mentira

LA MENTIRA, EL PECADO DE CADA DÍA

“Ninguna mentira viene de la verdad”. (1 Juan 2,21). “No os mintáis unos a otros”.  (Colosenses 3,9)

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


El sentido de este trabajo, es no solo reflexionar sobre este mal de la mentira, sino que ayudarnos a no caer en ella: “Aléjate de causas mentirosas”. (Éxodo 23,7). Y hay que cuidarse de todo tipo de mentiras, ya que de la mentira graciosa, se puede llegar a la dañina, y esto es un grave pecado que atenta contra la caridad. La fuente de este trabajo se desprende de la lectura de temas especializado donde se trata este mal, y del dialogo con personas, psicólogos y siquiatras, que conocen de este mal muy insertado en el hombre desde siempre. "Todo hombre es mentiroso".  (Salmos 116,11)

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se prohíbe terminantemente la mentira sin distinción de clases, es así, como he insertado algunas sentencias al respecto.

1.    LA MENTIRA, COMIENZO DEL PECADO Y DE LA CAÍDA DEL HOMBRE

“El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad. (Catecismo Católico 215)”. “El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8),

La mentira es la falsedad disfrazada de lo que no es, “ninguna mentira viene de la verdad”.  (1 Juan 2,21). Al decir o manifestar algo distinto de lo que se sabe, se cree o se piensa, inducir a error, faltar a la  verdad, decir algo de una manera engañosa para que no parezca falso, crear alguna ilusión o falsa impresión, distraer a alguien para que no se dé cuenta de una realidad, falsear la calma, obtener  de la voluntad de alguien mediante  falsedades, la infidelidad sentimental, hacer caer a alguien en la equivocación o falta de acierto, todas son formas de  mentiras.

El hombre participa de la sabiduría y la bondad del Creador que le confiere el dominio de sus actos y la capacidad de gobernarse con miras a la verdad y al bien. La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira (Catecismo Católico1954)

La mentira en ningún caso nos deja indiferente, es algo que a todos nos molesta mucho, nos enfada, nos descompone, nos desanima. Ser víctima de una mentira, vivir junto a la mentira, convivir con gente mentirosa, descubrir una mentira, todo esto nos puede causar una gran angustia y no nos permite vivir en paz. Más tristeza aun cuando descubrimos que la mentira viene de quien dice hablar de la verdad.

Es así, como es necesario poner fin a esta actitud perniciosa, que destruye la relación entre los amigos, hermanos de comunidad o familiar en muchos casos. En efecto, cuando este mal esta enquistado en el núcleo familiar, la relación del matrimonio pasa por dramáticos momentos de tensión, dolor y desesperanza, cuando esta llega a las comunidades de amigos o hermanos de fe, destruye las confianzas y produce distanciamientos.

2.    TODA VERDADERA MENTIRA ES DE SUYO INTRÍNSECAMENTE MALA Y NO PUEDE DECIRSE JAMÁS, BAJO NINGÚN PRETEXTO. (Antonio Royo Marín, Teología Moral para Seglares)

Verdadera mentira porque pueden darse expresiones que, siendo falsas en sí mismas, no constituyan, sin embargo, verdadera o auténtica mentira, a modo de ejemplo el local estaba abarrotado y no cabía un alfiler, en este caso se comprende que nadie interpreta esas expresiones al pie de la letra, sino en el sentido más amplio que les concede el uso habitual. Aquí hablamos de una auténtica mentira, aunque sea simplemente jocosa y no perjudique a nadie. “Hay que cuidarse de lengua insidiosa y de los labios que urden mentira” (Cfr. Eclesiástico 51,2)

Es de suya intrínsecamente mala. Es decir, que no es mala únicamente porque esté prohibida, sino por su propia esencia o naturaleza. La razón, clarísima, es porque toda verdadera mentira, por pequeña que sea, quebranta el orden natural de la palabra como expresión de la idea, y esto es de suyo intrínsecamente malo. “El hábito de ser mentiroso es una deshonra y su vergüenza le acompaña sin cesar”. (Eclesiástico 20,26)

Y no puede  decirse jamás, bajo ningún pretexto. Es una consecuencia inevitable de su propia intrínseca maldad. Lo que es malo de suyo, no puede hacerse jamás, cualquiera que sea el beneficio que con ello pudiera adquirirse o el daño que se pudiera alejar. Y así no es lícito mentir—con verdadera y auténtica mentira—ni para salvar a un inocente, ni la propia vida, ni para evitarle al mundo entero una espantosa catástrofe. El fin nunca justifica los medios; y no hay ni puede haber ningún fin ni beneficio humano que pueda autorizar la ofensa de Dios, aunque se trate de un simple pecadillo venial, ´por tanto, el hombre recto, jamás expresa una verdadera o auténtica mentira, bajo ningún pretexto. “Proponte no decir mentira alguna, que persistir en ello no lleva a nada bueno”. (Eclesiástico 7, 13)

