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“No hay Tesoro más valioso que Nuestro Señor Jesucristo”

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    "NO TRAIGO ORO NI PLATA, SINO ALGO MÁS VALIOSO: JESUCRISTO"

"No traigo oro ni plata, sino algo más valioso: Jesucristo", expreso el Papa Francisco al llegar Rio de Janeiro para participar de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Y así es, no hay Tesoro más valioso que Nuestro Señor Jesucristo, y podemos decir con la mayor de las certezas, y valga la redundancia de palabras, no se pueden contar ni decir los bienes y los grandes tesoros que tenemos en Jesucristo.

Me ha tocado estas palabras del Papa Francisco y me han invitado a reflexionar sobre este Tesoro más valioso que el oro y la plata, y donde no hay nada que lo pueda superar en valor: Jesucristo. Y este es un tesoro, que lo hemos tenido viviendo en medio de los hombres, gracias a esa gran idea que tuvo Dios, para enviarnos a Jesucristo y traernos la buena noticia del Evangelio.

Quizá, podemos reflexionar muchas cosas sobre todo lo valioso que es para nosotros Nuestro Señor Jesucristo, cada uno tendrá en su corazón guardado como la más bella de las perlas, recordando que el hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno,  (Lucas 6,45). Quizá sea el momento, de deshacernos de muchos bienes que solo son de valor material, a cambio del tesoro inagotable que está en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Lucas 12, 33). Por ahora, voy a proponer cuatro aspectos muy valiosos.

2.    JESUCRISTO, SABIDURÍA, PODER Y TESORO DE TODOS LOS BIENES, ALEGRÍA, QUE LO SERÁ PARA TODO EL MUNDO

Unos de los grandes valiosos tesoros, esperado por generaciones, es el anuncio que nos envió el Señor, que no deja de conmovernos, es el que les hizo el Ángel a los pastores el día que nació Cristo. Lucas relata que se les presentó a los pastores el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor, entonces el Ángel les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo, os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (Lucas 2, 9-11)  Y de este modo, no solo es una gran alegría, sino que además muchas alegrías que son grandes bienes, como lo expresa Orígenes , (Padre de la Iglesia, destacado por ser un erudito); “Porque Jesucristo no es sólo un bien, sino todos los bienes, Él es nuestra salud, nuestra vida, nuestra resurrección, luz del mundo, verdad, camino, puerta del Cielo, sabiduría, poder y tesoro de todos los bienes; para nosotros nació y murió, para que nosotros vivamos; para nosotros resucitó, para que nosotros resucitemos”. Y Jesucristo subió a los Cielos, para beneficio nuestro, por eso les dijo a los Apóstoles; No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí…….porque voy a prepararos un lugar. (Juan 14, 1-2) Y está sentado a la derecha del Padre, para continuar nuestra alegría regalándonos muchos favores. Bien enlaza en esto, lo que escribe el autor del Libro a los Hebreos para las comunidades cristianas de aquella época, y que nos viene muy bien hoy a nosotros; “Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos - Jesús, el Hijo de Dios - mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna. (Hebreos (SBJ) 4, 14-16). Atesoremos también, este gran regalo que es alegría para todos, confianza y esperanza para alcanzar todos los bienes prometidos por el Señor.

3.    EL GRAN TESORO Y BIENES HERMOSÍSIMOS QUE TENEMOS EN CRISTO.

Y envió Dios a su unigénito Hijo hecho hombre para que nos librase del pecado, para redimirnos, para rescatarnos del poder y servidumbre del mal, para que nos reconciliase con Dios, para que nos hiciese hijos adoptivos suyos, para que nos abriese la puerta del Cielo. El gran tesoro, que nos envió el Padre, su Hijo; “Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo perverso, según la voluntad de nuestro Dios y Padre,  (Gálatas 2).

