GENEROSIDAD

EGOÍSMO VERSUS GENEROSIDAD

Autor; Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    EGOÍSTAS, SOLIDARIOS Y GENEROSOS (Cuento)

En cierta ocasión, llegó un buen hombre en calidad de prisionero a una cárcel que recibía  todo tipo de personas reñidas con las buenas costumbres, donde ni siquiera ellos eran solidarios con sus compañeros de penas. Este nuevo reo, había sido acusado de regalar lo que no era suyo, sin embargo nada había robado, solo repartía con generosidad lo que el reconocía como pertenencias de su padre. Como el padre no estaba a la vista de los jueces para preguntar sobre las cosas regaladas, lo encarcelaron. Por querer darse un gusto, hay gente que la generosidad lo hace feliz, el hombre tuvo un gran disgusto. Los sacrificios que se hacen por los demás, aunque sea desinteresados y sin egoísmos, a mucha gente les parece algo anormal, y entonces son condenados.  San pablo dice; “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría”.  (2 Corintios 9,7)

Y así es, como él fue a una celda común que era ocupada por una veintena de presos muy hambrientos, los que recibían comida solo cada tres días. Al ver esta situación, por pura generosidad y solidaridad con sus nuevos compañeros, el hizo una petición a quien él sabía que no negaría enviar ayuda. Así fue, como a los pocos días recibió una caja con alimentos que prodigiosamente fue autorizada para que llegara hasta sus manos.

Entonces el llamó a sus compañeros de celda y abrió la caja en presencia de todos. La sorpresa fue que en esta caja venían varias docenas de latas de comida y sin esperar que se repartiera en igualdad, todos acometieron con ímpetu y fuerza sobre la caja de alimentos en forma desordenada, arrebatándose unos a otros las latas hasta que quedo la caja vacía. El buen hombre, sorprendido, miró por si le quedaba una para él y solo encontró un abrelatas, entonces se retiró en silencio a un rincón a observar a su compañeros. Un proverbio dice: “El que da con generosidad de su pan al necesitado, será honrado y bendecido no sólo por los hombres, sino también por Dios” (Prov 22,9).

Mientras tanto, los compañeros de celda se rompían las uñas y los dientes tratando de abrir las latas y no eran capaces de hacerlo. No obstante, uno de sus compañeros, sintió compasión por la generosidad del hombre que había traído la caja, se fijó en él, y vio que estaba en un rincón sentado sobre el piso en actitud de incomprensión, entonces fue hasta él a fin de agradecerle, pero su sorpresa fue comprobar que se había quedado sin su parte, por lo que le cedió la mitad de la suya. El buen hombre, le enseñó el abrelatas, abrió la lata de comida y comenzaron a comer.

Entonces los otros presos se dieron cuenta de que había dos que compartían su comida y arremetieron contra ellos gritando; “Quítenle el abrelatas”. Pero el reo que había compartido con el buen hombre, salió en su defensa y dijo, “Nadie se lo arrebata, pero no se lo negaremos y se lo prestaremos”; otros de los prisioneros, con amor excesivo hacia sí mismo, típico de aquel que lleva a prestar una atención desmedida a los propios intereses sin ocuparse de los ajenos, movido por la pasión respondió; “No la pidan ni lo negocien, arrebátensela”, luego los exhorto; “A ellos”. Entonces atacaron a estos solidarios amigos y les quitaron con violencia el abrelatas e incluso su comida.

Cuando supo de esto el Alcaide de la cárcel, separó a los dos hombres que habían sido violentados a una celda contigua,  luego de conocer el drama y la causa que los motivaba, el hambre, ordenó que se pusiera una olla de caldo todos los días en cada celda, pero con una sola cuchara de un metro de largo, la cual solo se podía empuñar de un solo extremo.

