LA
MORAL DEL CRISTIANO Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Decimos que los principios morales rigen el
comportamiento de las personas. Estos demuestran si sus acciones o caracteres
tienen un comportamiento humano, respetuoso, bondadoso, enemigo de la maldad.
Estas actitudes nacen en el espíritu del hombre, no en lo material o en lo
jurídico. Es así como la moral es un conjunto de valores espirituales, únicos
y capaces de hacernos saber si las normas de conducta humana son buenas y
aceptables y si no lo son. Ciertamente, ser hombre con conciencia de
deberes morales, es un signo de ser cristiano que nos distingue frente a los
hombres sin fe, ya que el hombre creyente, al tener conciencia de los deberes
para con Dios, para con nosotros mismos y para con el prójimo, está aplicando
el sentido de la “moral del cristiano”, ya que estos deberes están
preceptuados por el mismo Dios y nos exigen ante El. Pero la mejor forma de saber que es moral y
como vivir como cristiano la moral que se nos exige, es conocer a Jesucristo,
él es hombre perfecto, por tanto si imitamos a Jesús, estamos imitando su
moralidad, cumpliendo los deberes para con Dios; “Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” y para con sí
mismos y los demás; “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22,36) Por tanto, ser un buen cristiano, es ser un
hombre apegado a los valores morales y, la vida junto a Cristo entrega los
valores morales que se necesitan para serlo. En efecto solo gracias a Él, se
puede encontrarle sentido a la vida recta que exige los principios de la
moralidad del hombre creyente. Dice San Pablo: “Les digo, pues, esto y les
ruego en el Señor, que no vivan ya como viven los gentiles, según la vaciedad
de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida
de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los
cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje,
hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas. Pero no es éste el
Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído hablar de él y en
él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús (Efesios 4, 17-21) Creo que se equivocan, los que aseguran que
la moral es un conjunto de normas que se cumplen como mandatos, como si
fueran puntos de unas ciertas reglas que debe cumplirse porque los ha
establecido la razón de los hombres. Sin embargo creo que están en lo cierto
los que aseguran que la moral es la esencia, lo característico, y lo más
importante de todo lo que no enseño Jesucristo como modo de vida temporal y
en preparación para la vida inmortal; “para que todo el que crea tenga por él
vida eterna”. (Juan 3,15) Es por tanto el seguimiento de Jesucristo,
la adhesión incondicional a Él, vivir como Él nos enseñó y compartir todos
nuestro hermanos el modo de vida que él nos instruyó, la esencia de lo que
debe entenderse por valores morales. “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino? Le dice
Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Juan 14,6). Estas palabra de Jesucristo
ratifican lo expuesto, en definitiva, la vida en Cristo, es la vida en la
moral de todo cristiano. Al reconocer que somos hijos de Dios,
aceptamos que todo lo que recibimos viene de Él, por tanto las leyes morales,
son propias del hombre por que las recibimos constantemente de Dios en
nuestros corazones, él nos transmite su natural inclinación a ser bondadoso y
a buscar el bien, que es la forma de vida verdadera para llegar a la vida
eterna. El hombre soberbio, se convence que la
moral es solo algo que compete a la razón, y que nace en el como hombre,
otros piensan que la moral es solo cuestión de fe y punto. Pero los hombres cristianos o creyentes en
Dios, reconocemos que le debemos la inteligencia, la luz y la sabiduría a Él
como nuestro Padre y Creador. Tener la convicción de esto, es fortalecer e
iluminar la razón, y es ejercer la facultad de comprender, conocer, razonar y vivir con claridad su vida en
Cristo, por tanto en la moral. Durante años el hombre vagó por el mundo
sin cumplir las leyes santas de Dios, entonces El, como Padre Bueno, nos envió a su único Hijo para iluminarnos
y liberarnos de la maldad y enseñarnos como debe ser el modo de vida del
hombre para llegar a tener la gracia y la oportunidad de la vida eterna.
Entonces Jesús, nos enseñó el cuidado que debemos de tener con los fariseos,
posturas que hasta hoy se siguen repitiendo. En todo caso Jesús nos enseñó
que las leyes de Dios, no solo se deben proclamar, además se deben cumplir, y
que son hipócritas los que las proclaman, pero no hacen de ella su modo de
vida, por eso nos ha pedido; “Hagan, pues, y observen todo lo que les digan;
pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen”. (Mateo
23,3) Es así, como el hombre de valores morales,
es capaz de cumplir las leyes de Dios, de oír y de seguir su voz; “Mis ovejas
escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen”. (Juan 10, 27) por tanto es
capaz de entender sin confusión todo aquello que hizo Jesucristo, y su dolor
al redimir al hombre y liberarnos de la maldad. El seguir a Cristo, no es privilegio de
unos pocos, es una invitación y un llamado para todos los hombres del
universo, el mismo Señor, se les apareció a sus discípulo y les dijo: “Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes….enseñándoles a guardar todo lo
que yo os he mandado”. (Mateo 28, 19-20). Por tanto el cumplimiento de los
valores morales es de toda la humanidad, porque todos somos llamados a vivir
santamente, todos estamos invitados a recorrer el camino que nos lleva a la
casa del Padre. Las características propias que distinguen
al hombre bueno, lo que le hace libre de la maldad, lo que le hacer ser un
hombre digno del amor de Dios y merecedor de todas su gracia, es hacer una
vida asemejada a la de Cristo. El mismo Señor nos lo ha dicho: “El hombre
bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo
malo” (Lucas 6,45) Nuestro modo de vida en Cristo, es de
cuerpo y alma, no se puede separar, por tanto nos corresponde hacer de
nuestro cuerpo un valor moral, un valor que no se puede transar, ni
menospreciar, y que debe ser digno hogar de Dios, porque el lugar favorito para
habitar de Él, es el corazón de los hombres. “Si alguno me ama, guardará mi
Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. (Juan
14, 23) El
Señor nos bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Los textos bíblicos, están extraídos de la
Biblia de Jerusalén Otros artículos relacionados: Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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