LOS DERECHOS
HUMANOS DE LOS CRISTIANOS Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1.
UNA CONSTANTE
LUCHA POR LA JUSTICIA Y LA PLENA EQUIDAD. A través de las Sagradas Escrituras,
comprendemos como Dios se manifiesta como el Dios que es amor, que defiende y
se preocupa tanto de la causa del hombre pobre, como el del oprimido y del
hombre marginado. Y todo aquel, que va contra esta causa, también va contra
la causa de Dios. La Palabra que nos traen los hombres inspirados por Dios,
nos lo muestran con claridad: “Y al extender ustedes las palmas de las manos,
me tapo los ojos por no verlas. Aunque frecuenten la plegaria, yo no oigo.
Sus manos están llenas de sangre: lávense,
límpiense, quiten sus fechorías de delante de mi vista, desistan de
hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen lo justo, den sus derechos al
oprimido, hagan justicia al huérfano, defienda a la viuda”. (Isaías 1, 15-17) No obstante como cristianos, también la
reflexión sobre los derechos humanos, tenemos que hacerlas a la luz de la
enseñanza y el mensaje de Cristo, en él Dios se nos reveló definitivamente.
“Él es Imagen de Dios invisible”,
Colosenses (1, 15). En su tiempo oportuno, Dios nos envió a su Hijo,
para “iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar
nuestros pasos por el camino de la paz”.
(Lucas 1, 79) y para anunciarnos la Buena Noticia de los Evangelios. Es así, como los evangelios de nuestro
Señor Jesucristo, son la más perfecta declaración del amor entre los hombres,
y conllevan además el llamado de paz y de buena convivencia entre todos los hijos
de Dios. Es así que como cristianos estamos invitados por Jesús, a participar
en una constante lucha por la justicia y la plena equidad. Si deseamos ser
reconocidos por discípulos de Cristo, tenemos que amarnos unos a otros. (Cfr.
Juan 3,35) 2.
DIOS NOS HA
CREADO CON DIGNIDAD Jesús nos ha enseñado que Dios nos ha dado
dignidad, esto nos obliga a velar por todos los hermanos, para que sean
aceptados y respetados como seres humanos. “Si alguno dice: Amo
a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de
él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4,
20) El hombre fue creado a imagen y semejanza
de Dios, esto es, fue creado moreno, blanco, pálido, rosado, negro, rubio,
bajo, alto, gordo y flaco, es decir, todos infinitamente iguales a los ojos
del Señor. En otras palabras, Dios ha creado una humanidad multirracial, como
seres humanos individuos de una comunidad humana de diferentes sexos, pero de
un igual corazón. Entonces el amor a Dios y a nuestro prójimo, precepto
básico y fundamental, se basa en mirar a todo los hombres con los mismos ojos
de igualdad con que nos mira Dios, que quiere una sociedad, donde todos
tengan conciencia del respeto a los derechos humanos. Si confiamos que hemos
sido creados a imagen de Dios, para ser iguales, entonces no tenemos que
considerarnos distintos, y somos agraciados para Dios y para nosotros mismos. Entonces damos gracias a Dios, por habernos
creado con dignidad. La mejor forma de agradecer es el reconocimiento pleno y
absoluto, que nuestra vida debe ser coherente con la verdad y la justicia, la
que hemos de tener y practicar para ser constructores del Reino de los
Cielos. Esto nos debe llevar a conllevar un espíritu solidario con los
pobres, los cautivos, los enfermos, los necesitados, compartiendo con ellos
todo lo que pueda mitigar sus necesidades y dolor. 3.
NO DEJARSE
TENTAR POR LA PERMISIVIDAD Y LA COMPLICIDAD DE ACEPTAR LA MALDAD Y CALLARSE
FRENTE A ELLA. Es así, y reconociendo todas las
dificultades que nos pone la sociedad actual para la creación de una sociedad
que respete a plenitud los derechos de dignidad como seres humanos, como
cristianos no debemos escatimar esfuerzos para trabajar y defender con
nuestra voz, nuestras palabras orales y escritas los derechos que le
corresponden a la naturaleza de los hombres como hermanos nuestros e hijos de
Dios. Es decir, nuestra tarea es acercarnos a
nuestros hermanos, para que acordemos ir por un camino de alegría hacia la
patria celestial, para que la esperanza en la gracia de Dios, sea una fuerza
viva que nos haga fortalecer nuestra fe, nuestro amor por la vida,
comprometidos con los derechos humanos, es decir, también valorando la
persona humana y así reconociendo que le otorgamos la misma importancia y
valor que tienen los hombres para los ojos de Dios. Tenemos la convicción de que Dios está
aquí, allá y en todo lugar, porque para él no existen ni las fronteras ni las
naciones, sólo somos pueblos que vivimos en distintas partes, y en todos los
lugares del mundo nos corresponde vivir con espíritu de fidelidad a Dios y
con responsabilidad ante su pueblo, hombres de todo el mundo. A pesar de todo, estamos conscientes de que
vivimos con muchas flaquezas y a veces nos sentimos impotentes e incapaces de
hacer que el hombre viva como Dios desea que se comporten sus hijos. Así es,
como con mucha pena observamos cómo sufren tantos hijos de Dios, que padecen
de distintas violencias y discriminaciones. Pero lo peor es cuando
presenciamos la crueldad y la complicidad de los sistemas políticos, que
amparados por una suerte de autoridad cometen y promueven formas de vida
irreverentes a las esperadas por el Señor. Frente a esto, el cristiano debe
ser absolutamente consecuente con lo enseñado por Jesús, es decir, no dejarse
tentar por la permisividad y la complicidad de aceptar la maldad y callarse frente
a ella. Frente a esta debilidad, le pedimos a Dios, que nos dé toda su
fuerza, para ser capaces de en todo evento, trabajar por el respeto a la
dignidad humana. 4.
