LAVARSE LAS MANOS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


“Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Señor”  (Salmos (SBJ) 26,6)

Recién ha terminado Semana Santa, hemos leído y escuchado la Pasión del Señor, ningún suceso de estos relatos nos ha dejado indiferente, entre ellos, el lavado de manos de Pilatos, narrada en la Pasión según San Mateo. Es muy conmovedor  cuando Cristo es entregado a la gente para ser crucificado: escuchamos el dolido, desarmado “Ecce homo”, “Aquí tenéis al hombre” (Jn 19,5) con el cual Pilato, a pesar de reconocer que no ha encontrado en él culpa alguna, entrega a Cristo a una multitud enardecida.

Es posible que ya no volvamos a meditar esta pasión hasta el próximo año, pero también es posible que sigamos observando como se repite este gesto cerca de nosotros, me refiero el de “Lavarse las Manos” y así eludir responsabilidades y condenar a personas inocentes, sabiendo de su inocencia. Se atropella la vida del justo, la vida inocente se condena.  (Salmos (SBJ) 94,21)

“Lavarse las Manos”. Usualmente utilizamos esta expresión para señalar el sentido de desentenderse de la responsabilidad en cualquier asunto. Ciertamente, al igual que desaparece la suciedad al lavarse las manos, metafóricamente también desaparece la responsabilidad. Del mismo modo, también utilizamos esta alusión cuando sabemos que alguien pretende eludir las consecuencias de las propias acciones. Lo triste, es que muchas acciones como las de Pilato, condenan a personas inocentes, y el que se lava las manos, se cree libre de culpa y se queda muy tranquilo.

“Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.”  (Mateo (SBJ) 27,24), por tanto la frase, “Lavarse las Manos”, alude al gesto de Pilatos que condenó a muerte a Jesús, para luego proclamar su propia inocencia.

Era costumbre de aquella época, cuando alguno quería aparecer como inocente de algún delito, tomar agua y lavarse las manos en presencia del pueblo.

Justificarse como Pilato. Pilato ha querido justificarse, porque se pone en el lugar  de que se piense que el ha querido dejar libre a un inocente, y culpa a los demás de que lo han obligado a tomar una determinación de la cual no esta de acuerdo, es decir, las circunstancias lo intimaron a pronunciar sentencia contra el Señor. Ciertamente no lo condena. Y para mayor aclaración, no solo no condena al acusado, se declara inocente, “Inocente soy de la sangre de este justo”, y luego además amonesta a los que piden sentencia señalando, “Vosotros veréis”

Cuantos Pilato conocemos o vamos conociendo hoy?, cuanto ha conocido el mundo desde todos los tiempos? No solo en las escrituras hay muchos, en la historia de la humanidad se pueden hallar bastantes, alrededor nuestro, otros tantos.

“Se adelantarán entonces los sacerdotes hijos de Leví; porque a ellos ha elegido al Señor tu Dios para estar a su servicio y para dar la bendición en el nombre del Señor, y a su decisión corresponde resolver todo litigio y toda causa de lesiones. Todos los ancianos de la ciudad más próxima al hombre muerto se lavarán las manos en el torrente, sobre la becerra desnucada. Y pronunciarán estas palabras: Nuestras manos no han derramado esa sangre y nuestros ojos no han visto nada”.  (Deuteronomio (SBJ) 21, 5-7). Nada nuevo, desde todos los tiempos, hay quienes se lavan las manos para aparecer como inocentes.

“Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo”  (Exodo (SBJ) 23,7) y en los Proverbios, se dice lo odia el Señor: Seis cosas hay que aborrece el Señor, y siete son abominación para su alma: ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia el mal, testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos. (Proverbios (SBJ) 6, 16-19)

Eludirse de una responsabilidad. En efecto, a lo largo de los siglos, son muchos los casos en la cual esta actitud de “Lavarse las manos”, como de eludirse de una responsabilidad, y más aún de la verdad, ha generado sufrimiento y dolor.  Es de esperar, no caer en esta costumbre y aprender a tener el coraje para estar al lado de la verdad, y si sabemos cual es, no buscar argumentos para quedar bien incluso frente al inocente, dando explicaciones que no somos responsables de lo que le sucede, cuando de verdad, si podemos ayudarlo y al no prestarle ayuda, terminamos por condenarlo.

El gesto teatral de lavarse las manos de Pilatos, alegando: “Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis, terminó por condenar á la muerte en cruz a Jesús, el Hijo de Dios vivo, el Redentor del mundo.

Otro dato importante; “Les dice Pilato: Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él" (Juan (SBJ) 19, 6b), es decir el se dio perfectamente cuenta que Jesús era inocente, ciertamente Pilato “buscaba librarle.” Pero a la inocencia de Cristo, reconocida por Pilato, el prefiere quedar bien y se rindió cuando los judíos gritaron: Si sueltas a ése, no eres amigo del César”;  (Juan (SBJ) 19, 12) Expresamente lo dice Juan: “Cuando Pilato oyó estas palabras” determinó dar la sentencia de muerte contra Cristo, “Entonces se lo entregó para que fuera crucificado”.  (Juan (SBJ) 19,12)

En un Vía Crucis, el Papa Juan Pablo II, año 2000, escribió esta meditación; “Son los inocentes los que pagan el precio de la hipocresía humana. No bastan decisiones a medias. No es suficiente lavarse las manos. Queda siempre la responsabilidad por la sangre de los inocentes. Por ello Cristo imploró con tanto fervor por sus discípulos de todos los tiempos: Padre, “Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad” (Jn 17, 17).

Lavarse las manos para huir de la verdad. Le dice Pilato: ¿Qué es la verdad?  Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él.  (Juan (SBJ) 18,38) Pilato fue un abominable hipócrita, pregunta  a Jesús, "¿Qué es verdad?" y sale sin esperar la respuesta. Así también, hay muchos que preguntan, pero ciertamente, no quieren oír ni razones ni respuestas. Tener la verdad delante, es decir entre manos y mas encima preguntar cual es, es una actitud despreciativa. Jesús le había dicho: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.  (Juan (SBJ) 18, 37b)

“¿Qué es verdad? ¡Cuántos la ven, y preguntan por ella! ¡Cuántos la oyen, y la desprecian! ¡Cuántos la saben, y la condenan! Ninguna maldad tiene en el mundo tan numeroso séquito, ni tan bien vestido”, (Quevedo)

El Señor les Bendiga.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

Fuentes utilizadas para este articulo

Los textos Bíblicos están tomados de la Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ).

Este tema está publicado en el Link de mi pagina WEB www.caminando-con-jesus.org  CRONICAS Y COMENTARIOS


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net