3.    LA GRAVEDAD DEL HÁBITO DE MENTIR

“Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa”  (Proverbios 30,8)

El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica, como lo expresa el Evangelista san Juan, son hijos del maligno: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8, 44)

Por todas parte surge la mentira, todos los días nos enfrentamos a la mentira, en la calle, en el metro, en el bus, en el trabajo, es algo cotidiano, que nos obliga a prepararnos para enfrentarla. Por tanto es importante reconocer la gravedad de este hábito, sin lugar a dudas, cuando nos afecta lo hacemos, y la enfrentamos, pero también debemos descubrir donde puede estar minando, en el ambiente familiar reviste una gran su gravedad, porque le provoca mucho mal y es allí en el seno de la familia donde se debe comenzar a atacar esta costumbre que se aparta de lo honesto y lo licito.

Grandes sorpresas surgen en la mentira, por una parte está el acto deliberado de engañar, independiente si la causa es menor o mayor, es mentira igual, el ocultar sucesos o hechos con el argumento de que el que omite no miente, es una forma de mentir, es así, como el hábito de retener una verdad, y no decir la verdad es mentir, y más grave es cuando se retiene la información real, y se presenta una falsa para ocultar esta. “El hábito de mentiroso es una deshonra, su vergüenza le acompaña sin cesar”. (Eclesiástico 20, 26)

4.    FALSEDAD E HIPOCRESÍAS EN EL OCULTAMIENTO DE LA VERDAD

"La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar" (S. Agustín, mend. 4,5).

Según los sicólogos Vladimir y Maria Mercedes de Gessen, no es de extrañar, que el mentiroso utilice una combinación de las diversas formas para mentir.

Cuando un mentiroso está en condiciones de mentir, por lo general prefiere ocultar y no falsear. En primer lugar, porque resulta más fácil: no existen historias que inventar ni posibilidades de ser descubierto. Por otra parte, el ocultamiento parece menos censurable. Es pasivo, no activo y los mentirosos suelen sentirse menos culpables cuando ocultan que cuando falsean, aun cuando sus víctimas resulten igualmente perjudicadas. Canta el salmista: “cuya boca profiere falsedad y cuya diestra es diestra de mentira”.  (Salmos  144, 8)

Por otra parte, las mentiras por ocultamiento son mucho más fáciles de disimular una vez descubiertas. El mentiroso no se expone tanto y tiene muchas excusas a su alcance: su ignorancia sobre el asunto, o su intención de revelarlo más adelante, o simplemente "se le olvidó".

Existen mentiras que de entrada obligan al falseamiento y para las cuales el ocultamiento simplemente no basta. Por ejemplo, si alguien pretende obtener un empleo mintiendo acerca de su experiencia laboral, con el ocultamiento sólo no le bastará: deberá ocultar su falta de experiencia pero además, tendrá que elaborarse una historia de experiencia laboral previa.

También se apela al falseamiento, por más que la mentira no lo requiera en forma directa, cuando el mentiroso quiere encubrir las pruebas de lo que oculta, necesario fundamentalmente cuando lo que se quiere ocultar son emociones. Es muy difícil ocultar una emoción actual, en especial si es intensa. El terror es menos ocultable que la preocupación. La furia menos que el disgusto. Cuanto más fuerte sea una emoción más probable es que se filtre alguna señal pese a los esfuerzos del mentiroso por ocultarla.

“Se confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz iniquidad”.  (Isaías 59, 4)

5.    LAS VERDADES RETORCIDAS

“Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira”  (Salmos (SBJ) 34,14)

Otra forma de mentir, es la que los expertos en el arte del engaño llaman "medias verdades" o "verdades retorcidas", de tal modo que la víctima no la crea. En la primera, cuando la persona engañada emplaza al mentiroso acerca de un asunto, éste no lo niega, por el contrario le da la razón a su víctima, pero hasta cierta parte de la historia. La otra parte es mentira. De esta manera, la persona engañada cree en la verdad de las palabras del mentiroso.

En el caso de las verdades retorcidas, el mentiroso dice la verdad de tal modo que la víctima no lo crea, es decir, dice la verdad falsamente. Es el caso del esposo que llega tarde a la casa y cuando su mujer le pregunta en dónde estaba, éste le contesta: "con mi amante, como me acuesto con ella todos los días, tenemos que estar en permanente contacto". Esta exageración de la verdad pone en ridículo a la esposa y le dificulta proseguir con sus sospechas. También servirá para el mismo propósito un tono de voz o una expresión de burla.