Días más tarde, fue a observar cómo se comportaban sus prisioneros. En la celda del grupo de los impulsivos y egoístas, el drama ahora era mayor, por una parte se peleaban la cuchara y por otra, se les hacía muy difícil llevar el alimento a su boca, por tanto desperdiciaban más de la mitad. En la celda contigua, los amigos generosos, sonreían felices y estaban en mucha paz, al verlos comer, el Alcaide observó que  uno de ellos tomaba primero la gran cuchara y le daba el alimento al otro, luego, intercambiaban la herramienta y el otro repetía luego lo mismo. Una vez vi un letrero que rezaba; "Tiende tu brazo al hambriento y alarga la mano al necesitado, y la puerta del cielo, no tendrá para ti candado".  (Del cuento Egoístas, Solidarios y Generosos, Pedro Sergio Antonio Donoso Brant)

2.    LA GENEROSIDAD DEBE COMENZAR EN NUESTROS CORAZONES. 

La generosidad a la hora de ofrecer a los necesitados bienes materiales es signo de amor auténtico. Efectivamente, el amor cristiano no se agota en el sentimiento, sino que ha de concretarse en la ayuda, en el socorro, en el compartir; por eso el rico que cierra su corazón al pobre no está animado por el amor, como lo expresa San Juan; “Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.  (1 Juan  3, 17-18). “En realidad, el que sostiene que ama a un Dios que no ve y no ama al hermano a quien ve es un mentiroso, porque es incapaz de amar verdaderamente a Dios” (1Jn 4,20). Pero también es verdad lo contrario: “la prueba del auténtico amor a los hermanos la constituye el amor a Dios” (1Jn 5,2).

La historia inicial que he creado, quizás es semejante en la vida real o a otros cuentos, la idea de esta historia pretende de alguna forma invitarles a conocer que si Dios nos da y es generoso con nosotros, si aceptamos que somos sus hijos, no podemos dejar de practicar la generosidad y debemos apartar de nosotros todo indicio de egoísmo. Si mostramos egoísmo, ¿Cómo podemos al mundo que queremos atraer convencer del gran amor de Dios? ¿Cómo podemos explicar la generosidad de Dios?.

 “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3, 16). El mundo, caminaba por un mal camino, había condenado nuestra existencia a unas tinieblas, un tiempo donde “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. (Juan 3,19), pero Dios Generoso, nos regaló a su Hijo; “luz del mundo”; para el que lo acoja y lo siga, no camine en la oscuridad, sino que con la luz de la vida.  (Cfr. Juan 8,12). Y así como hoy, por medio de Jesús recibimos la vida eterna y vida abundante. Por la generosidad de Dios, fuimos rescatados de una vida sin esperanza, por el sacrifico de Jesucristo nos fueron perdonados nuestros pecados, fuimos sanados de nuestras enfermedades y fuimos liberados del mal. Esa es la gran generosidad del corazón de Dios. A nosotros nos compete demostrar lo mismo. “Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma. (Efesios 5, 1-2)

Dios tiene un corazón lleno de generosidad. Y Dios, busca vivir en el corazón de los hombres, ese es su lugar preferido, por lo tanto la generosidad debe comenzar en nuestros corazones. 

3.    EL EGOÍSMO ES INCOMPATIBLE CON LA SOLIDARIDAD Y LA GENEROSIDAD

El egoísmo es incompatible con la solidaridad y la generosidad. El que es muy generoso,  comparte todo con sus amigos.

Los hombres de fe, repetimos incansablemente, que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Por esa razón, si Dios es generoso, nosotros estamos destinados a no ser egoístas. La generosidad es una característica propia de todo hombre que ama a Dios. Al contrario, el egoísmo es una característica de las personas que no entienden ni el amor de Dios ni el de Jesucristo. En consecuencia, un cristiano, que conoce del amor, que se relaciona bien con la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, debiera tener un corazón empapado de generosidad y exento de egoísmo. Si no es así, es un hombre cerrado al amor del Espíritu Santo. Como lo expresa San Pablo, a los pueblos de Galicia, “fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, generosidad, bondad, fe.” (Gálatas 5, 22). En consecuencia, un seguidor de Cristo, permite que el Espíritu Santo manifieste su fruto, bienes que se manifiestan si dejamos que Dios obre en nosotros. Así san Pablo también les expresa; “Servíos los unos a los otros por medio del amor, porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu Prójimo como a ti mismo.” (Cfr. Gálatas 5,13-14)

