“Dichoso
el que tiene piedad de los pobres”. (Proverbios (SBJ) 14,21) Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. SENTIR
A LA POBREZA CON AMOR, RESPETO, SOLIDARIDAD Y PREOCUPACIÓN POR ELLA. Bienaventurados
los pobres, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la
justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. (Cfr. Mateo 5, 3-8), es Palabra del Señor. Ciertamente, él ha sido
llamado “a anunciar la buena nueva a los pobres y enviado, a vendar los
corazones rotos”. (Isaías 61,1),
entonces “los pobres volverán a alegrarse en el Señor, y los hombres más
pobres en el Santo de Israel se regocijarán”.
(Isaías 29,19) “Pues
no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: debes
abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en
tu tierra”. (Deuteronomio 15, 11) Nosotros
los cristianos, si somos consecuentes con el mensaje que proclamamos, debemos
abrazar con mucho amor a todos aquellos que viven afligidos por la falta de
recursos económicos, y no debemos quitarle la vista al pobre. En efecto, si
somos indiferentes con los pobres, especialmente con lo que han nacido en
condiciones humildes, tal como nació Jesús, no podemos decir que sentimos o
conocemos que es la palabra caridad. Por tanto, ser cristiano, es reconocer
que de algún modo, se nos ha conferido la facultad para anunciar a los pobres
la Buena Nueva del Evangelio, y expresar con el corazón dilatado,
“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios”. (Lucas 6, 20). Dios
ama a los justos, pero ama especialmente a los que viven su palabra. De
manera muy especial Dios ama a los discípulos auténticos de su Hijo, que
andan por el mundo haciendo el bien, y son objeto de este amor todos los que
ayudan generosa y gozosamente a los pobres; “Cada cual dé según el dictamen
de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con
alegría.” (2 Corintios9, 7). Jesús
puede asegurar a sus amigos esta maravillosa verdad: son amados por el Padre
(Jn 16,27); pero él siente la necesidad de orar a Dios, para que inunde a sus
amigos de su amor (Jn 17,26) y se contagien de solidaridad por los
necesitados. En
efecto, la honestidad pura en expresar el amor a Dios por sobre toda las
cosas y el amor al prójimo, no es tal si despreciamos a los pobres. La
desidia frente a la pobreza, es irreverencia a Dios, o, lo que sería lo
mismo, ser un cristiano irresponsable con sus propios deberes de ser hombre
de caridad. No existe mayor infidelidad a los Evangelios, que el no mirar y
sentir a la pobreza con amor, respeto, solidaridad y preocupación por ella. 2. SON
MUCHAS LAS FORMAS DE AYUDA A LAS CUALES PODEMOS RECURRIR Llamamos
a Dios como Padre, porque nos ha hecho hermanos en Cristo y somos hermanos de
todos los hombres, nos llamamos cristianos porque somos seguidores de
Jesucristo, entonces nos debemos sentir llamados a estar junto a todos los
que necesitan Si nos consideramos de verdad hijos de Dios, entonces estamos
obligados a ayudar a los pobres y en forma permanente, como si fuera parte de
nuestra tarea diaria, en otras palabras haciendo de esta ayuda nuestra misión
permanente de caridad. Ha dicho Jesús: “El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado
a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la
libertad a los oprimidos” (Lucas 4, 18-19). El Señor, es un Dios de los
pobres y de los oprimidos, profundamente solidario con los hombres y con todos
los anhelos del hombre por su liberación.