Y nos envió Dios, este tesoro en extremo valioso, cuando llegó la hora en que El determinó la necesidad de hacer esta misericordia,  entonces por el gran amor de Dios por los hombres, llegó en aquel tiempo dichoso y tan deseado, porque ya era necesario para los hombres que se levantasen de tantas caídas, y porque sólo El, con su misericordia más allá de toda imaginación del hombre, la podía reparar digna y debidamente. Quien más, sino el mismo Dios (no bastaban las fuerzas del hombre para levantarse, ni bastaban fuerzas de ángeles para levantarle, eran necesario fuerzas divinas), y porque la redención se había de obrar con satisfacción de la culpa, y esta satisfacción había de ser penosa, y Dios en su sustancia y naturaleza no podía padecer; halló la infinita Sabiduría este medio e idea maravillosa, de hacerse el Hijo de Dios hombre, y unidas ambas naturalezas divina y humana, en una misma persona, ella obrase este importantísimo ministerio de la redención de los hombres: idea de Dios, llena de sabiduría y bondad, manifestadora de la grandeza y poder infinito de Dios, más que ninguna de todas las otras obras que ha hecho en el mundo.

4.    NOS ENVIO A JESUS VERDADERO HOMBRE, PARA ENOBLECER AL HOMBRE

Dice San Agustín: “Grande obra fue criar este mundo; criar tan perfectas criaturas, señal fue de su poder, así lo canta la Iglesia: -Creo en un Dios Padre todopoderoso, Criador del Cielo y de la tierra- pero comparada la redención del mundo con esta obra, es como suma”. Y no solamente fue esta obra manifestadora del poder y grandeza de Dios, sino también de la grandeza del hombre y del caudal que Dios hace de él, mucho más que lo fue la de la creación. Y así dice la Iglesia: “Dios, que admirablemente criasteis la dignidad de la sustancia humana, y más admirablemente la reformasteis, etc.” Mucho dio Dios al hombre cuando le crió, pero mucho más le dio cuando le envío como obsequio a su Hijo Jesucristo, para redimir al hombre.

Dice San León, Papa: “A altísimo ser levantó Dios al hombre, haciéndole a su imagen y semejanza; pero mucho más le levantó y ennobleció, haciéndose Dios, no sólo a imagen y semejanza del hombre, sino verdadero hombre.” Por tanto, son tantos y tan grandes los bienes que se nos han dado por haberse hecho Dios hombre para redimirnos, que a cambio de ellos, hemos de tener la mayor de las gratitudes pero infinitas gracias sean dadas a Dios y a la disposición de la Bienaventurada Virgen María, que dijo si a la voluntad de Dios.

5.    EL TESORO DE LA DIGNIDAD DE SER HIJOS DE DIOS Y HERMANOS DE JESUSCRISTO

Y el amor del Padre, no solo quiso traer el tesoro del perdón y la esperanza, sino nos regaló además la dignidad de hijos de Dios y hermanos en Jesucristo, por eso es que tomó nuestra naturaleza para hacernos participantes de la suya, es decir se hizo hombre para hacernos a nosotros hijos de Dios, como nos expresa San Juan; “ Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.  (1 Juan 3, 1-2). Este es el obsequio de Dios a los hombres, donde nos muestra toda su caridad y bondad, donde no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que verdaderamente lo somos, por eso con el corazón inflamado de amor, de  verdad le llamamos a Dios Padre, y a su Hijo Jesucristo, nuestro hermano.  Y quien tiene a Dios por padre, y por hermano a Jesucristo,  a quien el Padre ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. (Mateo 28,18), que otro mejor obsequio de Dios podemos esperar?. El mismo Jesucristo le habla al Padre de esto, agradeciendo que nos ha amado a nosotros como a él, como lo dice San Juan; “Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado”,  (Juan 17,24).

Gracias Papa Francisco, por hacernos reflexionar sobre lo inmensamente valioso que es para los cristianos y para el mundo, Nuestro Señor Jesucristo.

El Señor nos bendiga.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en mi página WEB www.caminando.con-jesus.org en esta sección:

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