en
un ambiente nuevamente saneado para lo cual, creo sugerir las actitudes
siguientes:
Me parece, que es
esencial, educar a nuestros niños, y desde temprana edad, en el respeto y la
protección de la vida animal.
No nos es lícito
dañar innecesariamente ninguna forma de vida, y por respeto al creador,
cualquiera forma de vida, sin importar el tamaño, tiene derecho a la vida
pues es obra de EL, y por lo demás, este también es su mundo.
No nos es legítimo
suponer que los animales pueden ser utilizados exclusivamente como objeto de
diversión o entretenimiento, a modo de ejemplo, los espectáculos circenses,
ya que en muchos casos no encuentran en buenas condiciones, y son sometidos a
severos castigos cuando no cumplen las expectativas de los adiestradores.
No es de buen
corazón, aplaudir y apoyar actividades y fiestas donde el propósito es dañar
o maltratar a los animales, actividades como las peleas de gallos, ya que el
sufrimiento y la muerte que se provoca a estos animales no puede justificarse
ni por tradición ni por cultura, ya que por lo general, obedecen a intereses
económicos y o apuestas. No obstante, podemos aplaudir y participar en
fiestas donde de ninguna forma la vida de los animales les provoque daño.
No debiéramos
participar en aquellas cazas deportivas donde esta actividad pasa a
convertirse en un disfrute por quitar la vida a otros seres que no le hacen
daño a nadie. ¿Porque no mejor disfrutar dejando vivir y gozar de la variedad
de especies que comparten su vida con la nuestra?, ¿Porque no mejor ayudar a
la vida en libertad de los animales en su medio y disfrutar contemplándolos
sin arrebatarle la vida o enjaulándolos como trofeos?
En fin, por respeto a
los animales, son muchas las actividades que no debieran considerar nuestra
aprobación, tales como la matanza para elaborar abrigos de pieles u otras
prendas de vestir o aquellas para obtener partes para elaborar adornos o
cosméticos.
Finalmente, respecto
a los animales de granja, evitar autorizar el confinamiento pensando solo en
el objetivo de producir, y los animales de compañía, gatos o perros, deben
criarse en forma responsable. También me parece oportuno, mencionar y razonar
que no todo tipo de animalito puede ser considerados como válidos para
mascotas.
“A hombres y bestias salvas tú, Señor, oh
Dios, ¡qué precioso tu amor!” (Salmo 36, 7-8)
El Señor nos bendiga y nos ayude en éste
caminar
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
www.caminando-con-jesus.org
Diciembre 2013
Fuente
de este artículo y sus comentarios.
Textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ)
Textos del Diccionario Teológico Ravasi
Publicado en mí pagina WEB www.caminando-con-jesus.org en
este link. CRONICAS Y
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