Y
son variadas las formas de pobreza que existen hoy, son muchos los tipos de
desigualdades, como son muchas las formas de ayuda a las cuales podemos
recurrir, nuestro punto de partida
debe comenzar por el reconocimiento de la realidad actual de la pobreza y de
las causas que la originan. Esta condición es necesaria para responder con
eficacia al llamado solidario que nos hace Jesús desde el Evangelio para con
nuestros hermanos los más necesitados, el que nos compromete a una sincera
voluntad de amar y servir al que sufre. Y pide el Señor: “Cuando des un
banquete, llama a los pobres” (Lucas
14,13) "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar
aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos." (Lucas 14, 21), “Todo cuanto tienes véndelo
y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y
sígueme” (Lucas 18,22) “Porque pobres tendréis siempre con
vosotros” (Mateo 26,11) Y si hay voluntad de compartir,
poder aspirar a ser como Zaqueo que le dice a Jesús puesto en pie: “Señor:
Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a
alguien, le devolveré el cuádruplo”
(Lucas 19, 8) 3. LA
POBREZA EXISTE EN LA MISMA RELACIÓN QUE LA FALTA DE SOLIDARIDAD La
pobreza existe en la misma relación que la falta de solidaridad y la falta de
caridad en el corazón de los hombres, y para muchos, preocuparse de la pobreza no deja de ser un discurso que solo busca el beneficio
personal. En efecto, hermosas palabras solidarias a los pobres son
convincentes para el apoyo político, actitud que avergüenza al hombre como
tal. Las crisis y los desequilibrios sociales tienen sus responsables en
nuestra sociedad, el desempleo y los ingresos paupérrimos son una clara
prueba de ello. Basta
con conocer la realidad económica de muchos ancianos que reciben pensiones
insuficientes, hay que mirarle a los ojos, para darse cuenta como la vida se
extingue en tristeza, basta con mirar las viviendas de los marginados para
observar como la alegría no es parte de su vida. Así es, como lo único que se
necesita, es ver y querer ver, para darse cuenta del aspecto doloroso de
pobreza que existe alrededor nuestro y mucho más cercano de lo que podemos
imaginar. Es
tarea de los que estudian las leyes económicas, la creación de bases para
terminar o al menos mitigar con el dolor de vivir postergado y en la
debilidad económica, pero también es tarea de todos aportar ideas para
disminuir la pobreza, es compromiso de todo cristiano ser solidario con el hermano
necesitado. Ser
solidario con los pobres, no es otra cosa que imitar la actitud de Jesús y
sus opciones de servicio, de pobreza, de humildad, lo que se propone a la
comunidad cristiana como criterio para solucionar todos sus problemas: el
itinerario de Jesús se convierte en el itinerario de la Iglesia y de todo
creyente. Jesucristo,
declara en la bienaventuranzas, dichosos a los miserables, es decir a cuantos
tienen hambre y lloran en la pobreza más absoluta y nos contrapone a los
ricos, a los que gozan, a los epulones, declarados malditos, y por ello
dignos de los terribles "¡ay!": Pero ¡ay de vosotros, los ricos!,
porque habéis recibido vuestro consuelo”. (Lucas 6,24). Se trata, pues,
evidentemente, de los pobres en sentido social, semejantes a Lázaro, los
cuales son presentados en antítesis con el rico epulón: “Era un hombre rico que vestía de
púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre,
llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas……..” (Lucas
16, 19 ss). Por esa razón son proclamados “Bienaventurado los pobres” (Lc
6,20ss). 4. MIRAR
A LOS POBRES CON LA MIRADA DE DIOS Algo
que no podemos negar, la pobreza es una realidad; a los pobres los
encontramos cada día. Para darse cuenta de esto, solo basta con ampliar la
mirada. La gran desigualdad entre las
personas, es injusta y perturba la paz. El
que cree en Dios, el que acepta la Buena Noticia de Jesucristo, no puede
cerrar los ojos a esta realidad ni menos darle la espalda y practicar frente
a ella la indiferencia. No es digno del hombre vivir una vida de hambre y de
falta de oportunidades, Dios no quiere la pobreza, Jesucristo no aprueba que
los hombres vivan indignamente, y nos pide que seamos como El, compasivos con
los pobres; quien comprende esto, es
consecuente con la Buena Noticia, quien es solidario con los pobres, los es con las enseñanzas de Jesús. Jesucristo
es la Buena Noticia para los pobres, qué duda cabe, El hizo del amor todas
sus enseñanzas, él nos abre el corazón para que seamos solidarios y
compartamos lo que tenemos. Él se hizo pobre y vivió su pobreza, Él estuvo
disponible para servir a todos los hombres, el llamó bienaventurados a los
pobres, y a cuantos quisieran vivir cerca de los pobres y compartir con ellos
lo que son y lo que tienen, Él nos enseñó a mirar a los pobres con la mirada
de Dios, por tanto, si somos sus discípulos, seamos consecuente. Entonces
no dejemos de lado la misión de justicia y caridad en la tarea de disminuir
la pobreza, porque la vida de los hombres será más justa, fraternal y humana,
en la medida en que hagamos una realidad nuestro sentido del amor solidario y
misericordioso. La
pobreza, y la marginación que de ella se origina, no es otra cosa, que la
falta de amor a los necesitados. La caridad a favor de los más pobres no es
algo ajeno a nuestro vivir. Promover acciones para mitigar la pobreza no es
cosa de solo algunos o ciertas instituciones. Los cristianos debemos asumir
esta responsabilidad, juntos con llevar la Buena Noticia, nos corresponde
trabajar para que sea posible que los pobres salgan de su indigna condición
humana, y su exclusión de nuestra sociedad. Quizá,
ya hemos hecho algo, o aún nos hace falta una cosa. Todo cuanto podamos
compartir, repartámoslo entre los pobres, y así, tal como nos lo ha dicho
Jesús, tendremos un tesoro en los cielos, y después de esto podemos seguir en
amistad al Señor (Cfr. Lucas 18,22) Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant Agosto de 2003 Los textos bíblicos, están extraídos de la
Biblia de Jerusalén Otros artículos relacionados: Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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