6.    TIPOS DE MENTIRAS

“Mientras siga en mí todo mi espíritu y el aliento de Dios en mis narices, no dirán mis labios falsedad, ni mi lengua proferirá mentira! (Job 27,-4)

Investigadores en este tema, comentan tres tipos de mentiras, son las siguientes:

Mentira racional. Lo esencial es que lo que se dice, se siente o se hace, se contrapone con la verdad racional. Se falsea la verdad por algún interés. Es más profunda, mucho más malvada, es la mentira hecha para dañar a los demás, por tanto es perversa, por tanto un gran pecado: “No darás testimonio falso contra tu prójimo”. (Deuteronomio 5, 11). A modo de ejemplo, es el caso de una amiga envidiosa que le dice a otra que su marido la engaña con el propósito deliberado de causar daños en su matrimonio.

Mentira emocional. Donde lo básico es que, lo que se dice, se siente o se hace no concuerda con la situación emocional del mundo afectivo. Un ejemplo de esto podría ser el caso de los esposos que cuando llegan a la casa tratan de parecer enojados, por alguna mala situación en el trabajo, el tráfico pesado o cualquier otra circunstancia, cuando en realidad estaban en una fiesta jugando dominó con sus amigos, o simplemente pasándola bien con su amante. Tratar de parecer enojado, no es fácil, pero ayuda mucho si además se arruga el ceño. “No seas hipócrita delante de los hombres, pon guardia a tus labios”. (Eclesiástico 1,29)

Mentira conductual: Se refiere a un tipo de mentira, que es mucho más elaborada, en la que se trata de actuar o dejar actuar de forma deliberada para decir que somos lo que no somos. Es el caso del galán vanidoso de mediana edad, que la oculta ante su novia o amante, tiñéndose las canas y afirmando tener siete años menos. “¿Hasta cuándo seréis torpes de corazón, amando vanidad, rebuscando mentira?”   (Salmos 4, 3)

7.    LAS MENTIRAS FALLAN POR MUCHAS RAZONES

“Dichoso el hombre aquel que en el Señor pone su confianza, y no se va con los rebeldes, que andan tras la mentira”.  (Salmos 40,5)

En ocasiones se descubren más rápido de lo que pensamos. Las mentiras fallan por muchas razones. A veces, la víctima del engaño descubre accidentalmente la verdad al encontrar una carta de amor escondida, una mancha de pintura de labios o al escuchar una conversación íntima por el teléfono auxiliar que levantó al mismo tiempo que su pareja.

También puede ocurrir que otra persona delate al mentiroso: un colega envidioso, una esposa abandonada, un informante que ha sido pagado, son algunas de las fuentes básicas para descubrir un engaño.

Sin embargo, la persona mentirosa también se delata por múltiples pistas como un cambio en la expresión facial, un movimiento del cuerpo, la inflexión de la voz, el hecho de tragar saliva, un ritmo respiratorio excesivamente profundo o superficial, largas pausas entre las palabras, un desliz verbal, una micro expresión facial o un ademán que no corresponde.

Ahora bien, ¿Por qué los mentirosos no pueden evitar estas conductas que los delatan? Las razones son dos: una de ellas ligada a los pensamientos y otra a los sentimientos.

El hecho de no haber pensado de antemano, programado minuciosamente y ensayado el plan falso es sólo uno de los motivos por los cuales se cometen deslices que ofrecen pistas sobre el engaño.

Los errores se deben a la dificultad de ocultar las emociones o de inventar emociones falsas. No toda mentira lleva consigo una emoción, pero las que sí, causan al mentiroso graves problemas. Cuando se despiertan emociones, los cambios sobrevienen casi al instante sin dar cabida a la deliberación. El pánico que siente el mentiroso de ser descubierto produce señales visibles y audibles, pues es algo que está más allá de su control.

Las personas no escogen deliberadamente el momento en que sentirán una emoción. Ocultar una emoción no es fácil, pero tampoco lo es inventar una no sentida, aunque no haya otra emoción que disimular con ésta. En este caso, el falseamiento se hace tanto más arduo cuanto mayor es la necesidad que existe de él, especialmente si éste contribuye a ocultar otra emoción.

Las mentiras relacionadas con pensamientos no involucran emociones. Son las mentiras acerca de planes, ideas, acciones, intenciones, hechos o fantasías. Defender la verdad es mucho más complicado que decir una mentira en este caso. Por ejemplo, el que plagia oculta que ha tomado una obra ajena presentándola como propia, mintiendo sin sentirse culpable.