San Pablo a los fieles de Corintio, a fin de hacer cesar algunas disputas, reprender desordenes y abusos, dice; “El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. No es egoísta, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal”. (1Cor 13,4-5)

 “Servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.  (Gálatas 5,13-14)

Nuestra actitud cristiana, debe ser espejo del carácter de Nuestro Señor Jesús, debe tener implícita toda la generosidad que tiene el corazón de Cristo. Si le amamos, debemos dar testimonio con nuestra conducta, para que más hombres se entusiasmen seguir a Jesús. Si mostramos una actitud digna de ejemplo, si entre nosotros nos tratamos como si estuviéramos tratando con Cristo, no me cabe la menor duda que más hombres buscarían sentirse nuestro prójimo de la forma como nos enseña el Señor. “Da a Dios como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios. Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más. (Eclesiástico 35, 9-10)

4.    LA SUPERACIÓN DEL EGOÍSMO SE HACE EFECTIVA MEDIANTE EL AMOR SINCERO AL PRÓJIMO

San Pablo le pide a los Corintios que: “del mismo modo como sobresalen en todo: en fe, en palabra, en ciencia, en todo interés y en la caridad que les ha comunicado, también sobresalgan en generosidad”.  (Cfr.2 Corintios  8,7). También los Evangelios, nos enseñan que el último día seremos juzgados sobre la base del amor concreto a los hermanos. En efecto, el que haya ayudado a los necesitados tomará posesión del reino; pero el que se haya cerrado en su egoísmo será enviado al castigo eterno. (Cfr. Mt 25,31-46) San Juan de la Cruz, así también lo expresa, cuando dice que  “a la tarde (en el ocaso) de la vida, seremos juzgados por el amor”.

Y en el sermón de la montaña, nuestro Señor Jesucristo nos hace una invitación a vivir de forma no egoísta, es decir, a vivir como Jesús lo hizo. La novedad traída por Jesús es el don del Espíritu Santo, que nos libera de nuestro egoísmo y nos capacita para amar a Dios y al prójimo. Ciertamente, la superación del egoísmo se hace efectiva mediante el amor sincero al prójimo, y respetándolo con dignidad, como debe ser a todo hombre como hijo de Dios y como hermano de Cristo. Es así, como el egoísmo pasa a ser el gran pecado del hombre, y la generosidad, a la hora de ofrecer a los necesitados bienes materiales es signo de amor auténtico (2Cor 8,7s). Efectivamente, el amor cristiano no se agota en el sentimiento, sino que ha de concretarse en la ayuda, en el socorro, en el compartir; por eso el rico que cierra su corazón al pobre no está animado por el amor (1Jn 3,17s). En realidad, “el que sostiene que ama a un Dios que no ve y no ama al hermano a quien ve es un mentiroso, porque es incapaz de amar verdaderamente a Dios” (1Jn 4,20). Pero también es verdad lo contrario: “la prueba del auténtico amor a los hermanos la constituye el amor a Dios” (1Jn 5,2).

San Pablo a los Gálatas, les escribe que quienes se portan como egoístas, no heredarán el Reino de Dios. “!Y en cambio, los fruto del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia" (Gálatas 5, 22)

El que es egoísta, todo lo quiere para sí, y es condenado por el Señor: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis."  (Mateo 25, 42-43) En cambio, el que es generoso,  comparte todo con sus amigos: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."  (Mateo 25,35-36)

Dice San Pablo: “el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia”, por eso recomienda; “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría…Como está escrito: Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente.  (2 Corintios 9, 6-9)

EL Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Fuentes: Textos Bíblicos de la Biblia de Jerusalén

Diccionario Teológico RAVASI

(Del cuento Egoístas, Solidarios y Generosos, Pedro Sergio Antonio Donoso Brant)

Sección Teología www.caminando.con-jesus.org


Publicado en este enlace de mi WEB:  www.caminando.con-jesus.org en esta sección:

CRONICAS Y COMENTARIOS

 

 

www.caminando-con-jesus.org

www.caminando-con-maria.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

---