SON MUCHAS Y
VARIADA FORMAS DE NO RESPETAR LOS DERECHOS DE LOS HOMBRES, "Escuchen ahora, gobernantes…. ¿Acaso
no corresponde a ustedes saber lo que es la justicia? En cambio, odian el
bien y aman el mal; despellejan a mi pueblo y le dejan los huesos pelados. Se
comen vivo a mi pueblo; le arrancan la piel y le rompen los huesos; lo tratan
como si fuera carne para la olla. Un día llamarán ustedes al Señor, pero él no
les contestará. En aquel tiempo se esconderá de ustedes por las maldades que
han cometido". (Miqueas (3, 1-4): La complicidad a favor de la
discriminación, la violencia racial, el abuso contra las minorías étnicas, el
hacer la “vista gorda” frente al hombre que sufre, es una actitud en contra
de Dios, en contra de su morada, es decir, no deja de ser otra cosa que un
gravísimo pecado. Del mismo modo es una falta contra nuestro Buen Padre, no
hacer nada por evitar el sufrimiento de sus hijos, porque cuando estamos
impedidos de actuar, nada nos impide orar, y no hacerlo es pecar de desidia. Pero son muchas y variada formas de no
respetar los derechos de los hombres, tales como el pagar sueldos de
miserias, el ser usurero, el explotar a los niños, el comercio sexual, el no
dar vivienda digna, el negar el derecho al trabajo, no proporcionar salud al
enfermo, no permitir la buena alimentación, no trabajar para mejorar la
calidad de vida, los atentados terroristas, la falta de libertad de
expresión, la cárcel de conciencia, la disminución de la libertad, la
negación de la justicia, el no permitir la libertad religiosa, negar la
cultura, el idioma y la tradición, el establecimiento de regímenes políticos
con ideales autoritarios, el uso de la fuerza, y cualquier pretexto para
negar que el hombre viva en la paz que el Señor Jesús nos dejó. “Os dejo la
paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro
corazón ni se acobarde”. (Juan 14,27) 5.
COMPROMETÁMONOS
A RESPETAR PLENAMENTE LOS DERECHOS HUMANOS Los valores enseñados por Jesús en los
evangelios son superiores a todo principio que se quiera establecer para la
vida de los hombres, entonces para cualquier forma de vida, debemos
supeditarla a las enseñanzas de Jesús, ese es el primer condicionamiento a
los principios de la ética y la moral del mundo. En otras palabras, el
cristiano no es ambiguo y es un eterno luchador por la paz, la fraternidad y
el amor entre los hombres, es decir, es trabajador de la construcción del
Reino de los Cielos, leal y fiel a Dios. Por tanto, son de nuestra responsabilidad
los derechos humanos, así es, como no sólo nos corresponde exigir su respeto,
sino que además trabajar por ellos, para que nuestra sociedad no se corrompa
y viva en paz. También es de nuestra responsabilidad que no exista la
impunidad por las violaciones que se cometan, como algo esencial para que se
haga justicia, haya perdón y exista la reconciliación y vuelva la paz en el
corazón de los hombres. La paz debe ser siempre justa y verdadera. También es nuestra responsabilidad evitar
la existencia de conflictos y guerras, las que llevan a un inmedible
sufrimiento en las naciones, al desprecio por la vida, a la falta de respeto
por las etnias, a las luchas religiosas y al sometimiento de los pueblos a
potencias superiores. Los cristianos debemos tener la gran convicción,
de que todos los seres humanos han sido creados a imagen de Dios, por tanto
todos ellos merecen los mismos derechos, hombres, mujeres, adultos y niños,
sanos, enfermos, discapacitados físicos o mentales, necesitan la protección y
el cuidado que le corresponde a la dignidad de la creación. Si nuestro
prójimo sufre, nosotros sentimos dolor, esta es nuestra responsabilidad, una
vida como nos enseña Jesús, una vida como se indica en los evangelios, todos
los hombres somos iguales a los ojos de Dios, es así como cristianos,
comprometámonos a respetar plenamente los derechos humanos, eso es respetar y
ser fieles a nuestra fe. El
Señor nos bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Los textos bíblicos, están extraídos de la
Biblia de Jerusalén Otros artículos relacionados: Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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