8.    LA MENTIRA PUEDE HACER DAÑO A QUIEN LA RECIBE, PERO A QUIEN MÁS PERJUDICA ES AL MENTIROSO

“Quien profiere mentira es un impostor” (Proverbios 14,25)

Los seres humanos decimos, sentimos y hacemos mentiras en muchas épocas de nuestras vidas. (Roberto De Vries, médico psiquiatra)

"Así, el niño es mentiroso en la misma medida en que sus fantasías se hagan presentes para confundirlas con realidades. El adolescente es un mentiroso en la medida en que su encuentro con el mundo real, cause frustraciones. El joven es mentiroso, en tanto y en cuanto no se sienta capaz de confrontar las verdades que le adversan. El adulto es mentiroso cuando no ha logrado superar los obstáculos que le ha puesto la vida y por lo tanto para sentirse el triunfador que nunca ha sido, engaña. Por último, el anciano es mentiroso cuando no se perdona los errores que ha cometido en su vida.

De acuerdo con esto, en la misma proporción en que el niño aprenda a diferenciar el mundo real de sus fantasías, que sepa enfrentar sus diferencias con los demás para irlas comprendiendo y confrontando en la juventud y la adultez y en la misma medida en que los ancianos se hayan sentido valiosos, triunfadores en la vida, se podrá confrontar la posibilidad de la mentira como una traición destructiva.

Considera De Vries que un escritor tiene que hacer creíble la historia que cuenta a través de conocimiento racional, del manejo emocional y de la credibilidad accional.

Un político tiene que hacer creíble su mensaje emocional de trabajo por el grupo, a través de mensajes racionales, honestos y de acciones acordes con lo que dice sentir.

Un actor tiene que hacer creíble -a través de sus acciones- una realidad que le es ajena a su personalidad, a través de una gran honestidad y de una gran sinceridad.

"Por otra parte, todos los que trabajen con las ciencias y la tecnología tienen que ser fundamentalmente honestos".

Existen muchas clases de mentiras, entre las que se cuentan los chismes, los rumores, las murmuraciones y las tan nombradas "mentiras blancas o altruistas" que se dicen en casos extremos, como el del niño que pierde sus padres en un accidente y cuando recobra la conciencia, al preguntar por ellos, sus médicos le dicen que están bien, pese a que habían muerto. Pero en líneas generales, la mentira daña la relación de confianza en la familia, en la pareja, el trabajo y en general, en todos los aspectos de nuestra vida.

La mentira puede hacer daño a quien la recibe, pero a quien más perjudica es al mentiroso, pues se convierte en una persona poco seria, digna de poca confianza y credibilidad. Muestra de ello es que políticos y empresarios, entre otros, han sido víctimas de su falsa forma de llevar la vida y su trabajo. Recordemos aquel famoso refrán que dice "en la persona mentirosa, la verdad se vuelve dudosa". A eso nos lleva la mentira. “No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y pases por mentiroso”. (Proverbios 30, 6)

9.    EL TRATAMIENTO DE LA MENTIRA

Dice san Pablo; “Revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. 25 Por tanto, desechando la mentira”  (Efesios 4,25)

Julián Marías Aguilera 1914, filósofo católico español discípulo de José Ortega y Gasset, dice que “el uso sistemático, organizado y frío de la mentira es, el factor capital de corrupción de las sociedades actuales. Los calificativos están cuidadosamente elegidos. La mentira es vieja como el mundo, pero no se habían dado en otros tiempos las condiciones de su ejercicio, aplicación y eficacia que caracterizan la época presente. Los refinamientos técnicos, la inmensa capacidad de organización, la difusión mediante la propaganda, los recursos que parecen inagotables, todo ello ha alterado profundamente la significación y la importancia de la mentira como instrumento de acción colectiva”.

“Las sociedades actuales parecen extrañamente inermes frente a este fenómeno, cuya gravedad es excepcional. La mentira introduce la perversión en las relaciones humanas, perturba la visión de lo real, confiere una circulación fraudulenta a tesis que nada tienen que ver con la realidad, que quedan invalidadas por la mera visión de ésta”

El tratamiento de la mentira debe consistir primariamente en privar de la visión fraudulenta del que miente; se trataría de dejar a los que falsean la realidad sin el apoyo envolvente de los que favorecen sistemáticamente la suplantación. La realidad misma es la que puede asumir la función de la afirmación de sus derechos irrenunciables.

EL Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Fuentes y Bibliografía

Textos Bíblicos de la Biblia de Jerusalén

Antonio Royo Marín, Teología Moral para Seglares

Sicologia para todos www.psicologiaparatodos.com, Vladimir y Maria Mercedes de Gessen

Mentira y personalidad. Roberto De Vries, médico psiquiatra

Julián Marías Aguilera, El Tratamiento de la Mentira, ABC (26-7-2001)

EL Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


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